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martes, 15 de septiembre de 2009

HALLAN EN ISRAEL LA SINAGOGA MÁS ANTIGUA HASTA AHORA DESCUBIERTA


Los restos de una sinagoga de 2.000 años de antigüedad donde Jesús pudo haber predicado fue hallada por los arqueólogos en la orilla del mar de Galilea. La sinagoga, una de las más antiguas jamás encontradas, fue descubierta en Migdal, que los cristianos creen que es el lugar de nacimiento de María Magdalena, una seguidora de Jesús.

“Es posible que Jesús haya predicado en esta sinagoga, ya que Migdal era una ciudad judía importante en aquel tiempo”, dijo Dina-Abshalom Gorni, directora de las excavaciones a AFP.

Jesús hizo mucho de su predicación en las orillas del Mar de Galilea, también conocido como lago Kinneret, donde los cristianos creen que hizo varios milagros.

viernes, 22 de mayo de 2009

LA PROFECÍA DE ZACARÍAS EN ACCIÓN –LAS CONSECUENCIAS INMEDIATAS Y LEJANAS QUE ALCANZA


Por B. WILSON (Traducido por "Apologista")

En Zacarías 12: 2 y 3, vemos la visión del Señor de los tiempos de fin:

"He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella".

Y en verso 9, el Señor dice,

"Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén".

Los líderes de América han estado presionando a Israel a permitir el establecimiento de una nación administrada por terroristas en Judea y Jerusalén y las consecuencias son severas.

La Administración Bush fue la primera públicamente en apoyar el establecimiento de un estado palestino dentro de las fronteras de Israel. El presidente Bush ejerció con exceso presión sobre el gobierno israelí para labrar esta nueva nación "palestina" en el Banco Oeste, las tradicionales tierras judías de Judea y Samaria, y en Gaza. Bush forzó la así llamada elección democrática del liderazgo para el pueblo palestino, que escogió a los terroristas de Hamas apoyados por Irán en lugar de los terroristas de la Organización de Liberación de Palestina, y se establecieron en Gaza - la primera prueba verdadera de un estado Palestino que se esperaba viviera lado a lado con Israel. Pero no hubo paz permanente toda vez que misiles terroristas eran lanzados desde Gaza en pueblos israelís indefensos.

Entrada la Administración actual, el Jefe de la Casa Blanca envió un fuerte mensaje a los líderes de Israel de que si quisieran la protección contra de las amenazas nucleares de Irán, debían aceptar el establecimiento de una nación palestina. La Casa Blanca está usando la relación largamente establecida con Israel para ejercer presión sobre la nación, mientras que al mismo tiempo tiende la mano a los estados terroristas como Irán, lo cual apalanca a Israel aun más. El rey Abdullah de Jordania dio una valoración detallada de la situación. Abdullah le dijo al London Times, lo siguiente:

"Los americanos ven esto como nosotros y pienso que los europeos también. Gran Bretaña juega un papel vital y muy proactivo, más de lo que alguna vez he visto en los diez años de mi experiencia en traer a las personas juntas".

Abdullah, cuyo plan es dividir aun Jerusalén entre Israel y los palestinos, dice que la tercera parte del mundo no reconoce Israel - él habla de los 57 estados árabes. Y él dice que Estados Unidos y Europa están de acuerdo con él que: "Si el único jugador en esta ecuación entre el Oeste, los árabes y los musulmanes que no es de ayuda y va en contra de la paz es Israel, entonces llamémosle por lo que es. Dejemos que Israel entienda que el mundo ve la política israelí por lo que es".

La profecía de Zacarías está en acción. Y hay consecuencias obvias - el mundo, especialmente Estados Unidos, está en una dura agitación económica y social. Y como la palabra de Dios es cierta, hay mucho más por venir contra esta poderosa nación a menos que el curso que está tomando sea puesto al revés.


http://www.apologista.wordpress.com/

jueves, 14 de mayo de 2009

EL PRESIDENTE OBAMA EJERCE PRESIÓN SOBRE ISRAEL PARA LA SOLUCIÓN DE DOS ESTADOS ISRAELÍ-PALESTINO


Mike Evans


En una reunión reciente en Washington, D.C., el Jefe de Estado Mayor de la Casa Blanca Rahm Emanuel declaró que Israel estaba en una encrucijada y debe tomar algunas decisiones difíciles. Él reiteró que Estados Unidos estaba totalmente cometido a la perspectiva de una solución de dos estados entre Israel y las Autoridades palestinas. Emanuel dijo que este era un momento de verdad para Israel. Él acentuó que ambos lados deben consentir, no importa cuán dura sea la resolución. La Ministra de Asuntos Exteriores Hillary Clinton y el Consejero de Seguridad Nacional Gen James Jones han entregado mensajes similares.

El primer ministro Benjamín Netanyahu había sido informado que él necesita traer a su reunión con el presidente Obama más tarde este mes “un plan serio para la paz.” La intimación es que Sr. Netanyahu estaría gastando el precioso tiempo de Obama si él hiciera algo menos. Los Estados Unidos, la Unión Europea, las Naciones Unidas, Rusia, Arabia Saudí, y otras entidades han determinado que la única solución es el establecimiento de un estado palestino vecino.

Parece no importarle al mundo libre que Israel está rodeado por estados terroristas que viven para ver el fallecimiento de Israel. El Ministerio de Asuntos Exteriores parece poner contra la pared a Netanyahu al insistir que él muestre respeto al políticamente poderoso e internacionalmente aceptado, Sr. Obama.

Han pasado diez años desde que se realizó el Acuerdo de Oslo para una fecha límite para “un estado final Israelí-Palestino”. Netanyahu, el entonces primer ministro, está siendo impuesto para aprovechar una oportunidad perdida de apaciguar el mundo árabe y los Palestinos…esto es, si su único pensamiento es el aplacamiento, y no el bienestar de la gente judía y el Estado de Israel. El Sr. Netanyahu sin embargo podría estar preocupado sobre la amenaza creciente de un Irán nuclear-armado, cualquier ayuda de la parte de los E.U podría ser colgada como un chantaje para asegurar su cooperación con el plan de establecer un estado palestino y dividir Jerusalén.

martes, 14 de abril de 2009

LA FUTURA CONSOLACIÓN DE ISRAEL Y EL REINO DE DIOS



Por Ing° Mario A Olcese Sanguineti (Apologista)


LA ESPERANZA DE LOS ISRAELITAS

En Los Escritos Mesiánicos hay un personaje llamado Shimon HaTzadik ve jasíd (Simeón el justo y piadoso). Dice Lucas de Simeón, lo siguiente: “Y he aquí había en Jerusalém un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él” (Lucas 2:25). Tome nota que este justo esperaba la “consolación de Israel”. Pues bien, esta consolación de Israel tenía mucho que ver con el Ungido de Dios, pues el verso 26 sigue diciendo: “Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.” Además, la consolación de Israel estaba ligada con la redención de Jerusalém, pues dice Lucas 2:38 lo siguiente: “Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño (Iahoshúa ) a todos los que esperaban la redención de Jerusalém” (V.de J).

También es interesante descubrir que hay otro personaje singular en Los Escritos Mesiánicos que era un tzadík (justo) y que esperaba igualmente algo. Su nombre era José de Arimatea, un discípulo discreto de Iahoshúa el Mesías. De él el escritor Marcos dice: “José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Iahoshúa ” (Marcos 15:43). Y más adelante los discípulos de Iahoshúa el Mesías exclamarían:
“Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel...” (Lucas 21:24).
Entonces estamos viendo que había cosas que los israelitas contemporáneos de Iahoshúa esperaban:
1.- La consolación de Israel
2.- La redención de Jerusalém o de Israel.
3.- El Reino de Dios (= reino Davídico, Marcos 11:9,10).

Es un hecho que los israelitas contemporáneos de Iahoshúa esperaban la consolación de Israel a través de la irrupción del Mesías y su reino en Israel. Las profecías mesiánicas hablaban precisamente de una era dorada para Israel y los gentiles, una época en donde Israel y las naciones gozarían de una paz y justicia duraderas, un tiempo de refrigerio y de prosperidad nunca antes vistas. Es decir, una Edad en donde Israel sería una nación segura, fértil, gloriosa, próspera y de mucha bendición para todos los pueblos de la tierra.

PROFECÍAS MESIÁNICAS SOBRE LA CONSOLACIÓN DE ISRAEL

Entre los profetas que hablaban de la consolación de Jerusalém en todo su libro está Isaías. Por ejemplo, en los capítulos 51 y 52 se da énfasis a la consolación de Israel. En el capítulo 51 y verso 3,11 leemos: “Ciertamente consolará Iahuéh a Sión; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Iahuéh; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto...ciertamente volverán los redimidos de Iahuéh; volverán a Sión cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán” (Esta parte del pasaje nos recuerda lo dicho por Juan en el libro de Revelación Apoc. 21:4).

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor

Nótese que el profeta dice que los redimidos de Iahuéh volverán a Sión con gozo perpetuo, cosa que nunca lo han tenido de manera permanente. Sin duda esta profecía sobre La Restauración de Israel es dual, pues si bien se cumplió de alguna manera en la antigüedad, estas palabras también se cumplirán de manera definitiva, y completamente, cuando el Mesías regrese en gloria para Restaurar el Reino Davídico en Israel, y traiga la consolación total al pueblo hebreo. Hoy, el pueblo de Israel está todavía desparramado por todo el mundo. Pero la consolación definitiva de Israel consistirá en el retorno de esos desperdigados hebreos a su tierra, cuando el Mesías venga a destruir a todos sus enemigos que vinieron a luchar contra su país, y por fin él restaure el reino de David en Jerusalém. Los versos 4 y 5 nos hablan del Mesías reinando desde Jerusalém sobre las naciones durante todo el milenio. En el verso 6 se nos dice que los cielos y la tierra serán destruidos, y los impíos morirán, y el pueblo de Dios vivirá seguro (esto nos recuerda lo dicho por Pedro en 2 Pedro 3:13,14 :13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. ). Esta profecía---como muchas otras en la Biblia--- es de doble cumplimiento sin duda. Tiene que ver con la liberación del pueblo de Dios de manos del rey Nabucodonosor pero también de cualquier otro invasor que viniera contra Israel en el futuro. En el capítulo 52, versos 1,2, se promete que Israel nunca más será invadido por los paganos. Esto por cierto se refiere al futuro cuando se inaugure el Reino. Entonces es clarísimo que la consolación definitiva de Israel se producirá cuando Iahoshúa regrese en gloria para iniciar su reinado de la justicia. Para ello él habrá ya sometido a sus enemigos que vinieron contra Israel. Los siguientes versos nos hablan del regreso de los israelitas de su dispersión mundial (ver versos 7-9). Por tanto, se hace evidente que la consolación de Israel tiene que ver con el regreso del pueblo desparramado mundialmente a su tierra, y la restauración del reino de Dios bajo el mando del Mesías esperado.

¿QUÉ PARTE DE LA PROFECÍA DE ISAÍAS 61 CUMPLIÓ IAHOSHÚA EN SU PRIMERA VENIDA?

En Isaías 61:1-11 el profeta predice la salvación de Sión, pero como dice William Mac Donald en su Old Testament Digest, (Extracto del Antiguo Testamento): “Sabemos que el Señor Iahoshúa es el orador acá porque el citó los versos 1 y 2ª en la sinagoga en Nazaret y añadió: ‘hoy esta Escritura se ha cumplido ante vuestros oídos’ (Lucas 4:16-21). El fue ungido con el Espíritu Santo en su bautismo y su ministerio terrenal se relacionaba con el anuncio de las buenas noticias de salvación a los pobres, a vendar a los quebrantados de corazón, proclamar libertad a los cautivos y la apertura de la cárcel (u ojos) de aquellos que estaban presos. El finalizó la cita con las palabras ‘a proclamar el año de la buena voluntad de Iahuéh’ porque lo que seguía, ‘el día de la venganza de nuestro Dios’ no se cumpliría sino hasta su segunda venida” (1). Este importante detalle debe ser tomado en cuenta seriamente por el “hiper-preterismo”, pues esta escuela de interpretación bíblica sostiene que Cristo básicamente cumplió todo lo prometido en las profecías del AT en el año 70 DC con la destrucción del templo y la ciudad de Jerusalém. Sin embargo, aquí vemos que Iahoshúa enseña otra cosa muy diferente. En el año 70 DC no se cumplió nada de lo dicho en los versos 2b-11 de Isaías 61. Veamos de que tratan estos versos:


LO QUE EL MESÍAS CUMPLIRÁ EN SU SEGUNDA VENIDA

En su aparición gloriosa, Iahoshúa proclamará el día del juicio de Dios, entonces él confortará a aquellos que se lamentan en Sión. Sus escogidos serán luego llamados Árboles de Justicia, plantío de Iahuéh (vs. 2b,3). Reconstruirán las ciudades de la tierra prometida que están en ruinas (v.4), y extranjeros apacentarán sus ovejas, y extraños serán sus labradores y viñadores (v.5), y serán sacerdotes de Iahuéh, ministros de Dios serán llamados, y comerán las riquezas de las naciones (v.6). En el verso 7 dice que en lugar de que los israelitas tengan doble deshonra, tendrán doble honra, y perpetuo gozo. Esta semejante honra doble con gozo perpetuo no la obtuvo el pueblo de Dios en el siglo I (año 70 d.C), ni en los siglos subsiguientes. En el verso 8 Dios hará pacto perpetuo con su pueblo. Esta parte de la profecía tampoco se cumplió en la primera venida del Mesías, pues las características del pacto son aclaradas por Jeremías, quien escribió por mandato de Dios: “Y haré con ellos PACTO ETERNO, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mi. Y me alegraré con ellos haciéndoles el bien, y los plantaré en su tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma” (Jer 32:40-42). Si esta parte de la profecía se cumplió ya con el regreso del pueblo de Dios de su cautividad en Babilonia, entonces Dios incumplió su palabra cuando dijo: “que no me volveré atrás de hacerles bien”, pues ya vemos lo que pasó con la invasión del general Tito en el 70 DC contra la Casa de Judá y su templo en Jerusalém.(1) En el verso 9 se profetiza que las naciones reconocerán que los israelitas son un linaje bendito de Iahuéh. Esta parte de la profecía difícilmente se ha cumplido ya. Sólo basta con preguntarles a los árabes si ellos reconocen que los israelíes son un linaje bendito de Iahuéh, y con toda seguridad la respuesta serán un rotundo no al unísono.

MÁS INFORMACIÓN PROFÉTICA EN EL CAPÍTULO 62

Yahweh nuestro Elohim no descansará satisfecho hasta que las bendiciones prometidas a Jerusalém sean cumplidas (v.1). Luego los gentiles verán que Sión será vindicado, y Yahweh dará un nuevo nombre a la ciudad y será como una corona de gloria en su mano y diadema en su poder. Nunca más las gentes llamarán a Jerusalém Desamparada ni Desolada sino que será llamada: “Mi delicia está en ella”, y la tierra llamada Desolada será llamada: “Desposada”. Estos nombres nos dicen del tierno afecto y de la delicia marital en Su ciudad y tierra (versos 2-5). Hay que destacar los versos 8,9 en donde el trigo producido por los israelitas servirá de comida para los extranjeros, ni será su vino bebida para los extraños. En los siguientes versos tratan del regreso de los exiliados de la Casa de Judá desde Babilonia y de la plena restauración del pueblo--- ahora disperso--- en su tierra cuando el Mesías regrese a recompensarlos. Entonces la tierra prometida será llamada Ciudad Deseada, no desamparada” (10-12).

Toda esta información dada por Ishaiahu HaNaví (Isaías el profeta) ya estaba disponible cientos de años antes que Iahoshúa naciera como hombre mortal, y sin embargo nuestro Señor no la leyó en la sinagoga en Nazaret. Es evidente, por tanto, que estas profecías mesiánicas no se cumplieron cabalmente en el pasado. Pero como Dios no miente, él las va a cumplir plenamente cuando llegue el tiempo para la restauración de todas las cosas. Mientras tanto, el pueblo Hebreo seguirá viviendo en tribulación y peligros hasta que su Salvador, el Mesías, regrese para completar su salvación y darles su parte dentro de su reino milenario. Esta participación involucra también para todos salvos de entre los gentiles. Por fin veremos a una Jerusalém completamente segura, feliz y pacífica. Será una era maravillosa en donde el mismísimo Hijo de Dios gobernará el mundo desde esta antiquísima ciudad amada por árabes, cristianos y judíos. Recién entonces se cumplirán las palabras de Isaías 32:1:

“He aquí para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio”.

viernes, 10 de abril de 2009

¿ENSEÑA LA BIBLIA DOS ESPERANZAS DISTINTAS: UNA PARA ISRAEL Y OTRA PARA LA IGLESIA COMO SOSTIENEN LOS EVANGÉLICOS?




Por Ing° Mario A Olcese S

“Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 4:4,5).

El Dispensacionalismo

Sin duda el culpable de hacer esta distinción es Darby y su teoría dispensacionalista. Esta enseñanza fue desarrollada en la primera mitad del siglo 19 por J.N. Darby. Darby, que buscaba legitimar su nueva ideada teoría del “rapto secreto” y su venida en "dos fases", dividió la Biblia en textos para Israel y para la Iglesia como si éstas fueran en realidad dos entidades distintas con dos destinos y promesas diferentes.

Darby hace una completa diferenciación entre Israel y la Iglesia como dos pueblos de Dios: terrenal y celestial dualistamente contrastados. La iglesia gobernará la creación desde los cielos con Jesucristo, con la mediación de las bendiciones de Dios sobre la tierra. Israel y las naciones tendrán un futuro glorioso en un reino imperial terreno. La iglesia y su futuro, sin embargo, son completamente diferentes al de Israel y los gentiles. Cristo reunirá todas las cosas en sí mismo. El pueblo celestial (la Iglesia) participará de su gloria en los cielos; el pueblo terrenal (Israel) recibirá gloria que viene de los cielos; que brillará sobre él, y participará de esa gloria desde y sobre la tierra. Al final, según Ryrie no habrá una distinción eterna entre una humanidad en el cielo nuevo y otra en la tierra nueva. Ambos irán al cielo al final de las edades. Específicamente, Israel irá al cielo al final del milenio. De modo que, las promesas que este pueblo espera no son eternas en el sentido terrenal, pues se convertirán en celestiales después del reino milenario.

La Iglesia No Reemplazó a Israel

Por otro lado, existe la llamada Teología del Reemplazo que dice que Dios ha sustituido a su antigua nación o pueblo de Israel por la llamada Iglesia gentil. La teología del Reemplazo propugna que las promesas que Dios les hizo a los antiguos judíos han pasado a manos de los creyentes gentiles de todo el mundo, constituyéndose así ellos en el nuevo y verdadero Israel de Dios. Pero ésta no es una creencia que se pueda sostener en las Escrituras, ni menos, si nos atenemos a lo dicho por Pablo en Romanos 11:1,2, donde Pablo dice que Dios no ha rechazado a su pueblo prístino al cual desde antes conoció”. Y si Pablo dice categóricamente que Dios no ha rechazado al Israel carnal, ¿por qué los Católicos Romanos y buen un número de las iglesias protestantes sostienen lo contrario? ¿A quién vamos a creer, a los teólogos de hoy que dicen que sí fueron rechazados, o a Pablo, quien dice que no? Así que el pueblo Judío el prístino aún está considerado por Dios dentro de su plan salvador, y no lo podemos descartar como lo hacen muchos llamados cristianos.
El Remanente Judío y la Iglesia Tienen un Destino Común

El Israel antiguo (compuesto por los padres y todos los héroes de la fe) y la Iglesia de Cristo (compuesta por el remanente judío y los gentiles convertidos de todo el mundo) tienen un mismo destino y conforman el Israel de Dios. El remanente fiel de Israel en la época de Pablo consistía de hombres como los apóstoles y los 3,000 judíos de todo el mundo que creyeron en Yeshua en el día de Shavuot (Pentecostés). Aumentaron rápidamente a 5,000 y luego a decenas de miles (Hechos 21:20). No sólo fueron los primeros discípulos judíos de Yeshua los líderes del movimiento mesiánico, sino que fueron considerados parte del remanente fiel en Israel.

Los pactos que Dios ha hecho con Israel como nación escogida, ciertamente no aseguran la salvación y la vida eterna a todo individuo de la nación. Sólo aquellos escogidos por gracia (el remanente), que a través de la historia de Israel dieron la bienvenida al camino de salvación de Dios, la han obtenido. Desde la venida de Yeshua (Jesús) son los judíos cristianos o mesiánicos los que han obtenido la salvación de entre el pueblo escogido.

Recordemos que tanto gentiles como Judíos se convierten en verdaderos hijos de Abraham por la fe y la obediencia al Señor Jesús. Es la fe seguida de la obediencia que hace posible la salvación de los hombres, ya sean éstos Judíos o no Judíos (Romanos 1:17).

En Gálatas 3:16, 29 Pablo dice algo muy interesante que pocos se han detenido a meditar con oración. Estos pasajes dicen: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Tenemos que entender cabalmente estas palabras paulinas, pues nos dicen lo contrario de las afirmaciones del dispensacionalismo, el cual enseña dos promesas y dos esperanzas distintas para el pueblo de Dios. Aquí Pablo está diciendo que a Abraham y a su simiente (Cristo) les fueron hechas las promesas. Es decir, aquí tenemos representados a los dos periodos de la Biblia: El AT a través de Abraham, y el N.T a través de Cristo, la simiente. También podemos ver en ellos representados al pueblo Hebreo fiel, y a la iglesia. Tanto Cristo (y su iglesia) y Abraham (y su descendencia según la carne) recibieron las mismas promesas. Acá no vemos que Dios declara dos promesas diferentes: una para el padre Abraham, y otra para su simiente, Jesucristo. Los que dicen que Dios dio dos promesas distintas a estas dos personas, están contradiciendo a Dios mismo, quien, a través de Pablo, también dijo: “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 4:4,5).

Lo real es que Pablo dice que los que son de Cristo son también linaje o descendencia de Abraham, y por tanto, herederos según la promesa. Es decir, los creyentes son linaje de Abraham y herederos de las mismas promesas hechas a Abraham (Gál. 3:16,29).

¿Cuáles promesas?

Ahora es necesario investigar cuál fue la promesa que Dios le hizo a Abraham, pues es también para todos los que son de la fe. Aquí debe empezar cualquier investigación sobre la herencia de los salvos. Pues empecemos en Génesis 12:1-3: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.
Aquí vemos que Dios llama a Abraham para mostrarle una tierra y luego le dice que se originará de él una gran nación y que él será de bendición para todas las naciones de la tierra. Más adelante veremos que esa bendición viene a través de su descendiente, el Señor Jesucristo. Pero lo importante es que Dios tiene la intención de mostrarle a Abraham una tierra, o una porción del planeta tierra.

Ahora vemos Génesis 13: 14,15: “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. 15 Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. En estos versículos bíblicos, Dios no sólo le muestra un territorio de la misma tierra (norte, sur, este y oeste---los 4 puntos cardinales), sino que le promete dársela a él y a su descendencia, para siempre. Sabemos por Pablo que la descendencia es Cristo mismo y su iglesia fiel)

En Génesis 15:18 leemos que también Dios le especifica a Abraham los linderos o fronteras de la tierra prometida para él y su simiente: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”. Todos sabemos que estas fronteras no están en la Patagonia Argentina, ni en Júpiter, sino en el Medio Oriente, en este mismo planeta tierra.

Así que las promesas de Dios a Abraham incluían la herencia de la tierra, la formación de una nación grande, y la bendición de todas las familias de la tierra.

Jamás encontraremos una promesa dada por Dios a Abraham o a los padres para partir al cielo para estar con Él y Su Hijo por siempre o por algún tiempo. Esa es una invención humana que tiene un origen Griego. Y recuerde nuevamente que esta promesa es para Abraham y su simiente—la cual es Cristo— y por supuesto, para todos los que creen en él o son de él (Gál.3:16,29). Así que “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gál. 3:7). Si usted es de la fe, entonces usted es un hijo o hija de Abraham, e igualmente un heredero con Cristo de la tierra prometida. ¿No está esto más claro que lo que enseñan los dispensacionalistas como Mr. Darby?

Jesús vino a confirmar las promesas hechas a los padres

Sin duda Jesús fue enviado por el Padre para predicar el evangelio del Reino (Lucas 4:43), lo cual involucraba la confirmación de las promesas hechas a los padres (Abraham, Isaac, Jacob). Esta verdad la reveló Pablo cuando escribió a los creyentes de Roma, lo siguiente: “Pues os digo, que Cristo vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, PARA CONFIRMAR LAS PROMESAS HECHAS A LOS PADRES, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia…” (Romanos 15:8,9). ¿Y por qué tendrían que glorificar los gentiles o la iglesia gentil a Dios por la confirmación que hizo Jesús de las promesas hechas a los padres? Porque la confirmación que hizo Cristo de las promesas originales hechas a los padres los beneficiaría a ellos también por la misericordia de Dios. Ellos, sin duda, serían parte y beneficiarios de las promesas prístinas de Dios hechas a los padres. ¡La iglesia gentil y los Judíos fieles de todas las épocas serían los favorecidos por las mismas promesas hechas a los padres para heredar la tierra y el reino futuros!

Esa promesa, repito, siempre involucra la herencia del mundo, tanto para el Hebreo Abraham, los otros padres, los profetas, y demás fieles del AT, como también para el Judío Cristo y su iglesia. El apóstol Pablo lo recalca muy claramente cuando les escribe a los creyentes de Roma, lo siguiente: Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la PROMESA de que sería HEREDERO DEL MUNDO, sino por la justicia de la fe” (Romanos 4:13). Así que el asunto es la herencia del mundo, y no se puede heredar algo sin poseerlo. Los fieles poseerán la tierra y habitarán para siempre en ella.

Los fieles aún no han recibido lo Prometido

Algunos creyentes creen que Dios ya cumplió todas sus promesas, incluyendo esta de

la tierra. Sin embargo, en Hebreos 11:39 y 40 leemos: “Y todos éstos (los héroes de la fe del AT), aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; 40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, (¿por qué?) para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”. Es decir, los héroes no recibieron lo prometido para que ellos no fuesen perfeccionados aparte de los cristianos o mesiánicos de la Era presente de la gracia. Si ellos ya recibieron lo prometido, tanto la tierra y el reino, entonces ellos están reinando aparte de nosotros, y eso no es posible. ¡Jesús (la cabeza) reinará con todo su cuerpo, y no tan sólo con sus brazos, alegóricamente hablando!

Otro grupo de cristianos sostiene que Cristo ya estableció su reino en el siglo I, y que todas las promesas se cumplieron en aquel entonces. Pero nuevamente, si Cristo ya está reinando desde el Siglo I, entonces Él lo está haciendo con parte de sus fieles, no con todos, pues aún siguen entrando al “cuerpo” más fieles día a día hasta el día en que se acabe el tiempo de la gracia.

Los Mansos heredarán la Tierra

Jesús fue muy claro al decir que los mansos “heredarán la tierra” (Mateo 5:5) citando un pasaje del Salmo 37. Si los mansos heredarán la tierra, es obvio que los que hereden otra cosa no lo sean. Así por ejemplo, los que “heredan” el Gehenna (debajo de la tierra) no son mansos, sino soberbios e impíos. Si alguien dice que su herencia es algún otro lugar fuera de la tierra, éstos no pueden ser mansos, porque sólo los mansos heredarán la tierra. Darby parece decirnos que la iglesia, que según su teoría, tiene una “vocación celestial”, no es de Espíritu manso, sino todo lo contrario. ¡Cuán grave es su interpretación de la escatología! En Proverbios 10:30 leemos: “El justo no será removido jamás; Pero los impíos no habitarán la tierra”. Si esta declaración es cierta, lo cual no dudamos, lo que enseña Darby y su dispensacionalismo se viene abajo. Aquí se nos dice que los que no habitarán la tierra son los impíos. Me pregunto, ¿Es la iglesia, que tiene una supuesta “vocación celestial”, impía? Si ella está destinada a reinar con Cristo desde los cielos, entonces he de concluir que ella es impía, pues los impíos ¡NO HABITARÁN LA TIERRA!

“Para que dónde yo estoy ustedes también estéis”

Muchos creen que Jesús nos ofreció el cielo en diferentes oportunidades mientras cumplía su ministerio en la tierra. Por ejemplo, nos citan Juan 14:2,3 para decirnos que iremos al cielo para tomar nuestras moradas eternas con él en la “casa de su Padre”. Sin embargo, un análisis concienzudo de estos dos versículos nos convencerá de que Cristo jamás mencionó el cielo ni una sola vez en estos dos versículos. Es más, el dijo más bien: “Para que donde YO ESTOY ustedes también estén”. ¿Y dónde estaba Jesús cuando pronunció esa promesa de prepararnos una morada en la casa de su Padre?¿Acaso en el cielo? ¡Pues claro que no! El aún estaba en la tierra, ¡en la tierra prometida a los padres! Por tanto Jesús nos prometió estar con él en la misma tierra prometida a los padres, y no en el cielo. La casa del Padre bajará a la nueva tierra…y Dios estará con los hombres como su Dios (Apo. 21:1-4).

Hay ciertamente otros pasajes en que aparentemente Jesús está ofreciéndonos el cielo si somos de él. Todos esos pasajes ya fueron explicados en mi artículo titulado “¿Y qué hay de los textos que probarían que iremos al cielo?” y que lo podrán encontrar en mi sitio web, en el enlace “El Reino”.

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¿POR QUÉ ESTUVO ENCADENADO EL APÓSTOL PABLO?


“Porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena”
(Hechos 28:20)


Por Ing°. Mario A Olcese (Apologista)

Apologista perseguido, apresado, y en cadenas por la esperanza del reino milenario


Un breve Comentario de Hechos 28:15-31

“Los hermanos de esta ciudad, informados de nuestra llegada, nos salieron al encuentro y nos alcanzaron a la altura del "Foro de Apio" y en las "Tres Tabernas". Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y se sintió reconfortado. Cuando llegamos a Roma, recibió autorización para alojarse en una casa particular con un soldado que lo custodiara. Tres días después convocó a los judíos principales, y cuando se reunieron les dijo: "Hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros padres, fui arrestado en Jerusalén y puesto en manos de los romanos. Después de interrogarme, quisieron dejarme en libertad, porque no encontraban en mí nada que mereciera la muerte; pero ante la oposición de los judíos, me vi obligado a apelar al Emperador, sin querer por esto acusar en nada a mi pueblo. Por eso he querido verlos y hablarles, ya que a causa de la esperanza de Israel llevo estas cadenas". Ellos le respondieron: "Nosotros no hemos recibido de Judea ninguna carta referente a ti, y ninguno de los hermanos que vinieron nos han contado nada que te sea desfavorable. Pero ahora quisiéramos oírte exponer lo que piensas, porque sabemos que esta secta encuentra oposición en todas partes". Entonces fijaron un día para encontrarse con él, y fueron a verlo en mayor número al lugar donde se alojaba. Pablo les habló durante todo el día sobre el Reino de Dios, dándoles toda clase de testimonio y tratando de persuadirlos para que creyeran en Jesucristo, a partir de la Ley de Moisés y de los Profetas. Unos se convencían con sus palabras, pero otros se resistían a creer, y mientras ellos se retiraban sin haberse puesto de acuerdo, Pablo dijo esta sola frase: "Son muy ciertas las palabras que el Espíritu Santo dijo a los padres de ustedes, por medio del profeta Isaías:
Ve a decir a este pueblo. Por más que oigan no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, se taparon los oídos y cerraron los ojos, por temor de que sus ojos vean, que sus oídos oigan, que su corazón comprenda, que se conviertan, y que yo los cure. Sepan entonces que esa salvación de Dios va a ser anunciada a los paganos. Ellos sí que la escucharán". Pablo vivió dos años enteros por sus propios medios, recibiendo a todos los que querían verlo, proclamando el Reino de Dios, y enseñando con toda libertad y sin encontrar ningún obstáculo, lo concerniente al Señor Jesucristo” (Hechos 28:15-31).

Comentario de Apologista
La plaza o foro de Apio era un pueblo sobre la Vía Apia a 56 kilómetros de Roma, y el lugar llamado Las Tres Tabernas era una aldea 13 kilómetros más adelante hacia la ciudad. Pablo es traído preso a esta ciudad imperial desde Jerusalén y él es recibido por los hermanos, aunque algo temeroso por las posibles malas referencias que de él pudieran ellos haber recibido desde Judea y que motivaron su detención. Sin embargo, el apóstol se siente feliz por el buen recibimiento de sus hermanos, pero deseoso de explicarles y enseñarles a los Judíos, y a todos los interesados no Judíos, la doctrina que venía anunciando en Judea a sus paisanos y que él resumió como LA ESPERANZA DE ISRAEL. Este cometido lo pudo llevar a cabo gracias a que se granjeó el beneplácito de Festo, quien declaró que nada digno de muerte o de cárcel había hecho, y también lo que informara Julio al centurión de su conducta durante el viaje, y que le permitió residir en prisión domiciliaria y no en un centro de reclusión propiamente dicho.

Muchos parecen no entender esta locución “La esperanza de Israel”, creyendo que era una esperanza sólo para los Judíos de que algún día ellos recibieron el favor de Dios, y nada más. Sin embargo, la frase “La esperanza de Israel” tiene una connotación mucho más amplia que el recibimiento dentro de la iglesia de los Judíos que están eventualmente endurecidos, ya que este mismo mensaje es predicado a los gentiles o no Judíos. De modo que la esperanza de Israel de algún modo afectaría a los gentiles de una manera positiva o beneficiosa.

Es interesante notar que en otras dos ocasiones el apóstol Pablo dice que él está sufriendo por la causa Israel, en Hechos 23:6 y Hechos 26:6 encontramos estas declaraciones que nos ayudarán a entender la frase “la esperanza de Israel”. Veamos estos dos textos paulinos:

Hechos 23:6: “Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga”.

Hechos 26:6: “Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio”.

Así que comparando estos dos pasajes con el de Hechos 28:20, podemos concluir que la esperanza de Israel para Pablo eran las promesas que Dios había hecho a los padres Abraham, Isaac y Jacob y la resurrección de estos fieles y de todos los que son creyentes. Esas promesas hechas a los padres las podemos encontrar leyendo el libro Génesis (especialmente los cps. 12:14, 13:15 y 15:18), todos referidos a la herencia de una tierra prometida. Y si le agregamos las promesas hechas al padre David, tendremos la esperanza del reino davídico restaurado (1 Sam. 2:10). Esto queda claramente evidenciado cuando Pablo, al convocar a los Judíos desde su prisión domiciliaria en Roma, recibe a sus paisanos y les habla durante todo el día sobre el Reino de Dios, dándoles toda clase de testimonio y tratando de persuadirlos para que creyeran en Jesucristo, a partir de la Ley de Moisés y de los Profetas. Dice así el pasaje: “Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas” (Hechos 28:23).

Sabemos que muchos no creyeron, pero otros Judíos sí, y muchos de los gentiles recibieron con gozo el mensaje. Dice el informe, así: “Pablo empero, quedó dos años enteros en su casa de alquiler, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento.” La expresión, "recibía a todos que a él venían" denota muchos visitantes. En parte eran atraídos éstos por la fama en aumento del predicador preso. Aquí, como por todo el libro de Hechos, se distingue entre predicar y enseñar; lo primero se dirige a los que no han creído, y lo segundo a los creyentes. El que hiciera ambas cosas muestra que las dos clases de oyentes eran atraídas a su alojamiento.

En resumen:

La esperanza que predicaba Pablo a Judíos y gentiles era igual a:

-La Esperanza de Israel.

-La esperanza o promesa hecha a los padres o patriarcas.

-La esperanza de la resurrección.

-La esperanza o evangelio del Reino y todo lo relativo al nombre de Jesucristo, incluyendo su muerte, sepultura y resurrección al tercer día (1 Cor. 15:1-8).

Sin duda este fue el mensaje que Pablo predicaba y que le acarreó persecución, maltratos, prisiones, y el mismo martirio. Acá Pablo predicó un solo evangelio para Judíos y gentiles. Por lo tanto, si bien fue el apóstol de los gentiles, también fue el maestro de los Judíos. Su mensaje era el mismo para ambos grupos, ya que Dios no hace acepción de personas. Además, Pablo fue enfático con los efesios al decirles que solo hay una fe, una esperanza, y un Señor para todos (Efesios 4:4).

martes, 10 de marzo de 2009

EL VÁSTAGO DE ISAÍ EN ISAÍAS 11: ¿QUIÉN ES?




Isaías 11, Un Vástago de Isaí

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová (Isaías 11:1-2).


Nosotros no entenderíamos esto si no nos remontamos al principio, porque Isaías estaba prediciendo que la descendencia real de David, de la cual provinieron todos los reyes de Israel, sería cortada como un árbol, permanecería inactiva, para luego ser restablecida. Este proceso daría comienzo cerca de 150 años después que Isaías escribió estos versículos, cuando el Señor pronunció una maldición de sangre sobre la descendencia de David, al decir que ninguno de los hijos de David volvería a reinar sobre Israel (Jeremías 22:28-30). La descendencia languidecería, como el tronco de un árbol que ha sido cortado. Durante todo el tiempo del cautiverio babilónico, y por 500 años más, no hubo ningún rey en Israel. Pero un día un vástago retoñará, un Vástago que dará fruto. Puesto que Isaí era el padre de David y David no era el vástago, esta es una referencia al Mesías, el Hijo último de David.

Esto comprende tanto que tenemos que tomar un tiempo para entenderlo. Primero, el uso de la palabra Vástago, o Renuevo. En la Biblia en Inglés (KJV), la palabra Vástago (Branch) aparece en mayúscula, lo que significa que se refiere a una persona. En la Biblia encontramos cuatro referencias al Mesías como Vástago, o Renuevo, y cada una lleva consigo un modificativo especial. Jeremías 23:5 dice de un renuevo justo, un Rey. Zacarías menciona a “mi siervo el Renuevo” (Zacarías 3:8) y “el varón cuyo nombre es el Renuevo” (Zacarías 6:12). Finalmente, en el artículo anterior (Parte 2), vimos “el renuevo de Jehová” en Isaías 4:2.

Yo creo que fue Clarence Larkin el que primero descubrió que estos modificadores fueron una descripción de los cuatro estandartes que identificaban los campamentos de Israel, los cuales formaban cuatro grupos de tres tribus cada uno, y estaban situados alrededor del tabernáculo en el desierto dispuestos en cada uno de los cuatro puntos cardinales. En esos estandartes se veían las figuras de un león, el cual representaba al Rey Justo, de un buey que representaba al siervo, siendo el buey una bestia de carga, el rostro de un hombre la cual se explica por sí sola, y la de un águila la cual representa a Dios.

Pero aun hay más. Las representaciones de estos modificadores también se revelan en los cuatro rostros del querubín en Apocalipsis 4. Y aquí también representan los temas dominantes en los cuatro evangelios. Mateo les escribió a los judíos proclamando a Jesús como el Mesías de Israel, el León de Judá. Marcos lo mostró como el siervo obediente de Dios. Lucas lo describió como el Hijo del Hombre, y en Juan, Él es el Hijo de Dios.

Entonces, queda claro que el Renuevo es un título Mesiánico. El vástago, o renuevo, del tronco de Isaí es el Mesías, nacido de la Tribu de Judá de la descendencia de David.

Yo Prometo

Pero aquí hay algo todavía más asombroso. Recordemos que Dios le prometió a David que alguien de su familia reinaría en Israel para siempre. David quiso construir la casa de Dios, pero Dios no se lo permitió diciendo que se necesitaba de un hombre de paz y David era un hombre de guerra. Así fue como Dios escogió al hijo de David, Salomón, para que le construyera el Templo, y durante el reinado de Salomón, Israel disfrutó de una paz como nunca antes la había sentido (ni desde entonces). En cuando a David, Dios prometió construirle una “casa”, al hacer que su dinastía fuera perpetua. (1 Crónicas 17:1-14). Desde ese momento en adelante, un descendiente de David, a través de la descendencia de Salomón, se sentaría sobre el trono en Jerusalén, como Rey de Israel.

Pero ya para el tiempo del cautiverio babilónico, estos reyes eran tan malvados y tan rebeldes hacia Dios, que Él finalmente dijo “Suficiente”, y maldijo la descendencia real al pronunciar que ninguno de ellos volvería a reinar sobre Israel (Jeremías 22:28-30). El último rey legítimo de Israel fue Joaquín también conocido como Jeconías, el cual reinó durante tres meses solamente, en el año 598 a.C. ¿Estaba Dios rompiendo Su promesa a David?

Al anunciar el Mesías venidero, el ángel Gabriel le prometió a María que su hijo se sentaría en el trono de David, y que sería el primero en hacerlo desde que la maldición había sido pronunciada, y cuando lo hiciera sería para siempre (Lucas 1:32-33). Pero, entonces ¿cómo veríamos la descendencia maldecida de David? ¿Cómo es que Dios podía prometerle algo así a María?
Aquí Veremos Cómo Es Eso

Si comparamos las dos genealogías de Jesús en Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-28, nos damos cuenta que tanto María como José eran de la tribu de Judá y descendientes de David. José era descendiente de Salomón, que era la descendencia maldecida, mientras que la genealogía de María es a través del hermano de Salomón, Natán. Realmente, José y María eran primos, a pesar de la lejanía.

María no tenía ningún hermano, así que para poder mantener la tierra de su familia dentro de la herencia tribal, según la Ley, ella tenía que casarse con alguien que también era descendiente de David (Números 36:1-13). José llenaba los requisitos y perteneciendo a la descendencia real tenía un reclamo legítimo al trono, pero llevaba encima esa maldición. Entonces, ningún descendiente biológico de José jamás podría calificar legítimamente para llegar a ser rey de Israel, pero José podía asegurar el derecho de María para heredar la tierra del padre de ella.
Cuando María aceptó la oferta de matrimonio de José, ella también validó el reclamo al trono de Israel de su hijo aun no nacido. Su matrimonio colocó a Jesús en la sucesión real como el hijo legal de José, como Lucas lo muestra en su genealogía (Lucas 3:23), pero le permitió estar libre de la maldición ya que Él no era hijo biológico de José. Pero recordemos que Él era un descendiente biológico de David por medio de su madre y, por consiguiente, de “la casa y linaje de David”. Esto lo hizo el único hombre sobre la tierra, desde el año 600 a.C., que tenía un derecho legal al trono de David. Se necesitaba de un nacimiento virginal para hacerlo, pero Dios mantuvo Su promesa tanto a David como a María. El trono de David será ocupado para siempre, por el hijo de María.
Y, finalmente, en el versículo 2 vemos que el séptuplo Espíritu de Dios, que es una construcción del Espíritu Santo del Antiguo Testamento, y que vino a morar en Jesús al momento de Su bautismo (Mateo 3:16) le dio el poder sobre todos Sus milagros. Esto fue necesario porque la misión del Señor requería que viviera Su vida solamente en el poder humano. Para poder redimir a la descendencia perdida de Adán, Él tenía que ser el pariente-redentor de Adán. Por eso es que Lucas mostró a Jesús como el hijo del hombre, y trazó Su genealogía hasta Adán.
Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura (Isaías 11:3-5).

El fuerte contraste entre el Cordero de Dios y el León de Judá es evidente. El Salmo 2:8-9 confirma que Él regirá a las naciones con vara de hierro. Apocalipsis 19:15 concuerda y agrega que Él herirá a las naciones con la espada de Su boca.

Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar (Isaías 11:6-9).

Una vez que la Era Mesiánica comienza, la paz será su característica más descollante. En la Parte 1 de este estudio vimos que en el Reino Milenario las naciones ya no tomarán las armas unas contra las otras. Ahora vemos que la paz milenaria abarcará también a los animales del reino. En una parte futura veremos que la misma creación explotará en un cántico de gozo.

Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.

Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín (Isaías 11:10-13).

La primera reunión de la nación se llevó a cabo después del cautiverio babilónico. La segunda reunión empezó oficialmente en el año 1948 y continúa en nuestros días, y se completará después de la batalla de Ezequiel 38. Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos (Ezequiel 39:28). Después de 2000 años, el pueblo de Dios habrá regresado a su tierra de la diáspora y será un solo reino de nuevo, por primera vez desde el año 900 a.C.
Sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán. Y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con el poder de su espíritu sobre el río, y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con sandalias. Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto (Isaías 11:14-16).

El Capítulo 11 termina con otra promesa de que conforme se acerca el final de la era, la gente que erróneamente llamamos hoy día “palestinos”, dejarán de ser un problema para al pueblo de Dios ya que serán conquistados. Israel los dominará y los subyugará. Estos versículos lo más probable es que se refieran a la batalla del Salmo 83, la cual es quizás el próximo evento en el calendario profético.

El mar de Egipto es el Mar Rojo, y su golfo puede ser o el Golfo de Acaba o el Golfo de Eilat, los dos que forman las “orejas de conejo” en su parte norte. El poderoso Eufrates, frontera tradicional entre el Este y el Oeste, se convertirá en siete brazos. El camino para el remanente desde Asiria completa la idea de que ya no habrá más ninguna frontera natural que le impida al pueblo de Dios llegar a Su Ciudad Santa.






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miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿ENSEÑA LA BIBLIA DOS ESPERANZAS DISTINTAS: UNA PARA ISRAEL Y OTRA PARA LA IGLESIA COMO SOSTIENEN LOS EVANGÉLICOS?

Por Ing° Mario A Olcese S

“Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 4:4,5).

El Dispensacionalismo

Sin duda el culpable de hacer esta distinción es Darby y su teoría dispensacionalista. Esta enseñanza fue desarrollada en la primera mitad del siglo 19 por J.N. Darby. Darby, que buscaba legitimar su nueva ideada teoría del “rapto secreto” y su venida en "dos fases", dividió la Biblia en textos para Israel y para la Iglesia como si éstas fueran en realidad dos entidades distintas con dos destinos y promesas diferentes.

Darby hace una completa diferenciación entre Israel y la Iglesia como dos pueblos de Dios: terrenal y celestial dualistamente contrastados. La iglesia gobernará la creación desde los cielos con Jesucristo, con la mediación de las bendiciones de Dios sobre la tierra. Israel y las naciones tendrán un futuro glorioso en un reino imperial terreno. La iglesia y su futuro, sin embargo, son completamente diferentes al de Israel y los gentiles. Cristo reunirá todas las cosas en sí mismo. El pueblo celestial (la Iglesia) participará de su gloria en los cielos; el pueblo terrenal (Israel) recibirá gloria que viene de los cielos; que brillará sobre él, y participará de esa gloria desde y sobre la tierra. Al final, según Ryrie no habrá una distinción eterna entre una humanidad en el cielo nuevo y otra en la tierra nueva. Ambos irán al cielo al final de las edades. Específicamente, Israel irá al cielo al final del milenio. De modo que, las promesas que este pueblo espera no son eternas en el sentido terrenal, pues se convertirán en celestiales después del reino milenario.

La Iglesia No Reemplazó a Israel

Por otro lado, existe la llamada Teología del Reemplazo que dice que Dios ha sustituido a su antigua nación o pueblo de Israel por la llamada Iglesia gentil. La teología del Reemplazo propugna que las promesas que Dios les hizo a los antiguos judíos han pasado a manos de los creyentes gentiles de todo el mundo, constituyéndose así ellos en el nuevo y verdadero Israel de Dios. Pero ésta no es una creencia que se pueda sostener en las Escrituras, ni menos, si nos atenemos a lo dicho por Pablo en Romanos 11:1,2, donde Pablo dice que Dios no ha rechazado a su pueblo prístino al cual desde antes conoció”. Y si Pablo dice categóricamente que Dios no ha rechazado al Israel carnal, ¿por qué los Católicos Romanos y buen un número de las iglesias protestantes sostienen lo contrario? ¿A quién vamos a creer, a los teólogos de hoy que dicen que sí fueron rechazados, o a Pablo, quien dice que no? Así que el pueblo Judío el prístino aún está considerado por Dios dentro de su plan salvador, y no lo podemos descartar como lo hacen muchos llamados cristianos.

El Remanente Judío y la Iglesia Tienen un Destino Común

El Israel antiguo (compuesto por los padres y todos los héroes de la fe) y la Iglesia de Cristo (compuesta por el remanente judío y los gentiles convertidos de todo el mundo) tienen un mismo destino y conforman el Israel de Dios. El remanente fiel de Israel en la época de Pablo consistía de hombres como los apóstoles y los 3,000 judíos de todo el mundo que creyeron en Yeshua en el día de Shavuot (Pentecostés). Aumentaron rápidamente a 5,000 y luego a decenas de miles (Hechos 21:20). No sólo fueron los primeros discípulos judíos de Yeshua los líderes del movimiento mesiánico, sino que fueron considerados parte del remanente fiel en Israel.
Los pactos que Dios ha hecho con Israel como nación escogida, ciertamente no aseguran la salvación y la vida eterna a todo individuo de la nación. Sólo aquellos escogidos por gracia (el remanente), que a través de la historia de Israel dieron la bienvenida al camino de salvación de Dios, la han obtenido. Desde la venida de Yeshua (Jesús) son los judíos cristianos o mesiánicos los que han obtenido la salvación de entre el pueblo escogido.

Recordemos que tanto gentiles como Judíos se convierten en verdaderos hijos de Abraham por la fe y la obediencia al Señor Jesús. Es la fe seguida de la obediencia que hace posible la salvación de los hombres, ya sean éstos Judíos o no Judíos (Romanos 1:17).
En Gálatas 3:16, 29 Pablo dice algo muy interesante que pocos se han detenido a meditar con oración. Estos pasajes dicen: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Tenemos que entender cabalmente estas palabras paulinas, pues nos dicen lo contrario de las afirmaciones del dispensacionalismo, el cual enseña dos promesas y dos esperanzas distintas para el pueblo de Dios. Aquí Pablo está diciendo que a Abraham y a su simiente (Cristo) les fueron hechas las promesas. Es decir, aquí tenemos representados a los dos periodos de la Biblia: El AT a través de Abraham, y el N.T a través de Cristo, la simiente.

También podemos ver en ellos representados al pueblo Hebreo fiel, y a la iglesia. Tanto Cristo (y su iglesia) y Abraham (y su descendencia según la carne) recibieron las mismas promesas. Acá no vemos que Dios declara dos promesas diferentes: una para el padre Abraham, y otra para su simiente, Jesucristo. Los que dicen que Dios dio dos promesas distintas a estas dos personas, están contradiciendo a Dios mismo, quien, a través de Pablo, también dijo: “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 4:4,5).

Lo real es que Pablo dice que los que son de Cristo son también linaje o descendencia de Abraham, y por tanto, herederos según la promesa. Es decir, los creyentes son linaje de Abraham y herederos de las mismas promesas hechas a Abraham (Gál. 3:16,29).

¿Cuáles promesas?

Ahora es necesario investigar cuál fue la promesa que Dios le hizo a Abraham, pues es también para todos los que son de la fe. Aquí debe empezar cualquier investigación sobre la herencia de los salvos. Pues empecemos en Génesis 12:1-3: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.

Aquí vemos que Dios llama a Abraham para mostrarle una tierra y luego le dice que se originará de él una gran nación y que él será de bendición para todas las naciones de la tierra. Más adelante veremos que esa bendición viene a través de su descendiente, el Señor Jesucristo. Pero lo importante es que Dios tiene la intención de mostrarle a Abraham una tierra, o una porción del planeta tierra.

Ahora vemos Génesis 13: 14,15: “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. 15 Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. En estos versículos bíblicos, Dios no sólo le muestra un territorio de la misma tierra (norte, sur, este y oeste---los 4 puntos cardinales), sino que le promete dársela a él y a su descendencia, para siempre. Sabemos por Pablo que la descendencia es Cristo mismo y su iglesia fiel)

En Génesis 15:18 leemos que también Dios le especifica a Abraham los linderos o fronteras de la tierra prometida para él y su simiente: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”. Todos sabemos que estas fronteras no están en la Patagonia Argentina, ni en Júpiter, sino en el Medio Oriente, en este mismo planeta tierra.

Así que las promesas de Dios a Abraham incluían la herencia de la tierra, la formación de una nación grande, y la bendición de todas las familias de la tierra.

Jamás encontraremos una promesa dada por Dios a Abraham o a los padres para partir al cielo para estar con Él y Su Hijo por siempre o por algún tiempo. Esa es una invención humana que tiene un origen Griego. Y recuerde nuevamente que esta promesa es para Abraham y su simiente—la cual es Cristo— y por supuesto, para todos los que creen en él o son de él (Gál.3:16,29). Así que “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gál. 3:7). Si usted es de la fe, entonces usted es un hijo o hija de Abraham, e igualmente un heredero con Cristo de la tierra prometida. ¿No está esto más claro que lo que enseñan los dispensacionalistas como Mr. Darby?

Jesús vino a confirmar las promesas hechas a los padres

Sin duda Jesús fue enviado por el Padre para predicar el evangelio del Reino (Lucas 4:43), lo cual involucraba la confirmación de las promesas hechas a los padres (Abraham, Isaac, Jacob). Esta verdad la reveló Pablo cuando escribió a los creyentes de Roma, lo siguiente: “Pues os digo, que Cristo vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, PARA CONFIRMAR LAS PROMESAS HECHAS A LOS PADRES, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia…” (Romanos 15:8,9). ¿Y por qué tendrían que glorificar los gentiles o la iglesia gentil a Dios por la confirmación que hizo Jesús de las promesas hechas a los padres? Porque la confirmación que hizo Cristo de las promesas originales hechas a los padres los beneficiaría a ellos también por la misericordia de Dios. Ellos, sin duda, serían parte y beneficiarios de las promesas prístinas de Dios hechas a los padres. ¡La iglesia gentil y los Judíos fieles de todas las épocas serían los favorecidos por las mismas promesas hechas a los padres para heredar la tierra y el reino futuros!

Esa promesa, repito, siempre involucra la herencia del mundo, tanto para el Hebreo Abraham, los otros padres, los profetas, y demás fieles del AT, como también para el Judío Cristo y su iglesia. El apóstol Pablo lo recalca muy claramente cuando les escribe a los creyentes de Roma, lo siguiente: Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la PROMESA de que sería HEREDERO DEL MUNDO, sino por la justicia de la fe” (Romanos 4:13). Así que el asunto es la herencia del mundo, y no se puede heredar algo sin poseerlo. Los fieles poseerán la tierra y habitarán para siempre en ella.

Los fieles aún no han recibido lo Prometido

Algunos creyentes creen que Dios ya cumplió todas sus promesas, incluyendo esta de la tierra. Sin embargo, en Hebreos 11:39 y 40 leemos: “Y todos éstos (los héroes de la fe del AT), aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; 40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, (¿por qué?) para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”. Es decir, los héroes no recibieron lo prometido para que ellos no fuesen perfeccionados aparte de los cristianos o mesiánicos de la Era presente de la gracia. Si ellos ya recibieron lo prometido, tanto la tierra y el reino, entonces ellos están reinando aparte de nosotros, y eso no es posible. ¡Jesús (la cabeza) reinará con todo su cuerpo, y no tan sólo con sus brazos, alegóricamente hablando!

Otro grupo de cristianos sostiene que Cristo ya estableció su reino en el siglo I, y que todas las promesas se cumplieron en aquel entonces. Pero nuevamente, si Cristo ya está reinando desde el Siglo I, entonces Él lo está haciendo con parte de sus fieles, no con todos, pues aún siguen entrando al “cuerpo” más fieles día a día hasta el día en que se acabe el tiempo de la gracia.

Los Mansos heredarán la Tierra

Jesús fue muy claro al decir que los mansos “heredarán la tierra” (Mateo 5:5) citando un pasaje del Salmo 37. Si los mansos heredarán la tierra, es obvio que los que hereden otra cosa no lo sean. Así por ejemplo, los que “heredan” el Gehenna (debajo de la tierra) no son mansos, sino soberbios e impíos. Si alguien dice que su herencia es algún otro lugar fuera de la tierra, éstos no pueden ser mansos, porque sólo los mansos heredarán la tierra. Darby parece decirnos que la iglesia, que según su teoría, tiene una “vocación celestial”, no es de Espíritu manso, sino todo lo contrario. ¡Cuán grave es su interpretación de la escatología! En Proverbios 10:30 leemos: “El justo no será removido jamás; Pero los impíos no habitarán la tierra”. Si esta declaración es cierta, lo cual no dudamos, lo que enseña Darby y su dispensacionalismo se viene abajo. Aquí se nos dice que los que no habitarán la tierra son los impíos. Me pregunto, ¿Es la iglesia, que tiene una supuesta “vocación celestial”, impía? Si ella está destinada a reinar con Cristo desde los cielos, entonces he de concluir que ella es impía, pues los impíos ¡NO HABITARÁN LA TIERRA!

“Para que dónde yo estoy ustedes también estéis”

Muchos creen que Jesús nos ofreció el cielo en diferentes oportunidades mientras cumplía su ministerio en la tierra. Por ejemplo, nos citan Juan 14:2,3 para decirnos que iremos al cielo para tomar nuestras moradas eternas con él en la “casa de su Padre”. Sin embargo, un análisis concienzudo de estos dos versículos nos convencerá de que Cristo jamás mencionó el cielo ni una sola vez en estos dos versículos. Es más, el dijo más bien: “Para que donde YO ESTOY ustedes también estén”. ¿Y dónde estaba Jesús cuando pronunció esa promesa de prepararnos una morada en la casa de su Padre?¿Acaso en el cielo? ¡Pues claro que no! El aún estaba en la tierra, ¡en la tierra prometida a los padres! Por tanto Jesús nos prometió estar con él en la misma tierra prometida a los padres, y no en el cielo. La casa del Padre bajará a la nueva tierra…y Dios estará con los hombres como su Dios (Apo. 21:1-4).

Hay ciertamente otros pasajes en que aparentemente Jesús está ofreciéndonos el cielo si somos de él. Todos esos pasajes ya fueron explicados en mi artículo titulado “¿Y qué hay de los textos que probarían que iremos al cielo?” y que lo podrán encontrar en mi sitio web, en el enlace “El Reino”.
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martes, 4 de noviembre de 2008

ISRAEL EN LA PROFECÍA BÍBLICA

POR ING°. MARIO A OLCESE (APOLOGISTA)

Durante mis estudios para obtener mi diploma en teología, me interesó mucho la historia del pueblo Hebreo, y las promesas que Dios le hizo como pueblo escogido o elegido. Vamos a continuación a estudiar la evolución de este pueblo desde su origen mismo, unos 2,000 años a.C.


Abraham, padre de los Hebreos


Esta nación empezó con el llamado que le hizo Dios a un hombre llamado "Abram". En el capítulo 12 de Génesis leeremos sobre la evangelización de Abram mientras se encontraba en su ciudad natal, Ur de Caldea. Dios le dijo a Abram lo siguiente: "Empero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. y haré de ti una nación, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición: Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra." (Génesis 12:1-3).


Es menester conocer bien este pueblo y cómo se va a relacionar con los demás pueblos, pues los que le maldijeren serán malditos, mas los que le bendijeren serán bendecidos. Por ello es importante saber qué promesas recibió de Dios para el futuro, pues recaerán también sobre las naciones no hebreas. Y aunque Abram era de Ur, una ciudad pagana, Dios lo convirtió en su instrumento y en el primer Hebreo. Esto, repito, ocurrió unos 2,000 años antes del nacimiento de Jesucristo. De este modo Dios demostró ser un Dios misionero, pues Él siempre está llamando gentes para su servicio. Abram fue cambiado con las "Buenas Nuevas de Dios". Aun su nombre le fue cambiado por el de Abraham. Dios siempre ha estado tratando con los pecadores en dos formas: Una a través de Jesús, quien vino a dar su sangre en rescate por muchos. La otra es a través de una nación que sirviera de luz y ejemplo en el andar en Dios. Esa nación pequeña e insignificante fue Israel. Y fue Abraham el primer padre de Israel.

Por mucho tiempo Abraham no tuvo hijos, lo cual era un problema para el cumplimiento de la promesa. Él y Sara, su esposa, eran ya ancianos, y parecía que la promesa de una descendencia jamás se haría realidad. Pero aunque Abraham tenía 100 años y Sara 90, Dios hizo fértil el vientre de Sara y pudo, por la misericordia de Dios, alumbrar a un hijo que lo llamaron Isaac. De modo que Isaac se convirtió en heredero de las promesas de Dios.

El Pacto de Dios con Abraham

En Génesis 12, Dios hace un pacto con Abraham (el "pacto Abrahámico"), y en el cual Dios le promete darle una tierra, la misma que precisamente ocupa Israel hoy. En ese tiempo Abraham estaba en Ur de Caldea (Iraq) y desde allá Dios lo llamó para venir a este "tierra prometida".

Isaac fue el heredero de las promesas, a pesar de que Abraham tuvo antes otro hijo con su esclava Agar. Este hijo con Agar se llamó Ismael, el cual vino a ser el padre de las naciones árabes. Dios les prometió también a esas naciones su bendición, la cual hoy en día ellas tienen. Estas naciones han sido bendecidas porque son provenientes del padre Abraham. No obstante, es a través de Isaac, y no de Ismael, que el mundo sería bendecido. Las promesas y el pacto correrían a través de Isaac, el hijo de Sara.

Obviamente Abraham tuvo mucha fe, pues le creyó a Dios sin dudar. En una ocasión Dios le pidió que sacrificara a su hijo para Él a fin de probar su fe. Abraham tuvo que ir al monte Moria para ofrecer a su hijo sobre una roca que allí había. Abraham pasó la prueba y el ángel de Jehová detuvo la mano de Abraham para que no hiriera a su hijo de muerte. Este es el mismo simbolismo de Dios mismo, quien sufriría igualmente al dar a su Hijo Jesucristo para salvar al mundo.

La Biblia nos dice que Isaac tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. Este último hijo, Jacob, por su fe y perseverancia, Dios le cambió su nombre por el de Israel y lo escogió para continuar con la promesa. Esaú, a pesar de ser el primogénito, fue rechazado por Dios debido a su poco amor por Él.

A su vez, Jacob tuvo doce hijos, los cuales vinieron a ser "Las doce tribus de Israel". Pero Dios escogió a la tribu de Judá para que trajera la simiente bendecida que Dios le prometió a Abraham. Esta sería una simiente de la cual vendría una gran nación. Pero Dios le había dicho a Abraham de que antes de entregarle la tierra (Canaán) al pueblo Judío, tendría antes que padecer 400 años de esclavitud. La primera esclavitud fue en Egipto y por 400 años. Luego de ese tiempo Dios sacó a su pueblo de la esclavitud para conducirlo a la tierra prometida. Moisés los sacó de Egipto de manera milagrosa. En ese período fueron dados los diez mandamientos.

Es interesante que Moisés fue enviado dos veces al pueblo hebreo que clamaba su liberación a Dios. En su primera aparición, Moisés no fue recibido por sus hermanos, pero sí en la segunda manifestación. Esto es un simbolismo de lo que ocurriría con Jesús, quien sería rechazado por su pueblo en la primera venida, mas no en la segunda.

Ahora, cuando el pueblo hebreo estuvo cruzando el desierto por 40 años, y estando a punto ya de ingresar a la tierra prometida, Dios le prohibió a Moisés ingresar a ella. Esto fue como castigo por haber desobedecido, cuando Él le mandó a hablarle a la roca, y no a golpearla. Así, después de prohibirle el ingreso a la tierra prometida, murió. Desde este momento en adelante es Josué quien se convierte en el líder del pueblo y el encargado de hacerlo entrar a Canaán.

Josué, cuyo nombre significa Salvador, conduce al pueblo por el río Jordán a la tierra prometida, después de conquistar la ciudad de Jericó. Hoy se están haciendo excavaciones arqueológicas en ese lugar donde estuvo Jericó, y se ha descubierto que es probablemente la ciudad más antigua en la tierra de Israel. Esta ciudad estaba fuertemente amurallada, pero milagrosamente estas murallas cayeron, salvando a su pueblo Israel. Dios destruyó a los habitantes de Jericó de la forma que sólo Él sabe hacerlo.

Después que Josué introdujo al pueblo de Israel a la tierra prometida se inicia el llamado período de los Jueces. Este duró unos 400 años. Las Escrituras nos dicen que Dios regularmente levantada jueces para el pueblo para liberarlos de sus opresores por algún tiempo. Dios inspiraba a los Jueces para que tomaran decisiones sabias y correctas.

Después, el pueblo empezó a desobedecer a Dios, hasta que se levantó una generación que ya no conocía a Jehová. Esa generación perversa empezó a practicar la idolatría y a desafiar a Dios.

Dice la Biblia que cuando Samuel está por morir, sus hijos no siguieron los pasos de su padre. Entonces, con Samuel se acaba el período de los Jueces.

Es en el tiempo de Samuel que el pueblo pide un rey como las demás naciones. Entonces Dios permitió que el pueblo eligiera su rey que les fuera agradable. y escogieron a Saúl. Dios permitió que Saúl fuera el primer rey de Israel. No obstante, Saúl resultó ser desobediente, ya que se resistió acatar las leyes de Dios, y murió en una batalla después de consultar con la pitonisa de endor.

El Pacto de Dios con David y su Reino

Después de Saúl, Dios mismo escoge a David para que fuese el sucesor de Saúl. Con David Dios hace un pacto. Dios escogió la tribu de Judá la cual se componía de muchas familias. Una de ellas era la familia de Isaí, de la cual desciende David. Dios hizo el llamado "Pacto Davídico". En ese pacto Dios le promete a David que siempre habría un descendiente listo para retomar su trono. Es decir, no para siempre le sería quitado el cetro a sus descendientes.


David era una persona singular. Él aparece mil años después de Abraham, y mil años antes de Cristo. Es interesante que cada dos mil años Dios ha hecho intervenciones poderosas en la tierra. Eso también ha sucedido cada mil años. David se dispuso a construirle un templo a Dios Pero no lo cumplió porque él era un hombre de guerra. Por intermedio del profeta Natán, Dios le dijo que él no podría hacerle un templo, pues había derramado mucha sangre, y el templo era un símbolo de paz y no de guerra. Lo que sí le reveló era que un hijo suyo lo edificaría. Aunque David se sintió triste por la noticia, se alegró de saber que un hijo suyo lo haría. Entonces David comenzó a acumular los materiales para la construcción del templo. El templo fue edificado en el año 960 a.C. Se calcula que David acumuló materiales para la construcción por un valor de tres mil millones de dólares.

En el tiempo de David, el pueblo prosperó, e Israel se hizo una potencia mundial y los límites de la tierra se establecieron. David conquistó la ciudad de Jerusalén, y la hizo su capital. Desde ese momento Jerusalén se convirtió en el corazón de Israel, y la sede de su reino.

El profeta Ezequiel dice que Israel es el ombligo de las naciones. Si se traza una línea hacia el norte, hacia el sur, hacia el oeste, o hacia el este; se encuentra que Israel está en el centro de la tierra. Y Jerusalén está en el centro del territorio de Israel, y allí llevó David el arca de Dios. David conquistó la ciudad de los jebuseos y estableció allí el lugar de adoración. Y más tarde allí sería edificado el templo de Dios.

Después de la muerte de David, Salomón, su hijo tomó su trono y se convirtió en el tercer rey de Israel. Dios le reveló que él sería el edificador del templo que quería hacer David, su padre. Este templo, que fue una de las maravillas del mundo, se terminó de construir en el año 960 a.C. Se hizo una celebración grandiosa en Jerusalén, que el templo fue lleno de la gloria de Dios. Las Escrituras dicen que los sacerdotes no podían ministrar porque era poderosa su gloria.

La Biblia dice que Salomón trajo mujeres de diferentes lugares en violación de la Palabra de Dios. esto ocasionó la división del pueblo de Israel, la cual se había unido tan bien. Salomón claramente violó leyes divinas. Él tomó muchas mujeres y cientos de concubinas.

Al morir Salomón, Roboam, su hijo, puso más presión. No escuchó el consejo de los ancianos, sino el consejo de los jóvenes. El pueblo se dividió en lo que se llama "el Reino del Sur" y "el Reino del norte". Diez tribus se apartaron y formaron el Reino del Norte, con Jeroboam como rey. Dos tribus: Judá y Benjamín, se apartaron y formaron "El Reino del Sur". El pueblo Israelita se dividió por culpa de su rey. Ahora Jeroboam estableció dos ídolos. uno en Dan, al norte de Israel, y otro ídolo en Betel, para que el pueblo del norte no volviera a servir y adorar a Jehová en Jerusalén. Y ello debido a que temía que su pueblo del Norte se uniera el pueblo del Sur liderado por Roboam. Y para evitarlo, hizo dos becerros de oro para que los adoraran.

Después de Jeroboam no hubo reyes buenos en el "Reino del Norte", pues se apartaron hacia el paganismo y la idolatría. Sólo en el "Reino del Sur" hubo algunos reyes buenos y fieles a Dios. Este período de la historia se llama el período del "Pre-exilio".

El "Reino de Sur" que tenía como capital Jerusalén, existió unos 100 años más que el "Reino del Norte", alrededor de 150 años. En el año 606 a.C Nabuconodosor, rey de Babilonia, atacó a Jerusalén por primera vez y se llevó prisionero un grupo de Judíos. Entre ellos se encontraban Daniel el profeta y un grupo de jóvenes. En el año 597 a.C Nabuconodosor hizo una segunda excursión y se llevó otro grupo de prisioneros del reino del Sur, el reino de Judá. Dentro de esos prisioneros estaba Ezequiel, el profeta. Nabuconodosor hizo una tercera invasión, llevándose al rey Judío Sedequías y matando a sus hijos. También destruyó el templo de Salomón y le prendió fuego a la ciudad, llevándose a los ciudadanos más prominentes, y dejando sólo a los más pobres. En Babilonia los Judíos servirían 70 años. En ese tiempo Daniel llega a ocupar una posición prominente en el reino Babilónico. También en ese año de 586 a.C terminó temporalmente el reino davídico hasta el día de hoy, y dio comienzo al "tiempo de los gentiles".

Pero el pacto de Dios con David es inviolable, ya que prometió que su reino no moriría y que se restauraría con un descendiente suyo---¡El Mesías elegido!

El Regreso de los Judíos de Babilonia

En el año 539 a.C el rey Persa, Ciro, conquista a Babilonia y permitió que los Judíos nuevamente regresaran a Jerusalén para reedificar la ciudad. En esa liberación, el pueblo de Israel sale en tres diferentes grupos. El primero sale el 536 a.C, después de 70 años de cautividad. Recordemos que Daniel fue llevado cautivo en el 606 a.C. Fueron sólo 50,000 personas las que quisieron regresar con Zorobabel, el líder del primer grupo. Este primer grupo reedifica el templo. Hageo y Zacarías fueron los profetas de ese tiempo.

En el año 516 a.C se completó el templo de Zorobabel, el cual es el segundo templo. El primero fue destruido por Nabuconodosor y el segundo fue reedificado por Zorobabel. En el 516 a.C el templo fue dedicado., setenta años después que el primero fuera destruido en 586 a.C.

El Tiempo de los Gentiles sobre Jerusalén

El Señor Jesucristo había profetizado que Jerusalén sería dominada nuevamente por los gentiles (no judíos), y que nuevamente destruirían el templo reconstruido, hasta que "Los tiempos de los gentiles" se cumplieran (Lucas 21:24). ¡Y así ocurrió! En el año 70 d.C el General Romano Tito puso sitio a la ciudad de Jerusalén. Después de 5 meses de una terrible hambre y destrucción, se dice que murieron 1 millón doscientos mil judíos en esta ciudad.

Recuerde que fue en el año 70 d.C que se cumplió lo dicho por Jesús en Lucas 21:24. Los romanos le cambiaron de nombre a Jerusalén y le pusieron Aelia Capitolina, y en ella se edificó un templo a Júpiter, en el lugar del templo. Y el tiempo fue pasando hasta el Siglo VII cuando ingresaron los árabes a conquistar a Jerusalén. En el año 691 d.C, los árabes construyeron la "Mezquita de Omar o la Cúpula de la Roca". Por casi 400 años esta hermosa tierra fue dominada por los árabes, hasta que llegaron "Los Cruzados" en 1099 d.C desde Europa, convirtiendo "La Cúpula de la Roca" en una iglesia cristiana. Los árabes volvieron a reconquistar Jerusalén la cual estaba en manos de "Los Cruzados". Luego vinieron los turcos y conquistaron la tierra en manos de los árabes en el año 15l7 d.C. En 1542 d.C, ellos edificaron los muros actuales de Jerusalén, y rigieron esta ciudad por espacio de 400 años.

Primeros Pasos Judíos para Reconquistar Jerusalén

La historia moderna del pueblo israelita se podría iniciar cuando se citó el primer Congreso Sionista en 1897 d.C. Este lo lideró un hombre llamado Teodoro Herlz, quien era hebreo y sintió el deseo de realizar dicho congreso. Para tal Congreso se reunieron 206 Judíos en Basilea, Suiza, para iniciar el "Movimiento Sionista", que motivó a los Judíos a regresar a su tierra.

Cuando se revisa la historia de los Judíos en "La Edad Media", se verá que ellos sufrieron bastante. En la época de Colón, miles de Judíos eran arrojados de España. De España los Judíos emigraron a muchas partes de Sur América, Turquía y muchos países. Así se cumplía lo dicho en Deuteronomio 28, en el sentido de que el Judío no tendría descanso y que sería odiado y perseguido. Recordemos el terrible holocausto Judío en la Segunda guerra Mundial, cuando seis millones de Judíos fueron asesinados en Europa. Este holocausto espantoso impulsó a millones de Judíos a buscar un lugar seguro donde vivir, una patria. Y, ¿dónde más sino en Palestina?

En la Primera Guerra Mundial, la victoria de los aliados es amenazada por falta de dinamita. Pero Weizmann, un científico y químico Judío inventa un substituto que permitió que los aliados reabastecieran sus municiones, continuar la batalla y obtener la victoria. En recompensa y en cumplimiento del deseo de Chaim Weizmann se aprueba la llamada "Declaración Balfour" para que al pueblo Judío se le diera de nuevo una patria en la región de Palestina. En ese entonces, a comienzo del siglo XX, Palestina estaba bajo control Inglés, ya que el general Inglés, Allenby se la arrebató a los Turcos en 1917 d.C. Pero cuando los aliados ingleses iban a entregarle al territorio de Palestina a los Judíos, los árabes intervinieron y protestaron; razón por la cual, sólo pudieron recibir la 1/4 parte, en tanto que los árabes obtuvieron las 3/4 partes del territorio.

En la Segunda Guerra Mundial ocurrió algo parecido a la Primera. Nuevamente los aliados estaban luchando con un enemigo muy numeroso. Alemania, Japón e Italia estaban afectando gravemente a las naciones aliadas. Durante esta Guerra, Albert Einstein hizo un tremendo descubrimiento. Él descubrió el secreto del átomo. Esto llevó a la invención de la bomba atómica. Cuando Estados Unidos arrojó dos de ellas en el Japón, terminó la Segunda Guerra Mundial con la rendición de los Japoneses.

En 1947 d.C., las Naciones unidas concedieron darle a Israel su tierra para que este pueblo volviera a ser un país soberano y libre. David Ben Gurión llegó a ser el primer Presidente del nuevo país, el cual fue declarado por las Naciones unidas como soberano el 14 de Mayo de 1948 d.C. La bandera israelí volvió a flotar sobre "El Monte de Sión", sobre "El Monte de los Olivos".

Las Guerras del Nuevo Estado de Israel

Pero los enemigos de Israel estaban furiosos. Al día siguiente un grupo de países árabes le declaran la guerra a Israel, pero el pueblo elegido vence. Pero esta no sería la única guerra que tendría que enfrentar Israel. En 1956, el Presidente Nasser de Egipto, dijo que iba a destruir el estado Judío. Cerró el Canal de Suez para estrangular económicamente al país, pero de una manera maravillosa, Israel vuelve a ganar la guerra. En el año de 1967 d.C, hubo otra guerra que se la llamó "La Guerra de los Seis Días". esta fue una guerra que pasmó al mundo. Hasta ahora los analistas políticos no entienden cómo pudo ganar Israel a naciones árabes poderosas. Un país que para ese entonces tenía 4 millones de habitantes, vence a naciones, que en su conjunto tenían 120 millones de habitantes. En sólo seis días la nación de Israel se movió y toda la aviación de Egipto, de Jordania y de Siria fue destruida en los aeropuertos. De modo increíble, Israel ganó cuatro veces el terreno que tenía, y Jerusalén volvió a estar a manos de los Judíos en el 1967 d.C. Por tanto, con la reconquista de Jerusalén por los Judíos, la profecía de Cristo se cumplió cabalmente.

"Los tiempos de los gentiles" se cumplió en 1967 d.C., después de casi dos milenios de dominio no Judío sobre la ciudad amada.

Otra guerra de los judíos con sus vecinos fue la llamada "La guerra del Yom Kipour", que es el día de la expiación, el día más sagrado del pueblo Judío. Mientras los Judíos estaban ayunando, las naciones árabes le declararon la guerra. Egipto vino del sur, y Siria del norte. Miles de tanques invadieron a Israel. De una manera asombrosa los tanques egipcios conquistaron parte del territorio, pero en un momento se detuvieron. También los tanques sirios se detuvieron en las alturas del Golán en el norte. Ese paréntesis en el ataque enemigo hizo que los judíos contraatacaran y ganaran la guerra en 1973 d.C.

La Última Gran Tribulación Hebrea

Por el momento Israel no ha temido ninguna otra guerra más, aunque la Biblia profetiza que habrá una más poderosa, la cual involucrará a potencias mundiales, tales como Rusia, China, y naciones Europeas. Para ese entonces, la intervención personal y definitiva del Mesías glorioso destruirá a todos sus enemigos (Isaías 14:25; Ezequiel 38:1-23; Zacarías 14:2-17; Apocalipsis 17:12-14). Luego el Mesías Jesús inaugurará el reino davídico que fue suspendido en 586 a.C cuando fue depuesto el último rey Judío Sedequías. (Para mayor información sobre el Reino de Dios, solicite gratis nuestro artículo "Las Buenas Noticias de Jesucristo").

Para Mayor Información sobre este Tema,

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ISRAEL EN LA PROFECÍA BÍBLICA



POR ING°. MARIO A OLCESE (APOLOGISTA)

Durante mis estudios para obtener mi diploma en teología, me interesó mucho la historia del pueblo Hebreo, y las promesas que Dios le hizo como pueblo escogido o elegido. Vamos a continuación a estudiar la evolución de este pueblo desde su origen mismo, unos 2,000 años a.C.


Abraham, padre de los Hebreos


Esta nación empezó con el llamado que le hizo Dios a un hombre llamado "Abram". En el capítulo 12 de Génesis leeremos sobre la evangelización de Abram mientras se encontraba en su ciudad natal, Ur de Caldea. Dios le dijo a Abram lo siguiente: "Empero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. y haré de ti una nación, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición: Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra." (Génesis 12:1-3).


Es menester conocer bien este pueblo y cómo se va a relacionar con los demás pueblos, pues los que le maldijeren serán malditos, mas los que le bendijeren serán bendecidos. Por ello es importante saber qué promesas recibió de Dios para el futuro, pues recaerán también sobre las naciones no hebreas. Y aunque Abram era de Ur, una ciudad pagana, Dios lo convirtió en su instrumento y en el primer Hebreo. Esto, repito, ocurrió unos 2,000 años antes del nacimiento de Jesucristo. De este modo Dios demostró ser un Dios misionero, pues Él siempre está llamando gentes para su servicio. Abram fue cambiado con las "Buenas Nuevas de Dios". Aun su nombre le fue cambiado por el de Abraham. Dios siempre ha estado tratando con los pecadores en dos formas: Una a través de Jesús, quien vino a dar su sangre en rescate por muchos. La otra es a través de una nación que sirviera de luz y ejemplo en el andar en Dios. Esa nación pequeña e insignificante fue Israel. Y fue Abraham el primer padre de Israel.

Por mucho tiempo Abraham no tuvo hijos, lo cual era un problema para el cumplimiento de la promesa. Él y Sara, su esposa, eran ya ancianos, y parecía que la promesa de una descendencia jamás se haría realidad. Pero aunque Abraham tenía 100 años y Sara 90, Dios hizo fértil el vientre de Sara y pudo, por la misericordia de Dios, alumbrar a un hijo que lo llamaron Isaac. De modo que Isaac se convirtió en heredero de las promesas de Dios.

El Pacto de Dios con Abraham

En Génesis 12, Dios hace un pacto con Abraham (el "pacto Abrahámico"), y en el cual Dios le promete darle una tierra, la misma que precisamente ocupa Israel hoy. En ese tiempo Abraham estaba en Ur de Caldea (Iraq) y desde allá Dios lo llamó para venir a este "tierra prometida".

Isaac fue el heredero de las promesas, a pesar de que Abraham tuvo antes otro hijo con su esclava Agar. Este hijo con Agar se llamó Ismael, el cual vino a ser el padre de las naciones árabes. Dios les prometió también a esas naciones su bendición, la cual hoy en día ellas tienen. Estas naciones han sido bendecidas porque son provenientes del padre Abraham. No obstante, es a través de Isaac, y no de Ismael, que el mundo sería bendecido. Las promesas y el pacto correrían a través de Isaac, el hijo de Sara.

Obviamente Abraham tuvo mucha fe, pues le creyó a Dios sin dudar. En una ocasión Dios le pidió que sacrificara a su hijo para Él a fin de probar su fe. Abraham tuvo que ir al monte Moria para ofrecer a su hijo sobre una roca que allí había. Abraham pasó la prueba y el ángel de Jehová detuvo la mano de Abraham para que no hiriera a su hijo de muerte. Este es el mismo simbolismo de Dios mismo, quien sufriría igualmente al dar a su Hijo Jesucristo para salvar al mundo.

La Biblia nos dice que Isaac tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. Este último hijo, Jacob, por su fe y perseverancia, Dios le cambió su nombre por el de Israel y lo escogió para continuar con la promesa. Esaú, a pesar de ser el primogénito, fue rechazado por Dios debido a su poco amor por Él.

A su vez, Jacob tuvo doce hijos, los cuales vinieron a ser "Las doce tribus de Israel". Pero Dios escogió a la tribu de Judá para que trajera la simiente bendecida que Dios le prometió a Abraham. Esta sería una simiente de la cual vendría una gran nación. Pero Dios le había dicho a Abraham de que antes de entregarle la tierra (Canaán) al pueblo Judío, tendría antes que padecer 400 años de esclavitud. La primera esclavitud fue en Egipto y por 400 años. Luego de ese tiempo Dios sacó a su pueblo de la esclavitud para conducirlo a la tierra prometida. Moisés los sacó de Egipto de manera milagrosa. En ese período fueron dados los diez mandamientos.

Es interesante que Moisés fue enviado dos veces al pueblo hebreo que clamaba su liberación a Dios. En su primera aparición, Moisés no fue recibido por sus hermanos, pero sí en la segunda manifestación. Esto es un simbolismo de lo que ocurriría con Jesús, quien sería rechazado por su pueblo en la primera venida, mas no en la segunda.

Ahora, cuando el pueblo hebreo estuvo cruzando el desierto por 40 años, y estando a punto ya de ingresar a la tierra prometida, Dios le prohibió a Moisés ingresar a ella. Esto fue como castigo por haber desobedecido, cuando Él le mandó a hablarle a la roca, y no a golpearla. Así, después de prohibirle el ingreso a la tierra prometida, murió. Desde este momento en adelante es Josué quien se convierte en el líder del pueblo y el encargado de hacerlo entrar a Canaán.

Josué, cuyo nombre significa Salvador, conduce al pueblo por el río Jordán a la tierra prometida, después de conquistar la ciudad de Jericó. Hoy se están haciendo excavaciones arqueológicas en ese lugar donde estuvo Jericó, y se ha descubierto que es probablemente la ciudad más antigua en la tierra de Israel. Esta ciudad estaba fuertemente amurallada, pero milagrosamente estas murallas cayeron, salvando a su pueblo Israel. Dios destruyó a los habitantes de Jericó de la forma que sólo Él sabe hacerlo.

Después que Josué introdujo al pueblo de Israel a la tierra prometida se inicia el llamado período de los Jueces. Este duró unos 400 años. Las Escrituras nos dicen que Dios regularmente levantada jueces para el pueblo para liberarlos de sus opresores por algún tiempo. Dios inspiraba a los Jueces para que tomaran decisiones sabias y correctas.

Después, el pueblo empezó a desobedecer a Dios, hasta que se levantó una generación que ya no conocía a Jehová. Esa generación perversa empezó a practicar la idolatría y a desafiar a Dios.

Dice la Biblia que cuando Samuel está por morir, sus hijos no siguieron los pasos de su padre. Entonces, con Samuel se acaba el período de los Jueces.

Es en el tiempo de Samuel que el pueblo pide un rey como las demás naciones. Entonces Dios permitió que el pueblo eligiera su rey que les fuera agradable. y escogieron a Saúl. Dios permitió que Saúl fuera el primer rey de Israel. No obstante, Saúl resultó ser desobediente, ya que se resistió acatar las leyes de Dios, y murió en una batalla después de consultar con la pitonisa de endor.

El Pacto de Dios con David y su Reino

Después de Saúl, Dios mismo escoge a David para que fuese el sucesor de Saúl. Con David Dios hace un pacto. Dios escogió la tribu de Judá la cual se componía de muchas familias. Una de ellas era la familia de Isaí, de la cual desciende David. Dios hizo el llamado "Pacto Davídico". En ese pacto Dios le promete a David que siempre habría un descendiente listo para retomar su trono. Es decir, no para siempre le sería quitado el cetro a sus descendientes.


David era una persona singular. Él aparece mil años después de Abraham, y mil años antes de Cristo. Es interesante que cada dos mil años Dios ha hecho intervenciones poderosas en la tierra. Eso también ha sucedido cada mil años. David se dispuso a construirle un templo a Dios Pero no lo cumplió porque él era un hombre de guerra. Por intermedio del profeta Natán, Dios le dijo que él no podría hacerle un templo, pues había derramado mucha sangre, y el templo era un símbolo de paz y no de guerra. Lo que sí le reveló era que un hijo suyo lo edificaría. Aunque David se sintió triste por la noticia, se alegró de saber que un hijo suyo lo haría. Entonces David comenzó a acumular los materiales para la construcción del templo. El templo fue edificado en el año 960 a.C. Se calcula que David acumuló materiales para la construcción por un valor de tres mil millones de dólares.

En el tiempo de David, el pueblo prosperó, e Israel se hizo una potencia mundial y los límites de la tierra se establecieron. David conquistó la ciudad de Jerusalén, y la hizo su capital. Desde ese momento Jerusalén se convirtió en el corazón de Israel, y la sede de su reino.

El profeta Ezequiel dice que Israel es el ombligo de las naciones. Si se traza una línea hacia el norte, hacia el sur, hacia el oeste, o hacia el este; se encuentra que Israel está en el centro de la tierra. Y Jerusalén está en el centro del territorio de Israel, y allí llevó David el arca de Dios. David conquistó la ciudad de los jebuseos y estableció allí el lugar de adoración. Y más tarde allí sería edificado el templo de Dios.

Después de la muerte de David, Salomón, su hijo tomó su trono y se convirtió en el tercer rey de Israel. Dios le reveló que él sería el edificador del templo que quería hacer David, su padre. Este templo, que fue una de las maravillas del mundo, se terminó de construir en el año 960 a.C. Se hizo una celebración grandiosa en Jerusalén, que el templo fue lleno de la gloria de Dios. Las Escrituras dicen que los sacerdotes no podían ministrar porque era poderosa su gloria.

La Biblia dice que Salomón trajo mujeres de diferentes lugares en violación de la Palabra de Dios. esto ocasionó la división del pueblo de Israel, la cual se había unido tan bien. Salomón claramente violó leyes divinas. Él tomó muchas mujeres y cientos de concubinas.

Al morir Salomón, Roboam, su hijo, puso más presión. No escuchó el consejo de los ancianos, sino el consejo de los jóvenes. El pueblo se dividió en lo que se llama "el Reino del Sur" y "el Reino del norte". Diez tribus se apartaron y formaron el Reino del Norte, con Jeroboam como rey. Dos tribus: Judá y Benjamín, se apartaron y formaron "El Reino del Sur". El pueblo Israelita se dividió por culpa de su rey. Ahora Jeroboam estableció dos ídolos. uno en Dan, al norte de Israel, y otro ídolo en Betel, para que el pueblo del norte no volviera a servir y adorar a Jehová en Jerusalén. Y ello debido a que temía que su pueblo del Norte se uniera el pueblo del Sur liderado por Roboam. Y para evitarlo, hizo dos becerros de oro para que los adoraran.

Después de Jeroboam no hubo reyes buenos en el "Reino del Norte", pues se apartaron hacia el paganismo y la idolatría. Sólo en el "Reino del Sur" hubo algunos reyes buenos y fieles a Dios. Este período de la historia se llama el período del "Pre-exilio".

El "Reino de Sur" que tenía como capital Jerusalén, existió unos 100 años más que el "Reino del Norte", alrededor de 150 años. En el año 606 a.C Nabuconodosor, rey de Babilonia, atacó a Jerusalén por primera vez y se llevó prisionero un grupo de Judíos. Entre ellos se encontraban Daniel el profeta y un grupo de jóvenes. En el año 597 a.C Nabuconodosor hizo una segunda excursión y se llevó otro grupo de prisioneros del reino del Sur, el reino de Judá. Dentro de esos prisioneros estaba Ezequiel, el profeta. Nabuconodosor hizo una tercera invasión, llevándose al rey Judío Sedequías y matando a sus hijos. También destruyó el templo de Salomón y le prendió fuego a la ciudad, llevándose a los ciudadanos más prominentes, y dejando sólo a los más pobres. En Babilonia los Judíos servirían 70 años. En ese tiempo Daniel llega a ocupar una posición prominente en el reino Babilónico. También en ese año de 586 a.C terminó temporalmente el reino davídico hasta el día de hoy, y dio comienzo al "tiempo de los gentiles".

Pero el pacto de Dios con David es inviolable, ya que prometió que su reino no moriría y que se restauraría con un descendiente suyo---¡El Mesías elegido!

El Regreso de los Judíos de Babilonia

En el año 539 a.C el rey Persa, Ciro, conquista a Babilonia y permitió que los Judíos nuevamente regresaran a Jerusalén para reedificar la ciudad. En esa liberación, el pueblo de Israel sale en tres diferentes grupos. El primero sale el 536 a.C, después de 70 años de cautividad. Recordemos que Daniel fue llevado cautivo en el 606 a.C. Fueron sólo 50,000 personas las que quisieron regresar con Zorobabel, el líder del primer grupo. Este primer grupo reedifica el templo. Hageo y Zacarías fueron los profetas de ese tiempo.

En el año 516 a.C se completó el templo de Zorobabel, el cual es el segundo templo. El primero fue destruido por Nabuconodosor y el segundo fue reedificado por Zorobabel. En el 516 a.C el templo fue dedicado., setenta años después que el primero fuera destruido en 586 a.C.

El Tiempo de los Gentiles sobre Jerusalén

El Señor Jesucristo había profetizado que Jerusalén sería dominada nuevamente por los gentiles (no judíos), y que nuevamente destruirían el templo reconstruido, hasta que "Los tiempos de los gentiles" se cumplieran (Lucas 21:24). ¡Y así ocurrió! En el año 70 d.C el General Romano Tito puso sitio a la ciudad de Jerusalén. Después de 5 meses de una terrible hambre y destrucción, se dice que murieron 1 millón doscientos mil judíos en esta ciudad.

Recuerde que fue en el año 70 d.C que se cumplió lo dicho por Jesús en Lucas 21:24. Los romanos le cambiaron de nombre a Jerusalén y le pusieron Aelia Capitolina, y en ella se edificó un templo a Júpiter, en el lugar del templo. Y el tiempo fue pasando hasta el Siglo VII cuando ingresaron los árabes a conquistar a Jerusalén. En el año 691 d.C, los árabes construyeron la "Mezquita de Omar o la Cúpula de la Roca". Por casi 400 años esta hermosa tierra fue dominada por los árabes, hasta que llegaron "Los Cruzados" en 1099 d.C desde Europa, convirtiendo "La Cúpula de la Roca" en una iglesia cristiana. Los árabes volvieron a reconquistar Jerusalén la cual estaba en manos de "Los Cruzados". Luego vinieron los turcos y conquistaron la tierra en manos de los árabes en el año 15l7 d.C. En 1542 d.C, ellos edificaron los muros actuales de Jerusalén, y rigieron esta ciudad por espacio de 400 años.

Primeros Pasos Judíos para Reconquistar Jerusalén

La historia moderna del pueblo israelita se podría iniciar cuando se citó el primer Congreso Sionista en 1897 d.C. Este lo lideró un hombre llamado Teodoro Herlz, quien era hebreo y sintió el deseo de realizar dicho congreso. Para tal Congreso se reunieron 206 Judíos en Basilea, Suiza, para iniciar el "Movimiento Sionista", que motivó a los Judíos a regresar a su tierra.

Cuando se revisa la historia de los Judíos en "La Edad Media", se verá que ellos sufrieron bastante. En la época de Colón, miles de Judíos eran arrojados de España. De España los Judíos emigraron a muchas partes de Sur América, Turquía y muchos países. Así se cumplía lo dicho en Deuteronomio 28, en el sentido de que el Judío no tendría descanso y que sería odiado y perseguido. Recordemos el terrible holocausto Judío en la Segunda guerra Mundial, cuando seis millones de Judíos fueron asesinados en Europa. Este holocausto espantoso impulsó a millones de Judíos a buscar un lugar seguro donde vivir, una patria. Y, ¿dónde más sino en Palestina?

En la Primera Guerra Mundial, la victoria de los aliados es amenazada por falta de dinamita. Pero Weizmann, un científico y químico Judío inventa un substituto que permitió que los aliados reabastecieran sus municiones, continuar la batalla y obtener la victoria. En recompensa y en cumplimiento del deseo de Chaim Weizmann se aprueba la llamada "Declaración Balfour" para que al pueblo Judío se le diera de nuevo una patria en la región de Palestina. En ese entonces, a comienzo del siglo XX, Palestina estaba bajo control Inglés, ya que el general Inglés, Allenby se la arrebató a los Turcos en 1917 d.C. Pero cuando los aliados ingleses iban a entregarle al territorio de Palestina a los Judíos, los árabes intervinieron y protestaron; razón por la cual, sólo pudieron recibir la 1/4 parte, en tanto que los árabes obtuvieron las 3/4 partes del territorio.

En la Segunda Guerra Mundial ocurrió algo parecido a la Primera. Nuevamente los aliados estaban luchando con un enemigo muy numeroso. Alemania, Japón e Italia estaban afectando gravemente a las naciones aliadas. Durante esta Guerra, Albert Einstein hizo un tremendo descubrimiento. Él descubrió el secreto del átomo. Esto llevó a la invención de la bomba atómica. Cuando Estados Unidos arrojó dos de ellas en el Japón, terminó la Segunda Guerra Mundial con la rendición de los Japoneses.

En 1947 d.C., las Naciones unidas concedieron darle a Israel su tierra para que este pueblo volviera a ser un país soberano y libre. David Ben Gurión llegó a ser el primer Presidente del nuevo país, el cual fue declarado por las Naciones unidas como soberano el 14 de Mayo de 1948 d.C. La bandera israelí volvió a flotar sobre "El Monte de Sión", sobre "El Monte de los Olivos".

Las Guerras del Nuevo Estado de Israel

Pero los enemigos de Israel estaban furiosos. Al día siguiente un grupo de países árabes le declaran la guerra a Israel, pero el pueblo elegido vence. Pero esta no sería la única guerra que tendría que enfrentar Israel. En 1956, el Presidente Nasser de Egipto, dijo que iba a destruir el estado Judío. Cerró el Canal de Suez para estrangular económicamente al país, pero de una manera maravillosa, Israel vuelve a ganar la guerra. En el año de 1967 d.C, hubo otra guerra que se la llamó "La Guerra de los Seis Días". esta fue una guerra que pasmó al mundo. Hasta ahora los analistas políticos no entienden cómo pudo ganar Israel a naciones árabes poderosas. Un país que para ese entonces tenía 4 millones de habitantes, vence a naciones, que en su conjunto tenían 120 millones de habitantes. En sólo seis días la nación de Israel se movió y toda la aviación de Egipto, de Jordania y de Siria fue destruida en los aeropuertos. De modo increíble, Israel ganó cuatro veces el terreno que tenía, y Jerusalén volvió a estar a manos de los Judíos en el 1967 d.C. Por tanto, con la reconquista de Jerusalén por los Judíos, la profecía de Cristo se cumplió cabalmente.

"Los tiempos de los gentiles" se cumplió en 1967 d.C., después de casi dos milenios de dominio no Judío sobre la ciudad amada.

Otra guerra de los judíos con sus vecinos fue la llamada "La guerra del Yom Kipour", que es el día de la expiación, el día más sagrado del pueblo Judío. Mientras los Judíos estaban ayunando, las naciones árabes le declararon la guerra. Egipto vino del sur, y Siria del norte. Miles de tanques invadieron a Israel. De una manera asombrosa los tanques egipcios conquistaron parte del territorio, pero en un momento se detuvieron. También los tanques sirios se detuvieron en las alturas del Golán en el norte. Ese paréntesis en el ataque enemigo hizo que los judíos contraatacaran y ganaran la guerra en 1973 d.C.

La Última Gran Tribulación Hebrea

Por el momento Israel no ha temido ninguna otra guerra más, aunque la Biblia profetiza que habrá una más poderosa, la cual involucrará a potencias mundiales, tales como Rusia, China, y naciones Europeas. Para ese entonces, la intervención personal y definitiva del Mesías glorioso destruirá a todos sus enemigos (Isaías 14:25; Ezequiel 38:1-23; Zacarías 14:2-17; Apocalipsis 17:12-14). Luego el Mesías Jesús inaugurará el reino davídico que fue suspendido en 586 a.C cuando fue depuesto el último rey Judío Sedequías. (Para mayor información sobre el Reino de Dios, solicite gratis nuestro artículo "Las Buenas Noticias de Jesucristo").

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ING°. MARIO A OLCESE

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