jueves, 2 de abril de 2009

HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO



Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

La Palabra “Paraíso” aparece en sólo 5 pasajes de la Biblia: 2 en el Antiguo Testamento y 3 en el Nuevo. Los más importantes y significativos son los que aparecen en el Nuevo Testamento, pues tienen, además, un significado supra mundano o extraterreno. Millones de cristianos han leído el diálogo que sostuvo nuestro Señor Jesucristo con el llamado “buen ladrón” del Gólgota en Lucas 23:42, y que dice:

“Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, hoy estarás conmigoen el paraíso.”

Pues bien, para muchos estudiantes de la Biblia se les hace muy difícil comprender qué fue lo que Jesús quiso decir con la palabra “paraíso”. Para muchos cristianos el paraíso es sinónimo de CIELO. Entonces se supone que Cristo le prometió al “buen ladrón” que estaría con él en el cielo en ese mismo día (“hoy”). Pero Jesús no usó la palabra cielo sino paraíso. Además, Jesús no ascendió al Padre en ese mismo día de su muerte, ni en el siguiente, ni en el día de su resurrección (al tercer día), sino 40 días después de su resurrección. A María le dijo: “…no me toques, porque aún no he subido a mi Padre” (Juan 20:17). ¡Y esto se lo dice ¡después de resucitar! Además, en Hechos 1:3 leemos que Cristo, después de resucitar, permaneció 40 días más con sus discípulos para hablarles acerca del reino de Dios. Entonces, ¿cómo podría haber cumplido Jesús su promesa al “ladrón bueno” si verdaderamente él no subió al cielo sino después de 43 días de su muerte? ¡He aquí un dilema que requiere una explicación!

Otro grupo de cristianos sostiene—y con razón—que al no existir signos de puntuación en el Griego Neo Testamentario (Recuérdese que el Nuevo Testamento fue escrito originalmente en el idioma Griego mayormente), el pasaje puede transcribirse de esta forma:

“Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo hoy, estarás con-migo en el paraíso.”

Si uno compara esta forma de transcribir el texto griego al español con el mismo texto que aparece al comienzo de este estudio, verá que la “coma” está en diferente sitio. En el primer caso, la “coma” está inmediatamente antes de la palabra “hoy”; y en el segundo caso, la “coma” está después de “hoy”. Este pequeño cambio de posición de la “coma” ¡CAMBIA RADICALMENTE EL SENTIDO DEL TEXTO!

En la primera trascripción del pasaje de Lucas 23:42, que aparece al inicio de este estudio, Jesús le estaría prometiendo al “buen ladrón” el paraíso para ese mismo día de su crucifixión (“De cierto te digo, HOY ESTARÁS conmigo en el paraíso”). En cambio, en el segunda trascripción, Jesús le estaría prometiendo al “ladrón bueno” el paraíso para un futuro indeterminado o indefinido (“De cierto te digo hoy, ESTARÁS conmigo en el paraíso”). Además, Jesús supuestamente le estaría enfatizando y certificando su promesa cuando dijo: “De cierto te digo hoy”. Sin embargo, para hacer honor a la verdad, esta segunda trascripción parece incorrecta y forzada, pues Jesús jamás hablaba así cuando prometía o enseñaba algo a sus discípulos. Veamos algunos ejemplos sólo en el capítulo 5 de Mateo: “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje…”(Mateo 5:22). “De cierto te digo que no saldrás de allí…” (Mateo 5:26). “Pero yo os digo que cualquiera que mira…” (Mateo 5:28). “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer…” (Mateo 5:31). “Pero yo os digo: No juréis…” (Mateo 5:34). “Pero yo os digo: “No resistáis al que es malo” (Mateo 5:39). “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos…” (Mateo 5:44). Es claro que no era el estilo de Jesús decir algo así como: “De cierto te digo hoy” (comparar también con Mateo 5:26; Mateo 10:15; Mateo 11:11,22; Mateo 12:6,31; Mateo 16:28; Mateo 19:9,24).

Otros estudiosos de la Biblia han afirmado que el paraíso no tiene nada que ver ni con el cielo, ni con ningún otro lugar supra mundano. Para estos estudiosos, la palabra “Paraíso” (Gr. “Paradeisos”, y en Heb. “Gan”), es de origen Persa que quiere decir Jardín y Huerto. Se afirma, con verdad, que había muchos jardines y huertos fuera de las murallas de Jerusalén. En esos lugares preparaban sus sepulcros las familias (2 Reyes 21:26; Juan 19:41). Entonces, este grupo de cristianos sostiene que cuando Jesús dijo: “De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”, quiso decir simplemente: “hoy estarás conmigo en el SEPULCRO (del Jardín o Paraíso).” Y para probarlo citan Juan 19:41-42, que dice: “Y en el lugar donde le crucificaron había un huerto (“paraíso”) y un sepulcro nuevo…y pusieron allí el cuerpo de Jesús.” No obstante, el único problema de esta interesante tesis es que no se dice que el “buen ladrón” haya sido enterrado con Jesús en ese jardín o en otro. Recordemos que en el jardín o huerto Jesús fue sepultado solo, según nos lo narran los evangelistas, pero nada se dice del “ladrón bueno”. Generalmente los cadáveres de delincuentes eran arrojados fuera de los muros de la ciudad, en un lugar llamado “Gehenna” (lugar donde había fuego y en donde se quemaban los cuerpos de los delincuentes).

El Paraíso y el Tercer Cielo

Para poder saber qué es en verdad aquel paraíso que Jesús le ofreció al “buen ladrón”, será necesario examinar los 3 pasajes bíblicos que hablan sobre él en el Nuevo Testamento. Uno de ellos, el de Lucas 23:42, ya lo hemos examinado. Ahora Vamos a examinar 2 Corintios 12:2-4. En Este texto San Pablo dice:

“Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el TERCER CIELO. Y conozco al tal hombre…que fue arrebatado al PARAÍSO, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre ex-presar.”

Aquí Pablo está hablando de que el paraíso puede ser el tercer cielo. Nótese que dice que fue “arrebatado al tercer cielo” y “arrebatado al paraíso” en el mismo versículo. Nuevamente aquí tenemos que reflexionar en lo siguiente: ¿Fue arrebatado Pablo al “tercer cielo”, y desde allí, nuevamente “arrebatado al paraíso”? ¿O es más bien que “paraíso” y “tercer cielo” significan lo mismo? Personalmente creo que “paraíso” y “tercer cielo” significan lo mismo. Entonces el “tercer cielo” es el “paraíso” en este versículo.

También es interesante que Pablo hable de que ese arrebatamiento pudo haber ocurrido “en el cuerpo” o “fuera del cuerpo”. ¿Qué se entiende por “fuera del cuerpo”? No lo sabemos exactamente. Tal vez “fuera del cuerpo” quiera decir, “en éxtasis”, o “en visión” (verso 1). Pero lo cierto es que esta persona arrebatada (muy probable Pablo mismo) oyó palabras inefables que no se pueden explicar.

Paraíso y el Árbol de la Vida

El tercer pasaje que nos habla del paraíso lo encontramos en Apocalipsis 2:7, que dice:

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré de comer del ÁRBOL DE LA VIDA, el cual está en medio del PARAÍSO DE DIOS.”
Ahora obsérvese que EN MEDIO del llamado PARAÍSO está EL ÁRBOL DE LA VIDA. Este detalle del “árbol de la vida” en medio del “paraíso” es clave para entender lo que es el paraíso ofrecido por Jesús al “buen ladrón” de la cruz. De manera que hay que averiguar en qué otros pasajes del Nuevo Testamento encontramos ese misterioso “árbol de la vida”. Pues bien, gracias a Dios que tenemos otros versículos. Veamos Apocalipsis 22:2 y14, que dicen:

“EN MEDIO de la calle de la CIUDAD, y a uno y otro lado del río, estaba el ÁRBOL DE LA VIDA…bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas de la CIUDAD.”

Ahora comparemos con atención los textos de Apocalipsis 2:7 y Apocalipsis 22:2,14, porque ambos textos nos dan mucha luz sobre el llamado “Paraíso de Dios”. He aquí 4 puntos:

1.- El árbol de la vida está en medio del Paraíso de Dios (Apo. 2:7).
2.- El árbol de la vida está en medio de la calle de la Ciudad (Apo. 22:2).
3.- El Paraíso es una Ciudad, puesto que se nos dice que el árbol de la vida está en medio del Paraíso y de la calle de la Ciudad. (ver n°.s 1 y 2).
4.- Los cristianos verdaderos están llamados a entrar por las puertas de dicha Ciudad Celestial donde está el árbol de la vida.

El Paraíso y La Ciudad

Queda demostrado que el paraíso está estrechamente ligado a la ciudad celestial (“tercer cielo”). Nosotros, como cristianos, somos ciudadanos de esa ciudad celestial. Pablo afirma que “nuestra ciudadanía está en los cielos…” (Filipenses 3:20). Obviamente la palabra ciudadanía tiene que ver con una Ciudad. En nuestro caso, somos ciudadanos de la “Ciudad”, “Paraíso”, o “Tercer Cielo”.

El Paraíso Bajará a la Tierra

Lo siguiente es crucial y clave para entender la promesa de Jesús al ladrón de la cruz: ¿Subiremos al cielo para entrar por las puertas de la Ciudad o Paraíso?¿Prometió Jesús a sus seguidores llevarlos al cielo para entrar al Paraíso o Ciudad Santa? ¡Esta es otra historia! En Apocalipsis 21:2 leemos algo interesante:

“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, DESCENDER del CIELO, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

El apóstol Pablo también escribió:

“Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos LA POR VENIR.” (Hebreos 13:14).

Del Patriarca Abraham, se dijo:

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba…porque ESPERABA LA CIUDAD que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos 11:8,10).
Aquí vemos que Abraham esperaba la ciudad (no dice, “esperaba ir a la ciudad”), a la cual se la llama también: “una patria” (Hebreos 11:14). Leer Hebreos 11:13-16.

La Casa de Dios

Todo lo dicho hasta ahora tiene que ver con “La Casa de Dios”. Nuestro Padre celestial nos hizo a Su “imagen y semejanza” (Génesis 1:26). Es decir, Dios es un Padre de Familia (Leer Efesios 2:19). Así también los hombres forman familias y se convierten en padres. Dios tiene su Casa Propia en donde vive (Salmo 26:8). Así también el hombre edifica una casa en donde vive con su familia (Leer Isaías 65:21). Recordemos que Jesús habló de “la Casa de mi Padre” en Juan 14:2,3.

En 2 Corintios 5:1 Pablo dice: “…tenemos de Dios un edificio, UNA CASA no hecha de manos, eterna, en los cielos.” Por otro lado, es interesante lo que Pablo dice a los Hebreos (9:23,24) con las siguientes palabras: “Fue, pues, necesario que las FIGURAS DE LAS COSAS CELESTIALES fuesen purificadas así; pero las COSAS CELESTIALES MISMAS, con mejores sacrificios que éstos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano FIGURA DEL VERDADERO, sino en el cielo mismo para presentarse ahora delante de Dios.”

Lo que Pablo revela es que en el cielo hay algunas COSAS, como por ejemplo, un santuario verdadero. En Hebreos 8:1,2 nos habla del tabernáculo que Dios levantó en el cielo, y no el hombre. Igual ocurre con la ciudad celestial, “cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Si amigos, en el cielo HAY COSAS REALES o VERDADERAS hechas por la mano de Dios. Ese tabernáculo de Dios, donde Él mora, bajará a la tierra y “Dios estará con los hombres, y él morará con ellos.” (Apocalipsis 21:2,3).
Es evidente que los justos permanecerán en esta tierra (Proverbios 2:21), y Dios vendrá con su Ciudad Santa, Paraíso, o “Tercer Cielo” a la tierra. Entonces los justos entrarán a la Ciudad o Paraíso—¡en la tierra!. (Proverbios 11:31).

Conclusión

El “buen ladrón” recibió una promesa de Jesús que bien pudo haberse cumplido en ese mismo día, a través de una visión o éxtasis; o bien sería cristalizado en un futuro, cuando fuese resucitado él junto con todos los creyentes, y cuando haya descendido la Ciudad o Paraíso a la tierra. Recordemos que Salomón dijo que el justo será recompensado en la tierra—¡No en el cielo! (Proverbios 11:31).

Los que afirman que el “buen ladrón” efectivamente subió al cielo con Cristo cuando ambos murieron en ese mismo día, se encuentran con el problema de que Cristo aún no había subido al Padre cuando resucitó al tercer día. ¡Claramente se lo dijo Jesús a María en Juan 20:17!

Lo que sí está claro es que el Paraíso tiene que ver con una CIUDAD celestial, llamada también “Tercer Cielo”, “Casa de Dios”, “Patria”, etc. Y también es claro que este Paraíso o Ciudad celestial bajará a la tierra para que los salvos puedan entrar en él y morar con Dios. No hay texto alguno que diga que escaparemos de la tierra, en dirección al espacio sideral, para ingresar al Paraíso o Ciudad celestial con nuestras “almas inmortales”, una vez muertos. La ‘oración del Padrenuestro’, y en especial, la parte que pedimos “VENGA TU REINO”, comprende todo esto que explicamos en este estudio.



lunes, 30 de marzo de 2009

EMANUEL: ¿REALMENTE DIOS MISMO CON NOSOTROS?



Mateo 1:23: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es Dios con nosotros”

Los Trinitarios como el Señor Pablo Santomauro suelen citar este pasaje de arriba para “demostrar” que Cristo es el mismo Dios Eterno hecho carne simplemente porque su nombre, Emanuel, significa “Dios con nosotros”. ¿Pero no dice el mismísimo Dios en Éxodo 33:20 que nadie puede verlo y vivir?¿Cómo fue entonces que miles de personas pudieron ver al Dios Jesús y no morir instantáneamente?


El nombre Emanuel puede ser traducido como “Dios con nosotros” o “Dios está con nosotros”. Sabemos que Dios estaba con el pueblo en Jesucristo, y Jesucristo mismo dijo que si alguien lo había visto a él, él había visto al Padre. Esta declaración de Jesús no lo convierte por supuesto a él en el Padre como sostienen los herejes modalistas de hoy. Razonar así sería trastocar radicalmente los miles de otros textos bíblicos que señalan que el Padre y Su Hijo son dos personas distintas que coexisten juntas.


El significado del nombre es simbólico. Dios estaba con nosotros, no literalmente, sino en Su Hijo, como 2 Corintios 5:19 indica: “Que Dios estaba en Cristo, reconciliando el mundo consigo mismo”. Es importante leer exactamente lo que está escrito: Dios estaba en Cristo, no que Dios era Cristo. Los simbolismos en los nombres pueden ser vistos a través de la Biblia. No es único para Jesucristo. A muchos individuos les fue dado nombres que causarían gran problema si se tomaran al pie de la letra. ¿Deberíamos creer que Elías es el “Dios Yahweh” o que Bitia, una hija de Faraón, fue la hermana de Jesús porque su nombre significa “hija de Yahweh”? ¿Debemos creer que Dibri, no Jesús, era “la promesa de Yahweh” porque esto es lo que significa exactamente este nombre o que Eliab fue el verdadero Mesías puesto que su nombre significa “Mi Dios (es mi) Padre?”. Por supuesto que no!


Siempre recuerdo cuando mi madre le decía a mi hermano mayor: “Cuando te veo me parece estar viendo a mi padre, pues tienes su mismo carácter y su misma personalidad”… ¡Realmente me parece estar viéndolo de nuevo en tu persona! Pero obviamente mi hermano mayor no es mi abuelo ya fallecido muchos años antes de que naciéramos nosotros. Y esto es en cierta medida lo que Jesús reflejó en sus contemporáneos. Su presencia entre los hombres como el Hijo de Dios reflejó exactamente el carácter y personalidad de Su Padre celestial. El ciertamente no era el Padre, porque así lo declaró él mismo en Juan 6:46, aunque sí era como Él en la UNIDAD de voluntades y de caracteres.


Debemos concluir entonces que Cristo, el Hijo de Dios, reflejó la imagen de Su Padre. Verlo a él era como ver al Padre mismo, porque él vino a mostrar la voluntad del Padre y a enseñar Sus verdades eternas. El dijo: “Sea hecha tu voluntad, y no la mía”. Además, Jesús dijo que sus palabras no eran suyas sino de su Padre, quien le decía lo que debía decir y enseñar (Juan 14:24).


Libro consultado: One God, One Lord de Graeser, Lynn, Schoenheit, pág. 452


¡USTED ESTÁ LLAMADO PARA SER UN CRISTO (Χριστός), UN HIJO DE DIOS!



Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Una de las verdades fundamentales que muchos “cristianos” ignoran es que ellos han sido llamados para ser Cristos e Hijos de Dios. Y es que la mayoría supone que Cristo es un nombre y no un título de majestad real. Un Cristo o Ungido en el Antiguo Testamento podía ser un rey, un sacerdote, y un profeta. Así, David fue ungido para ser rey de Israel, y Samuel lo fue para ser profeta de Dios.
La Enciclopedia Wikepedia nos dice sobre los ungidos, así:
En la Biblia Hebraica, el Sumo Sacerdote y el rey eran a veces llamados «el ungido». Los profetas también eran ungidos. Ungir a un rey era equivalente a coronarlo: de hecho, en Israel no se exigía la corona De esta forma, David fue ungido rey por el profeta Samuel. Samuel tomó el cuerno del aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. A partir de aquel día vino sobre David el espíritu de Jehová. Se levantó luego Samuel y regresó a Ramá.
La palabra “Cristo” que se usa actualmente como si fuese un apellido es en realidad un título procedente del Christos, (Gr. Χριστός) que significa aproximadamente ‘ungido’. Otra palabra equivalente a “Cristo” es “Mesías”, esta última es de origen hebreo.
Jesús, el Cristo
La Biblia nos presenta a Jesús como el Cristo de Dios, el ungido para ser el rey de Israel. Su ungimiento se produjo cuando fue bautizado por Juan en el Jordán, y el Espíritu Santo bajó sobre él (representado en el AT por el aceite del ungimiento) nombrándolo el Hijo amado de Dios (Mateo 3:16,17).
Al ser ungido por Dios, Jesús comenzó a predicar el evangelio del reino de Dios. Su misión como ungido en la tierra era proclamar las buenas noticias o evangelio del reino. Dice Lucas, así:
Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha UNGIDO para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Lucas 4:17-21.
En Marcos 1:1,14,15 vemos que Jesucristo efectivamente predicaba esas buenas noticias del Reino: Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”.
Ciertamente Jesús fue enviado por Dios para predicar el evangelio, que fue la razón para la cual fue ungido; pero tenía una misión importante que era el morir por nosotros. Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado (Luc. 4:43).
Los otros Cristos
La Biblia nos dice que los cristianos, los que hemos sido bautizados para el perdón de los pecados, hemos sido automáticamente ungidos por Dios para ser ‘Cristos’, y por lo tanto, coherederos con él del reino de Dios. En 2 Corintios 1:21, Pablo les dice a la hermandad corintia, lo siguiente: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió (Gr.Χρισ), es Dios”. Así que si bien se nos amonesta contra los falsos cristos, también los hay de los genuinos, de aquellos que viven como Cristo vivió, soportando penurias y aflicciones por causa de Jesucristo y el evangelio del reino. Los falsos cristos no solamente viven del evangelio como reyes coronados, sino que predican un evangelio trucado, diabólico, y por lo tanto, engañoso.
También en 1 Juan 2:20,27, leemos: “vosotros TENÉIS la UNCIÓN del Santo”… “la UNCIÓN que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros“. En el capítulo 3:2 se nos revela que se los está diciendo a todos los que somos “hijos de Dios”, los que seremos semejantes al Señor. Aquí aclara en el capítulo 3:2 que se lo está diciendo a todos los que “ahora somos hijos de Dios”, a los que seremos semejantes a él.
Ahora bien, “Ungidos con el Espíritu Santo” resalta otras bendiciones colaterales que Dios nos añade cuando nos entrega el Espíritu Santo. Todos los cristianos fuimos ciertamente “ungidos por Dios”, pues sin este ungimiento no podríamos ser cristianos (Rom. 8:9). Y al tener el Espíritu Santo nos constituimos en hijos y herederos de Dios, así como coherederos con Jesús (Rom 8:17).
En 1 Cor. 12:13 dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a TODOS se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. En este pasaje el bautismo con el Espíritu Santo tiene relación directa con nuestro ingreso al cuerpo de Cristo, el cual es su iglesia. Cada uno de nosotros pasamos a ser miembros con diferentes funciones, pero el cuerpo y la cabeza no se desunen, de lo contrario moriríamos todos. La cabeza es la que dirige, y el cuerpo obedece las órdenes. Por lo tanto, el Cristo completo es cabeza y cuerpo, y cuando Cristo se siente en su trono, se sentará él con su cuerpo completo. La cabeza y el cuerpo estarán juntos, y donde quiera que vaya la cabeza, allí estará su cuerpo. De modo que ambos: cabeza y cuerpo disfrutarán de todas las bendiciones de Dios Padre. Es por eso que Jesús promete a su iglesia participar de su propio trono, para que se sienten con él como sus cristos menores (Apo. 3:21). El desea que su cuerpo sea tan ungido como él lo es a través del Espíritu Santo. La cabeza no puede ser ungida con un cuerpo carente de ungimiento, pues el Espíritu es lo que da vida al cuerpo entero (Gál. 5.25). Tanto cabeza y cuerpo son santos y puros, y deben trabajar armoniosamente hacia una misma meta, pues respondemos al mismo llamamiento del cielo (Heb. 3:1). En consecuencia, debe existir una comunión total, la unidad que Cristo pidió al Padre para su iglesia (Juan 17:21). Los llamados preteristas extremos, y los amilenialistas en general, sostienen que Cristo empezó a reinar en el primer siglo al poco tiempo que se fue al cielo. Pero esto no es del todo cierto, ya que Cristo no puede reinar sin sus otros cristos menores que se van uniendo a su cuerpo progresivamente. Jesús prometió que nos sentaríamos con él en su trono, y que juntos con él reinaríamos el mundo (Apo. 2:26,27; 3:21; 20:4,5, Isa. 32:1).
Los Testigos de Jehová sostienen que la iglesia está compuesta únicamente por Cristo y 144,000 personas de su organización. El resto de sus miembros son las “otras ovejas”, o una “grande muchedumbre” sujeta a Cristo y su iglesia. Ellos enseñan que Cristo y su minúscula iglesia de 144,000 personas vivirán en el cielo, en tanto que el resto de los conversos de su culto se quedarán en la tierra. Esta es una blasfemia y una vulgar distorsión de la verdad bíblica. Jesucristo estará con sus seguidores a donde quiera que él vaya. Sus seguidores (los miembros) no pueden estar separados de la cabeza, pues eso los aniquilaría por completo. Desgraciadamente millones de Testigos de Jehová permanecen decapitados, ya que se les ha enseñado que no tienen ninguna posibilidad de pertenecer al cuerpo del Señor.

LOS CRISTOS SON HIJOS DE DIOS

Cuando Jesús preguntó qué pensaban los hombres de él, Pedro le respondió correctamente, y dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Mateo 16:16). Y en otra oportunidad Pedro le dice a Jesús: “Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6:69). Por tanto, se hace evidente que tanto los títulos “Cristo” e “Hijo de Dios” van de la mano. Ser Hijo de Dios es ser un Cristo.

Ahora bien, el propósito de Dios es tener una familia grande, y para ello Él adoptó más hijos para llevarlos a su gloria, gloria que recibió Jesucristo primeramente de parte de Dios y luego nosotros. En Hebreos 2:10 leemos: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que HABIENDO DE LLEVAR A MUCHOS HIJOS A LA GLORIA, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” Entonces se hace muy claro que Dios tuvo en mente llevar a más hijos a su gloria por su medio de la adopción. Dice Pablo: “Porque todos los que sois guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el Espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de ADOPCIÓN, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Rom. 8:14,15). Esto significa que al convertirnos en hijos de Dios (cristos), nos hacemos acreedores de los bienes del Padre, los cuales Jesús compartirá con nosotros. Dice Pablo nuevamente: “Y si hijos (cristos), también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, PARA QUE JUNTAMENTE CON ÉL SEAMOS GLORIFICADOS” (Rom. 8:17). Tome nota que juntamente con Jesús seremos glorificados, es decir que ambos: cabeza y cuerpo recibiremos una gloria semejante. Por eso también Jesús dijo: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Juan 17:22,23). Por tanto, es claro que los cristianos están llamados a ser como el Cristo Mayor, el Señor Jesucristo. Dios desea tener más cristos-hijos dentro de Su familia a fin de que ellos hereden el mundo venidero (Romanos 4:13).

LOS CRISTOS SON LOS ELEGIDOS DE DIOS

En Lucas 23:35 leemos: “…a otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, EL ESCOGIDO de Dios”. De modo que el Cristo era reconocido como alguien que era escogido de Dios. No obstante, las Escrituras nos dicen que Dios también escogió o otros hombres para que fueran sus ungidos o cristos menores al servicio del Cristo Mayor, Jesucristo. Dice Pablo en Efesios 1:4,5,11-13, así: “Según NOS ESCOGIÓ en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser ADOPTADOS hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad…en él asimismo tuvimos HERENCIA, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, FUISTEIS SELLADOS CON EL ESPÍRITU SANTO DE LA PROMESA.” Por su parte el apóstol Pedro dice sobre los escogidos lo siguiente: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo…mas vosotros sois linaje ESCOGIDO, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…” (1 Pedro 2:4,5,9). ¿nos damos cuenta que Jesucristo y nosotros somos “piedras vivas”, y linaje escogido, para ser parte de la casa o templo espiritual de Dios, para ofrecer sacrificios de alabanza? Entonces es evidente que tanto Jesucristo, el escogido de Dios, y nosotros, los otros escogidos deL Padre, somos cristos de Dios para participar dentro de la familia divina. Por eso Pablo tiene razón cuando escribió en 2 Tes. 2:13,14, lo siguiente: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que os haya ESCOGIDO desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar LA GLORIA de nuestro Señor Jesucristo”.

LOS CRISTOS SON REYES Y SACERDOTES

En Lucas 23:2 la muchedumbre acusa a Jesús de estar propagando la idea de que él era el Cristo, un rey. Dice el pasaje, así: “Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey”. Esto es interesante, pues aquí vemos que hay una asociación del título ‘Cristo’ con el cargo de ‘un Rey’. De igual modo, los Cristianos, o los otros cristos, están llamados a ser reyes asociados con el Rey mayor, Jesucristo. Dice Apo 5:10: “y nos has hecho para nuestro Dios REYES y SACERDOTES, y reinaremos sobre la tierra”. Como vemos, Jesucristo nos ha hecho reyes para Dios a través de su sacrificio expiatorio, al redimirnos de la condenación y la muerte eternas. Estamos llamados a ser como Su Hijo Unigénito, y coparticipar con él de sus riquezas como parte de Su familia. Esta era dorada fue vislumbrada por los profetas del Antiguo Testamento. Por ejemplo, Isaías dice: “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio” (Isa. 32:1). “Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isa. 2:4). El profeta Daniel escribe sobre esa era del reino de Cristo y de sus santos, diciendo: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, que vino hasta el Anciano de Días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido…y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel 7:13,14,27). De modo que todos los cristos tendrán dominio y gloria en el reino milenario de Dios.

LOS CRISTOS TIENEN SUS TRONOS

San Juan dice: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad para juzgar…y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” (Apo. 20:4). Y en el Salmo 122:3-5 dice: “Jerusalén, que se ha edificado como una ciudad que está bien unida entre sí. Y allá subieron las tribus, las tribus de Yah, conforme al testimonio dado a Israel, para alabar el nombre de Jehová. Porque allá están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David.” No es sorpresa, entonces, que Jesucristo les haya ofrecido a sus apóstoles tronos para que se sienten sobre ellos para que sean co-gobernantes con él en su reino venidero. Pero esos tronos serán ocupados cuando Jesucristo regrese en toda su gloria divina, pues así lo dijo el Señor en Mateo 25:31,34. Por tanto, ningún cristiano está reinando en estos momentos sobre las naciones (Apo. 2:26). Los que dicen que ya están reinando en el reino de Cristo están errados porque ignoran las dispensaciones de Dios. Recordemos que Pablo les había escrito irónicamente a los creyentes de Corinto para burlarse de sus creencias erradas sobre un supuesto “reinado” ya consumado sobre la tierra (1 Cor. 4:8).

LOS CRISTOS (UNGIDOS) TIENEN LA MISIÓN DE SALVAR A OTROS

El Señor Jesús es nuestro Salvador, ya que con su sangre nos redimió de la condenación eterna, y nos introdujo en su familia a fin de participar de los bienes de Su Padre. Es por eso que él es nuestro querido Salvador, porque nos dio vida estando muertos; nos abrió el camino para ser hijos y herederos de Su Padre, y coherederos con él del mundo de la era venidera (Romanos 8:17). Estamos llamados, pues, a recibir todo lo que Jesucristo recibió en su resurrección, sin excepción alguna. La gloria que Cristo recibió la recibimos nosotros también por la fe. Por eso Jesús pidió al Padre para que los suyos estuviesen con él en el mismo lugar en dónde él iba a estar. Sus palabras son como siguen: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde la fundación del mundo” (Juan 17:24). Y en Apocalipsis 3:21 Jesús dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

De igual modo, todos los Cristianos deben hacer su parte como administradores de esa salvación, llevando el evangelio salvador a todo el mundo habitado. En buena cuenta, el Cristiano está llamado a salvar a otros con el evangelio de Cristo. Dice Judas 23 dice: “A otros salvad, arrebatándolos del fuego…” Y Pablo dice: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Cor. 9:22). A Timoteo le dice: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” ( 1 Tim. 4:16). De modo que los Cristianos salvan a otros a través de la administración del evangelio de Cristo, poniendo sus vidas al servicio y en sacrificio de los que son predestinados para la salvación. Por tanto, no es de extrañarse que Pablo dijera: “…fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio…” (1 Tes. 2:4)–¿y cuál es la razón para esto? Pues Jesús “sacó a la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Tim. 1:10).

TESTIMONIO DE AGUSTÍN DE HIPONA

Es muy interesante la explicación que nos ofrece San Agustín del Salmo 26. Escribe así: «David fué ungido rey. En aquel tiempo, se ungía sólo al rey y al sacerdote. En estas dos personas se encontraba prefigurado el futuro único rey y sacerdote, Cristo (y por esto “Cristo” viene de “crisma”). Pero no sólo ha sido ungida nuestra Cabeza, sino que también hemos sido ungidos nosotros, su Cuerpo (…). Por ello, la unción es propia de todos los cristianos; mientras que en el tiempo del Antiguo Testamento pertenecía sólo a dos personas. Está claro que somos el Cuerpo de Cristo, ya que todos hemos sido ungidos, y en Él somos cristos y Cristo, porque en cierta manera la cabeza y el cuerpo forman el Cristo en su integridad».

NOTICIA PARA LOS QUE DESEEN SER BAUTIZADOS EN PERÚ



Estimados amigos que visitan mi blog regularmente y que se sienten identificados con nuestro mensaje del único Dios verdadero y del reino venidero en la tierra en la persona de Su Hijo:


El hermano William M. Wachtel vendrá este sábado 3 de Abril al Perú acompañado del Hermano David Krogh y su esposa para dar unas charlas bíblicas en nuestro local de reuniones en Lima y para bautizar a cuatro hermanos que han aceptado el evangelio del reino y al único Dios verdadero, que es el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Así que yo deseo aprovechar la visita de estos evangelistas para invitarlos a todos ustedes a asistir a nuestras reuniones, y eventualmente para ser bautizados tal como nuestro Señor lo ordenó en Mateo 28 y Marcos 16. Recuerden que el evangelista Felipe bautizaba a todos aquellos que habían creído en el evangelio del reino y en el nombre de Jesús, sin una mayor exigencia como ocurre en las iglesias organizadas, las cuales exigen primero un previo entrenamiento intensivo o prolongado que puede durar meses o años (Hechos 8:12).


Los hermanos se hospedarán en el Hotel San Agustín (ex Hotel Riviera) de la Avenida Wilson, en el centro de Lima, por espacio de una semana, recibiendo las visitas de todos aquellos que deseen una entrevista personal con ellos para intercambiar ideas o hacer consultas bíblicas.


Esta es, pues, una magnífica oportunidad para todos aquellos que residen en Perú y en los países vecinos para que puedan ser bautizados y cuenten al mismo tiempo con evangelistas capacitados para que los instruyan en la prístina verdad del Señor Jesucristo.

Mayor información, escribir a Mario Olcese:


molceses@hotmail.com




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