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lunes, 13 de diciembre de 2010

EL MUNDO VENIDERO ACERCA DEL CUAL HABLARÉ


“Porque no sujetó a los ángeles el MUNDO VENIDERO, ACERCA DEL CUAL ESTAMOS HABLANDO” (Hebreos 2:5)

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


Introducción

Los periódicos y noticieros generalmente se centran en los asuntos que vienen aconteciendo en nuestro presente mundo, y eventualmente hacen proyecciones de lo que será nuestro planeta dentro de algunos años o décadas. Sin embargo, ninguno de estos medios nos hablan del mundo venidero, de aquel siglo o edad maravilloso que la Biblia llama “la era venidera”, o la era del reino de Dios, y esto es así porque los periodistas y analistas del mundo simplemente lo desconocen por completo. Generalmente los pronósticos de los científicos y de los así llamados “visionarios” y “profetas” giran en torno de dos posiciones bien definidas: Una, que este mundo terminará algún día, y que la tierra desaparecerá; y la otra que vislumbra una era nueva de renovación o renacimiento pero sin darnos mayores de la misma, es decir, cómo será, quiénes participarán y quién la efectuará o iniciará.

Las Escrituras nos hablan del mundo venidero de justicia y paz

Sí, mis amigos, las Santas Escrituras nos hablan de un mundo venidero, de un tiempo o siglo que para muchos sigue siendo utópico para y que significará la paz y la justicia para todos los hombres de buena voluntad. Es el llamado “nuevos cielos y nueva tierra” en donde mora la justicia, y en donde enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron, pues todas las cosas serán hechas nuevas, pues también la Escritura dice “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo HAGO NUEVAS todas las cosas Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apo. 21:4,5). Así que definitivamente este siglo futuro maravilloso sólo será alcanzado por los que son dignos, ya que así lo dice Jesús en Lucas 20:35: “Mas los que fueren tenidos por DIGNOS de alcanzar aquel SIGLO y la resurrección de entre los muertos…”.

El mundo venidero es la Era de la vida eterna

Para Pablo, los dignos de los que hablamos arriba definitivamente obtendrán la vida eterna (Hechos 13:46). Antes, el Señor Jesús había dicho bien claro que el siglo venidero, o también llamado “el mundo venidero”, es la era de la vida eterna de los redimidos. Por lo tanto, si bien tenemos POR LA FE la vida eterna prometida, ésta no se obtendrá sino sólo cuando hayamos VENCIDO, y por supuesto, cuando se inaugure la era venidera, o el mundo venidero de la justicia y de la paz con la parusía del Rey. Cualquiera que diga que ya tiene la vida eterna inherentemente o por su conversión, debe recordar lo que Jesús dijo en Marcos 10:30: “Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna”.

En Hebreos el escritor escribe del “siglo venidero” como que tiene “poderes” (Hebreos 6:5). También él usa la locución “el mundo venidero” (Hebreos 2:5), y además, “los bienes venideros” (Hebreos 9:11; 10:1). Así que nuevamente la vida eterna es considerada como parte de esos “poderes” o bienes del mundo o siglo venidero.

La gloria: otro de los poderes del Siglo Venidero

Pablo le describe claramente a Timoteo de que hay dos vidas: la presente y la venidera. Estas son sus palabras: “porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la VENIDERA”.

El apóstol Pablo cuando les escribió a los creyentes de Roma, les dijo: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del TIEMPO PRESENTE no son comparables con LA GLORIA VENIDERA (DEL TIEMPO VENIDERO) que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18). Nótese que Pablo ubica nuestra futura gloria, no para ahora, sino para la VIDA VENIDERA, una gloria que el apóstol lo relaciona con el reino de Dios en 1 Tes. 2:12, verso que dice: “Y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su REINO Y GLORIA”.

La importancia del Evangelio del Reino

Sin duda el evangelio de Cristo nos ofrece poderes venideros que incluyen la vida eterna o la gloria en el reino de Dios. Esto es obtener Majestad, autoridad, naturaleza divina, e inmortalidad. Esto significa reflejar la misma imagen y semejanza de Dios que tuvo la primera pareja humana en el principio, antes de su caída, cuando se Dios les otorgó dominio y poder, y una vida sin fin (aunque condicional) sobre todo lo creado en el Edén.

El mensaje del reino es el mensaje de la restauración de todas las cosas que se estropearon por el pecado o la caída, y volver a la tierra a su estado inicial para el cual fue creada. Esto es reconstruir lo que el diablo y sus huestes estropearon al rebelarse contra Dios y querer ser los nuevos amos del mundo, viviendo a espaldas de Dios y de Sus santas leyes. El diablo finalmente resultará ser el perdedor, y el Señor saldrá victorioso, y será servido y alabado por todos aquellos que pertenecen al lado de la luz y no de las tinieblas.

El evangelio del reino promueve un mensaje de esperanza y salvación para el mundo entero, pues es una muy buena noticia de que no todo está perdido en nuestra tierra, ni que todo será destruido finalmente por la mano del hombre. Hay, pues, esperanza aún para sobrevivir a un “cosmocidio”, a una devastación nuclear o climática que cada día pende sobre nosotros como una eterna espada de Damocles. Predicar otra esperanza diferente que promueve escapar de esta tierra a otro sitio, planeta o dimensión, es como reconocer implícitamente que el diablo venció y que el mundo finalmente no pudo ser habitado por los humanos tal como Dios se lo propuso desde que creó la tierra y sus habitantes. Recordemos que Dios no creó la tierra en vano, sino para ser habitada la formó, y este plan de Dios aún no ha sido cambiado, pues dice Proverbios 2:21: “Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos PERMANECERÁN en ella”.

El Reino de Dios es el gobierno de Dios a través de Su Hijo, el Mesías, el Rey prometido, Su Majestad real, el Hijo del Hombre. Y no es un reino “en el corazón de los creyentes”, ni un “reino eclesiástico” que es gobernando por un clero corrupto. Es, en realidad, un reino restaurado como existía en un comienzo cuando Dios levantó al rey David para ser su representante para su pueblo elegido, a quien les dio sus pactos, leyes, y promesas.

¿Qué espera el Señor de los hombres?

Lo que Dios pretende hacer saber a través de su verdadero mensajero o enviado, el Señor Jesucristo, es que el mundo tiene esperanza, y que esa esperanza está precisamente y finalmente en la restauración de todas las cosas, especialmente, el Reino de Dios en la tierra. El mismo Señor Jesucristo fue del todo claro al revelarnos una verdad que muchos cristianos increíblemente aún ignoran, y esa verdad es que el fue enviado al mundo para que seamos salvos creyendo en y a Jesucristo (Juan 3:16). ¿y qué cosa hay que creerle a Jesucristo?¿Acaso que él es Dios y que nos quiere llevar al cielo si somos “buenos”? ¡¡¡No!!! El dijo que fue enviado por su Padre para revelar al mundo un mensaje que nos puede salvar si es que lo creemos por fe. Este mensaje él lo llamó de manera muy clara como “el evangelio del reino de Dios”. Dice Lucas 4:43, así: “Y él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, PORQUE PARA ESTO HE SIDO ENVIADO”

Desafortunadamente, una gran mayoría de cristianos han ignorado este texto bíblico de Lucas 4:43, o no le han prestado la debida atención cuando por casualidad lo han leído. Sólo vaya usted a cualquier iglesia y haga su propia encuesta, preguntando a los feligreses algo así como: ¿Para qué fue enviado Dios al mundo?, y la mayoría, sino todos, le responderán cualquier cosa menos que Jesús fue enviado a predicar el Reino de Dios. ¡Simplemente es asombrosa esta ignorancia generalizada entre católicos y protestantes por igual!

Algunos me podrán decir, ¿pero apologista, por qué te la pasas hablando casi siempre del reino de Dios habiendo otros temas más importantes e interesantes que discutir. Y yo les respondo: “Porque sencillamente el evangelio del reino es el único evangelio salvador que Cristo presentó a sus contemporáneos, y es el único mensaje que quiere que sus seguidores prediquen a tiempo y fuera de tiempo”…en realidad en todo momento hasta el fin del siglo (Mateo 24:14). El desea que insistamos en esta Buena Nueva que tiene poder para salvar al potencial creyente si es que llega a entenderlo, aceptarlo y predicarlo de corazón hasta el fin (Romanos 1:16; Gál. 1:6-9).

Imitando a Cristo tal como lo hacía Pablo

Por eso yo me siento muy preocupado cuando descubro que los diferentes “ministerios cristianos” presentan un evangelio que no hace mención del reino de Dios ni por casualidad. Y es preocupante porque esos ministerios que dicen difundir el evangelio predican un mensaje facilista y del agrado del oyente. Son evangelios que promueven la avaricia, el conformismo y la desidia. En realidad los más de los cristianos creen que con sólo ir a la iglesia y ser buenos individuos es suficiente para ganar el cielo, y no saben que todo cristiano debe ser un imitador de Cristo, así como lo era Pablo. Este apóstol estaba tan consciente de que imitaba fielmente a Jesús que pudo decir con plena confianza y seguridad: “Sed imitadores de mi, así como yo de Cristo” (1 Cor. 11:1). Pero Cristo no sólo era un hombre perfecto y bueno, cumplidor de las leyes divinas, SINO QUE TAMBIÉN ERA UN PREDICADOR VEHEMENTE Y TENAZ DEL REINO DE DIOS. Desde el comienzo de su ministerio hasta el final él se la pasó predicando y anunciando el reino de Dios con sus discípulos (Mr. 1:1.14,15-Hechos 1:3, Lucas 8:1,2; Lucas 9:1,2).

Y puesto que Pablo era un fiel imitador de Cristo, es de esperarse que él también predicaba insistentemente el reino de Dios a sus paisanos y a los gentiles en los distintos lugares, pueblos y países que visitaba. Y no nos equivocamos cuando leemos Los Hechos de los Apóstoles y sus epístolas, y verificamos que efectivamente él también predicaba el REINO DE DIOS, el mismo evangelio de Su Maestro…¡no otro! He aquí algunos pasajes:

Hechos 14:22: confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el REINO DE DIOS.

Hechos 19:8: Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del REINO DE DIOS.

Hechos 20:25: Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el REINO DE DIOS, verá más mi rostro.

Hechos 28:23: Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el REINO DE DIOS desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.

Hechos 28:31: predicando el REINO DE DIOS y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.

1 Corintios 6:9: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el REINO DE DIOS? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,

1 Corintios 6:10: ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el REINO DE DIOS.

1 Corintios 15:50: Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el REINO DE DIOS, ni la corrupción hereda la incorrupción.

Gálatas 5:21: envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el REINO DE DIOS.

2 Tesalonicenses 1:5: Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del REINO DE DIOS, por el cual asimismo padecéis.

El Reino de Dios es el fin del Reino del Diablo

Para cuando se inaugure el Reino restaurado de David en la tierra, el Dios del presente mundo o siglo será removido de su cargo, al ser depuesto por el Rey Mesías vencedor que lo tomará preso, lo encadenará, y lo pondrá en prisión, junto con todos sus secuaces angélicos que han estado gobernado este mundo malo o impío desde hace miles de años. La rebelión y el gobierno del mal serán finalmente erradicados de la tierra. Mientras tanto, este mundo seguirá yaciendo bajo el poder del maligno (1 Juan 5:19), y el diablo se pondrá cada vez más furioso al ver que sus días van llegando a su fin (1 Pedro 5:8). Esto explica el aumento de la maldad en todas sus formas estos postreros tiempos y el aumento de las doctrinas y filosofías demoníacas que tratan de distraer a los hombres hacia esperanzas ilusas como que seremos salvados por entidades o seres cósmicos o de otras dimensiones que son más avanzados que nosotros y que nos quieren ayudar a salir del marasmo en que se encuentra la humanidad. Sin duda el diablo sigue engañando al mundo entero con falsas expectativas y esperanzas que sólo conducirán a la decepción y a la perdición. Ya hace tiempo el apóstol Pablo nos advirtió de la macabra influencia de las fuerzas ocultas cuando escribió: “Porque no tenemos LUCHA contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Esto tiene sabor a extraterrestres que dejan ver en nuestras regiones celestes, o como dijera él también “el príncipe de la potestad DEL AIRE” (Efesios 2:2).

Hoy en día se habla de una serie de conspiraciones, muchas de las cuales parecen verosímiles, ya que todo parece indicar que esos complots giran en torno a fuerzas oscuras que operan en las esferas del poder mundial de manera subrepticia, solapada, y hasta malvada. En realidad no me sorprende nada, ya que sabemos que San Juan fue claro al decir que “todo el mundo yace bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19) y este maligno, según Jesús, es homicida desde el principio y el padre de la mentira (Juan 8:44). Este ser cósmico angélico puede incluso hacer portentos y maravillas para confundir, y lo hará aún más patente cuando se presente el Hombre de Pecado, el impostor, el anticristo, el mimo del Mesías… ¡y muchas caerán en el engaño porque ignoran las Escrituras!

Dice Pablo de este impostor venidero: “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tes. 2:8-12).

¿Caerá usted en el engaño de este sátrapa que aparecerá en el mundo y no a la verdad que presenta la Biblia? Recuerde, el verdadero Libertador es el Señor Jesucristo, el cual gobernará el mundo con paz y seguridad por mil años. El no hará pacto con ningún líder religioso de la tierra, ni vendrá de algún lugar recóndito de la tierra o de otro planeta. El será el mismo hombre inmortal que ascendió al cielo desde el Monte de los Olivos, y que vendrá DESPUÉS de que este falso Mesías aparezca en el mundo, y descenderá del cielo mismo y con los ángeles de su poder, y vendrá a hacer juicio y justicia, y luego de haber limpiado la tierra de la mayoría de los impíos, inaugurará su reinado con los sobrevivientes, desde Jerusalén, con poder y gran gloria.

viernes, 20 de noviembre de 2009

EL MARAVILLOSO REINO DE DIOS POR VENIR



La buena noticia del Reino de Dios es el mensaje que Jesús trajo a esta tierra. Mucho de esto se explica en Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Y el mensaje es proclamado por los apóstoles en el libro llamado los Hechos de los Apóstoles.


Lo que muchos no se dan cuenta es que Cristo ha traído un mensaje que no era un soplo de paz espiritual, diseñado para sacar a la gente por sus propios medios. Es un mensaje de un reino literal, con el gobierno de Cristo sobre nosotros como Rey de reyes y Señor de señores. El Evangelio es la buena noticia de que este mundo corrupto, esta sociedad corrupta, está llegando a su fin, y el gobierno del hombre de este planeta está llegando a su fin. La buena noticia es que Cristo no volverá a ser crucificado otra vez. Él reinará. Y este planeta se convertirá en un paraíso, que nuestra imaginación no puede concebir en su real dimensión. Las buenas noticias que Jesús trajo del Padre es cómo un ser humano, del reino humano, puede nacer en el reino de Dios.


El que vence y guarda las obras de Cristo hasta el fin se le dará poder sobre las naciones (Apocalipsis 2:26).


El evangelio del reino de Dios es una práctica solución pragmática a todos los problemas de este planeta.


Pero, ¿qué pasó con ese evangelio? Es prácticamente desconocido en el mundo de hoy. ¿Es posible que la mayoría de la población del planeta esté ciega en cuanto a lo que es el evangelio verdadero?


No sólo es posible. En este siglo XXI es un hecho incontrovertible! La mayoría de la población de este planeta está en la ignorancia absoluta del Evangelio verdadero, el mensaje que trajo a este planeta Jesucristo hace dos milenios! Usted no puede creer eso. Y ese factor por sí solo representa el hecho de que la mayoría de la gente ni siquiera tiene tiempo para buscar la verdad de la cuestión.


En el mundo de hoy podrás ver una gran variedad de evangelios: el evangelio de la prosperidad, el evangelio de la gracia, el evangelio de la salvación, el evangelio de la política, y el evangelio del reino.


En el mundo actual de relativismo y el secularismo, cabe preguntarse “¿Realmente importa?”


La mayoría no tiene idea de cuánto importa!


“… Si alguno os predica diferente evangelio del que os habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:9).


Bingo, importa!


¿Qué dijo Cristo que enseña el Evangelio?


“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios” (Marcos 1:14).


El mensaje que Cristo trajo fue la buena noticia del Reino de Dios.


La buena noticia del Reino de Dios, el mensaje que Cristo ha traído a este planeta, es el único evangelio que Cristo ha traído. Y el apóstol Pablo dijo que una persona debe ser maldita si predica un evangelio diferente (Gálatas 1:9). ¿Por qué Pablo dice eso? Es porque los otros evangelios distraen a una persona de la realización del plan de Dios para la salvación. Y esa distracción ha contribuido a la ceguera espiritual de la mayoría de la población del mundo. La mayor parte del mundo está felizmente ignorante de lo que es el evangelio verdadero.


“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 4:23).
Jesús enseñó el evangelio del reino. Se le llama el reino de Dios. También se le llama el reino de los cielos porque se refiere a un reino que desciende del cielo a este planeta Tierra. Por ejemplo, la Nueva Jerusalén está en el cielo. Pero estará en la tierra después del establecimiento del reino de Dios en esta tierra.


“… La nueva Jerusalén, que baja del cielo, de mi Dios …” (Apocalipsis 3:12). Cristo hará nuevas todas las cosas. La Nueva Jerusalén no se parece a la vieja Jerusalén.
Esa es la razón por la cual el reino de Dios se refiere, a veces, como el reino de los cielos.


La parte inicial de lo que se llama “aceptar el regalo de la salvación” es arrepentirse y creer en el evangelio.


Jesús dijo: “… el reino de Dios está cerca: arrepentíos (usted), y creed en el evangelio.” (Marcos 1:15).


No se puede confiar en el Evangelio a menos que averigüemos qué es el Evangelio.El evangelio es a veces llamado el Evangelio de Cristo, porque es el evangelio que Cristo ha traído a esta tierra. Este evangelio que Cristo ha traído, el evangelio del reino de Dios, es el evangelio que ha sido ocultado a la mayoría de la población de este mundo.
“Pero si nuestra buena noticia está escondida, está oculta para los que se pierden: En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los que no creen, para que la luz de la buena noticia de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios, no resplandezca en ellos “(2 C
orintios 4:3,4).

miércoles, 21 de octubre de 2009

EL REINO QUE VIENE


Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

Nada hay en la Biblia que señale, aluda, insinúe o diga que “acabaremos morando para siempre” en el sacro y glorioso cielo del Señor. La promesa de Dios hecha a Abraham posee un cumplimiento concreto para el futuro, en esta misma tierra que será sanada totalmente de los efectos deletéreos provocados por la entrada del pecado en ella, desde un principio de su creación. La Biblia no detalla que nuestra última habitación será en la “Invisible Eternidad”, donde Dios reina con poder acompañado de sus incalculables miríadas de ángeles sirvientes.

La iglesia de Alejandría, empapada siempre de paganismo religioso y filosófico griego, fue declarada triunfante en el concilio de Nicea auspiciado por Constantino en los albores de la era común y en el que se formalizó legalmente el dogma luxado de la supuesta divinidad de Cristo; dogma que terminó siendo admitido mortalmente dentro del protestantismo y del catolicismo romano de todos los tiempos. Pero no sólo esto: También la iglesia de Alejandría se adjudicó otra victoria rotunda, y fue con la fatídica doctrina de la inmortalidad del alma que emanó como un fantasma negruzco y horrible por una mala interpretación de ciertos textos bíblicos, bajo las sombra del platonismo griego. Su maligna influencia ha quedado bien asentada en la mayor parte de las “iglesias cristianas” del mundo entero. En el Antiguo Testamento se relata como Dios escogió a Abraham para hacer un pacto con él. En este pacto, el Señor le promete al «padre de la fe» multiplicar su descendencia para convertirla en una grande nación, la de Israel; y la coloca en la tierra de Canaán. Con este acontecimiento ya cumplido, la nación de Israel se convierte, por llamarlo así, en una “rampa” o “puente” para que «todas las familia de la tierra sean bendecidas por Dios» (Gn. 12:3), que es el cumplimiento de la promesa del Reino celestial en el mundo, en la teocracia terrena y futura (Sal. 2: Mt. 5:5; 25:34; Ap. 20:4, 6). Para este efecto, el Cristo obediente sufriría el castigo y vituperio para llevarnos hasta allá gloriosamente (Is. cap. 53).

Es importante comentar que si «aguardamos» la consumación literal de «la esperanza bienaventurada» en el mundo, que es la «manifestación» visible de Cristo en su retorno, en su Parusía, según Tito 2:13, ningún alma inmortal podría estar “aguardándola” (o “esperándola”) en el tercer cielo del Padre y Dios. O la aguardamos arriba o aquí abajo. La Biblia no menciona en sus vitales y preciosas páginas que Dios haya prometido heredar la eterna y célica habitación a sus fieles y santos seguidores. Mucho error hay en esto. Esta infame versión de la limitada mente humana, no deja de ser algo tan extraño y contradictorio, ferozmente ambiguo y absurdo con respecto al verdadero contexto de Tito 2:13 y de otros textos bíblicos más (Estúdiese con seriedad 1 Ts. 4:13-18). Los apóstoles del Señor, después del ascenso visible de Cristo al cielo, el día en que abandonó la tierra corporalmente, los ángeles que estaban junto a ellos les indicaron que de la manera que le vieron partir, de esa misma manera regresaría al mundo sin lugar a dudas (Hech. 1:9).

No es razonable suponer o pensar que los apóstoles de Jesucristo pudieran estar consientes en el cielo como “almas inmortales” mirando a Dios en su sublime trono y a Cristo a la diestra de su Padre, debido que los ángeles les habían anunciado que lo verían viniendo “tal como se fue”. Cuando Cristo regrese por segunda vez al mundo perdido «todo ojo le verá» (Ap. 1:7), incluso lo mirarán descender sus apóstoles quienes en estos precisos instantes de la actualidad «duermen en el polvo de la tierra» (Dn. 12:1), «esperando», en el matiz poético de la palabra, el ser despertados del sueño de la muerte para recibir, como el profeta Daniel, «su heredad al fin de los días» (Dn.12:13). Tantos creyentes como descreídos que han muertos, «aguardan» la resurrección para recibir, unos, la corona de vida en el Reino de Cristo, y otros, su merecido castigo en el Lago de Fuego (Jn. cap. 5).

De los tantos que hay, escogí estos hermosos versos bíblicos para mostrar la literalidad terrenal del futuro Reino de Dios. Empecemos, pues:

«Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová» (Is.2:2-5).

«En los últimos días» en el primer texto, es una locución que señala comúnmente la «era mesiánica». Ésta clausurará en su devenir «los tiempos de los gentiles», para finalizar con los sistemas inicuos del mundo caído (Lc. 21:24), cuando Cristo destruya sus enemigos, reyes, príncipes, capitanes y vasallos, en el Armagedón (Ap. 16:14). En esta era de Paz y de «conocimiento universal de Dios» (Hab. 2:14), de nuevo orden mundial, será manifestada una época incomparable de bendición, de amor, de bondad y de justicia a través de la persona de Jesucristo que regirá las naciones de la tierra con carácter célico, con «vara de hierro» (Sal. 2:8; Ap. 2:26-27). Este es el Reino teocrático prometido en antaño al rey David por el Señor, cuando le fue declarado que «su casa, trono y reino serían afirmados para siempre» (2 S. 7:16). Le corresponderá a Cristo, el hijo de David, «sentarse en su trono de gloria» para regir el mundo renovado con armonía y autoridad davídica (Mt. 25:31):

«Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto» (Is. 9:7).

En Is 2:2, «el monte de la casa de Jehová», es una referencia al «Monte de Sion», a Jerusalén. No indica tan sólo un lugar ubicado geográficamente, sino también el punto principal de convergencia cúltica mundial para la adoración divina, el centro mismo del gobierno de Dios donde Cristo tomará función legal como Rey de la tierra milenaria, en el que estarán implicados en un mover espiritual único el Pueblo de Israel y las naciones del mundo para venerar a Jehová de corazón año tras año, a parte de las hartas bendiciones materiales que recibirán como producto de la «tierra regenerada» (Mt.19:28), la cual es anhelada hoy por los genuinos hijos de Dios que comprenden bien los propósitos futuros y verdaderos de su Dios y Padre:

«Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos» (Zac. 14:16).

« Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes» (Is. 61:6).

En Is. 2:3 no se precisa, en este caso, la ley ritualista o ceremonial, sino la que Dios implantará en su Reino de justicia. En este Reino, los valores éticos y morales tendrán alta estima, no como ahora, que han sido hollados y corrompidos por la naturaleza depravada de los seres humanos. La paz mundial será establecida y habrá justicia social para aquellas personas que ingresen al Reino teocrático y milenial (Zac. 9:10; Is. 2:4; 9:7; 42:3; 65:21; Sal. 72:1-4, 12-14; Sof. 3:9). La tierra renovada será asombrosamente fértil y productiva. Habrá abundancia de alimentos: la pobreza será abolida en lo absoluto (Is. 32:14; 35:5-6; 65:20-22; Zac. 14:3-4; Am. 9:13; Is. 11: 6-9; 32:15-16).

El mundo en general sufrirá notables y benéficas modificaciones morfológicas. El propósito de Dios en esto es de restaurar la creación como era en el principio, antes de la caída edénica. La antigua creación será libertada del pecado, de la maldad, de los implacables efectos de las enfermedades, de los desastres naturales, de las guerras (Is. 2:4), de la muerte, del dolor, de las fronteras, del prejuicio del racismo y del egoísmo humano:

«Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Ro. 8:20-21).
Para terminar, concluyo diciendo que el Reino de Emanuel, «Dios con nosotros», el de Cristo, será establecido en la tierra y no en el cielo de Jehová (Sal. 2:8; Is. 11:9: 42:4: Jer. 23:5). El Reino de Cristo se centrará en la Ciudad Amada, en Jerusalén (Is. 2:1-3; 62:1-7; Zac. 8:20-23), y alanzará todas las naciones del mundo (Sal. 72: 11, 17; 86:9; Is. 55:5; Dn. 7:13-14; Zac. 8:22).

La prueba es clara e irrefutable.

Un verso para reflexión:

«El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos» (Ap. 11:15).

Dios les bendiga hermanos y amigos que nos visitan con agrado.

lunes, 3 de noviembre de 2008

EL REINO TERRENAL VENIDERO Y LOS APTOS A ÉL

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

Apto, ta. (Del lat. aptus). adj. Idóneo, hábil, a propósito para hacer algo.

La muerte y la resurrección de Cristo hacen posible que el creyente fiel pueda ser trasformado en cuerpo de glorificación (1 Co. cap. 15) porque lo hará capaz de ingresar al Reino de Dios en la Tierra cuando ésta sea regenerada, según Ro.8:21. Es imprescindible, ante todo, que se crea en el Hijo de Dios como el Mesías y Rey futuro, que vino a redimir o a comprar con precio de sangre a los que han creído en él (Jn.3:16; Ro.10:9-11). Quién no crea en Cristo como el Mesías de Dios, está bajo su ira y ha sido condenado, más el que crea en él, será salvo (Jn.3:36).

«Inmediatamente después de la gran tribulación final o de aquellos días» (Mt.24:29), Cristo será visto por todo en el cielo viniendo a la Tierra con sus santos ángeles en las nubes en gran poder y gloria (Mt.24:30; Jud.14; Ap.1:7), y se sentará en su trono de gloria a juzgar a las naciones del mundo (Mt. 25:31-46), y pondrá a sus fieles santos a su derecha salvadora para que hereden por mil años la Tierra trasformada y de abundantes bendiciones (Zac. 14: 4; Mt.5:5), para que reinen junto a Cristo como co-herederos de la promesa que fue hecha a Abraham mucho tiempo atrás y que abarca a judíos y gentiles (Gn.12:2-3; 14:15-16; Ro.3:29; Ga.3:14-16, 29). El Reino Milenario de Cristo será uno de gozo pleno (Is.9:3-4; 12:·3-6; 42:1: Jer.30:18-19; Sof. 3:14-17; Zac. 8:18-19; 10:6-7), será una Reino Terrenal enteramente santo (Is.1:26-27; 4:3-4; 35:8-9; 60:21; 61:10; Jer.31:23; Ez. 36:24-31; 37:23-24; 45:1; Jl.3:21; Sof.3:11), habrá en él consuelo cómo nunca lo hubo en el mundo seglar (Is.12:1-2; 29:22-23; 30:26; 40:1-2; Jer. 31:23-25; Sof. 3:18-20; Ap. 21:4), será un Reino esplendoroso, de manifestación gloriosa (Is.24:23; 4:2; 35:2; 40:5; 60:1-9), un Reino de justicia que abarcará la Tierra en general (Is. 9:7; 11:5; 32:16; 42:1-4; 65:21-23; Jer. 23:5; 31:23; 31:29:30), el conocimiento de Dios será excelso, sin parangón en el Reino de Cristo (Is. 11:1-2, 9; 41:19-20; 54:13), será un Reino que no permitirá las enfermedades ( Is.33:24; Jer. 30:17; Ez. 34:16), un Reino que no permitirá los desmanes, los pleitos ni disturbio alguno (Is. 14:3-6; 42:6-7: 49:8-9; Zac.9:11-12), será un Reino de labores y trabajos organizados y de equidad (Is. 62:8-9; 65:21-23; Jer. 31:5; Ez. 48:18-19), de bendición material en el que no habrá pobreza ni miseria (Is.4:1; 35: 1-2, 7; 30:23-25; 62:8-9; 65:21-23; Jer. 31:5, 12; Ez.34:26; Mi.4:1, 4; Zac. 8:11-12; Ez. 36:29-30; Jl. 2:21-27; Am. 9:13-14), será un Reino Terrenal dónde aumentará la luz del sol y de la luna (Is. 4:4; 30:26; 60: 19-20; Zac. 2:5), un Reino sin fronteras para la intercomunicación universal humana y de luz (Sof.3:9), solo habrá en este Reino una adoración de parte de los creyentes redimidos, y será para su Dios Salvador (Is.45:23; 52:1, 7-10; 66:17.23; Zac.13:2; 14:16 Sof.3:9; Mal.1:11; Ap. 5:9-14), será un Reino de comunión con Dios (Ez. 37:27-28; Zac. 2:2; 10:13; Ap. 21:3). Al terminar los mil años del Reinado de Cristo en la Tierra (Ap.20:20:27), entregará el Reino al Dios Padre (1 Co.15:24-25) y el Reino Eterno de Dios vendrá a continuación; en el aparecerán Cielos Nuevos y una Tierra Nueva de carácter justo «porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar no existía más» (Ap.21:1. Ver además Is. 65:17; 66.22; 2 P. 3:13). Por siempre se encumbrará la felicidad: no habrá sufrimientos ni más dolor; la muerte desaparecerá por completo; los clamores dejarán de ser, ni las endechas se cantarán ya; el hostigoso e inclemente dolor que ha provocado gran amargura y desesperación en la humanidad, desaparecerá por siempre (Ap.21:4). En fin, toda maldición nunca será vista en la Nueva Tierra (Ap.22:3)

El Reino Milenario de Cristo, maravilloso y pleno, únicamente lo recibirán los que hayan conocido perfectamente bien la doctrina del Dios del cielo, es decir, los que estén fuera de toda denominación que se dice ser cristiana, porque las denominaciones separan y contienden por sus diferencias dogmáticas y que muchos de ellos son heréticas y de condenación, y porque el verdadero Cuerpo de Cristo es uno (1 Co.1:10-13; 12:12-27), y una la sana doctrina (Jn.7:17-18; Ga.1:8). Este glorioso Reino es exclusivo para los que han creído que Dios es Uno (Is. 43:10-11; 44:6; 45:18; Jn.17:3) y no «tres en uno», idea que viene de la conciliación del platonismo griego con el pensamiento hebraico de los primeros siglos de la Iglesia de Cristo. Es apto únicamente para quienes piensan que Cristo es Hombre y no Dios (1 Tim. 2:5; Mt.12:32, 37, 41; 19:28; 24:30, etc. ), para quienes no abracen la peligrosa y mundana Doctrina de la Prosperidad que invierte las añadiduras por el conocimiento del Reino de Dios (Mt.6:33) que habrá de ser izado en la Tierra redimida en la segunda venida de Cristo (Dn.2:44: 7:13-14, 18, 22, 27; Lc.21:27; Tit.2:13; Ap. 20:4-6), ni para los que practiquen actos abigarrados y ofensivos a Dios en las congregaciones de Cristo (¿?) y que se manifiestan en una esfera de falsa espiritualidad y desorden tenebroso, de furor místico emocional, vistos frecuentemente en los grupos pentecostalistas carismáticos que se encuentran influenciados por sus líderes hipnotistas «apacigua conciencias». Este Reino Terrenal tan solo será para los que esperan en la resurrección futura de sus cuerpos para vida eterna (Jn.5:29a; 1 Co. 15:12-20; Ap.20:5-6), y que no esperan vivir en el tercer cielo de Dios (2 Co.12:2) a través de un «alma inmortal» (Ec.9:5-6), doctrina falsa también originada en el pensamiento de los griegos platónicos paganos que se introdujo sutilmente en la Iglesia de Cristo en el principio de su fundación .

Amigo que profesa el cristianismo, bisoño o profesante de considerable tiempo, si usted no llena los requisitos anteriores y consciente los aspectos negativos de los que hablamos, tenga por seguridad que su vida espiritual está gravemente en peligro. Muy comprometida en potencia para perdición. Todo este engaño apunta paulatina y descaradamente a la culminación de la apostasía profetizada de los últimos tiempos, cuyo origen es demoníaco (1 Tim. 4:1). El Espíritu dice con claridad, que los cristianos que un día conocieron la verdad, la abandonarán, y aún estando es sus congregaciones aprobarán un evangelio diferente (Ga.1:7-9).

Hermano que nos visita: ¿De qué lado está usted? ¿Está seguro de haber creído adecuadamente para salvación?

Para terminar, les dejo a todos ustedes un texto que los hará reflexionar para su bien, el cual nos importa mucho. Por eso escribimos estas cosas para que caminen la línea recta que lleva a la consumación de su salvación (1 P.1:5):

«Porque les digo a ustedes, que no van entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestro de la ley» (Mt.5:20).

Dios les bendiga siempre hermanos y amigos que nos visitan con una mente abierta para comprender las realidades y propósitos espirituales de Dios para el hombre convertido.

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LA VERDAD DE LA PANDEMIA