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jueves, 9 de diciembre de 2010

UN EVANGELIO QUE PARECE VERDADERO PERO QUE NO LO ES



Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Estimados amigos, no hace mucho encontré un artículo en internet que lleva por título “¿Qué evangelio se debe predicar?”, y en donde el autor se apoya en Lucas 24:47 para “probar” que el evangelio es sencillamente el arrepentimiento de los pecados. Este pasaje dice así: “Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”. Y luego el autor reclamaba: “Nunca escuchamos (a los predicadores de la prosperidad) hablar del arrepentimiento”. ¿Pero es verdad que el evangelio es el arrepentimiento? ¿Dice acaso Lucas 24:47 que el arrepentimiento es el evangelio salvador?

En primer término, el llamado al arrepentimiento no es nuevo en la Biblia, pues Dios siempre llamó a su pueblo a la conversión de todos sus pecados. Entonces me pregunto, lo siguiente: Si en el pasado Dios estuvo llamando a su pueblo al arrepentimiento y a la conversión, ¿debemos concluir entonces que lo que Él hacía era predicarles el evangelio constantemente? (Jer. 3:14; 15:19, Eze. 14:6; 18:30,32; Joel 2:12,13).

Pero algunos aún insistirán en que predicar el evangelio es predicar el arrepentimiento de los pecados, dado que se nos manda a predicar el evangelio (Mr. 13:10) por un lado, y por otro, a predicar el arrepentimiento y perdón de pecados (Luc 24:47). Estos hermanos razonan que si nosotros debemos predicar el evangelio y también el arrepentimiento y perdón de pecados, entonces concluyen el evangelio es el arrepentimiento y perdón de pecados. ¡Pero cuidado con este razonamiento! Y es que Juan, aunque nos sorprendamos, predicaba EL BAUTISMO de arrepentimiento (Mr. 1:4)! Entonces me pregunto con toda razón: ¿cuál es el evangelio verdadero: el arrepentimiento de los pecados o el bautismo de arrepentimiento? La respuesta es que ni al bautismo de arrepentimiento, ni al arrepentimiento de los pecados, la Biblia llama “el evangelio”. Y aunque es verdad que el arrepentimiento y el bautismo están envueltos en nuestra predicación del evangelio, ¡ninguno de los dos, por sí solos, es el evangelio salvador!

El Evangelio tiene nombre propio

En la Biblia hay algo que frecuentemente es llamado “el evangelio”, y ése algo es EL REINO DE DIOS. He aquí los textos más importantes:

1. Mateo 4:23: Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el EVANGELIO DEL REINO, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

2. Mateo 9:35: Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el EVANGELIO DEL REINO, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

3. Mateo 24:14: Y será predicado este EVANGELIO DEL REINO en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

4. Marcos 1:14: Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el EVANGELIO DEL REINO de Dios,

5. Lucas 4:43: Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el EVANGELIO DEL REINO de Dios; porque para esto he sido enviado.

6. Lucas 8:1: Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el EVANGELIO DEL REINO de Dios, y los doce con él,

7. Hechos 8:12: Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el EVANGELIO DEL REINO de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.

Desafortunadamente el autor del escrito que les mencioné al comienzo de este artículo también incurre en un error similar, cuando omite mencionar a sus lectores el Reino de Dios como el evangelio salvador que debe ser predicado.

El Diablo sigue oscureciendo el entendimiento de los que no creen

Sí, mis amigos, aún hay quienes escuchan el evangelio del reino pero que se resisten en creerlo literalmente. Se llaman creyentes, pero no lo son. Simplemente están ciegos, y son guías ciegos. Un guía es un líder, alguien que lleva la posta, una persona que conduce a otros por un derrotero supuestamente seguro. Sin embargo, estos guías espirituales están ciegos, y no pueden entender el mensaje del reino y lo tuercen, o simplemente lo omiten o descartan de sus prédicas regulares.

Jesús dijo en su famosa parábola del sembrador que su palabra del reino caía en diferentes suelos, entre los cuales estaba los de “junto del camino”. Este, como es de suponer, era una tierra de mala calidad, pues al ser pisoteada por los hombres y animales que circulaban por allí, tendría pocas posibilidades que la semilla plantada brotará con fuerza y sin peligroso de ser aplastada. Jesús dijo de este suelo, así: Mateo 13:19: “Cuando alguno oye LA PALABRA DEL REINO y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino”.

Sí, mis amigos, hay quiénes que por más les prediquemos la palabra del Reino, simplemente no lo entienden, y entonces el diablo se encarga de hacer el resto, es decir, quitarles el mensaje de les fue dado, y dejarlos a su suerte.

En 2 Corintios 4:4 Pablo divierte a los creyentes de Corintio sobre el accionar del diablo en los incrédulos: “En los cuales el dios de este SIGLO cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Aquí, como ya lo dijimos antes, el evangelio de la gloria de Cristo es el evangelio del reino de Cristo, ya que los vocablos gloria y reino son usados indistintamente en la Biblia.

Definitivamente muchos podemos llamarnos “creyentes” y miembros del cuerpo de Cristo, pero si en verdad no creemos en el evangelio del reino, y no lo tomamos tal y como lo creyeron Jesús y sus discípulos, entonces estamos en la lista de los incrédulos. Simplemente estamos en la larga fila de aquellos “evangelistas” que han sido cegados por el diablo con mensajes trucados.

Recuerde bien esto: Sólo hay un evangelio en las Escrituras, y no dos o más. Los que creen que el evangelio es cualquier otra cosa que el que predicó Cristo en Marcos !:1,14,15. Están ciegos. Y con esto no queremos decir que la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo de la tumba es de segunda importancia. ¡De ningún modo!…Pues la Biblia muestra que al mensaje o evangelio original de Cristo que es el Reino de Dios (Mr. 1:1,14,15), Pablo le añade la obra vicaria del Rey, y su gloriosa resurrección, y lo convierte en la otra parte importante del evangelio salvador (1 Cor. 15:1-9). Y es que finalmente, la buena nueva de la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo NOS GARANTIZA que las buenas nuevas originales de Cristo, se harán realidad en nosotros y para nosotros, ya que si Jesús no hubiera resucitado, vana hubiera sido nuestra esperanza de su venida en majestad y de su reino de los cielos.

Más sobre el reino en:

www.eladaliddelaverdad.over-blog.es


martes, 10 de noviembre de 2009

JUAN, ¿POR QUÉ ESCRIBISTE TU EVANGELIO?

Foto:Karl-Joseph Kuschel

Por Charles Hunting
Si Juan había tenido la intención de introducir un ser divino preexistente en la persona de Jesús, el Mesías, ¿por qué, se pregunta el teólogo alemán Karl-Josef Kuschel [1], ¿no comenzar el prólogo de la siguiente manera?
“En el principio era el Hijo y el Hijo estaba con Dios y el Hijo era Dios.”
Ciertamente, la piedra angular de la visión tradicional de la Trinidad estaría en un terreno mucho más firme, si el Hijo ha sido una figura del pasado eterno. Pero lo que Juan, de hecho escribió, es lo siguiente:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.”
Escuche la respuesta del profesor Kuschel a su pregunta inicial: “La respuesta es que el autor no está evidentemente interesado en reflexionar más detenidamente sobre las relaciones entre Dios y el Hijo en la preexistencia.” Él señala que la palabra “Hijo” es mencionada por primera vez en el versículo catorce del prólogo. El Hijo de Juan comienza en la historia, no en la eternidad. Kuschel observa que después de Juan 1:14 Juan habla en el Evangelio sólo del Hijo, y no de la palabra preexistente. Es esta palabra que (no “quien”) se convirtió en un ser humano. Esto es así en el ámbito de la corta historia de Pablo sobre Jesús en 1 Timoteo 3:16:
“Y por la confesión frecuente es el gran misterio de la piedad:El que fue revelado en la carne,Fue justificado en el Espíritu,Visto por los ángeles,Proclamado entre las naciones,Creído en el mundo,Tomado en la gloria. “
Juan y Pablo reconocen a Jesús como el que fue primero revelado como el Hijo humano de Dios. Jesús es en lo que la palabra se convirtió. Pero una palabra no comienza como una persona. Es un pensamiento, una idea, una promesa, una expresión; que transmite significado. (Nunca en la totalidad de sus miles de apariciones en el Antiguo Testamento el vocablo “palabra” significa una persona.) En su prólogo, Juan reflexiona sobre el significado cósmico de Jesús. Jesús, como el Mesías, nacido en la familia de David, fue el punto de partida de todo lo que Dios planeó para el cumplimiento de su actividad creadora. El Rey de Dios designado para gobernar a las naciones y salvar al mundo fue la razón y el motivo de la creación del Génesis. La palabra de la promesa estaba en un principio en la mente de Dios. Que pertenecía a Dios, un solo ser único en todo el universo – era su palabra traída en la plenitud del tiempo para el cumplimiento en el Mesías. “Todas las cosas fueron hechas originalmente a través de ella [la palabra]” (Juan 1:3).
¿Por qué Juan escribe su evangelio? Es de recordar esta verdad cristiana fundamental que ya estaba bajo ataque en el primer siglo. La actividad auto expresiva de Dios como tomó la forma como el Hijo humano de Dios, Jesús el Mesías designado para hablar la última palabra de Dios para el mundo. Juan escribió para repetir esta verdad, una verdad que los escépticos estaban intentando distorsionar por medio de negar el estatus de Jesús como el Hijo humano de Dios.
Juan dedica su Evangelio entero para el singular propósito de restablecer la verdadera identidad de Jesús. Observe cuidadosamente la declaración de propósito específico de Juan: “Pero estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).
Esta es la revelación del misterio de la piedad conocida igualmente por Pedro: “¿Quién decís que soy yo?” “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mateo 16:16). Jesús felicitó a Pedro por su visión perspicaz, revelado por “mi Padre que está en los cielos.” No se hizo mención de un Hijo eterno preexistente en la respuesta de Pedro. La cristología de los gigantes del cristianismo original insiste en la creencia de que Jesús era el Cristo e Hijo de Dios. Y para ser “Hijo de Dios” en la Biblia es una reclamación de que no se es Dios, sino el agente especial de Dios, y el Comisario.Notas:
[1] ¿Nacido antes de todos los tiempos? El debate sobre el origen de Cristo, Crossroad, 1992.

martes, 10 de marzo de 2009

EL VÁSTAGO DE ISAÍ EN ISAÍAS 11: ¿QUIÉN ES?




Isaías 11, Un Vástago de Isaí

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová (Isaías 11:1-2).


Nosotros no entenderíamos esto si no nos remontamos al principio, porque Isaías estaba prediciendo que la descendencia real de David, de la cual provinieron todos los reyes de Israel, sería cortada como un árbol, permanecería inactiva, para luego ser restablecida. Este proceso daría comienzo cerca de 150 años después que Isaías escribió estos versículos, cuando el Señor pronunció una maldición de sangre sobre la descendencia de David, al decir que ninguno de los hijos de David volvería a reinar sobre Israel (Jeremías 22:28-30). La descendencia languidecería, como el tronco de un árbol que ha sido cortado. Durante todo el tiempo del cautiverio babilónico, y por 500 años más, no hubo ningún rey en Israel. Pero un día un vástago retoñará, un Vástago que dará fruto. Puesto que Isaí era el padre de David y David no era el vástago, esta es una referencia al Mesías, el Hijo último de David.

Esto comprende tanto que tenemos que tomar un tiempo para entenderlo. Primero, el uso de la palabra Vástago, o Renuevo. En la Biblia en Inglés (KJV), la palabra Vástago (Branch) aparece en mayúscula, lo que significa que se refiere a una persona. En la Biblia encontramos cuatro referencias al Mesías como Vástago, o Renuevo, y cada una lleva consigo un modificativo especial. Jeremías 23:5 dice de un renuevo justo, un Rey. Zacarías menciona a “mi siervo el Renuevo” (Zacarías 3:8) y “el varón cuyo nombre es el Renuevo” (Zacarías 6:12). Finalmente, en el artículo anterior (Parte 2), vimos “el renuevo de Jehová” en Isaías 4:2.

Yo creo que fue Clarence Larkin el que primero descubrió que estos modificadores fueron una descripción de los cuatro estandartes que identificaban los campamentos de Israel, los cuales formaban cuatro grupos de tres tribus cada uno, y estaban situados alrededor del tabernáculo en el desierto dispuestos en cada uno de los cuatro puntos cardinales. En esos estandartes se veían las figuras de un león, el cual representaba al Rey Justo, de un buey que representaba al siervo, siendo el buey una bestia de carga, el rostro de un hombre la cual se explica por sí sola, y la de un águila la cual representa a Dios.

Pero aun hay más. Las representaciones de estos modificadores también se revelan en los cuatro rostros del querubín en Apocalipsis 4. Y aquí también representan los temas dominantes en los cuatro evangelios. Mateo les escribió a los judíos proclamando a Jesús como el Mesías de Israel, el León de Judá. Marcos lo mostró como el siervo obediente de Dios. Lucas lo describió como el Hijo del Hombre, y en Juan, Él es el Hijo de Dios.

Entonces, queda claro que el Renuevo es un título Mesiánico. El vástago, o renuevo, del tronco de Isaí es el Mesías, nacido de la Tribu de Judá de la descendencia de David.

Yo Prometo

Pero aquí hay algo todavía más asombroso. Recordemos que Dios le prometió a David que alguien de su familia reinaría en Israel para siempre. David quiso construir la casa de Dios, pero Dios no se lo permitió diciendo que se necesitaba de un hombre de paz y David era un hombre de guerra. Así fue como Dios escogió al hijo de David, Salomón, para que le construyera el Templo, y durante el reinado de Salomón, Israel disfrutó de una paz como nunca antes la había sentido (ni desde entonces). En cuando a David, Dios prometió construirle una “casa”, al hacer que su dinastía fuera perpetua. (1 Crónicas 17:1-14). Desde ese momento en adelante, un descendiente de David, a través de la descendencia de Salomón, se sentaría sobre el trono en Jerusalén, como Rey de Israel.

Pero ya para el tiempo del cautiverio babilónico, estos reyes eran tan malvados y tan rebeldes hacia Dios, que Él finalmente dijo “Suficiente”, y maldijo la descendencia real al pronunciar que ninguno de ellos volvería a reinar sobre Israel (Jeremías 22:28-30). El último rey legítimo de Israel fue Joaquín también conocido como Jeconías, el cual reinó durante tres meses solamente, en el año 598 a.C. ¿Estaba Dios rompiendo Su promesa a David?

Al anunciar el Mesías venidero, el ángel Gabriel le prometió a María que su hijo se sentaría en el trono de David, y que sería el primero en hacerlo desde que la maldición había sido pronunciada, y cuando lo hiciera sería para siempre (Lucas 1:32-33). Pero, entonces ¿cómo veríamos la descendencia maldecida de David? ¿Cómo es que Dios podía prometerle algo así a María?
Aquí Veremos Cómo Es Eso

Si comparamos las dos genealogías de Jesús en Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-28, nos damos cuenta que tanto María como José eran de la tribu de Judá y descendientes de David. José era descendiente de Salomón, que era la descendencia maldecida, mientras que la genealogía de María es a través del hermano de Salomón, Natán. Realmente, José y María eran primos, a pesar de la lejanía.

María no tenía ningún hermano, así que para poder mantener la tierra de su familia dentro de la herencia tribal, según la Ley, ella tenía que casarse con alguien que también era descendiente de David (Números 36:1-13). José llenaba los requisitos y perteneciendo a la descendencia real tenía un reclamo legítimo al trono, pero llevaba encima esa maldición. Entonces, ningún descendiente biológico de José jamás podría calificar legítimamente para llegar a ser rey de Israel, pero José podía asegurar el derecho de María para heredar la tierra del padre de ella.
Cuando María aceptó la oferta de matrimonio de José, ella también validó el reclamo al trono de Israel de su hijo aun no nacido. Su matrimonio colocó a Jesús en la sucesión real como el hijo legal de José, como Lucas lo muestra en su genealogía (Lucas 3:23), pero le permitió estar libre de la maldición ya que Él no era hijo biológico de José. Pero recordemos que Él era un descendiente biológico de David por medio de su madre y, por consiguiente, de “la casa y linaje de David”. Esto lo hizo el único hombre sobre la tierra, desde el año 600 a.C., que tenía un derecho legal al trono de David. Se necesitaba de un nacimiento virginal para hacerlo, pero Dios mantuvo Su promesa tanto a David como a María. El trono de David será ocupado para siempre, por el hijo de María.
Y, finalmente, en el versículo 2 vemos que el séptuplo Espíritu de Dios, que es una construcción del Espíritu Santo del Antiguo Testamento, y que vino a morar en Jesús al momento de Su bautismo (Mateo 3:16) le dio el poder sobre todos Sus milagros. Esto fue necesario porque la misión del Señor requería que viviera Su vida solamente en el poder humano. Para poder redimir a la descendencia perdida de Adán, Él tenía que ser el pariente-redentor de Adán. Por eso es que Lucas mostró a Jesús como el hijo del hombre, y trazó Su genealogía hasta Adán.
Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura (Isaías 11:3-5).

El fuerte contraste entre el Cordero de Dios y el León de Judá es evidente. El Salmo 2:8-9 confirma que Él regirá a las naciones con vara de hierro. Apocalipsis 19:15 concuerda y agrega que Él herirá a las naciones con la espada de Su boca.

Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar (Isaías 11:6-9).

Una vez que la Era Mesiánica comienza, la paz será su característica más descollante. En la Parte 1 de este estudio vimos que en el Reino Milenario las naciones ya no tomarán las armas unas contra las otras. Ahora vemos que la paz milenaria abarcará también a los animales del reino. En una parte futura veremos que la misma creación explotará en un cántico de gozo.

Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.

Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín (Isaías 11:10-13).

La primera reunión de la nación se llevó a cabo después del cautiverio babilónico. La segunda reunión empezó oficialmente en el año 1948 y continúa en nuestros días, y se completará después de la batalla de Ezequiel 38. Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos (Ezequiel 39:28). Después de 2000 años, el pueblo de Dios habrá regresado a su tierra de la diáspora y será un solo reino de nuevo, por primera vez desde el año 900 a.C.
Sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán. Y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con el poder de su espíritu sobre el río, y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con sandalias. Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto (Isaías 11:14-16).

El Capítulo 11 termina con otra promesa de que conforme se acerca el final de la era, la gente que erróneamente llamamos hoy día “palestinos”, dejarán de ser un problema para al pueblo de Dios ya que serán conquistados. Israel los dominará y los subyugará. Estos versículos lo más probable es que se refieran a la batalla del Salmo 83, la cual es quizás el próximo evento en el calendario profético.

El mar de Egipto es el Mar Rojo, y su golfo puede ser o el Golfo de Acaba o el Golfo de Eilat, los dos que forman las “orejas de conejo” en su parte norte. El poderoso Eufrates, frontera tradicional entre el Este y el Oeste, se convertirá en siete brazos. El camino para el remanente desde Asiria completa la idea de que ya no habrá más ninguna frontera natural que le impida al pueblo de Dios llegar a Su Ciudad Santa.






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jueves, 8 de enero de 2009

¿ACEPTARÁN LOS JUDÍOS A JESÚS COMO EL MESÍAS PROMETIDO?




Para muchos les parece imposible, pero nada hay imposible para Dios, él es el todo Poderoso, y ciertamente está escrito que toda la nación de Israel se convertirán y reconocerán que Jesús de Nazaret es el Mesías de Israel. Ahora la pregunta ¿cuándo sucederá esto? Bueno, la verdad es que hoy día hay muchos judíos que ya están convertidos, por ejemplo en Israel hay unos 10.000 que pertenecen a la Iglesia Mesiánica, y el número sigue creciendo, pero esto no es lo que indica la Biblia como después veremos, pues la Biblia habla de una conversión masiva del pueblo Judío. Pero para entender esto debemos mirar antes que es lo que nos dice la Biblia que sucederá al pueblo Judío, para poder entender que motivos tendrán los judíos para de repente reconocer que Jesús es el Mesías.

Todos sabemos, ó mejor dicho los creyentes sabemos, que Israel no acepta a Jesús como el Mesías, y ellos siguen esperando a que venga. El problema radica en que ellos esperan a un Mesías triunfante, que les librará de sus enemigos, y ciertamente será así, pero antes han de sufrir todavía un poco, y lo decimos con tristeza, pues el pueblo judío ya ha sufrido demasiado, pero eso es lo que dice la escritura y lo veremos. Ahora bien, a pesar del sufrimiento que todavía les queda, lo cierto es que el Señor les ha hecho volver para nunca más ser echados de su tierra. También es cierto que las naciones que maltrataron al pueblo escogido serán juzgadas y castigadas por el Señor. Habrá varías guerras contra Israel, pero de todas ellas el Señor les librará y destruirá a los ejércitos que vayan contra ella. Para ver una de estas guerras puede leer Ezequiel 38 y 39. Después veremos otras.

LA CEGUERA DE ISRAEL

En Romanos 11:25, léelo por favor, Este versículo entre otros, marca un tiempo determinado para la total restauración de Israel y el reconocimiento del Mesías. Veamos con detalle este verso de romanos. Dice así: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” Lo primero que nos indica es que es un misterio, se refiere a la incredulidad de Israel. Anteriormente explica de los motivos por el cual el pueblo Israel no conoció al Mesías Jesús de Nazaret. Ahora explica cuando se producirá ese reconocimiento, es decir dice con claridad en que tiempo les será quitada la venda de los ojos.

El tiempo cuando los judíos reconocerán al Mesías es este: “que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” Es decir hay un número determinado de gentiles que deben ser salvos, y aún no lo han sido, cuando llegue ese tiempo los ojos espirituales les serán abiertos y entenderán. Pero esta revelación de parte de Dios al pueblo de Israel vendrá mezclado de un poco de sufrimiento. Sabemos que ese tiempo ya ha dado comienzo, ¿porque? Porque Miles de Judíos en Israel y en otras partes del Mundo están reconociendo a Jesús como el Mesías y cuando esto comienza significa que está a punto de acabar la época de los gentiles y comienza la época del pueblo judío, en el sentido de que ellos gobernarán con Jesús desde Jerusalén al igual que su Iglesia. Es importante para aquellos que piensan que Dios ha desechado a su pueblo que lean los capítulos 10 y 11 de Romanos, y podrán entender que Dios nunca desecho a su pueblo a pesar de la ceguera espiritual, Israel nunca dejó de ser el pueblo escogido por Dios y en este sentido el apóstol Pablo dice en Romanos 11:1 “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera” y en el mismo capítulo verso 29 dice: “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” el apóstol dice esto en el sentido de que el llamamiento al pueblo judío es irrevocable.

¿QUÉ SUFRIMIENTO LES QUEDA POR PASAR TODAVÍA?
Antes de nada quiero decir, que aunque habrá sufrimiento, sin embargo la restauración será gloriosa como romanos lo indica y otros pasajes, es decir que aunque queda por sufrir un poco, pero la gloria que viene a través de Israel es tremenda.

El sufrimiento que viene es debido a su cabezonería, sí, porque ellos se empeñan en recibir un Mesías a su medida, y eso no puede ser, porque Dios marcó unas pautas en el Antiguo Testamento y ellos no supieron reconocerlo, por ello Jesús les reprochó en Mateo 23: 37-38 “Gente de Jerusalén, gente de Jerusalén! Ustedes matan a los *profetas y a los mensajeros que Dios les envía. Muchas veces quise protegerlos, como la gallina que cuida a sus pollitos debajo de sus alas, pero ustedes no me dejaron. 38 Su templo quedará abandonado. 39 Les aseguro que a partir de este momento no volverán a verme, hasta que digan: “Bendito sea el *Mesías que viene de parte de Dios”»

Realmente los Judíos aceptarán al Señor y de todas las tribus habrán salvos y entrarán en el reino milenario junto con los otros descendientes de Abraham por la fe (los gentiles conversos).

lunes, 3 de noviembre de 2008

EL REINO DEL MESÍAS

Por Ing°. Mario A Olcese (Apologista)

Significado de ‘Mesías’

El Reino del Mesías, ¿qué significa eso? Esta es una buena pregunta, pues Jesús es el Mesías o Cristo. Y es que la palabra hebrea Maschiaj (‘Mesías’) equivale a Kjristós (‘Cristo’) en el idioma griego, y a su vez, Cristo quiere decir: “El ungido de Dios” en nuestro idioma español. En el Antiguo Testamento los reyes judíos de Israel eran previamente “ungidos” por los sumos sacerdotes parar ser nombrados para ese cargo. Ese ungimiento consistía en que el sumo sacerdote vertía aceite sobre la cabeza del escogido que se convertiría en rey. Por ejemplo: Saúl, David, Salomón, etc ( 1 Samuel 10:1; 16:13; 1 Reyes 1:33-35). En otras palabras, Saúl, David, Salomón, y sus sucesores se convirtieron en CRISTOS para poder reinar sobre el pueblo Hebreo. Saúl era un Cristo (“ungido”) , David era un Cristo (“ungido”), Salomón era un Cristo (“ungido”), y sus sucesores. Todos estos reyes reinaron desde la capital JERUSALÉN (1 Reyes 2:11; 11:42).

El Reino de Jehová

El Reino de Jehová Dios comenzó cuando el pueblo hebreo pidió a Dios tener un rey como las demás naciones. En un comienzo el pueblo hebreo estuvo gobernado por los llamados “Jueces de Israel”, los cuales hacían el papel de jueces y gobernantes. Así, por ejemplo, Samuel, Gedeón, Barak, y Sansón fueron cuatro de varios jueces que tuvo Israel.

Con Saúl empieza la dinastía real judía. Pero éste, al no llegar a ser un rey fiel a Dios, es reemplazado por el joven David. Con David Dios hace un pacto muy interesante, el cual veremos en detalle más adelante, pues éste nos dará mucha luz sobre el futuro del mundo entero. Lo importante por ahora es señalar que Dios llama a la dinastía davídica como: “su reino”. Es decir, el reino de Dios estuvo representado por los reyes que se iniciaron con David, Salomón, etc. En 1 Crónicas 28:5 veremos que David llama a su dinastía como “el reino de Jehová”: “Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel”. También en 1 Crónicas 29:23 se nos dice de Salomón: “Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre...”. Esto es muy importante, pues el reino de Dios no es una nueva doctrina introducida por Jesús en su ministerio, sino que era un asunto bien conocido aún por el pueblo hebreo de los tiempos de David. De modo que cuando Jesús habla del reino de Dios, sus oyentes sabían perfectamente a qué se refería Jesús con esa frase. Pero lo que hace Jesús es enseñarles a sus paisanos sobre la manera cómo ellos podían participar en ese reino que se reanudará con su segunda venida a la tierra prometida. Pero este punto es para otro acápite.

La Promesa de Dios a David

Como dijimos arriba, Dios le hizo un pacto a David el cual es crucial para entender en verdad quién era Jesús según la carne. En primer término, Dios le dijo a David lo siguiente: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo...y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:12-16).

En esta promesa de Dios a David se enfatizan cinco puntos importantes: la simiente de David, la simiente del reino, la casa de la simiente, el trono de la simiente, y la relación padre-hijo entre la simiente de David y el Dios Todopoderoso. Es decir, Dios le prometió a David una descendencia real, y un hijo singular que establecería su reino para siempre en la tierra prometida. Además, notemos que Dios tiene dos tronos: El trono desde donde Él gobierna, el cual está en el cielo, y el trono en la tierra. Salomón se sentó en el trono terrenal de Dios. Este es el trono que también se le prometió a Jesucristo. Esto lo veremos más adelante.

En Jeremías 33:20, 21 leemos: “Así ha dicho Jehová: Si Pudiereis Invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo, podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono...”. Esto significa que si Dios no cumpliera con su pacto con David, dejaría antes de haber noche y día en nuestra tierra. Su promesa es tan firme y segura con el anochecer y el amanecer en nuestro planeta.

Ahora bien, hoy no hay un trono terrestre de Jehová en Jerusalén. Dios descontinuó la línea real ‘judío-davídica’ por un tiempo debido a que los descendientes de David fueron impíos. Esto está registrado en Ezequiel 21:25-27: “Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto o será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto, A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto o será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré”. Aquí Ezequiel habla del impío rey judío Sedequías, quien fuera destronado por el rey Nabuconodosor de Babilonia en 586 AC. Con Sedequías terminó transitoriamente la dinastía davídica sobre Israel, y se puede afirmar que por espacio de más de 2,500 años no ha existido un reino de Dios en Jerusalén. No obstante, Ezequiel asegura que esta interrupción temporal se levantará y se establecerá el reino de Dios en la persona de otro descendiente real Judío y de la casa de David.

Jesús: El Cristo de Dios

Jesucristo, o también llamado: “Jesús el Cristo”, es un personaje muy importante para todos los cristianos. Es interesante que Jesús sea llamado el Cristo (o “el Ungido”) de Dios. Esto nos hace recordar a los reyes Saúl, David, Salomón, etc. Estos fueron ungidos para ser reyes sobre Israel, ¡y también Jesucristo! El evangelista Mateo empieza diciendo en su evangelio: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1:1). Esto quiere decir que Jesús es de “sangre azul” y por tanto, un legítimo heredero del trono de David, o del reino de Dios. ¿Recuerda que Ezequiel profetizó que la tiara y la corona se le daría a uno que tendrá el derecho al trono de David? Pues bien, ése es Jesús el Cristo. Por eso, son pocos los “cristianos” que han llegado a entender lo dicho por el ángel Gabriel a María: “Y ahora concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Ver Lucas 1:31-33). Esta profecía dada por Gabriel a María no es comprendida por millones de llamados “cristianos”---¡Y es trágico! Y es nefasto también que millones de cristianos no crean literalmente las palabras de Pedro, cuando al hablar de Jesús, dice: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono” (Hechos 2:29,30). ¿A cuál de los cristos se refería Pedro? La respuesta está en el verso 31. Aquí se habla del Cristo que fue resucitado. Entonces se refiere a Jesús el Cristo---Nuestro Señor y Salvador.

Se ha querido espiritualizar el pacto de Dios con David creando confusión y disensión entre los creyentes. Y es que la mayoría de cristianos tiene un fobia a todo aquello que tiene que ver con los judíos. Hay definitivamente un antisemitismo dentro del mundo católico y aún entre los protestantes. Los prejuicios contra el pueblo hebreo bloquean el sano entendimiento y la justa interpretación de las Santas Escrituras. Incluso hay iglesias cristianas que sostienen que el Antiguo Testamento ha quedado obsoleto, y por tanto, la iglesia no debiera prestarle mucha atención. ¡Qué tragedia! Pasar por alto el Antiguo Testamento es obscurecer el entendimiento cabal del Nuevo Testamento.

Jesús Anuncia el Reino de Dios

Cuando Jesús apareció hace dos milenios en el mundo, vino para anunciar las “buenas noticias” del reino de Dios. En Lucas 4:43 él dijo claramente: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios porque para esto he sido enviado”. Sí mi amigo, muchos cristianos no saben para qué Dios envió a Jesús al mundo---¡Y esta es otra tragedia! Usted puede preguntarle a cualquier hombre que se precie de ser cristiano, ¿para qué Cristo vino al mundo?, y de seguro que no sabrá responderle como Cristo lo reveló en Lucas 4:43. La mayoría le dirá que Cristo vino a “salvarnos”, lo cual es sólo media verdad. La verdad total es que él vino a anunciar el Reino de Dios como el evangelio o buenas noticias de Dios para el mundo sufrido. Y este Reino de Dios (el evangelio verdadero) se traducirá en la salvación de todos aquellos que lo creen o aceptan por fe (Romanos 1:16).

Sí, Jesús vino decirnos que el reino se había acercado, aunque aún faltaría un tiempo para que arribara totalmente (Mateo 10:7). Sin embargo, durante su ministerio de tres años y medio aproximadamente, Jesús dio a “saborear” un poco los efectos benéficos de su reino venidero en el presente. Por ejemplo, cuando él expulsaba a los demonios, y libertaba a los poseídos de la opresión diabólica, Jesús decía que su reino “había llegado” (Mateo 12:28). Y ¿por qué esto? Porque eso es precisamente lo que Cristo hará con Satanás y sus demonios al volver para restaurar el reino de Dios en la tierra---¡neutralizará a las fuerzas demoníacas espirituales! (Ver Apocalipsis 20:2,3).

Los eruditos en Biblia están unánimemente de acuerdo que el mensaje central de Jesucristo es el Reino de Dios. Este se halla en todo el Nuevo Testamento, desde Mateo hasta Apocalipsis, sin contar con el Antiguo Testamento. Jesús se preocupó de explicarles a sus seguidores las condiciones para participar de él cuando regresara por segunda vez. A Nicodemo, un fariseo de renombre, Jesús le dijo que tenía que “nacer de nuevo” para entrar en él (Juan 3:3,5). También dijo que de los “pobres en espíritu” era su reino (Mateo 5:3). También él explicó que su reino no era de este “mundo malo” sino del siglo venidero de justicia (Juan 18:36). Reveló que difícilmente un rico podría entrar en él (Lucas 18:24). Exigió que los hombres se hicieran inocentes como los niños para poder ingresar con él a su reino (Mateo 18:3). Alabó a los que reconocían que se debía amar a Dios y al prójimo, y a estos les dijo que estaban muy cerca al reino (Marcos 12:32-34). También afirmó que el reino se inauguraría con su iglesia cuando regresara nuevamente al mundo en persona y con sus ángeles (Mateo 25:31,34). Jesús enseñó que debíamos pedir y buscar su reino diariamente en nuestras oraciones (Mateo 6:10,33).

La Pregunta de los Apóstoles

Después de resucitar de la tumba, Jesús continuó predicando o enseñando acerca del reino de Dios a sus discípulos. Según lo registrado por Lucas en Hechos 1:3, 6,7, Jesús permaneció 40 días más entre sus allegados discípulos, a los cuales les seguía enseñando sobre el reino que él establecería en Israel en un futuro. Dice así Hechos 1:3: “A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”. Ahora bien, observe que Jesús se centra en su mensaje del reino, y se asegura que sus discípulos entiendan bien todo lo relacionado al tema. Como es lógico, cuando un maestro enseña sobre una materia o tema surgen preguntas de los alumnos. Y así fue. Después del seminario intensivo de Cristo de 6 semanas, los discípulos le preguntan a Jesús algo importantísimo, pues el maestro ya estaba a punto de partir al cielo: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. Nótese que los discípulos aprendieron que el reino de Dios le sería restaurado a Israel. Jesús NO les había estado enseñando un nuevo reino que se establecería en el cielo, o “en el corazón de los creyentes” sino en ISRAEL Esto debe quedar bien claro. Nuevamente: Jesús había estado enseñando que el reino se restauraría en Israel, y punto.

Ahora bien, es interesante que los discípulos usen a palabra “restaurarás” en la pregunta. Esto quiere decir que ese reino existió, fue derrocado, y nuevamente será restablecido con un rey descendiente del rey David. Esto también significa que el reino tiene las mismas características que tuvo al comienzo, es decir: Tuvo un rey humano, un territorio (en este caso la tierra prometida, Israel), leyes, súbditos, conflictos territoriales con sus vecinos, etc. Es claro, entonces, que el reino de Dios tendrá las mismas características que tuvo al comienzo de su fundación, pero con la diferencia que estará compuesto por hombres probos y glorificados con inmortalidad.

La Respuesta de Jesús

La respuesta no se dejó esperar y fue muy clara: “Y les dijo: No os toca vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Señor puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Es decir, el tiempo de la restauración del reino de David no lo podían saber sus discípulos, ni tampoco él, como Maestro, sino sólo Dios el Padre. Permanecería en el misterio.

En otra ocasión, cuando los discípulos vieron que Jesús se acercaba a Jerusalén montado en un asno, exclamaron: “Bendito el reino de nuestro padre David que viene” (Marcos 11:10). No obstante, los discípulos se equivocaron en el tiempo más no en la verdad de que el reino de David se restauraría en Jerusalén. Debido a esto Jesús se ve precisado a decir la famosa Parábola de la Diez Minas. Dice esta parábola en Lucas 19:11,12 así: “Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver”. ¿Por qué pensaron los discípulos que el reino se manifestaría inmediatamente? La respuesta está en el versículo 11: “por cuanto estaba cerca de Jerusalén”. ¿Y qué importancia tenía que Jesús estuviese cerca de Jerusalén? Es simple, pues el reino de Dios estuvo localizado en Jerusalén, la ciudad capital del reino davídico. Eso lo explicamos antes.

Los Cristianos son “Cristos” como Jesús

Si bien Jesucristo es “El Cristo” esperado para tomar el trono de David su padre, él tendrá asistentes en su reino que tendrán su título nobiliario de “príncipes” del reino de Cristo. El apóstol Pablo fue claro al decir que “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió (Gr. ‘Krio’, de donde deriva la palabra Gr. ‘Kjristos’= Cristo), es Dios” (2 Corintios 1:21). Sí, los cristianos han sido ungidos por el Espíritu Santo de Dios para ser reyes y sacerdotes con Cristo y coherederos del reino para sentarse en sus respectivos tronos de autoridad. Dice Apocalipsis 5:10: “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra”. Sí, en Jerusalén habrá tronos para los apóstoles también, pues dice el Salmo 122:5 : “Porque allá (en Jerusalén) están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David”. Además recordemos que Jesús les dijo sus doce apóstoles: “...y os sentéis en tronos juzgando (gobernando) a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:30). “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Lucas 19:28).

La Promesa de Jesús no fue el Cielo

Es claro, entonces, que Jesús nunca prometió a sus seguidores llevárselos al cielo para que vivan como angelitos alados y tocando un arpa. La verdad es otra, pues él dijo: “Bienaventurados los mansos por ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5). Y en Apocalipsis 5:10 se dice claramente que reinaremos sobre la tierra. El sabio rey Salomón expresó: “El justo no será removido jamás; pero los impíos no habitarán la tierra” (Proverbios 10:30). También dice él: “Porque los rectos habitarán la tierra, y los PERFECTOS permanecerán en ella” (Proverbios 2:21). Ahora bien, ¿quiénes son los perfectos? La respuesta viene de los labios de Jesús: “Sed, pues, vosotros PERFECTOS, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Aquí vemos que los perfectos son los que siguen a Jesús. De modo que los cristianos tendrán como herencia la tierra, y permanecerán en ella. No obstante, esta tierra será renovada, y transformada con la presencia benefactora de Cristo y su reino milenario. Por eso Pedro dice: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13,14).

Resumen

1.- El Reino de Dios es el tema central de toda la Biblia, y es el evangelio de Cristo.
2.- El Reino de Dios comenzó con la monarquía de los reyes de Israel.
3.- La capital del Reino de Dios fue (...y será) Jerusalén.
4.- El Reino de Dios finalizó temporalmente con el rey judío impío Sedequías en 586 AC.
5.- Dios prometió a David que no le faltaría un varón que reine en su reino.
6.- El profeta Ezequiel profetizó que la dinastía real judía sería reanudada con un varón noble de David.
7.- Jesucristo es el hijo de David, y el Cristo designado para ser el sucesor al trono de David.
8.- Jesucristo vino a anunciar su próximo reinado, pero antes vino a preparar el camino para entrar en él
9.- Jesús habló que el reino de David sería restaurado, y que sus apóstoles reinarían con él.
10.-Jesús afirmó que Jerusalén es la ciudad del gran Rey.
11.-Jesús enseñó que su reino estaría conformado mayormente por los pobres de este mundo.
12.-Jesús enseñó que debíamos anunciar a otras personas el evangelio del reino de Dios.
13.-Jesús exigió un “nuevo nacimiento” para poder participar de él.
14.-Jesús enseñó que la iglesia heredaría el reino en su segunda venida personal y visible a la tierra.
15.-Jesús enseñó que en su reino desaparecerían las injusticias y toda suerte de mal en la tierra.
16.-Jesús nunca prometió a sus seguidores llevárselos al cielo una vez que murieran.
17.-El Reino de Cristo durará diez siglos.
18.-Los que no se arrepienten de sus pecados quedarán excluidos para siempre del reino y morirán.
19.-Los que creen en el Reino de Dios, y viven para él, serán salvos.
20.-Salvación es entrar al Reino de Dios con inmortalidad.

Más sobre el Reino en:

www.yeshuahamashiaj.org (Inglés y Español)

LA VERDAD DE LA PANDEMIA