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sábado, 25 de septiembre de 2010

El Evangelio De Cristo (1a. Parte) Apostol Adryel Levis

Este predicador evangélico habla generalidades sobre el evangelio bíblico, pero nada dice sobre el reino de Dios (el evangelio original de Jesús, Mr. 1:1,14,15) que él establecerá en la tierra en su segunda venida, el cual heredaremos con cuerpos inmortales para cogobernar el mundo con él por mil años, y para traer la paz y la justicia verdaderas al planeta.

sábado, 2 de enero de 2010

“MAS BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA Y TODAS LAS DEMÁS COSAS OS SERÁN AÑADIDAS” (Mateo 6:33)


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
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Estimados amigos que visitan este precioso blog: En Mateo 6:24-34 leemos lo que dijo Jesús de las riquezas temporales: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.
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¿Cuántas personas hoy que se consideran cristianas saben lo que Cristo pide que pongamos en PRIMER lugar en la vida? ¿Cuántos “creyentes” están realmente convencidos de que deben buscar PRIMERO el reino de Dios y su justicia antes que cualquier otra cosa? Sí, mis amados amigos, estas son dos preguntas importantes que todos debemos contestar con claridad y franqueza absolutas.
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La triste realidad es que los más de los que asisten a las iglesias no tienen ni la más mínima idea de lo que se trata el reino de Dios, y lo peor de todo es que tampoco tienen ni el más mínimo interés de averiguarlo. Tal vez para la gran mayoría de los cristianos la razón de ser de su profesión de fe es llegar a salvarse por medio de ser un buen hombre, un buen padre de familia, un buen ciudadano, un buen asistente regular de los cultos de su iglesia, un fiel “diezmador”, y un sincero adorador de Dios, aunque no siempre se apeguen fielmente a lo que dice la Biblia. Muchísimos aún mantienen tradiciones y doctrinas heredadas de la “madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana”, y se les hace difícil desprenderse de la Navidad, de la Trinidad y de la esperanza de vivir en el cielo para siempre como angelitos alados tocando un arpa o lira dorada. Estas creencias Griegas o paganas están muy arraigadas en sus mentes que difícilmente estas personas se pueden desligar de ellas a pesar de que la Biblia habla claramente de un reino en la tierra para los justos (Mateo 5:3-5, Santiago 2:5).
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El Reino de Dios: Lo primero en la vida del cristiano auténtico
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Como repetidamente he venido sosteniendo, Jesús fue enviado expresamente a predicar el REINO DE DIOS, y así lo dijo él mismo en Lucas 4:43: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”.
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Así que Jesús fue enviado a predicar el reino de Dios y de hecho fue lo primero que predicó y esperó que creyeran sus potenciales seguidores (Marcos 1:1,14,15; Mateo 6:33). Y es más, él esperó que sus partidarios buscaran este reino prístino siempre, constantemente, y sin vacilar. Sin embargo, hoy parece que este mensaje singular de Jesucristo ha quedado en el olvido como algo “muy judío” o “terrenal” que ya no se ajusta a las aspiraciones de los cristianos contemporáneos. Es un mensaje que ha quedado relegado, por no decir desechado, por la mayoría de creyentes de los últimos 15 siglos. Y cuando ocurre el milagro de que algún pastor se anima a tratarlo en alguno de sus sermones dominicales, éste es interpretado de un modo espiritual, como si se tratara de “un reinado de Cristo en el CORAZÓN de los creyentes”.
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Jesús insiste en que el Reino debe ser creído de todo corazón cuando mandó de la manera más clara posible, diciendo: “Creed en el evangelio (del reino, Mc. 1:14,15)”. Y cuando Jesús se propuso enseñarles a sus discípulos muchas verdades profundas del reino, él les predicó las famosas “parábolas del reino” en donde él explica cómo entrar o heredarlo. Es éste, en definitiva, el tema central de toda su predicación y la razón de ser de todo su ministerio (Lc. 4:43).
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Tanto los vacablos: “reino”, “reinan”, “reinar”, “reyes”, “reinado”, “trono”, “tronos” están por todos lados en la Palabra de Dios. Los eruditos bíblicos son unánimes en afirmar que el tema central de Cristo es el Reino de Dios. Es el tema que debe ser predicado por sus seguidores auténticos A TODAS LAS NACIONES (Mateo 24:14, 28:19,20) y la ESPERANZA CENTRAL de su iglesia fiel (lean 2 Pedro 1:3-11).
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Una iglesia que descuida el reino no puede ser reputada de cristiana, pues este mensaje es el eje por donde giran todas las profecías mesiánicas del AT.
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¿Qué predica su Pastor Favorito?
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Los pastores favoritos de las audiencias cristianas parecen más bien “neo-gnósticos”, porque predican mensajes que prometen el cielo o la vida más allá de esta tierra para los que viven “conectados” con Jesús. Para estos predicadores contemporáneos “llenos del Espíritu Santo”, el reino de Dios no es lo primero en sus vidas. Sólo escuche usted con atención a Benny Hinn, a Carlos “cash” Luna, a Kenneth Copeland, a Billy Graham, Jack V. Impe, J. Osteen, Rick Warren, Oral Roberts, Paul Crouch, Pat Robertson, J. Swaggart, y a muchos otros, y descubrirá que ninguno de ellos predica un sermón entero dedicado al futuro reinado de Cristo en la tierra. ¡Simplemente no es el mensaje de ellos! El Mensaje de muchos de ellos se resume en: “Dios quiere que seas rico”, “Dios no quiere que manejes un VW sino un Cadillac”, “Dios quiere ver hijos millonarios, prósperos, viviendo como reyes ahora mismo”, “la pobreza es una maldición”, “Dios es dueño de todo y quiere compartirlo contigo ahora”. Es decir, estos falsos predicadores han invertido el orden de las prioridades: La filosofía o meta de ellos es “Busquemos la riqueza material ahora y luego el reino nos vendrá por añadidura”. Pero Cristo se opone a esto cuando dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. ¡Más claro no puede estar!
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Usted debe buscar PRIMERO el reino de Dios y luego las otras cosas le serán simplemente añadidas a usted por Dios. Pero ojo que NO dice que aquellas otras cosas os serán añadidas EN ABUNDANCIA sino simplemente añadidas. Puede ser bastante o poco, pero finalmente eso lo decide Dios, no nosotros. Lo cierto es que las cosas materiales vendrán como añadidura de Dios si mantenemos una sincera e irrenunciable búsqueda de su reino.
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La ambición o la avaricia por las cosas materiales son propias de los infieles, de los no creyentes. Y recuerde que las cosas materiales no deben ser el motivo primordial por el cual nos congregamos y servimos a Dios. Aquel que cree que yendo a la iglesia regularmente para participar de los servicios y dando fuertes sumas dinero a los líderes va a recibir cien veces más en retribución, está más perdido que náufrago sin brújula. La única forma en que uno puede recibir las cosas materiales por añadidura (y no necesariamente en abundancia), es buscando primero el reino de Dios y su justicia. ¡No hay otra manera! (Mateo 6:33).
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Pero nuevamente le recuerdo amigo que esta sencilla fórmula para que usted no viva angustiado por comida, ropa, y vivienda fue revelada por Jesús mismo. Desgraciadamente esta “receta” sigue totalmente ignorada o pasada por alto por muchos de los llamados “ungidos” del Señor y sus seguidores. ¿Y qué interés podrían tener estos “renombrados” pastores y reverendos para buscar el glorioso y maravilloso reino de Cristo si ellos ya están viviendo su propio reino maravilloso y glorioso ahora mismo, con todas sus riquezas (Sus mansiones, sus joyas, sus aviones, sus ropas de marca, sus autos súper elegantes, y deportivos) adquiridos muchas veces con engaños en el nombre del Señor? Sin duda el Reino de Dios no puede ser la meta de tales individuos que viven su propio reino ahora, sino más bien para los creyentes pobres, para aquellos que siendo considerados escoria por el mundo, son ricos para Dios (Santiago 2:5).
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Así que, como Jesús mismo dijo, difícilmente (¡no imposible!) entrarán los ricos en su reino milenario, y esta es otra verdad que los predicadores súper ricos han olvidado por completo. Están reinando ahora, pero sufrirán el rechazo del Señor cuando les llegue la hora (Mateo 7:22,23).
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Aviso: Lea más estudios sobre el reino de Dios yendo al siguiente enlace:
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martes, 4 de noviembre de 2008

EL REINADO (GOBIERNO) DE LA JUSTICIA

“He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio” (Isa. 32:1)

Pasajes que nos hablan de la justicia del reinado del Mesías en la tierra

“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isa. 9:6,7).

“Sino que juzgará con justicia á los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra: y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones.” (Isaías 11:4,5).

“Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de justicia, reposo y seguridad para siempre” (Isaías 32:17).

“He aquí que vienen los días, dice Jehová, y despertaré á David renuevo justo, y reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 23:5).

“En sus días será salvo Judá, é Israel habitará confiado: y este será su nombre que le llamarán: JEHOVA, JUSTICIA NUESTRA” (Jeremías 23:6).

“En aquellos días y en aquel tiempo haré producir á David Pimpollo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 33:15).

“En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará seguramente, y esto es lo que la llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jeremías 33:16).

“Tu trono, oh Dios, eterno y para siempre: Vara de justicia la vara de tu reino” (Salmo 45:6).
“Conforme á tu nombre, oh Dios, Así es tu loor hasta los fines de la tierra: De justicia está llena tu diestra” (Salmo 48:10).

“La justicia irá delante de él; Y sus pasos pondrá en camino (Salmo 85:13).

“Justicia y juicio son el asiento de tu trono: Misericordia y verdad van delante de tu rostro” (Salmo 89:14).

Las Riquezas en el Reino de la justicia

“Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros del Dios nuestro seréis dichos: comeréis las riquezas de las gentes, y con su gloria seréis sublimes” (Isaías 61:6).

“Y Judá también peleará en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas las gentes de alrededor: oro, y plata, y ropas de vestir, en grande abundancia” (Zacarías 14:14).

“Que decían en alta voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza” (Apocalipsis 5:12).
Abundancia de paz en el reinado de la justicia

“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:6,7).

“La gloria de aquesta casa postrera será mayor que la de la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:9).

“Y seráme á mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las gentes de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré” (Jeremías 33.9).

“He aquí que yo le hago subir sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad” (Jeremías 33:6).

Más sobre el reino en:
www.apologista.wordpress.com
www.elevangeliodelreino.org
www.yeshuahamashiaj.org

EL TEMA CENTRAL DE JESÚS FUE SU REINO MILENARIO DE JUSTICIA Y PAZ EN LA TIERRA

Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)


El Significado de 'Mesías'

Al hablar del Mesías, hablamos también del Reino de Dios, ya que son dos palabras íntimamente unidas en la Biblia. ¿Qué significa Reino de Dios y Mesías? Es la palabra hebrea Maschiaj ('Mesías') equivale a Kjristós ('Cristo') en el idioma griego, y a su vez, Cristo quiere decir: "El ungido de Dios" en nuestro idioma español. En el Antiguo Testamento los reyes judíos de Israel eran previamente "ungidos" por los sumos sacerdotes parar ser nombrados para ese cargo. Ese ungimiento consistía en que el sumo sacerdote vertía aceite sobre la cabeza del escogido que se convertiría en rey. Por ejemplo: Saúl, David, Salomón, etc (1 Samuel 10:1; 16:13; 1 Reyes 1:33-35). En otras palabras, Saúl, David, Salomón, y sus sucesores se convirtieron en CRISTOS para poder reinar sobre el pueblo Hebreo. Saúl era un Cristo ("ungido"), David era un Cristo ("ungido"), Salomón era un Cristo ("ungido"), y sus sucesores. Todos estos reyes reinaron desde la capital JERUSALÉN (1 Reyes 2:11; 11:42).

El Reino de Dios

El Reino de Dios comenzó cuando el pueblo hebreo pidió a Dios tener un rey como las demás naciones. En un comienzo el pueblo hebreo estuvo gobernado por los llamados "Jueces de Israel", los cuales hacían el papel de jueces y gobernantes. Así, por ejemplo, Samuel, Gedeón, Barak, y Sansón fueron cuatro de varios jueces que tuvo Israel.

Con Saúl empieza la dinastía real judía. Pero éste, al no llegar a ser un rey fiel a Dios, es reemplazado por el joven David. Con David Dios hace un pacto muy interesante, el cual veremos en detalle más adelante, pues éste nos dará mucha luz sobre el futuro del mundo entero. Lo importante por ahora es señalar que Dios llama a la dinastía davídica como: "su reino". Es decir, el reino de Dios estuvo representado por los reyes que se iniciaron con David, Salomón, etc. En 1 Crónicas 28:5 veremos que David llama a su dinastía como "el reino de Jehová": "Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel". También en 1 Crónicas 29:23 se nos dice de Salomón: "Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre...". Esto es muy importante, pues el reino de Dios no es una nueva doctrina introducida por Jesús en su ministerio, sino que era un asunto bien conocido aún por el pueblo hebreo de los tiempos de David. De modo que cuando Jesús habla del reino de Dios, sus oyentes sabían perfectamente a qué se refería Jesús con esa frase. Pero lo que hace Jesús es enseñarles a sus paisanos sobre la manera cómo ellos podían participar en ese reino que se reanudará con su segunda venida a la tierra prometida. Pero este punto es para otro acápite.

La Promesa de Dios a David

Dios le hizo un pacto a David el cual es crucial para entender en verdad quién era Jesús según la carne. En primer término, Dios le dijo a David lo siguiente: "Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo...y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente" (2 Samuel 7:12-16).

En esta promesa de Dios a David se enfatizan cinco puntos importantes: la simiente de David, la simiente del reino, la casa de la simiente, el trono de la simiente, y la relación padre-hijo entre la simiente de David y el Dios Todopoderoso. Es decir, Dios le prometió a David una descendencia real, y un hijo singular que establecería su reino para siempre en la tierra prometida. Además, notemos que Dios tiene dos tronos: El trono desde donde Él gobierna, el cual está en el cielo, y el trono en la tierra. Salomón se sentó en el trono terrenal de Dios. Este es el trono que también se le prometió a Jesucristo.

En Jeremías 33:20, 21 leemos: "Así ha dicho Yahvé: Si Pudiereis Invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo, podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono...". Esto significa que si Dios no cumpliera con su pacto con David, dejaría antes de haber noche y día en nuestra tierra. Su promesa es tan firme y segura con el anochecer y el amanecer en nuestro planeta.

Ahora bien, hoy no hay un trono terrestre de Yahvé en Jerusalén. Dios descontinuó la línea real 'judío-davídica' por un tiempo debido a que los descendientes de David fueron impíos. Esto está registrado en Ezequiel 21:25-27: "Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto o será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto, A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto o será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré". Aquí Ezequiel habla del impío rey judío Sedequías, quien fuera destronado por el rey Nabuconodosor de Babilonia en 586 AC. Con Sedequías terminó transitoriamente la dinastía davídica sobre Israel, y se puede afirmar que por espacio de más de 2,500 años no ha existido un reino de Dios en Jerusalén. No obstante, Ezequiel asegura que esta interrupción temporal se levantará y se establecerá el reino de Dios en la persona de otro descendiente real Judío y de la casa de David.

Jesucristo, o también llamado: "Jesús el Cristo", es un personaje muy importante para todos los cristianos. Es interesante que Jesús sea llamado el Cristo (o "el Ungido") de Dios. Esto nos hace recordar a los reyes Saúl, David, Salomón, etc. Estos fueron ungidos para ser reyes sobre Israel, ¡y también Jesucristo! El evangelista Mateo empieza diciendo en su evangelio: "Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham" (Mateo 1:1). Esto quiere decir que Jesús es de "sangre azul" y por tanto, un legítimo heredero del trono de David, o del reino de Dios. ¿Recuerda que Ezequiel profetizó que la tiara y la corona se le daría a uno que tendrá el derecho al trono de David? Pues bien, ése es Jesús el Cristo. Por eso, son pocos los "cristianos" que han llegado a entender lo dicho por el ángel Gabriel a María: "Y ahora concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin" (Ver Lucas 1:31-33). Esta profecía dada por Gabriel a María no es comprendida por millones de llamados "cristianos"---¡Y es trágico! Y es nefasto también que millones de cristianos no crean literalmente las palabras de Pedro, cuando al hablar de Jesús, dice: "Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono" (Hechos 2:29,30). ¿A cuál de los cristos se refería Pedro? La respuesta está en el verso 31. Aquí se habla del Cristo que fue resucitado. Entonces se refiere a Jesús el Cristo---Nuestro Señor y Salvador.

Se ha querido espiritualizar el pacto de Dios con David creando confusión y disensión entre los creyentes. Y es que la mayoría de cristianos tiene un fobia a todo aquello que tiene que ver con los judíos. Hay definitivamente un antisemitismo dentro del mundo católico y aún entre los protestantes. Los prejuicios contra el pueblo hebreo bloquean el sano entendimiento y la justa interpretación de las Santas Escrituras. Incluso hay iglesias cristianas que sostienen que el Antiguo Testamento ha quedado obsoleto, y por tanto, la iglesia no debiera prestarle mucha atención. ¡Qué tragedia! Pasar por alto el Antiguo Testamento es obscurecer el entendimiento cabal del Nuevo Testamento.

Jesús Anuncia el Reino de Dios

Cuando Jesús apareció hace dos milenios en el mundo, vino para anunciar las "buenas noticias" del reino de Dios. En Lucas 4:43 él dijo claramente: "Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios porque para esto he sido enviado". Sí mi amigo, muchos cristianos no saben para qué Dios envió a Jesús al mundo---¡Y esta es otra tragedia! Usted puede preguntarle a cualquier hombre que se precie de ser cristiano, ¿para qué Cristo vino al mundo?, y de seguro que no sabrá responderle como Cristo lo reveló en Lucas 4:43. La mayoría le dirá que Cristo vino a "salvarnos", lo cual es sólo media verdad. La verdad total es que él vino a anunciar el Reino de Dios como el evangelio o buenas noticias de Dios para el mundo sufrido. Y este Reino de Dios (el evangelio verdadero) se traducirá en la salvación de todos aquellos que lo creen o aceptan por fe (Romanos 1:16).

Sí, Jesús vino decirnos que el reino se había acercado, aunque aún faltaría un tiempo para que arribara totalmente (Mateo 10:7). Sin embargo, durante su ministerio de tres años y medio aproximadamente, Jesús dio a "saborear" un poco los efectos benéficos de su reino venidero en el presente. Por ejemplo, cuando él expulsaba a los demonios, y libertaba a los poseídos de la opresión diabólica, Jesús decía que su reino "había llegado" (Mateo 12:28). Y ¿por qué esto? Porque eso es precisamente lo que Cristo hará con Satanás y sus demonios al volver para restaurar el reino de Dios en la tierra---¡neutralizará a las fuerzas demoníacas espirituales! (Ver Apocalipsis 20:2,3).

Los eruditos en Biblia están unánimemente de acuerdo que el mensaje central de Jesucristo es el Reino de Dios. Este se halla en todo el Nuevo Testamento, desde Mateo hasta Apocalipsis, sin contar con el Antiguo Testamento. Jesús se preocupó de explicarles a sus seguidores las condiciones para participar de él cuando regresara por segunda vez. A Nicodemo, un fariseo de renombre, Jesús le dijo que tenía que "nacer de nuevo" para entrar en él (Juan 3:3,5). También dijo que de los "pobres en espíritu" era su reino (Mateo 5:3). También él explicó que su reino no era de este "mundo malo" sino del siglo venidero de justicia (Juan 18:36). Reveló que difícilmente un rico podría entrar en él (Lucas 18:24). Exigió que los hombres se hicieran inocentes como los niños para poder ingresar con él a su reino (Mateo 18:3). Alabó a los que reconocían que se debía amar a Dios y al prójimo, y a estos les dijo que estaban muy cerca al reino (Marcos 12:32-34). También afirmó que el reino se inauguraría con su iglesia cuando regresara nuevamente al mundo en persona y con sus ángeles (Mateo 25:31,34). Jesús enseñó que debíamos pedir y buscar su reino diariamente en nuestras oraciones (Mateo 6:10,33).

La Pregunta de los Apóstoles

Después de resucitar de la tumba, Jesús continuó predicando o enseñando acerca del reino de Dios a sus discípulos. Según lo registrado por Lucas en Hechos 1:3, 6,7, Jesús permaneció 40 días más entre sus allegados discípulos, a los cuales les seguía enseñando sobre el reino que él establecería en Israel en un futuro. Dice así Hechos 1:3: "A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios". Ahora bien, observe que Jesús se centra en su mensaje del reino, y se asegura que sus discípulos entiendan bien todo lo relacionado al tema. Como es lógico, cuando un maestro enseña sobre una materia o tema surgen preguntas de los alumnos. Y así fue. Después del seminario intensivo de Cristo de 6 semanas, los discípulos le preguntan a Jesús algo importantísimo, pues el maestro ya estaba a punto de partir al cielo: "Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?". Nótese que los discípulos aprendieron que el reino de Dios le sería restaurado a Israel. Jesús NO les había estado enseñando un nuevo reino que se establecería en el cielo, o "en el corazón de los creyentes" sino en ISRAEL. Esto debe quedar bien claro. Nuevamente: Jesús había estado enseñando que el reino se restauraría en Israel, y punto.

Ahora bien, es interesante que los discípulos usen a palabra "restaurarás" en la pregunta. Esto quiere decir que ese reino existió, fue derrocado, y nuevamente será restablecido con un rey descendiente del rey David. Esto también significa que el reino tiene las mismas características que tuvo al comienzo, es decir: Tuvo un rey humano, un territorio (en este caso la tierra prometida, Israel), leyes, súbditos, conflictos territoriales con sus vecinos, etc. Es claro, entonces, que el reino de Dios tendrá las mismas características que tuvo al comienzo de su fundación, pero con la diferencia que estará compuesto por hombres probos y glorificados con inmortalidad.

La Respuesta de Jesús

La respuesta no se dejó esperar y fue muy clara: "Y les dijo: No os toca vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Señor puso en su sola potestad" (Hechos 1:7). Es decir, el tiempo de la restauración del reino de David no lo podían saber sus discípulos, ni tampoco él, como Maestro, sino sólo Dios el Padre. Permanecería en el misterio.

En otra ocasión, cuando los discípulos vieron que Jesús se acercaba a Jerusalén montado en un asno, exclamaron: "Bendito el reino de nuestro padre David que viene" (Marcos 11:10). No obstante, los discípulos se equivocaron en el tiempo más no en la verdad de que el reino de David se restauraría en Jerusalén. Debido a esto Jesús se ve precisado a decir la famosa Parábola de la Diez Minas. Dice esta parábola en Lucas 19:11,12 así: "Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver". ¿Por qué pensaron los discípulos que el reino se manifestaría inmediatamente? La respuesta está en el versículo 11: "por cuanto estaba cerca de Jerusalén". ¿Y qué importancia tenía que Jesús estuviese cerca de Jerusalén? Es simple, pues el reino de Dios estuvo localizado en Jerusalén, la ciudad capital del reino davídico. Eso lo explicamos antes.

Los Cristianos son "Cristos" como Jesús

Si bien Jesucristo es "El Cristo" esperado para tomar el trono de David su padre, él tendrá asistentes en su reino que tendrán su título nobiliario de "príncipes" del reino de Cristo. El apóstol Pablo fue claro al decir que "Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió (Gr. 'Krio', de donde deriva la palabra Gr. 'Kjristos'= Cristo), es Dios" (2 Corintios 1:21). Sí, los cristianos han sido ungidos por el Espíritu Santo de Dios para ser reyes y sacerdotes con Cristo y coherederos del reino para sentarse en sus respectivos tronos de autoridad. Dice Apocalipsis 5:10: "Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra". Sí, en Jerusalén habrá tronos para los apóstoles también, pues dice el Salmo 122:5 : "Porque allá (en Jerusalén) están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David". Además recordemos que Jesús les dijo sus doce apóstoles: "...y os sentéis en tronos juzgando (gobernando) a las doce tribus de Israel" (Lucas 22:30). "Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel" (Lucas 19:28).

La Promesa de Jesús no fue el Cielo

Es claro, entonces, que Jesús nunca prometió a sus seguidores llevárselos al cielo para que vivan como angelitos alados y tocando un arpa. La verdad es otra, pues él dijo: "Bienaventurados los mansos por ellos heredarán la tierra" (Mateo 5:5). Y en Apocalipsis 5:10 se dice claramente que reinaremos sobre la tierra. El sabio rey Salomón expresó: "El justo no será removido jamás; pero los impíos no habitarán la tierra" (Proverbios 10:30). También dice él: "Porque los rectos habitarán la tierra, y los PERFECTOS permanecerán en ella" (Proverbios 2:21). Ahora bien, ¿quiénes son los perfectos? La respuesta viene de los labios de Jesús: "Sed, pues, vosotros PERFECTOS, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:48). Aquí vemos que los perfectos son los que siguen a Jesús. De modo que los cristianos tendrán como herencia la tierra, y permanecerán en ella. No obstante, esta tierra será renovada, y transformada con la presencia benefactora de Cristo y su reino milenario. Por eso Pedro dice: "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia" (2 Pedro 3:13,14).

Más sobre el Reino en:

www.yeshuahamashiaj.org
www.elevangeliodelreino.org

lunes, 3 de noviembre de 2008

BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33)


Buscad Primeramente el Reino de Dios y su justicia

En Mateo 6:24-34 leemos lo que dijo Jesús de las riquezas: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

¿Cuántas personas hoy que se precian de cristianas saben lo que Cristo pide que pongamos en primer lugar en la vida? ¿Cuántos “creyentes” están realmente convencidos de que deben buscar primero el reino de Dios y su justicia antes que cualquier otra cosa en la vida? Sí, estas son dos preguntas importantes que todos debemos contestar con claridad y franqueza absolutas.

La triste realidad es que los más de los asistentes a las iglesias no tienen ni la más mínima idea de lo que se trata el reino de Dios, y lo peor de todo es que tampoco tienen ni el más mínimo interés de averiguarlo. Tal vez para la mayoría de los cristianos la razón de ser de su profesión de fe es llegar a salvarse por medio de ser un buen hombre, un buen padre de familia, un buen ciudadano, un buen asistente regular de los cultos de su iglesia, un fiel “diezmador”, y un sincero adorador de Dios, aunque no siempre se apeguen fielmente a lo que dice la Biblia. Muchísimos aún mantienen tradiciones y doctrinas heredadas de la madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y se les hace difícil desprenderse de la Navidad, de la Trinidad y de la esperanza de vivir en el cielo para siempre como angelitos alados tocando un arpa o lira dorada. Estas creencias Griegas o paganas están muy arraigadas en sus mentes que difícilmente se pueden desligar de ellas a pesar de que la Biblia habla de un reino para los justos en la tierra (Mateo 5:3-5).

El Reino de Dios: Lo primero en la vida del cristiano auténtico

Como repetidamente he venido sosteniendo, Jesús fue enviado expresamente a predicar el Reino de Dios, y así lo dijo él mismo en Lucas 4:43: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”. Así que Jesús fue enviado a predicar el reino de Dios y de hecho fue lo primero que predicó y lo primero que esperó que creyeran sus potenciales seguidores (Marcos 1:1,14,15; Mateo 6:33). Y es más, él esperó que sus partidarios buscaran este reino prístino siempre, constantemente, y sin vacilar. Sin embargo, hoy parece que este mensaje singular de Jesucristo ha quedado en el olvido como algo “muy judío” o “terrenal” que no se ajusta a las aspiraciones de los cristianos contemporáneos. Es un mensaje que ha quedado relegado, por no decir, desechado, por los creyentes de los últimos 15 siglos. Y cuando ocurre el milagro de que un pastor se anima a tratarlo en alguno de sus sermones dominicales, éste es interpretado de un modo espiritual, como si se tratara de “un reinado de Cristo en el corazón de los creyentes”.

Pero Jesús insiste en que el Reino sea creído de todo corazón cuando mandó de la manera más clara posible: “Creed en el evangelio (del reino, Mc. 1:14,15)”. Y cuando Jesús se propuso enseñarles a sus discípulos verdades profundas, él les predicó las famosas “parábolas del reino” en donde él explica lo que trata este reino. Es, en definitiva, el tema central de toda su predicación y la razón de ser de todo su ministerio (Lc. 4:43). Tanto los vacablos: “reino”, “reinar”, reyes”, “reinado” están por todos lados en la Palabra de Dios. Los eruditos bíblicos son unánimes en afirmar que el tema central de Cristo es el Reino de Dios. Es el tema que debe ser predicado por sus seguidores (Mateo 24:14, 28:19,20 y la esperanza central de su iglesia fiel. Una iglesia que descuida el reino no puede ser reputada de cristiana, pues éste es el eje por donde gira toda la doctrina mesiánica de Cristo.

¿Qué predica su Pastor Favorito?

Los pastores favoritos de las audiencias cristianas parecen más bien “marcianos favoritos” porque predican mensajes que prometen el cielo o la vida más allá de esta tierra para los viven “conectados” con Jesús. Para estos predicadores contemporáneos “llenos del Espíritu Santo”, el reino de Dios no es lo primero en sus vidas. Sólo escuche usted con atención a Benny Hinn, a Carlos “cash” Luna, a Kenneth Copeland, a Billy Graham, Jack V. Impe, J. Osteen, Rick Warren, Oral Roberts, Paul Crouch, Pat Robertson, J. Swaggart, y a muchos otros, y descubrirá que ninguno de ellos predica un sermón entero dedicado al reino de Dios. ¡Simplemente no es el mensaje de ellos! El Mensaje de muchos de ellos es “Dios quiere que seas rico”, “Dios no quiere que manejes un VW sino un Cadillac, “Dios quiere ver hijos millonarios, prósperos, viviendo como reyes ahora mismo, “la pobreza es una maldición”, “Dios es dueño de todo y quiere compartirlo contigo ahora”. Es decir, estos falsos predicadores han invertido el orden de las prioridades: La prioridad es ser rico a como dé lugar y luego pensar en reinar con Cristo. Pero Cristo se opone a esto cuando dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. ¡Más claro no puede estar!

Usted debe buscar PRIMERO el reino de Dios y luego las otras cosas serán simplemente añadidas por Dios. No dice que serán añadidas las otras cosas: comida, vestido, techo, etc EN ABUNDANCIA, sino simplemente añadidas. Puede ser bastante o poco, pero eso lo decide Dios, no nosotros. Lo cierto es que las cosas materiales vendrán como añadiduras de Dios si mantenemos una sincera e irrenunciable búsqueda por el reino de Su Hijo. La ambición o la avaricia por las cosas materiales son propias de los infieles, no de los creyentes. Y recuerde que las cosas materiales no deben ser el motivo primordial por el cual nos congregamos y servimos a Dios. Aquel que cree que yendo a la iglesia regularmente para asistir a los servicios y dando fuertes sumas dinero a los líderes para recibir cien veces más en retribución, está más perdido que náufrago sin brújula. La única forma que uno puede recibir las cosas materiales por añadidura (no necesariamente en abundancia), es buscando primero el reino de Dios y su justicia. ¡No hay otra manera! (Mateo 6:33).

Pero nuevamente le recuerdo que esta sencilla fórmula para no vivir angustiados por comida, ropa, y vivienda dada por Jesús es totalmente ignorada o desconocida por los llamados “ungidos” del Señor. ¿Y qué interés pueden tener estos “renombrados” pastores y reverendos por buscar el glorioso y maravilloso reino de Cristo si ellos ya están viviendo su propio reino maravilloso y glorioso ahora, con todas sus riquezas (Sus mansiones, sus joyas, sus aviones, sus ropas de marca, sus autos súper elegantes, y deportivos) adquiridas con engaños en el nombre del Señor? Sin duda el Reino de Dios no puede ser para tales individuos que viven su propio reino ahora, sino más bien para los creyentes pobres, para aquellos que siendo considerados escoria por el mundo, son ricos para Dios (Santiago 2:5). Así que, como Jesús mismo dijo, difícilmente entrarán los ricos en su reino milenario, y esta es otra verdad que los predicadores súper ricos han olvidado por completo. Están reinando ahora, pero sufrirán el rechazo del Señor cuando les llegue la hora (Mateo 7:22,23).

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EL TEMA CENTRAL DE JESÚS FUE SU REINO MILENARIO DE JUSTICIA Y PAZ

Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)


El Significado de 'Mesías'

Al hablar del Mesías, hablamos también del Reino de Dios, ya que son dos palabras íntimamente unidas en la Biblia. ¿Qué significa Reino de Dios y Mesías? Es la palabra hebrea Maschiaj ('Mesías') equivale a Kjristós ('Cristo') en el idioma griego, y a su vez, Cristo quiere decir: "El ungido de Dios" en nuestro idioma español. En el Antiguo Testamento los reyes judíos de Israel eran previamente "ungidos" por los sumos sacerdotes parar ser nombrados para ese cargo. Ese ungimiento consistía en que el sumo sacerdote vertía aceite sobre la cabeza del escogido que se convertiría en rey. Por ejemplo: Saúl, David, Salomón, etc (1 Samuel 10:1; 16:13; 1 Reyes 1:33-35). En otras palabras, Saúl, David, Salomón, y sus sucesores se convirtieron en CRISTOS para poder reinar sobre el pueblo Hebreo. Saúl era un Cristo ("ungido"), David era un Cristo ("ungido"), Salomón era un Cristo ("ungido"), y sus sucesores. Todos estos reyes reinaron desde la capital JERUSALÉN (1 Reyes 2:11; 11:42).

El Reino de Dios

El Reino de Dios comenzó cuando el pueblo hebreo pidió a Dios tener un rey como las demás naciones. En un comienzo el pueblo hebreo estuvo gobernado por los llamados "Jueces de Israel", los cuales hacían el papel de jueces y gobernantes. Así, por ejemplo, Samuel, Gedeón, Barak, y Sansón fueron cuatro de varios jueces que tuvo Israel.

Con Saúl empieza la dinastía real judía. Pero éste, al no llegar a ser un rey fiel a Dios, es reemplazado por el joven David. Con David Dios hace un pacto muy interesante, el cual veremos en detalle más adelante, pues éste nos dará mucha luz sobre el futuro del mundo entero. Lo importante por ahora es señalar que Dios llama a la dinastía davídica como: "su reino". Es decir, el reino de Dios estuvo representado por los reyes que se iniciaron con David, Salomón, etc. En 1 Crónicas 28:5 veremos que David llama a su dinastía como "el reino de Jehová": "Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel". También en 1 Crónicas 29:23 se nos dice de Salomón: "Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre...". Esto es muy importante, pues el reino de Dios no es una nueva doctrina introducida por Jesús en su ministerio, sino que era un asunto bien conocido aún por el pueblo hebreo de los tiempos de David. De modo que cuando Jesús habla del reino de Dios, sus oyentes sabían perfectamente a qué se refería Jesús con esa frase. Pero lo que hace Jesús es enseñarles a sus paisanos sobre la manera cómo ellos podían participar en ese reino que se reanudará con su segunda venida a la tierra prometida. Pero este punto es para otro acápite.

La Promesa de Dios a David

Dios le hizo un pacto a David el cual es crucial para entender en verdad quién era Jesús según la carne. En primer término, Dios le dijo a David lo siguiente: "Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo...y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente" (2 Samuel 7:12-16).

En esta promesa de Dios a David se enfatizan cinco puntos importantes: la simiente de David, la simiente del reino, la casa de la simiente, el trono de la simiente, y la relación padre-hijo entre la simiente de David y el Dios Todopoderoso. Es decir, Dios le prometió a David una descendencia real, y un hijo singular que establecería su reino para siempre en la tierra prometida. Además, notemos que Dios tiene dos tronos: El trono desde donde Él gobierna, el cual está en el cielo, y el trono en la tierra. Salomón se sentó en el trono terrenal de Dios. Este es el trono que también se le prometió a Jesucristo.

En Jeremías 33:20, 21 leemos: "Así ha dicho Yahvé: Si Pudiereis Invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo, podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono...". Esto significa que si Dios no cumpliera con su pacto con David, dejaría antes de haber noche y día en nuestra tierra. Su promesa es tan firme y segura con el anochecer y el amanecer en nuestro planeta.

Ahora bien, hoy no hay un trono terrestre de Yahvé en Jerusalén. Dios descontinuó la línea real 'judío-davídica' por un tiempo debido a que los descendientes de David fueron impíos. Esto está registrado en Ezequiel 21:25-27: "Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto o será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto, A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto o será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré". Aquí Ezequiel habla del impío rey judío Sedequías, quien fuera destronado por el rey Nabuconodosor de Babilonia en 586 AC. Con Sedequías terminó transitoriamente la dinastía davídica sobre Israel, y se puede afirmar que por espacio de más de 2,500 años no ha existido un reino de Dios en Jerusalén. No obstante, Ezequiel asegura que esta interrupción temporal se levantará y se establecerá el reino de Dios en la persona de otro descendiente real Judío y de la casa de David.

Jesucristo, o también llamado: "Jesús el Cristo", es un personaje muy importante para todos los cristianos. Es interesante que Jesús sea llamado el Cristo (o "el Ungido") de Dios. Esto nos hace recordar a los reyes Saúl, David, Salomón, etc. Estos fueron ungidos para ser reyes sobre Israel, ¡y también Jesucristo! El evangelista Mateo empieza diciendo en su evangelio: "Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham" (Mateo 1:1). Esto quiere decir que Jesús es de "sangre azul" y por tanto, un legítimo heredero del trono de David, o del reino de Dios. ¿Recuerda que Ezequiel profetizó que la tiara y la corona se le daría a uno que tendrá el derecho al trono de David? Pues bien, ése es Jesús el Cristo. Por eso, son pocos los "cristianos" que han llegado a entender lo dicho por el ángel Gabriel a María: "Y ahora concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin" (Ver Lucas 1:31-33). Esta profecía dada por Gabriel a María no es comprendida por millones de llamados "cristianos"---¡Y es trágico! Y es nefasto también que millones de cristianos no crean literalmente las palabras de Pedro, cuando al hablar de Jesús, dice: "Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono" (Hechos 2:29,30). ¿A cuál de los cristos se refería Pedro? La respuesta está en el verso 31. Aquí se habla del Cristo que fue resucitado. Entonces se refiere a Jesús el Cristo---Nuestro Señor y Salvador.

Se ha querido espiritualizar el pacto de Dios con David creando confusión y disensión entre los creyentes. Y es que la mayoría de cristianos tiene un fobia a todo aquello que tiene que ver con los judíos. Hay definitivamente un antisemitismo dentro del mundo católico y aún entre los protestantes. Los prejuicios contra el pueblo hebreo bloquean el sano entendimiento y la justa interpretación de las Santas Escrituras. Incluso hay iglesias cristianas que sostienen que el Antiguo Testamento ha quedado obsoleto, y por tanto, la iglesia no debiera prestarle mucha atención. ¡Qué tragedia! Pasar por alto el Antiguo Testamento es obscurecer el entendimiento cabal del Nuevo Testamento.

Jesús Anuncia el Reino de Dios

Cuando Jesús apareció hace dos milenios en el mundo, vino para anunciar las "buenas noticias" del reino de Dios. En Lucas 4:43 él dijo claramente: "Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios porque para esto he sido enviado". Sí mi amigo, muchos cristianos no saben para qué Dios envió a Jesús al mundo---¡Y esta es otra tragedia! Usted puede preguntarle a cualquier hombre que se precie de ser cristiano, ¿para qué Cristo vino al mundo?, y de seguro que no sabrá responderle como Cristo lo reveló en Lucas 4:43. La mayoría le dirá que Cristo vino a "salvarnos", lo cual es sólo media verdad. La verdad total es que él vino a anunciar el Reino de Dios como el evangelio o buenas noticias de Dios para el mundo sufrido. Y este Reino de Dios (el evangelio verdadero) se traducirá en la salvación de todos aquellos que lo creen o aceptan por fe (Romanos 1:16).

Sí, Jesús vino decirnos que el reino se había acercado, aunque aún faltaría un tiempo para que arribara totalmente (Mateo 10:7). Sin embargo, durante su ministerio de tres años y medio aproximadamente, Jesús dio a "saborear" un poco los efectos benéficos de su reino venidero en el presente. Por ejemplo, cuando él expulsaba a los demonios, y libertaba a los poseídos de la opresión diabólica, Jesús decía que su reino "había llegado" (Mateo 12:28). Y ¿por qué esto? Porque eso es precisamente lo que Cristo hará con Satanás y sus demonios al volver para restaurar el reino de Dios en la tierra---¡neutralizará a las fuerzas demoníacas espirituales! (Ver Apocalipsis 20:2,3).

Los eruditos en Biblia están unánimemente de acuerdo que el mensaje central de Jesucristo es el Reino de Dios. Este se halla en todo el Nuevo Testamento, desde Mateo hasta Apocalipsis, sin contar con el Antiguo Testamento. Jesús se preocupó de explicarles a sus seguidores las condiciones para participar de él cuando regresara por segunda vez. A Nicodemo, un fariseo de renombre, Jesús le dijo que tenía que "nacer de nuevo" para entrar en él (Juan 3:3,5). También dijo que de los "pobres en espíritu" era su reino (Mateo 5:3). También él explicó que su reino no era de este "mundo malo" sino del siglo venidero de justicia (Juan 18:36). Reveló que difícilmente un rico podría entrar en él (Lucas 18:24). Exigió que los hombres se hicieran inocentes como los niños para poder ingresar con él a su reino (Mateo 18:3). Alabó a los que reconocían que se debía amar a Dios y al prójimo, y a estos les dijo que estaban muy cerca al reino (Marcos 12:32-34). También afirmó que el reino se inauguraría con su iglesia cuando regresara nuevamente al mundo en persona y con sus ángeles (Mateo 25:31,34). Jesús enseñó que debíamos pedir y buscar su reino diariamente en nuestras oraciones (Mateo 6:10,33).

La Pregunta de los Apóstoles

Después de resucitar de la tumba, Jesús continuó predicando o enseñando acerca del reino de Dios a sus discípulos. Según lo registrado por Lucas en Hechos 1:3, 6,7, Jesús permaneció 40 días más entre sus allegados discípulos, a los cuales les seguía enseñando sobre el reino que él establecería en Israel en un futuro. Dice así Hechos 1:3: "A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios". Ahora bien, observe que Jesús se centra en su mensaje del reino, y se asegura que sus discípulos entiendan bien todo lo relacionado al tema. Como es lógico, cuando un maestro enseña sobre una materia o tema surgen preguntas de los alumnos. Y así fue. Después del seminario intensivo de Cristo de 6 semanas, los discípulos le preguntan a Jesús algo importantísimo, pues el maestro ya estaba a punto de partir al cielo: "Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?". Nótese que los discípulos aprendieron que el reino de Dios le sería restaurado a Israel. Jesús NO les había estado enseñando un nuevo reino que se establecería en el cielo, o "en el corazón de los creyentes" sino en ISRAEL. Esto debe quedar bien claro. Nuevamente: Jesús había estado enseñando que el reino se restauraría en Israel, y punto.

Ahora bien, es interesante que los discípulos usen a palabra "restaurarás" en la pregunta. Esto quiere decir que ese reino existió, fue derrocado, y nuevamente será restablecido con un rey descendiente del rey David. Esto también significa que el reino tiene las mismas características que tuvo al comienzo, es decir: Tuvo un rey humano, un territorio (en este caso la tierra prometida, Israel), leyes, súbditos, conflictos territoriales con sus vecinos, etc. Es claro, entonces, que el reino de Dios tendrá las mismas características que tuvo al comienzo de su fundación, pero con la diferencia que estará compuesto por hombres probos y glorificados con inmortalidad.

La Respuesta de Jesús

La respuesta no se dejó esperar y fue muy clara: "Y les dijo: No os toca vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Señor puso en su sola potestad" (Hechos 1:7). Es decir, el tiempo de la restauración del reino de David no lo podían saber sus discípulos, ni tampoco él, como Maestro, sino sólo Dios el Padre. Permanecería en el misterio.

En otra ocasión, cuando los discípulos vieron que Jesús se acercaba a Jerusalén montado en un asno, exclamaron: "Bendito el reino de nuestro padre David que viene" (Marcos 11:10). No obstante, los discípulos se equivocaron en el tiempo más no en la verdad de que el reino de David se restauraría en Jerusalén. Debido a esto Jesús se ve precisado a decir la famosa Parábola de la Diez Minas. Dice esta parábola en Lucas 19:11,12 así: "Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver". ¿Por qué pensaron los discípulos que el reino se manifestaría inmediatamente? La respuesta está en el versículo 11: "por cuanto estaba cerca de Jerusalén". ¿Y qué importancia tenía que Jesús estuviese cerca de Jerusalén? Es simple, pues el reino de Dios estuvo localizado en Jerusalén, la ciudad capital del reino davídico. Eso lo explicamos antes.

Los Cristianos son "Cristos" como Jesús

Si bien Jesucristo es "El Cristo" esperado para tomar el trono de David su padre, él tendrá asistentes en su reino que tendrán su título nobiliario de "príncipes" del reino de Cristo. El apóstol Pablo fue claro al decir que "Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió (Gr. 'Krio', de donde deriva la palabra Gr. 'Kjristos'= Cristo), es Dios" (2 Corintios 1:21). Sí, los cristianos han sido ungidos por el Espíritu Santo de Dios para ser reyes y sacerdotes con Cristo y coherederos del reino para sentarse en sus respectivos tronos de autoridad. Dice Apocalipsis 5:10: "Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra". Sí, en Jerusalén habrá tronos para los apóstoles también, pues dice el Salmo 122:5 : "Porque allá (en Jerusalén) están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David". Además recordemos que Jesús les dijo sus doce apóstoles: "...y os sentéis en tronos juzgando (gobernando) a las doce tribus de Israel" (Lucas 22:30). "Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel" (Lucas 19:28).

La Promesa de Jesús no fue el Cielo

Es claro, entonces, que Jesús nunca prometió a sus seguidores llevárselos al cielo para que vivan como angelitos alados y tocando un arpa. La verdad es otra, pues él dijo: "Bienaventurados los mansos por ellos heredarán la tierra" (Mateo 5:5). Y en Apocalipsis 5:10 se dice claramente que reinaremos sobre la tierra. El sabio rey Salomón expresó: "El justo no será removido jamás; pero los impíos no habitarán la tierra" (Proverbios 10:30). También dice él: "Porque los rectos habitarán la tierra, y los PERFECTOS permanecerán en ella" (Proverbios 2:21). Ahora bien, ¿quiénes son los perfectos? La respuesta viene de los labios de Jesús: "Sed, pues, vosotros PERFECTOS, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:48). Aquí vemos que los perfectos son los que siguen a Jesús. De modo que los cristianos tendrán como herencia la tierra, y permanecerán en ella. No obstante, esta tierra será renovada, y transformada con la presencia benefactora de Cristo y su reino milenario. Por eso Pedro dice: "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia" (2 Pedro 3:13,14).

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LA VERDAD DE LA PANDEMIA