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viernes, 3 de diciembre de 2010

¡LA SALVACIÓN NO LA PODEMOS PERDER PORQUE SENCILLAMENTE AÚN NO LA TENEMOS!

Por Ingº Mario A OlcColor del textoese (Apologista)

Mucho se discute hoy en los círculos cristianos si la salvación la podemos perder por algún pecado o error cometido en nuestro andar cristiano. Hay quienes dicen que “una vez salvos, siempre salvos”, como queriéndonos decir que una vez obtenida la salvación, nada ni nadie nos la podrá arrebatar. ¿Pero cuál es la verdad de la salvación? ¿Es acaso un don o regalo inmerecido que ya hemos obtenido en el mismo momento de nuestra conversión a Cristo, es decir, en el preciso instante en que hemos “recibido a Cristo en nuestros corazones”?

En primer término, todos los creyentes deben estar en condiciones de poder explicar con precisión lo que es la salvación. Por ejemplo, para muchos creyentes la salvación es poder recibir el perdón de todos sus delitos y pecados cometidos en el pasado, aceptando, por la fe, la expiación de Jesucristo a favor de ellos en la cruz. De este modo, creen ellos, que se restauraría su relación con Dios como Padre para llegar a ser un heredero seguro de la gloria y la vida eterna en el cielo. ¿Pero es del todo cierto esta idea?

La Salvación tiene que ver con el mensaje del Reino de Dios

Si uno se detiene con cuidado a escudriñar las Escrituras, encontrará que la salvación gira siempre alrededor de algo que la Biblia llama “el Reino de Dios”. En Hechos 28:23-31, leemos lo siguiente sobre el ministerio de Pablo:

“Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían. Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis; Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyeron pesadamente, Y sus ojos han cerrado, Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane. Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí. Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento”.

Tomen nota que aquí el apóstol Pablo les predicaba y anunciaba a los Judíos el reino de Dios, pero muchos de ellos se resistían a creer, razón por la cual Pablo se vuelve a los gentiles para darles este mismo mensaje del reino que él mismo llama “esta salvación de Dios”. Sí, mis amigos, Pablo consideró el mensaje del reino de Dios como “la salvación de Dios” para los que creen. De modo que si hablamos de salvación, no podemos omitir el mensaje central del reino, que es precisamente el evangelio salvador (Marcos 1:1,14,15; Lucas 4:43; Romanos 1:16). Pero muchos que se llaman hoy “cristianos” creen que la salvación es cualquier cosa menos el reino de Dios. Este es un grave error que me veo forzado a corregir con el auxilio de la Palabra de Dios.

El Joven rico y Jesucristo

Otro suceso registrado en las Escrituras que nos relaciona la salvación con el Reino de Dios está en la entrevista entre el joven rico y Jesucristo. Veamos lo que dice el el “evangelio” de Mateo 19:16-25:

“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?”

Aquí, en este encuentro entre el joven rico y Jesús, vemos que el reino de Dios está íntimamente relacionado con la salvación y viceversa. Observen las locuciones en negritas. El joven rico difícilmente entraría al reino porque más importancia tenía para él sus riquezas que la vida eterna que quería ganar. Esto provocó la pregunta oportuna de los discípulos: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”. Es decir, en la mente de los primeros cristianos, entrar en el reino de Dios equivalía a la misma salvación.

Es imposible, por tanto, pretender conducir a alguno a la salvación sin antes aleccionarle al potencial converso sobre todo lo relacionado con el reino de Dios. Desconocer el reino de Dios es desconocer la salvación misma; es, en buena cuenta, ignorar todo el plan de salvación de Dios para el género humano.

Lo indiscutible de la misión de Cristo es que él se la pasó durante todo su ministerio predicando y enseñando el evangelio del reino de Dios y llamando a la gente a creerlo (Mr.1:14), a pedirlo (Mat.6:10), a buscarlo (Mateo 6:33), y hasta anunciarlo (Lc. 9:6) por todo el mundo (Mateo 24:14).

Siguiendo las pisadas de Cristo

El cristiano está llamado a seguir las mismas pisadas de Jesucristo, ya que Pedro dijo: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus PISADAS” (1 Pedro 2:21). Sin duda estas “pisadas” incluyen la predicación del mismo mensaje que él predicó a sus paisanos, es decir, el evangelio acerca del reino de Dios. Sin embargo, es muy sorprendente que los más de los predicadores que aparecen en las tarimas evangélicas, poco o nada hablan sobre el reino de Dios, y cuando lo hacen, lo explican de una forma tan tergiversada, que si Cristo estuviera entre nosotros, simplemente los reprendería con ira.

La profecía de Isaías 52:7

Es interesante leer Isaías 52:7, donde dice: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina! Aquí hay una proclama de buenas nuevas de la paz, que se relaciona con la salvación, con Sión, y con el reinado de Dios.

Comentario bíblico del Antiguo Testamento de Keil y Delitzsch de Isaías 52:7-10 es como sigue:

Se regocija en la salvación que se está llevando a cabo. El profeta ve en el espíritu, cómo la noticia de la redención, por la caída de Babilonia, que es equivalente a la dimisión de los prisioneros, da el golpe de gracia, son llevados a las montañas de Judá a Jerusalén. “¡Qué hermoso son sobre los montes los pies de los que traen buenas nuevas, que anuncia la paz, que traen buenas nuevas del bien, que pregona la salvación, que dice a Sión: Tu Dios reina!”

Las palabras son dirigidas a Jerusalén, por consiguiente, las montañas son las de la Tierra Santa, y especialmente los del norte de Jerusalén. Mebhassēr es colectivo (como en el pasaje principal, Nahum 2:1; cf, Isaías 41:27; Salmo 68:12), “el que trae la buena nueva a Jerusalén.” La exclamación “qué hermoso” no se refiere al encantador sonido de sus pasos, sino a la apariencia encantadora presentada por sus pies, que brotan de las montañas con toda la rapidez de las gacelas (Sol 2:17; Sol 8:14). Sus pies se ven como si tuvieran alas, porque son los mensajeros de buenas nuevas de alegría.

Las gozosas noticias que se dejan indefinidamente en mebhassēr, son después más concretamente descritas como una proclamación de paz, salvación, bien, y también contiene el anuncio de “tu Dios reina”, es decir, se ha levantado a un dominio real justo, o se ha apoderado del gobierno (מלך en un sentido histórico incoativos, como en los salmos teocráticos que comienzan con la misma consigna, o como ἐβασιλευσε en Apocalipsis 19:6, cf., Apocalipsis 11:17). Hasta ese momento, cuando su pueblo se encontraban en cautiverio, él parecía haber perdido su dominio (Isaías 63:19), pero ahora ha ascendido al trono como un Redentor con mayor gloria que nunca antes (Isaías 24:23).

El evangelio de los mensajeros veloces, por lo tanto, es el evangelio del reino de Dios que está a la mano, y la aplicación con la que el apóstol hace de este pasaje de Isaías en Romanos 10:15, se justifica por el hecho de que el profeta vio la redención final y universal, como si estuviera en combinación con el cierre de la cautividad.

Así que aquí tenemos un ejemplo de un anuncio del evangelio o buenas noticias del reino de Dios, el cual no sólo anuncia la liberación, el bien y la paz, sino la salvación de los que son su pueblo. Definitivamente anunciar el reino de Dios es anunciar la salvación de Dios.

En el Salmo 85:4,9, hablando de la restauración de Israel, y por ende, del reino, el salmista dice: “Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, Y haz cesar tu ira de sobre nosotros. Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen, Para que habite la gloria en nuestra tierra”.

La salvación viene de los Judíos

En Juan 4:22, Jesús dice: “…la salvación viene de los Judíos Εκ των Ιουδαιων εστιν”. Con esto él no sólo afirmaba que de los Judíos nacería el salvador de los hombres, sino también el Mesías de Israel que restauraría y reinaría en el reino de David (Hechos 1:3,6,7). Por eso para Pablo, la predicación del reino mesiánico era equivalente a la salvación de Dios (ver Hechos 28:28-31).

Pablo, el Reino, y los Judíos

En Hechos 13:26-33 Pablo predica sobre esta salvación vinculada con el reinado del Mesías, así: “Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación. Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle. Y sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matase. Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro. Mas Dios le levantó de los muertos. Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy”.

En estos versos Pablo aparece predicando la palabra de “esta salvación” a sus paisanos, la cual él equipara con el anuncio de “aquella promesa hecha a los padres”, la cual se cumplió en la resurrección de Cristo, al ser “engendrado como Hijo de Dios”, el Señor y Cristo, el heredero del trono del reino de David. Es decir, la victoriosa resurrección de Cristo sería su exaltación hasta lo Sumo para ser el rey del reino de Dios, y siendo sentado a la diestra del Padre, espera volver y restaurar el reino a Israel (Hechos 2:29—36).

Así que estamos viendo que el asunto de nuestra la salvación está estrechamente relacionado con nuestra participación en el reino del Mesías, el engendrado Hijo de Dios que a su debido momento tomará el trono de David en Jerusalén y procederá a restaurar todas las cosas (Hechos 3:19-21). El que no logre entrar en este reino no podrá ser salvo eternamente.

No hay salvación sin gloria eterna

El apóstol Pablo relaciona la salvación con la obtención de la gloria eterna, con estas palabras: “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la SALVACIÓN que es en Cristo Jesús con GLORIA ETERNA” (2 Tim 2:10). Pero el hecho de que la gloria eterna será sólo obtenida en la segunda venida de Cristo, cuando el Señor proceda a resucitarnos o a transformarnos para entrar en su reino, es prueba suficiente de que la salvación eterna es aún futura (ver Rom. 8:18, Col. 3:4; 1 Tes. 2:12; Heb. 2:10; 1 Pedro 5:4).

Empecemos a creer en este mensaje o evangelio del reino para poder tener la oportunidad de participar de él con vida inmortal.

Y para aquellos que creen que ya son salvos, les recuerdo ver los siguientes pasajes del Nuevo Testamento:

Hebreos 9:28:

“Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan“.

1 Pedro 1:5:

“Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero“.

Para una mayor información de lo que es el reino de Dios, vayan a mi blog siguiente:

http://www.eladaliddelaverdad.over-blog.es/

viernes, 20 de agosto de 2010

LA SALVACIÓN FUTURA QUE POCOS CRISTIANOS CONOCEN


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Estimados amigos, el apóstol Pedro escribió lo siguiente a los creyentes del Señor: “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la SALVACIÓN que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero! (1 Pedro 1:5). Sí, mis correligionarios, aquí hay una salvación que alcanzaremos cuando sea manifestada en el día postrero. Con esto queremos decirle que nadie puede gritar a voz en cuello que ya es salvo y que sólo espera irse al cielo al momento de morir. Aquí Pedro nos habla de una salvación escatológica, futura, aún no consumada en nosotros, y que podremos recibir si mantenemos la fe incólume.

Pues bien, ¿qué cosas se manifestarán en el día postrero, según las Escrituras? Sin duda el Señor Jesucristo es quien se manifestará para salvar a los que le esperan. Esto está revelado en Hebreos 9:28, donde leemos: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para SALVAR a los que le esperan”. ¿Notó usted lo que dice aquí? Aquí dice que Cristo volverá para salvar a los que le esperan. Pero cómo, ¿acaso no fuimos salvos al momento de “recibirlo” a él por fe o cuando creímos en su evangelio? ¿Cómo es que Jesús volverá nuevamente para salvar a los que le esperan?

Algunos han interpretado estas palabras como que Jesús vendrá a salvarnos del anticristo y de la gran tribulación que éste provocará, raptándonos “secretamente” de la tierra y llevándonos al cielo mientras el anticristo hace de las suyas durante su gobierno satánico de siete años. ¿Pero es esta idea demostrable con las Escrituras? ¿Realmente Jesús nos salvará de la gran tribulación y del anticristo a través de un traslado secreto al cielo? Veamos los hechos!

En Mateo 24:29,30 Jesús fue diáfanamente claro cuando reveló que él vendría personalmente al mundo (su parusía) DESPUÉS de la gran tribulación de aquellos días finales. He aquí lo que dice el pasaje en cuestión: “E inmediatamente DESPUÉS de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. Así que ateniéndonos a lo que Jesús dice, él viene DESPUÉS de la tribulación de aquellos días, y no antes, como muchos aún creen.

Crecer para ganar la salvación es Crecer para ganar el Reino

Pedro dice: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para SALVACIÓN” (1 Pedro 2:2). Aquí Pedro habla de CRECER para salvación. Esta es una salvación para gente que ha llegado a ser “grande” y “madura”, espiritualmente hablando, es decir, para creyentes que han CRECIDO, y que han logrado la perfección y la estatura de Cristo. El mismo apóstol Pedro hablará un poco después de este mismo crecimiento o desarrollo que será necesario alcanzar— ¿para qué? ¡Para entrar en el REINO! ¿Cómo lo sabemos? Pues he aquí la sorprendente evidencia que los dejará asombrados. Dice Pedro a estos mismos hermanos: “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:5-11). Observe que Pedro dice que el creyente debe crecer para obtener LA SALVACIÓN, o lo que es lo mismo decir, para que se le otorgue amplia y generosa entrada en EL REINO eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Así que la SALVACIÓN escatológica NO tiene que ver con escapar de este mundo hacia el cielo para evitar la gran tribulación del anticristo, sino con la ENTRADA AMPLIA Y GENEROSA EN EL REINO DE JESUCRISTO que se manifestará en su venida en gloria, después de la gran tribulación.

Salvación es vida eterna en el Reino

Esa SALVACIÓN escatológica es la salvación del reino, es decir, la que trae el reino prometido. En primer lugar, en Mateo 25:31,34, Jesús dice: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, ENTONCES SE SENTARÁ EN SU TRONO DE GLORIA…Entonces dirá a los de su derecha: Venida, benditos de mi Padre, HEREDAD EL REINO preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. ¡Esta es la salvación que Cristo trae—¡el poder entrar en su reino prometido con vida eterna! Esto concuerda con Hebreos 9:28, perfectamente. También concuerda con la petición del joven rico, cuando éste le pregunta a Jesús qué debía hacer para ganar LAVIDA ETERNA, y en donde también Jesús dice que difícilmente entrará un rico en el REINO DE DIOS, y en respuesta los discípulos exclaman: ¿Quién, entonces podrá ser SALVO”? (Mateo 19:16-25). Aquí, en estos versos 16-25 de Mateo 19, se conjugan LA VIDA ETERNA, EL REINO DE DIOS, y LA SALVACIÓN.

Entonces LA SALVACIÓN ESCATOLÓGICA se resume muy claramente con esta locución muy simple: Es ‘entrar en el reino de Dios con vida, poder y gloria eternas’.

También es interesante leer cómo Juan vislumbra la venida de la SALVACIÓN con la misma venida del REINO de Cristo a la tierra. Estas son sus palabras: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: AHORA ha venido la SALVACIÓN, el PODER, y el REINO de nuestro Dios, y la AUTORIDAD de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Apocalipsis 12:10). Los creyentes deben comprender que aún no son íntegramente salvos. Y aunque es cierto que Cristo nos salvó de nuestros pecados pasados al morir en la cruz por nuestros pecados, hay aún una SALVACIÓN FUTURA POR LA CUAL DEBEMOS TODOS ESTAR TRABAJANDO. Dice Pablo: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12).

La Salvación, la gloria eterna, y el Reino

El apóstol Pablo igualmente asocia la SALVACIÓN con la GLORIA eterna. Así, pues, para Pablo, hablar de la obtención de la GLORIA es hablar acerca de la obtención la SALVACIÓN y viceversa. Dice Pablo, así: “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la SALVACIÓN que es en Cristo Jesús CON GLORIA ETERNA” (2 Timoteo 2:10). Y también hablar de la GLORIA es hablar del REINO (Véase 1 Tes. 2:12, y comparar Mateo 20:21,22 y Marcos 10:35-27). Por tanto, podemos decir que hablar de ganar la SALVACIÓN es hablar de ganar el REINO DE DIOS. Y entrar o heredar el reino es entrar y heredar la salvación.

La Salvación, el Reino, y la vida eterna son llamados “HERENCIAS”

Ahora bien, tomen nota del siguiente punto que quiero declararles: La Biblia habla de HEREDAR LA VIDA ETERNA, LA SALVACIÓN Y EL REINO…y esto es correcto porque ESTOS VOCABLOS SIGNIFICAN LO MISMO. A continuación verán la siguiente evidencia de la herencia prometida:

A).- Herencia de la salvación:

Hebreos 1:14: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán HEREDEROS DE LA SALVACIÓN?”

B).- Herencia del Reino:

Santiago 2:5: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y HEREDEROS DEL REINO que ha prometido a los que le aman?”

Mateo 25:34: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, HEREDAD EL REINO preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.

C).- Herencia de la vida eterna:

Marcos 10:17: Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para HEREDAR la vida eterna?

Resumen:

En buena cuenta, cuando Pablo dice a los Hebreos (9:28) que “Jesús volverá por segunda vez para SALVAR a los que le esperan”, o cuando Pedro dice en 1 Pedro 1:5 que hay una “SALVACIÓN que está preparada para ser manifestada en el día postrero”, lo que están diciendo es que a los creyentes les espera UNA AMPLIA Y GENEROSA ENTRADA EN EL REINO DE DIOS CON VIDA ETERNA, PODER Y GLORIA, cuando Su Señoría, Jesucristo, el Rey de los reyes, regrese por Segunda vez en toda su Majestad y poder desde los cielos a la tierra para restaurar el reino davídico prometido.

El apóstol Pablo dice, además: “Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús POR MEDIO DEL EVANGELIO“ (Efesios 3:6). Es decir, la fe en el evangelio (buenas noticias) del Reino y en la obra vicaria de Cristo, hacen posible que los creyentes puedan coparticipar con Cristo de su trono, de su gloria, de su poder, y de la inmortalidad. Por eso Pablo a los Romanos les dice que el evangelio de Cristo (Su reino y su obra vicaria) es poder de Dios para SALVACIÓN a todo aquel que lo cree, al Judío primeramente, y también al Griego.” (Romanos 1:16).

Desgraciadamente, una infinidad de “creyentes” no logran aún entender lo que es la SALVACIÓN escatológica, y suponen que ya están completamente salvos y que nunca podrán perder su redención. Estas personas no tienen ni la menor idea de que aún hay que ocuparse de una SALVACIÓN en ciernes, y trabajar duro para obtenerla de manera definitiva y completa (Apo.2:3; Fil. 2:16; Juan 6:27).

Además, debo confesarles que es sorprendente que muchos que se enorgullecen de ser Cristianos no tienen una idea cabal de lo que es el reino de Dios, y no le dan la importancia que merece este tema central de la Biblia. No logran convencerse de que deben buscar, no “el reino EN los cielos”, sino “el reino DE los cielos”.

Sin el mensaje del reino se haría imposible entender el programa de Dios para la salvación de la raza humana. Sin este mensaje la tierra no tendría ningún futuro, y menos aún, sus habitantes. Definitivamente el reino de Dios es la esperanza de la congregación Yahweh, o de Sus hijos adoptivos. Estos hijos son también llamados herederos y coherederos con Cristo de las promesas que fueron decretadas a los padres de la fe del Antiguo Testamento. Pero para sorpresa nuestra, las iglesias de hoy parecen darle más importancia a lo que dice el NT y relegan el AT a un segundo plano como si fuera una colección de libros cuasi obsoletos, o simplemente una colección de libros históricos de un pueblo rebelde y repudiado por sus continuas infidelidades. Nada más equivocado, pues no podríamos entender el reino de Dios sin la ayuda de lo que se ha venido a llamar el “Antiguo Testamento”. Ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamentos, se complementan perfectamente.

Es por eso mi insistencia y perseverancia por anunciar el reino de Dios, porque sé que este mensaje es el evangelio o Buenas Nuevas de salvación que el Padre diseñó de antemano y que encargó a Jesús para que lo anunciara a su pueblo, y luego a los gentiles a través de Pablo (Lucas 4:43). Sin la fe en este anuncio salvador, nadie púede afirmar que ha creído a Cristo, es decir, en el plan divino de salvación para la humanidad (Mr. 1:1,14,15).

Termino diciendo que cuando hablamos de salvación, no sólo hablamos de que Dios nos salvó de la condenación eterna, sino que también hablamos de que hemos “sido trasladados (por la fe) al reino de Dios” (Col. 1:13), el cual se hará realidad en la parusía (Mt. 25:34), cuando el Mesías Jesús nos otorgue la vida eterna, la gloria, y el poder (por la resurrección o transformación), e instaure la justicia y paz perdurables en el mundo al destituir al diablo y su gobierno impío, y restaure el anhelado reino de Dios con Su autoridad y la de sus ungidos o elegidos.



LA VERDAD DE LA PANDEMIA