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sábado, 8 de enero de 2011

PAUL WASHER DICE QUE “TODO SE TRATA DE JESUCRISTO”…¿PERO QUE HAY DE SU MENSAJE SALVADOR O EVANGELIO?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
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En el siguiente video que escucharán del señor Paul Washer, él dice que "todo se trata de Jesucristo" (cristocentrismo), es decir que Jesús es nuestro Creador, nuestro Dios, nuestro dueño, nuestro Salvador, y luego nos dice que un día Dios juzgará a la gente por Jesucristo. Sin embargo, lo que no dice Washer es que los hombres serán juzgados de acuerdo a su EVANGELIO o buenas noticias que él predicó, si es que realmente lo obedecieron o no, si lo creyeron o no, si estuvieron firmes en la esperanza del evangelio o no. ¿O es que el evangelio del reino que Jesús predicó no salva? (Rom. 1:16) Noten ustedes que Washer no dice nada del evangelio de Cristo, y ni una sola palabra acerca del reino, el evangelio salvador que debemos creer todos para ganar la vida eterna. Parece que Paul Washer aún no entiende que en su frase "Todo se Trata de Cristo" también debe incluyir SU EVANGELIO o anuncio salvador.
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Entiendan que no es sólo pecado rechazar a Cristo como Persona, sino también su mensaje que proclamó y que llamó "el reino de Dios" (ver Mr. 1:1,14,15; 16:15,16). Hoy muchos creen que Cristo es Hijo de Dios, el Señor, y se postran ante él (esto los demonios también lo creen y tiemblan!), pero se resisten a creer en su mensaje o evangelio original, y se rehusan a creer que él reinará en la tierra durante un milenio junto con su iglesia. ¿Podrán entonces ser salvos por el mero hecho de haber sido fieles "cristocéntricos" sin creer con fe en su evangelio original y singular?
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Pero noten ustedes que para Washer el evangelio del Reino no está dentro de su frase "Todo se trata de Jesucristo". Y Washer no se da cuenta de que él está ignorando un aspecto central del ministerio de Jesucristo que es su mensaje o anuncio salvador (Lc 4:43; Marcos 1;1,14,15).
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Dice la Biblia:
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1 Pedro 4:17: Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al EVANGELIO de Dios?
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2 Tesalonicenses 1:8: "En llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al EVANGELIO de nuestro Señor Jesucristo"
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Colosenses 1:22,23: "...para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de élsi en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del EVANGELIO que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.
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Filipenses 1:27: Solamente que os comportéis como es digno del EVANGELIO de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del EVANGELIO.
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Efesios 1:13: En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el EVANGELIO de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.
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Romanos 2:16: en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi EVANGELIO.
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Romanos 1:16: Porque no me avergüenzo del EVANGELIO, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
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Sin duda todos estos textos de arriba muestran que el MENSAJE de Jesús es el evangelio salvador. Y ser "cristocentricos" no equivale a haber creído en el evangelio, como muchos aún suponen erradamente.
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Pero para el otro Paul, el apóstol de los gentiles, “todo acerca de Cristo” se resumía, así:
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Hechos 28:23: “Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el REINO DE DIOS desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles ACERCA DE JESÚS, tanto por la ley de Moisés como por los profetas".
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Entonces para el apóstol Pablo "Todo se trataba de Jesucristo"... ¡pero también su anuncio o evangelio del reino de Dios (¡el evangelio salvador!) que él proclamó como Su Maestro de manera insistente y hasta el cansancio.
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Así que, no sólo se trata de lo que piensas de Jesús...SINO TAMBIÉN DE LO QUE PIENSAS DE SU EVANGELIO DEL REINO O LLAMADO TAMBIÉN "EL EVANGELIO DE LA GRACIA". ¿Entenderá esto alguna vez este Pablito Washer? ¡Ojala!
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En Resumen:
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Este video realmente ignora totalmente el evangelio o mensaje salvador de Cristo, y la importancia de creer en ese singular mensaje que le dio Su Padre para que anunciara al mundo (Lucas 4:43).
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Así que te preguntaría lo que Washer no te ha preguntado en su video melodramático:
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¿Qué piensas de Cristo y de Su mensaje del reino? ¡Este es el punto, Sr. Washer! .

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Entiéndalo, por favor!

domingo, 19 de abril de 2009

LA MAJESTAD DE JESUCRISTO EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS



Antiguo Testamento


La primera pregunta que uno puede plantarse es si verdaderamente Jesús es Rey. Para encontrar la respuesta hemos de acudir forzosamente a la Revelación. ¿Qué nos enseña el mismo Dios acerca de esta materia.


Si acudimos a la Sagrada Escritura en busca de textos que den fe de la realeza de Cristo nos encontramos que es como ir en busca de agua al mar. El carácter real del Mesías prometido por Dios y aguardado por Israel es una idea dominante en todo el Antiguo Testamento.

Ya en el libro de los Números, Balaán pronuncia el oráculo en el que manifiesta que contempla, aunque no de cerca, como “una estrella sale de Jacob, un cetro surge de Israel” Núm.24, 17, y “de Jacob sale un dominador”Núm.24,19.

En los textos del Profeta Isaías la tradición cristiana ha interpretado un anuncio del Mesías que se ha visto cumplido en Jesús y en el reino inaugurado por Él: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros descansa el poder, y es su nombre: “Consejero prudente, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz”. Dilatará su soberanía en medio de una paz sin límites, asentará y afianzará el trono y el reino de David sobre el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre” Is. 9, 5-6.
El carácter real del Mesías como descendiente de la casa de David aparece con toda claridad en las palabras del Profeta.

En la misma línea, el Profeta Jeremías predice en su oráculo: “He aquí que vienen días, oráculo del Señor, en que yo suscitaré a David un descendiente legítimo, que reinará con sabiduría, que practicará el derecho y la justicia en esta tierra”. Jer. 23,5
El Profeta Daniel anuncia como “el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido y cuya soberanía no pasará a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos los otros y él mismo subsistirá por siempre” Dan. 2, 44. Y en la primera de sus visiones narra, “vi venir sobre las nubes alguien semejante a un hijo de hombre; se dirigió hacia el anciano y fue conducido por él. Se le dio poder, gloria y reino, y todos los pueblos, tacones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino jamás será destruido” Dan. 7, 13-14

Con toda la carga expresiva de los términos empleados, la clara referencia a la estirpe de David y las connotaciones que los Profetas aplican al reino anunciado, especialmente su carácter de soberanía absoluta y universal, así como su característica de eternidad, es imposible no ver una clara referencia a Nuestro Señor Jesucristo en quien, según sus propias palabras, se cumplen todas las Escrituras: “Escudriñad las Escrituras, ya que en ellas creéis tener la vida eterna, pues ellas dan testimonio de mí, y no queréis venir a mí para tener la vida” Jn. 5,39

Después de estas palabras contundentes del Señor bien podemos culminar estas referencias a algunos de los Profetas con la visión casi fotográfica del Profeta Zacarías:

“Salta de alegría, Sión, lanza gritos de júbilo, Jerusalén, porque se acerca tu rey, justo y victorioso, humilde y montado en un asno, en un joven borriquillo”Zac.9,9
El libro de los Salmos canta también la realeza de Cristo y sus desposorios místicos con su Esposa la Iglesia: “Tu trono, como el de Dios, es eterno, un cetro de equidad es el cetro de tu reino. Amas la justicia y odias la maldad, por eso te ha ungido el Señor tu Dios con perfume de fiesta entre tus compañeros” Sal.44.

Nuevo Testamento

Como no podía ser de otra manera toda la doctrina acerca de la realeza de Cristo que venimos entresacando del Antiguo Testamento se ve confirmada en el Nuevo, manifestándose así la plenitud de la Revelación.

En los umbrales mismos del Nuevo Testamento se nos da autorizada carta de presentación de Jesús de Nazaret, el Hijo de María la Virgen. Tal carta de presentación nos la relata el Santo Evangelio en la Anunciación que el Arcángel San Gabriel hace a la Virgen elegida por Dios para que a través de ella se cumplan las promesas realizadas por Dios a su pueblo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin”. Lc. 1,30-33

Podríamos continuar con otra serie de textos entresacados del Evangelio, de las cartas del Apóstol San Pablo y del Libro del Apocalipsis. En todos ellos encontraríamos apoyatura más que suficiente para presentar a Nuestro Señor Jesucristo como verdadero y auténtico Rey de los nuevos cielos y de la nueva tierra, y a su Santa Iglesia como verdaderos herederos del “reino de Cristo sobre la tierra”, destinada a extenderse a todos los hombres y a todas las naciones”.

Todos los textos de la Sagrada Escritura gozan de la autoridad divina y son verdad infalible revelada por Dios que ni se engaña Él mismo, ni nos engaña a nosotros. Sería suficiente una sola referencia a la realeza de Cristo para que esta fuese una verdad e fe. No tenemos una, sino abundantes referencias. Sin embargo, quizás la verdad adquiera una carga de profundidad asombrosa y una severidad majestuosa y divina cuando brota de los labios mismos de Nuestro Señor Jesucristo.

“Le dijo entonces Pilato: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: Soy rey, como tú dices. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz”. Jn. 18, 37

La verdad que perseguimos acerca de la condición de Cristo la obtenemos de sus propias palabras, “soy rey”. Esta es la verdad testimoniada por quien ha venido al mundo para dar testimonio de ella. Todo el que es de la verdad oye la voz de Jesucristo y reconoce su testimonio: “Yo soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin”. Él es, por lo tanto la razón de la creación. Es el “Rey de los reyes y Señor de los señores” Ap. 19, 16.




martes, 14 de abril de 2009

LA SIMPLE Y DIÁFANA VERDAD SOBRE DIOS REVELADA POR JESUCRISTO



"Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado"



¿Pueden 3 manzanas distintas hacer una sola manzana?


¡La verdad vital que muchos no quieren ver!


Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)


¿Qué entiende usted por las palabras único y solo? Si yo le digo a usted que en un accidente de aviación el piloto fue el único que sobrevivió, ¿entenderá usted que hubo tres sobrevivientes en ese accidente? Y si le digo que uno solo salió aprobado en el examen final, ¿entenderá usted que fueron tres los aprobados? Tenemos que admitir que las palabras ‘único’ ‘uno’ y ‘solo’ son exclusivas y denotan singularidad, sin paridad, o sin igual (solitario).

El significado de Único

En Juan 17:3 encontramos un pasaje en donde los cristianos no parecen entender lo que Jesús nos quiere enseñar con respecto a quién es Dios, el Dios verdadero. Estas son las palabras de Jesús tal como aparecen en la Versión Reina Valera 1960: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. ¿Qué nos enseña Jesús aquí? Pues, una simple y clara verdad que hasta un niño de cuatro años muy bien puede entenderla. Aquí Jesús está orando a Su Padre, y de Él nuestro Señor dice: “Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero…” Pues bien, ¿qué entiende usted por la palabra único en esta oración? ¿Acaso 2, 3 o 50 tal vez? Obviamente la respuesta es 1, pues único se deriva de uno, la unidad simple tal como la conocemos.

En otra ocasión Jesús hace hincapié a la unicidad de Dios cuando dice claramente: "¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?" (Juan 5:44). Desafortunadamente millones de cristianos suponen que uno es igual a tres y eso no es posible ni admisible.

El apóstol Pablo también se expresa de Dios como uno o único cuando finaliza su epístola a los romanos, así: "al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén" (Romanos 16:27). Aquí nadie diría que Pablo se está refiriendo a un Dios único compuesto de 3 Personas, pues claramente leemos que nuestro Señor es presentado por Pablo como el Mediador.

En 1 Timoteo 1:17 Pablo insiste en la unicidad de Dios cuando escribe: "Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén".

Y Judas también nos habla del Dios único en Judas 4, con estas palabras: "Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo". Aquí Judas distingue entre el único Dios Soberano y Jesucristo nuestro Señor. Y en el verso 25, Judas insiste en la unicidad de Dios diciendo: "al único y sabio Dios". ¿Por qué tanta insistencia en subrayar que Dios es uno o único? Simple: ¡Para remarcar el monoteísmo bíblico y para que nadie nos confunda con un Dios compuesto o un Dios Trino!

Y para finalizar, en una ocasión a Jesús se le presentó un hombre, que le dijo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo" (Lucas 9:38). ¿Pensó acaso Jesús que la frase "el único que tengo" se refería a uno de varios hijos? Por supuesto que no!, ya que en el verso 41 Jesús le ordena: "Trae acá a TU HIJO". Así que El tomó la palabra 'único' literalmente como que era su único hijo que tuvo con su esposa y de allí la angustia del padre por sanarlo. Así que cuando Jesús usa la misma palabra "único" para referirse a Dios en Juan 17:3, él no está pensando en un Dios Trino (Tres Personas en un único Dios).

El Significado de 'uno'

En Marcos 10:18 Jesús dice: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios”. Notemos que Jesús afirma que Dios es sólo UNO... ¡no dos o tres! Si él tenía en mente una unidad compuesta por tres Personas distintas, incluído él, ¿por qué se excluye de la Deidad negando una bondad que le pertenece a Dios?

Por otro lado, cuando Pablo dice que sólo hay UN solo mediador entre Dios y los hombres (1 Tim. 2:5), ¿entenderemos que también hay otros mediadores fuera de nuestro Señor? Por supuesto que no! UNO es UNO y no dos o más personas.

El Hombre a la imagen de Dios

Las Escrituras nos dicen que Dios hizo al hombre según su imagen y conforme a su semejanza. Pues bien, si Dios, según los Trinitarios, está conformado por Tres Personas distintas pero un solo Dios verdadero, me pregunto: ¿está el hombre -hecho a la misma imagen de Dios- conformado por tres personas distintas en un solo hombre verdadero? Si la respuesta es negativa, ¿entonces cómo puede ser el hombre imagen y semejanza de un Dios tripersonal o tripartito?

Conclusión:

Debemos tomar seriamente las palabras de Jesús en Juan 17:3 de la manera como las entendería un niñito, y reconocer que sólo hay un Dios que es el Padre de todos (1 Cor. 8:4-6). De este reconocimiento depende nuestra VIDA ETERNA. Así que podemos afirmar que éste un asunto de vital importancia como para tomarlo a la la ligera.

sábado, 11 de abril de 2009

LA PERNICIOSA INFLUENCIA DE AGUSTÍN PARA TRASTOCAR EL EVANGELIO PRÍSTINO DE CRISTO



Agustín de Hipona

La influencia de Agustín fue esencial para que a lo largo de los siglos el catolicismo romano hubiera rechazado cualquier idea acerca de un futuro Reino Mesiánico, a partir de Israel.

De hecho, cada vez se volvió más antisemita en sus creencias, hasta el punto de apoyar (el Vaticano) a Hitler y a Mussolini en sus esfuerzos de destruir a los judíos.

¡Ninguna doctrina basada en el premilenarismo (el Rey antes que el Reino), hubiera podido ser aceptada o permitida, que pusiera en algún peligro el poder terrenal y la influencia de la “única, santa y eterna indivisible iglesia de Roma”!

Esa es la razón por la cual, el premilenarismo, cuando surgió de nuevo, sólo fue creído por una minoría de creyentes, como los Anabaptistas, los Moravos, y los Irvingitas, aquellos que habían roto con las enseñanzas de la llamada iglesia visible de entonces.
Los judíos siempre entendieron que el Reino era algo literal, futuro; un reino terrenal de Dios que había de venir. Jesús nunca corrigió a los judíos de su día, aunque sí les desafió acerca de otros muchos aspectos de sus creencias.

Nunca jamás asoció Su resurrección con el levantamiento de un Reino judeo-gentil supuestamente llamado Iglesia, y ni tampoco eso estaba en la mente de los primeros cristianos.

El “Diccionario Oxford de la Iglesia Cristiana” (una obra de corte liberal), dice acerca del Reino de Dios:

<>.
La idea de que la Iglesia reinaría victoriosa como un Reino en la tierra, antes de la venida en gloria de Cristo, no estaba latente en la Iglesia primitiva, ni tampoco está patente en la Biblia si se es honesto en su interpretación.

La Biblia misma y todos los escritos de antes de Orígenes, y sobre todo, antes de Agustín de Hipona, son premilenaristas, es decir, enseñan que el Milenio (mil años literales), es decir, el Reino de Dios sobre la tierra, no será sino a partir de que vuelva Cristo en gloria a este mundo, destruyendo a Sus enemigos, reunidos a la sazón en Har Meggido (Armagedón) Ap. 16:13-16; 19: 11-21; 20: 3-6; Dn. 2: 44, 45; 7: 7-14; etc. etc.)

Incluso historiadores liberales y amilenialistas, no tienen otro remedio que admitir que el premilenarismo fue observado y creído extensamente por la Iglesia primitiva.
Uno de los más prestigiosos historiadores de la Iglesia, dijo: El punto más chocante en la escatología de la era pre-nicena (antes del año 325), es el prominente Milenarismo; es decir, la creencia del reino visible de Cristo en gloria sobre la tierra con los santos resucitados durante mil años, antes de la resurrección general y el juicio.

Más sobre el Reino en:
http://www.apologista.wordpress.com/

www.elevangeliodelreino.org

www.esnips.com/web/BibleTeachings (Estudios en español e inglés por Apologista)

martes, 10 de marzo de 2009

EL VÁSTAGO DE ISAÍ EN ISAÍAS 11: ¿QUIÉN ES?




Isaías 11, Un Vástago de Isaí

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová (Isaías 11:1-2).


Nosotros no entenderíamos esto si no nos remontamos al principio, porque Isaías estaba prediciendo que la descendencia real de David, de la cual provinieron todos los reyes de Israel, sería cortada como un árbol, permanecería inactiva, para luego ser restablecida. Este proceso daría comienzo cerca de 150 años después que Isaías escribió estos versículos, cuando el Señor pronunció una maldición de sangre sobre la descendencia de David, al decir que ninguno de los hijos de David volvería a reinar sobre Israel (Jeremías 22:28-30). La descendencia languidecería, como el tronco de un árbol que ha sido cortado. Durante todo el tiempo del cautiverio babilónico, y por 500 años más, no hubo ningún rey en Israel. Pero un día un vástago retoñará, un Vástago que dará fruto. Puesto que Isaí era el padre de David y David no era el vástago, esta es una referencia al Mesías, el Hijo último de David.

Esto comprende tanto que tenemos que tomar un tiempo para entenderlo. Primero, el uso de la palabra Vástago, o Renuevo. En la Biblia en Inglés (KJV), la palabra Vástago (Branch) aparece en mayúscula, lo que significa que se refiere a una persona. En la Biblia encontramos cuatro referencias al Mesías como Vástago, o Renuevo, y cada una lleva consigo un modificativo especial. Jeremías 23:5 dice de un renuevo justo, un Rey. Zacarías menciona a “mi siervo el Renuevo” (Zacarías 3:8) y “el varón cuyo nombre es el Renuevo” (Zacarías 6:12). Finalmente, en el artículo anterior (Parte 2), vimos “el renuevo de Jehová” en Isaías 4:2.

Yo creo que fue Clarence Larkin el que primero descubrió que estos modificadores fueron una descripción de los cuatro estandartes que identificaban los campamentos de Israel, los cuales formaban cuatro grupos de tres tribus cada uno, y estaban situados alrededor del tabernáculo en el desierto dispuestos en cada uno de los cuatro puntos cardinales. En esos estandartes se veían las figuras de un león, el cual representaba al Rey Justo, de un buey que representaba al siervo, siendo el buey una bestia de carga, el rostro de un hombre la cual se explica por sí sola, y la de un águila la cual representa a Dios.

Pero aun hay más. Las representaciones de estos modificadores también se revelan en los cuatro rostros del querubín en Apocalipsis 4. Y aquí también representan los temas dominantes en los cuatro evangelios. Mateo les escribió a los judíos proclamando a Jesús como el Mesías de Israel, el León de Judá. Marcos lo mostró como el siervo obediente de Dios. Lucas lo describió como el Hijo del Hombre, y en Juan, Él es el Hijo de Dios.

Entonces, queda claro que el Renuevo es un título Mesiánico. El vástago, o renuevo, del tronco de Isaí es el Mesías, nacido de la Tribu de Judá de la descendencia de David.

Yo Prometo

Pero aquí hay algo todavía más asombroso. Recordemos que Dios le prometió a David que alguien de su familia reinaría en Israel para siempre. David quiso construir la casa de Dios, pero Dios no se lo permitió diciendo que se necesitaba de un hombre de paz y David era un hombre de guerra. Así fue como Dios escogió al hijo de David, Salomón, para que le construyera el Templo, y durante el reinado de Salomón, Israel disfrutó de una paz como nunca antes la había sentido (ni desde entonces). En cuando a David, Dios prometió construirle una “casa”, al hacer que su dinastía fuera perpetua. (1 Crónicas 17:1-14). Desde ese momento en adelante, un descendiente de David, a través de la descendencia de Salomón, se sentaría sobre el trono en Jerusalén, como Rey de Israel.

Pero ya para el tiempo del cautiverio babilónico, estos reyes eran tan malvados y tan rebeldes hacia Dios, que Él finalmente dijo “Suficiente”, y maldijo la descendencia real al pronunciar que ninguno de ellos volvería a reinar sobre Israel (Jeremías 22:28-30). El último rey legítimo de Israel fue Joaquín también conocido como Jeconías, el cual reinó durante tres meses solamente, en el año 598 a.C. ¿Estaba Dios rompiendo Su promesa a David?

Al anunciar el Mesías venidero, el ángel Gabriel le prometió a María que su hijo se sentaría en el trono de David, y que sería el primero en hacerlo desde que la maldición había sido pronunciada, y cuando lo hiciera sería para siempre (Lucas 1:32-33). Pero, entonces ¿cómo veríamos la descendencia maldecida de David? ¿Cómo es que Dios podía prometerle algo así a María?
Aquí Veremos Cómo Es Eso

Si comparamos las dos genealogías de Jesús en Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-28, nos damos cuenta que tanto María como José eran de la tribu de Judá y descendientes de David. José era descendiente de Salomón, que era la descendencia maldecida, mientras que la genealogía de María es a través del hermano de Salomón, Natán. Realmente, José y María eran primos, a pesar de la lejanía.

María no tenía ningún hermano, así que para poder mantener la tierra de su familia dentro de la herencia tribal, según la Ley, ella tenía que casarse con alguien que también era descendiente de David (Números 36:1-13). José llenaba los requisitos y perteneciendo a la descendencia real tenía un reclamo legítimo al trono, pero llevaba encima esa maldición. Entonces, ningún descendiente biológico de José jamás podría calificar legítimamente para llegar a ser rey de Israel, pero José podía asegurar el derecho de María para heredar la tierra del padre de ella.
Cuando María aceptó la oferta de matrimonio de José, ella también validó el reclamo al trono de Israel de su hijo aun no nacido. Su matrimonio colocó a Jesús en la sucesión real como el hijo legal de José, como Lucas lo muestra en su genealogía (Lucas 3:23), pero le permitió estar libre de la maldición ya que Él no era hijo biológico de José. Pero recordemos que Él era un descendiente biológico de David por medio de su madre y, por consiguiente, de “la casa y linaje de David”. Esto lo hizo el único hombre sobre la tierra, desde el año 600 a.C., que tenía un derecho legal al trono de David. Se necesitaba de un nacimiento virginal para hacerlo, pero Dios mantuvo Su promesa tanto a David como a María. El trono de David será ocupado para siempre, por el hijo de María.
Y, finalmente, en el versículo 2 vemos que el séptuplo Espíritu de Dios, que es una construcción del Espíritu Santo del Antiguo Testamento, y que vino a morar en Jesús al momento de Su bautismo (Mateo 3:16) le dio el poder sobre todos Sus milagros. Esto fue necesario porque la misión del Señor requería que viviera Su vida solamente en el poder humano. Para poder redimir a la descendencia perdida de Adán, Él tenía que ser el pariente-redentor de Adán. Por eso es que Lucas mostró a Jesús como el hijo del hombre, y trazó Su genealogía hasta Adán.
Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura (Isaías 11:3-5).

El fuerte contraste entre el Cordero de Dios y el León de Judá es evidente. El Salmo 2:8-9 confirma que Él regirá a las naciones con vara de hierro. Apocalipsis 19:15 concuerda y agrega que Él herirá a las naciones con la espada de Su boca.

Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar (Isaías 11:6-9).

Una vez que la Era Mesiánica comienza, la paz será su característica más descollante. En la Parte 1 de este estudio vimos que en el Reino Milenario las naciones ya no tomarán las armas unas contra las otras. Ahora vemos que la paz milenaria abarcará también a los animales del reino. En una parte futura veremos que la misma creación explotará en un cántico de gozo.

Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.

Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín (Isaías 11:10-13).

La primera reunión de la nación se llevó a cabo después del cautiverio babilónico. La segunda reunión empezó oficialmente en el año 1948 y continúa en nuestros días, y se completará después de la batalla de Ezequiel 38. Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos (Ezequiel 39:28). Después de 2000 años, el pueblo de Dios habrá regresado a su tierra de la diáspora y será un solo reino de nuevo, por primera vez desde el año 900 a.C.
Sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán. Y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con el poder de su espíritu sobre el río, y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con sandalias. Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto (Isaías 11:14-16).

El Capítulo 11 termina con otra promesa de que conforme se acerca el final de la era, la gente que erróneamente llamamos hoy día “palestinos”, dejarán de ser un problema para al pueblo de Dios ya que serán conquistados. Israel los dominará y los subyugará. Estos versículos lo más probable es que se refieran a la batalla del Salmo 83, la cual es quizás el próximo evento en el calendario profético.

El mar de Egipto es el Mar Rojo, y su golfo puede ser o el Golfo de Acaba o el Golfo de Eilat, los dos que forman las “orejas de conejo” en su parte norte. El poderoso Eufrates, frontera tradicional entre el Este y el Oeste, se convertirá en siete brazos. El camino para el remanente desde Asiria completa la idea de que ya no habrá más ninguna frontera natural que le impida al pueblo de Dios llegar a Su Ciudad Santa.






http://www.apologista.wordpress.com/

miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿FUE REALMENTE JESUCRISTO HIJO DE DAVID?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Es lamentable que miles de teólogos llenos de prejuicios no se den cuenta que Jesucristo ES HIJO DE DAVID. El evangelista Mateo empieza su sinóptico diciendo que Jesucristo es "hijo de David, hijo de Abraham" (1:1). Normalmente nadie comienza una biografía diciendo de quién es hijo su personaje central, pero en el caso de Jesús el autor sienta las bases del origen de su personaje central, Jesucristo---¿por qué?¿Qué importancia tendría que Jesús fuera del linaje de David (o de Abraham), un ancestro suyo que vivió casi mil años antes que él? Generalmente uno dice que es hijo de su progenitor. Yo soy hijo de mi Padre llamado Aldo, no de mi abuelo o mi bisabuelo. Pero en el caso de Jesús hay una razón muy importante, y es la de destacar su origen noble y real. Es decir, está destacando que Jesucristo tendría el derecho de ser un heredero del reino davídico si éste existiese nuevamente en Jerusalén como en tiempos pasados.

¿PREDICÓ ÚNICAMENTE LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE CRISTO EL GRAN APÓSTOL PABLO?

Muchos "Cristianos" prejuiciados no han leído bien todo lo que tiene que decirnos Romanos 1:1-5. Estos versos nos dicen lo siguiente:

"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio, que él había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su Hijo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor a su nombre.”

Pues bien, aquí tenemos el evangelio completo del apóstol Pablo el cual es pasado por alto por muchos creyentes sinceros, pero que aún están prejuiciados por la tradición Católica. En primer término el evangelio es acerca del Hijo de Dios. ¿Y qué involucra esto?¿Acaso que Jesús es el evangelio como muchos suponen? No lo creemos así porque la Biblia dice que Jesús vino a predicar el evangelio del reino de Dios…¡y el reino no es Jesucristo, sino el Rey del reino! Pero sigamos la línea de la exposición de Pablo. El dice que ese evangelio acerca de su Hijo consiste en que Jesucristo era del linaje de David según la carne, y que fue declarado Hijo de Dios, por su resurrección. De modo que Pablo anuncia que Cristo es hijo de David según la carne y que Dios lo resucitó y lo constituyó en su Hijo---El Hijo de Dios. Aquí Cristo es claramente declarado Hijo de Dios, título que tiene una clara connotación Mesiánica. ¿Cómo lo sabemos?. Sólo basta con leer el famoso Salmo 2:7-9, donde dice que Dios engendró a Cristo para ser su hijo y heredero de las naciones: “Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme y yo te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro, como vasija de alfarero los desmenuzarás” (Ver también Apo. 12:5; 19:15). Es decir, al alcanzar Jesús su justa resurrección, Dios lo constituyó en un hijo mesiánico engendrado para ser el rey del reino de David, su padre. Es por eso que Pablo hace hincapié en primer lugar que Cristo es del linaje de David, para luego pasar a decir que él es el que regirá a las naciones como rey ungido o Cristo (=hijo de Dios), tal como lo fue su padre David, Salomón y los demás reyes davídicos ungidos. Esta sorprendente verdad no es comprendida por muchos que se llaman “Cristianos” o “mesiánicos”. Dicen ser Mesiánicos (=cristianos) pero no entienden que Jesús es el hijo de Dios, el Cristo nombrado para sentarse en el reino de David, el cual es llamado el reino de Dios (en 1 Cró. 28:5).

De modo que resumiendo lo dicho hasta acá, el evangelio de Pablo era que Cristo era del linaje del rey David, y que Dios lo engendró como hijo mesiánico por su resurrección de entre los muertos. Este hijo mesiánico restaurará el reino davídico y tomará el control del nuevo mundo, o llamado por algunos burlones “el maravilloso mundo de mañana”. De modo que los que dicen que Pablo jamás predicó el reino de David por restaurarse están mintiendo y propagando las mentiras satánicas de un reino espiritual o iglesia, o un reino en el “corazón del creyente”. Y es que éstos incautos no saben que están oscureciendo el evangelio de la gloria (y reino) de nuestro Señor Jesucristo (2 Cor. 4:4).

El mismo Jesucristo hace la pregunta crucial. ¿Quién decís que soy yo? Y Pedro da con el punto y dice acertadamente: “tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” (Mateo 16:16). Sin duda Jesús aprobó tal confesión de Pedro diciéndole que Dios se lo había revelado y no los hombres (v. 17). Pedro supo que Jesús era el cumplimiento del salmo 2:6-8 como el verdadero Mesías de Israel, el rey del reino davídico.

Desgraciadamente existen aún indoctos que no entienden que si bien es cierto que Pablo predicaba la resurrección de Cristo, lo hacía para señalar que esa resurrección lo constituía a Jesús como el heredero del reino davídico y en consecuencia, como el futuro amo del mundo venidero en el reino de David (= reino de Dios). En realidad, según se desprende de Romanos 1:1-5, el evangelio de Pablo era integral, y mostraba la verdad de las buenas noticias que Cristo resucitó para convertirse en el futuro rey mesiánico en la tierra. Su evangelio fue que Cristo resucitó de entre los muertos para justificarnos y hacernos copartícipes de su glorioso reino en la tierra cuando tome el trono de David su padre en Jerusalén. Esta verdad ha sido oscurecida por Satán, quien sabe que muy pronto el Mesías, el hijo de Dios, y heredero del trono de David, lo depondrá para inaugurar el reino davídico que por el momento está suspendido por un decreto divino, según Ezequiel 21:25-27, pero que será restaurado definitivamente con el retorno del rey glorioso desde los cielos (Mateo 25:31,34; Hechos 1:3,6,7).

¿SÓLO A LOS ROMANOS PREDICÓ PABLO EL EVANGELIO?

En Tesalónica Pablo anunció a los Judíos que Jesús era el Cristo. Dice así Hechos 17:2,3: “Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que Cristo padeciese y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo”. Así que acá vemos algo similar a lo que él enseñó a los romanos. El les dijo a los Judíos de Tesalónica que Cristo murió y resucitó, pero además les declaró que Jesús era el Cristo, o sea, el Mesías, el hijo de Dios. El les estaba diciendo que por la resurrección Dios había hecho a Jesús Cristo, el hijo de Dios, el heredero del reino de David. Pero muchos aún no entienden qué es lo que significa “Cristo”. Piensan que es un nombre o el apellido de Jesús (Jesús Cristo), y no saben que es UN TITULO…un título dinástico. Cristo es el equivalente Hebreo “Mashiaj” que significa Ungido. Y un ungido en el Antiguo Testamento era aquel que había recibido el óleo sagrado en su frente para ser nombrado rey de Israel. David fue ungido, Salomón fue ungido, y así sucesivamente. Y Jesús fue igualmente proclamado Cristo (ungido) en su bautismo y sellado con su resurrección de entre los muertos (Hechos 2:24,30,35).

Pero sigamos con Hechos 17 el cual estamos examinando. Los versos 4 dice que algunos de ellos (Judíos) creyeron, y también de entre los Griegos, un buen número de ellos. El verso 5 nos dice que los Judíos que no creyeron, por celos, alborotaron la ciudad diciendo, según el verso 6 que los creyentes del evangelio de Pablo contravenían los decretos del César, ¿por qué? Porque el evangelio de Pablo decía que había otro rey, llamado Jesús (v.7). De modo que se hace claro que al predicar Pablo el evangelio de que Jesús era el Cristo resucitado, lo que predicaba era que Jesús era un rey, un rey que tomaría su poder en el mundo y que desestabilizaría los reinos temporales y los dominaría con vara de hierro. Es por eso que los Judíos incrédulos aprovecharon la ocasión para acusar a Pablo y sus seguidores de ser unos sediciosos, unos revolucionarios predicadores de un nuevo gobierno en la tierra que pondría en jaque a los imperios del mundo. Pues si el evangelio era sólo un mensaje espiritual e inofensivo, ¿cómo podría haber sido una amenaza para César?¿Cómo le hubiera perjudicado a César saber que unos “locos” fanáticos predicaban la resurrección de un hombre?¿Acaso no habría oído César de la resurrección de Lázaro mucho antes? Esas noticias no amenazaban su imperio, pero sí un nuevo imperio que lo depondría a él. Por eso Pablo dice en Hechos 28:20 que él está en cadenas, perseguido, maltratado, golpeado, por causa de la esperanza de Israel, que era la esperanza del Reino de David (Marcos 11:10; 15:43).

Y Finalmente, Pablo repite la misma predicación tanto en Corinto (Hechos 18:5) y en la ciudad de Efeso diciendo que Jesús era el Cristo (Hechos 18:28).
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JESUCRISTO: EL HIJO DEL REY DAVID

Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Una Verdad Ignorada por Millones

En Mateo 1:1 se registra que Jesucristo es el hijo de David. Pues bien, ¿Qué importancia tendría que Jesús descienda del célebre rey David? La mayoría de cristianos no tiene ni la menor idea del porqué de esto, y aún los más entendidos yerran. Es hora que los verdaderos cristianos comprendan el verdadero significado de esta casta real, pues por algo lo menciona el evangelista y apóstol San Mateo. Obviamente Jesucristo es de “sangre azul”, un príncipe de Judá, un sucesor y heredero del rey David.

Pues bien, siendo que Jesús es el descendiente del rey David, él sin duda tiene el derecho de heredar su reino cuando éste se restaure en Jerusalén a su regreso en gloria, y acompañado de sus ángeles (Mateo 25:31). Aceptemos que Dios efectivamente restaurará el reino de David en Israel, y que Cristo estuviese en la tierra para ese entonces: ¿a quién pondría Dios sobre el trono de David? A Jesús, ¿no le parece? Además, con los excelentes pergaminos que ostenta Jesucristo, Dios no titubearía en asignarlo o nombrarlo como el nuevo rey judío. Pues sorpréndase: ¡Dios ya lo asignó como tal hace 2 mil años! Tome nota de lo que dijo Pedro al respecto: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2:36).

Ahora vayamos por partes aquí: ¿Qué significa el hecho de que Jesús haya sido hecho por Dios: Señor y Cristo? Aquí nuevamente los más de los cristianos vuelven a fallar. Sus respuestas suelen ser tan variadas y contradictorias. Y cuando se les pregunta específicamente a los creyentes “cristianos” acerca del significado de la palabra CRISTO, ellos generalmente no responden de la misma forma cómo está explicado en la Biblia. Esto es sorprendente e inaudito entre aquellos que dicen ser de “Cristo”.

El Significado de la Palabra CRISTO

En Lucas 23:2 leemos: “Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey”. Pues bien, aquí está la verdadera explicación de lo que significa Cristo, es decir: UN REY. En el caso de Cristo: “el gran rey” (Mateo 5:33-35). Por tanto, cuando Pedro dice que Dios hizo a Jesús---CRISTO, lo que quiso decir era que lo hizo REY, un rey que aún no reina en el reino de David, pues Jesús mismo afirmó que su reino no era de este mundo o era maligna (Juan 18:36). Como dice The Zondervan Pictorial Enciclopedia of the Bible col. 1, pág.171: “...Porque era costumbre ungir a los reyes, la frase “el ungido del Señor” llegó a ser sinónimo de rey”. También es interesante leer Marcos 15:32, donde dice: “El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz”. También Juan 1:41,49. Cristo, por tanto, se asocia con el término rey.

La palabra Cristo, del hebreo Mesías, significa “el ungido”. El agente ungido de Jehová: Los reyes de Israel fueron ungidos con aceite en el nombre de Dios, que simbolizaba su investidura con el Espíritu de Dios. El término Mesías fue usado más tarde para determinar a un “rey venidero”, a un esperado líder majestuoso de la descendencia de David que restauraría el reino a Israel. Un rey que haría todas las cosas nuevas, consagrado como el vicegerente de Jehová (Yahweh) en Israel. Este hijo de David, quien era esperado con expectativa por la nación judía, era el Mesías (Cristo) por excelencia, un término que ha sido interpretado en griego por Cristos. (Ver The New American Bible Dictionary & The Zondervan Pictorial Enciclopedia pf the Bible vol.2, pág.344).

El Significado de la Palabra SEÑOR

El término Señor en el caso de Cristo es indicativo también de REY. Por ejemplo: En 1 Samuel 24:8 leemos lo siguiente: “También David se levantó después y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl diciendo: ¡Mi Señor el rey!”.

También el término Señor para Jesús es sinónimo de Rabí (Maestro). Hay un ejemplo excelente en Juan 4:11. Aquí hay una mujer Samaritana que conoce recientemente a Jesús, pero él no se presenta aún como el Mesías. Ella lo ignora totalmente. Sin embargo ella se dirige a Jesús como Kyrios (Señor).

“La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo”.

La palabra en este pasaje es Kyrios. Es aplicada a Jesús, y es usada como señal de respeto, como Señor.

Habiendo hecho estas dos necesarias atingencias, vamos a reseñar cómo las Escrituras nos presentan a Jesús como el Rey que vendrá a la tierra para restaurar el reino suspendido del rey David. Es necesario que los cristianos (o mesiánicos), retomen su expectativa en el Mesías venidero, y prediquen su esperanza mesiánica a todos los hombres de la tierra. Cuando decimos “esperanza mesiánica” nos referimos a la esperanza de la venida de nuestro rey que reinará (o regirá) en el mundo desde la ciudad capital de Jerusalén. Comencemos primero con una promesa que Dios le hizo al rey David hace aproximadamente tres milenios.

El Pacto de Dios con el Rey David

Dios le anunció el evangelio o buenas noticias a David por intermedio del profeta Natán, diciendo: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:12-16).

Esta profecía es dual a todas luces. Nótese que Dios le asegura a David que Él afirmará su reino. También le dice que afirmará el trono de su reino, el cual será estable eternamente. Ahora bien, en esta profecía se hace alusión a Salomón por un lado, quien se encargó de edificar casa a Su nombre (el de Dios). Esto lo hizo Salomón al edificar el templo---“el templo de Salomón”. Este fue magnífico y esplendoroso. A este rey castigaría Dios si no le fuere leal y recto.

El otro lado de la moneda es que el trono de David aún no ha venido a ser estable eternamente. La prueba la tenemos cuando vemos que ya no existe el trono de David en Jerusalén. Salomón mismo cayó en pecado y fue reprochado por Dios. Al morir él, sus hijos disputaron su trono, el cual produjo la división del reino en dos: Las tribus del norte y las del sur. Más adelante el templo sería destruido. Pero nótese el dualismo profético. Aquí aparece un personaje que será Hijo de Dios, y cuyo trono y reino verdaderamente serán estables eternamente. Esto nos lleva a concluir que el reino davídico “resucitará” o será restaurado nuevamente como antaño. No hay otra salida posible.

Una Profecía Bíblica Pasada por Alto

La prueba bíblica que confirma la restauración del reino de David la encontramos en Ezequiel 21:25-27. Esta fue una profecía declarada al último rey davídico impío que tuvo Israel en el año 586 A.C. Dice Así: “Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto no será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto. A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré”. Compare con Lucas 1:32,33.

Esta profecía nos lleva a la conclusión de que aparecerá un descendiente de David que retomará el trono, el reino, y la ciudad de David para reinar sobre el pueblo hebreo. Este personaje será el Hijo de Dios y el hijo de David. A este Mesías (Ungido), repito, se le dará el trono, la tiara, y la corona de David para que restaure el reino de aquel célebre rey en Jerusalén. Y recuerde, el reino de David era el reino de Dios. Luego: ¡El Reino de Dios será restaurado a los Israelitas! Compruebe usted cómo la Biblia afirma tajantemente que el reino de David era el mismísimo reino de Jehová Dios en 2 Crónicas 28:5. Por tanto, cuando Cristo predicaba el reino de Dios, él estaba anunciando la restauración del reino de David a los Israelitas o judíos (Hechos 1:6,7). El rey venidero de Israel vino a “confirmar las promesas hechas a los padres”, incluyendo a David (Romanos 15:8). Nótese que Pablo dice que Jesús vino a confirmar (revalidar o corroborar) las promesas de Dios---¡No a cancelarlas o cumplirlas! Su cumplimiento o restauración sería para su segunda venida (Hechos 3:20,21).

Jesucristo es Hijo de Dios e hijo de David

Muy pocas personas se han puesto a reflexionar de que Cristo es el Hijo de Dios y también de David, en la carne. También son pocas las personas que han reflexionado seriamente en el anuncio completo del ángel Gabriel a María, el cual incluía: “Y este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:32,33). ¿Se da cuenta usted de la relación que tiene este anuncio angelical, con la promesa que le hizo Dios a David en 2 Samuel 7:12-16? ¡Es claro! Jesús será el rey que restaurará el reino “suspendido” de David en Jerusalén. Jesús mismo afirmó que Jerusalén ES (no fue) la ciudad del gran rey (Mateo 5:33-35). Además, Jesús mismo le había admitió a Pilatos que él había nacido para ser el verdadero Rey judío o Mesías (Juan 18:37).

La Expectativa Mesiánica del Pueblo Hebreo

Debido a las promesas mesiánicas de una futura restauración del reino davídico en Jerusalén, es lógico esperar que cuando los paisanos y discípulos de Jesús le vieron ingresar a Jerusalén (la ciudad de David, la sede de su trono) empezaran a exclamar con razón: “¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene!¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén...! (Marcos 11:10,11).

Estamos viendo que los seguidores de Jesús creían que Cristo restauraría inmediatamente el reino de David en Jerusalén. En Lucas 19 Jesús se ve precisado a pronunciar la Parábola de la Diez Minas, pues los discípulos creían que el reino se manifestaría inmediatamente. Nótese que el verso 11 de esta parábola NO tenía como fin recalcar que el reino jamás se restablecería en Jerusalén, sino más bien, el de enseñar básicamente que dicha anhelada restauración no sería inminente, sino para su segunda venida en gloria. Jesús enseñó que primero tenía que ir al cielo para recibir la autoridad del Padre, y luego volver (Lucas 19:12). Volver para regir el mundo desde el trono de David en la tierra prometida a Abraham y a su descendencia (Ver Génesis 13:15;15:18; Gálatas 3:16,29; Mateo 25:31,34).

Pero lo más interesante de todo---y que desgraciadamente pocos advierten--- es la pregunta final de los discípulos a Jesús que está registrada en Hechos 1:6. Esta dice así: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. Aquí vemos la esencia de toda la predicación de Jesús: La restauración del reino davídico a los Israelitas creyentes en general. Aquí está la pregunta que resume todo lo enseñado por Jesús para el futuro. Pero los “cristianos” contemporáneos sostienen que la pregunta de los discípulos estuvo errada, pues pensaban en un reino nacional y no “espiritual”. ¡Pero Jesús nunca los corrigió o amonestó por semejante “inoportuna y torpe” pregunta! Él sólo se limitó a decirles que el tiempo de la tan esperada restauración nacional del reino davídico sólo Dios lo sabía (Hechos 1:7). Pero desgraciadamente este punto muchos cristianos no lo entienden en verdad debido a sus ideas preconcebidas, y prejuicios antisemitas. La iglesia Católica es la responsable de ello. Ella ha transferido el reino nacional judío al ámbito de lo “espiritual”. Para los católicos el reino es la iglesia misma católica, el cuerpo místico de Cristo. Pero para aceptar esto habría que mutilar muchos versículos de la Biblia que hablan de una futura restauración nacional del pueblo hebreo y de su reino davídico, resultando así una Biblia ininteligible y recortada. Pero nosotros creemos que la iglesia es más bien la heredera del reino futuro que se inaugurará en la tierra (Mateo 25:34). He aquí algunas razones por las cuales el reino no es la iglesia: Primero, no se puede ingresar en el reino de Cristo con nuestros cuerpos de “carne y sangre” (1 Corintios 15:50); en cambio, a la iglesia de Cristo los hombres sí pueden entrar con cuerpos de “carne y sangre”. Segundo, a la iglesia ingresan los recién bautizados, los cuales aún son “niños espirituales” y que requieren crecer en la fe a través de las enseñanzas impartidas por los líderes (Pastores y maestros---Hechos 2:41, Efesios 4:11-16). En cambio, para ingresar en el reino milenario de nuestro Señor Jesucristo, es necesario haber crecido en la fe y haber perseverado hasta el final de nuestra carrera cristiana (2 Pedro 1:5-11, Hechos 14:22).

La Expectativa de los Cristianos

La expectativa de los cristianos es la expectativa que tuvieron los fieles hebreos del Antiguo y Nuevo Testamentos. Ya el apóstol Pablo había dicho que sólo hay una sola esperanza de nuestra vocación (Efesios 4:4). También él dice: “que son israelitas, de los cuales son (no eran) la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas” (Romanos 9:4). además Pablo afirma que los injertados (creyentes gentiles) en el buen olivo (el pueblo israelita) se nutren de su rica savia (los pactos y promesas que Dios hizo con los padres---Romanos 11:17,18). Jesús, por su lado, dijo que “la salvación viene de los judíos” (Juan 4:22). Esto significa que los judíos tienen un lugar de preeminencia sobre todos los pueblos, pues dice Pablo: “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios” (Romanos 3:1,2).

La Biblia enseña que si bien todos los hombres han pecado (judíos y no judíos), no obstante Dios sigue tratando con su pueblo Israel de manera especial. Pablo afirma que “Dios no ha rechazado a su pueblo al cual desde antes conoció” (Romanos 11:1,2). Y si bien es verdad que muchos hebreos resultaron infieles, un remanente permaneció fiel para recibir los pactos que Dios hizo con sus padres de antaño. Pactos que aún están pendientes para cumplirse, entre los cuales están la herencia de la tierra prometida, y la permanencia del trono de David con Cristo reinando desde Jerusalén con su iglesia.

La iglesia Católica siempre mantuvo que Israel, como nación, quedó destituida de todos sus derechos como pueblo elegido de Dios. Enseñaron que la “nueva Israel” es la Iglesia que ellos llaman: “La Santa Madre Iglesia Católica”. Esto no es verdad, pues trastoca las promesas hechas a los padres del Antiguo Testamento resumidas en Génesis 13:15;15:18; 2 Samuel 7:12-16, y que fueron confirmadas por Jesús (Romanos 15:8)

La Iglesia de Cristo

El pueblo de Dios es el pueblo de la fe. Inicialmente los fieles bíblicos hebreos (de raza) fueron el pueblo de Dios y Su nación escogida. En el Nuevo Testamento vemos a hebreos de raza---convertidos a Cristo---como miembros de la iglesia mesiánica. Esta iglesia mesiánica hebrea era Su pueblo. Luego vinieron los no judíos a la fe y se añadieron a la iglesia Mesiánica Hebrea (o el verdadero pueblo escogido Hebreo). Los no judíos se volvieron hebreos por adopción y por fe (Romanos 2:28,29). El pueblo hebreo escogido estaba ahora compuesto por hebreos naturales (de raza) y hebreos por adopción o nacionalización. Los creyentes hebreos siguieron siendo Hebreos, y los no Hebreos convertidos a la fe se tornaron en Hebreos (o judíos) por adopción. Pablo explica que por la fe, los dos pueblos (judíos y gentiles) son uno, de modo que ambos ya pertenecen a la CIUDADANÍA DE ISRAEL (= ciudadanía Judía)(Efesios 2:11-18). La ciudadanía Israelita no desaparece sino que permanece, y los no judíos se hacen parte de la ciudadanía Hebrea por la fe en Cristo (Gálatas 3:7,16,29). La nación de Israel sigue viva como nación, la cual está ahora compuesta por gentes que se constituyen en “hijos de Abraham (=hebreos naturales y adoptivos)” por identificarse con su fe (Gálatas 3:7,9,29). Ya dentro de la iglesia o pueblo escogido de los Hebreos, no existe la clásica distinción de “judíos y gentiles”, pues ambos grupos de creyentes son todos ahora judíos (o Hebreos) e hijos de Abraham por la fe (La verdadera Israel de Dios).

El punto es que la Israel de Dios (el pueblo de Dios) es un pueblo eminentemente judío o Hebreo. Los gentiles son ahora considerados por Dios como judíos por su fe en Cristo y en las promesas que Dios le hizo a Abraham y a su descendencia (Jesucristo). Los no judíos han sido injertados en el tronco del olivo Hebreo para nutrirse de la promesas que Dios le hizo a los padres Abraham, Isaac, y Jacob, y al rey David. Los no judíos son considerados como judíos para Dios, y en consecuencia, tendrán todos parte en el reino mesiánico judío que restaurará el rey judío Jesucristo. La salvación, dijo Jesús, viene de los judíos (Juan 4:22). Rechazar a los judíos es rechazar la salvación. Sin los judíos no habría futuro.

Jesucristo Volverá para Reinar desde Israel

¿Para qué regresa Jesús al mundo? Pues, ¡para sentarse en el trono del rey David, su ancestro! Esto lo reveló Jesús mismo en Mateo 25:31,34. Él dijo que volvería con sus ángeles para sentarse en su trono de gloria. Él había anunciado ese magno momento en varias ocasiones, cuando habló de su parusía o segunda venida. En Juan 14:2,3 Jesús habló que volvería para estar con nosotros en el lugar donde estaba antes de partir al cielo. Nótese la frase “para que donde yo estoy (Jerusalén) vosotros también estéis” (verso 3).

Antes Jesús había afirmado que su reino no era de este mundo o era maligna gobernado por el diablo y sus agentes. Por eso, cuando sus seguidores estaban esperando el reino mesiánico, Jesús enseñó que para participar de él, primero era necesario “nacer de nuevo” (Juan 3:3,5). Este renacimiento tiene que ver con la transformación de nuestros cuerpos mortales. El apóstol Pablo enseñó que “carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1 Corintios 15:50). En buena cuenta, cada creyente tendría que experimentar la misma transformación que tuvo Jesucristo al resucitar. El dejó de ser “carne y sangre” (=mortal) para convertirse en un ser humano inmortal que no requeriría de sangre para vivir sino del Espíritu de Dios en él. Recordemos que el Jesús resucitado no pudo tener sangre pues la había vertido en la cruz del calvario. En realidad Jesús sólo tenía “carne y huesos” pero no sangre (Lucas 24:39). El fue resucitado o vivificado en el espíritu o por el Espíritu de Dios en él (Romanos 8:11).

Los cristianos estamos llamados a participar del reino de Cristo (Lucas 12:32, Apocalipsis 3:21, Lucas 22:29), y para lograr esto, primero seremos transformados a la semejanza de Cristo. Los creyentes esperan con anhelo el retorno de Cristo, pues es la bendita esperanza de todos los mesiánicos (Tito 2:13). Y decimos que es la bendita esperanza porque su retorno significará la salvación de todos los creyentes (Hebreos 9:28; 1 Pedro 1:5). A su vez, la salvación significará nuestra entrada en el reino milenario de Cristo con vida eterna (Estudie este texto con cuidado: Lucas 18:18-26).

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PRIMERA ENTREVISTA PRIVADA CON EL SEÑOR JESUCRISTO SOBRE SU REINO FUTURO

Ingº Mario A Olcese (Apologista)

“Esta es una entrevista ficticia realizada en algún lugar del más allá, pero que trata un tema bíblico central y real que pocos conocen”.

e-mail: molceses@hotmail.com ó Olcesemario@latinmail.com

(TEMA TRATADO: EL REINO DE DIOS)

Pregunta # 1:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿me podrías decir para qué te envió Dios al mundo?

Jesucristo: Yo dije claramente que era necesario que yo anunciase el evangelio del reino de Dios; porque para esto fui enviado por mi Padre al mundo (Lucas 4:43). Esta verdad es ignorada hoy por millones de llamados cristianos, quienes sólo tienen ideas vagas acerca de la razón de mi venida al mundo hace dos milenios. La mayoría de ellos creen que yo vine a salvarlos, pero que en realidad no saben qué significa esa palabra exactamente.

Pregunta # 2:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿Estás diciendo que el reino de Dios es tu evangelio?

Jesucristo: Claramente dije hace dos milenios que fui enviado a predicar el evangelio del reino de Dios (Lucas 4:43). Además, ¿no has leído el libro del evangelista San Marcos? Él escribió sobre mi ministerio, como sigue: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios...después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios” (Marcos 1:1,14). Es obvio que el reino de Dios es mi evangelio para el mundo. Ah, y entiéndase por “evangelio” como ‘buenas noticias’ o ‘buenas nuevas’. Esto quiere decir que yo fui enviado al mundo para predicar buenas noticias a todos los hombres de buena voluntad, y esas buenas noticias tienen que ver con mi reino mesiánico en la tierra en un futuro próximo. Además, el evangelio comprende mi obra redentora en la cruz y mi gloriosa resurrección, como claramente lo expresó mi apóstol Pablo en su carta a los corintios. Pero lo primero de mi evangelio, o buenas noticias, fue mi anuncio sobre el reino o gobierno venidero de Dios en la tierra.

Pregunta # 3:

Entrevistador: Señor Jesús, hay iglesias que predican otros evangelios supuestamente cristianos como el llamado “evangelio social” del catolicismo. ¿Qué nos puedes decir con respecto a estos evangelios, supuestamente bíblicos o cristianos?

Jesucristo: Ya lo dijo muy claramente mi apóstol Pablo, en su carta a los Gálatas. Sus palabras son como siguen: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”(Gálatas 1:6-9). Claramente te digo que los otros evangelios son falsos. Ah, y ‘anatema’ significa: ¡ “maldito”!.

Pregunta # 4:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿Qué es eso que tú llamas “reino”?

Jesucristo: Yo dije en una ocasión: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino” (Lucas 21:10). Ahora bien: ¿Qué entiendes por reino en este caso? ¿Acaso no es una forma de gobierno llamada monarquía? Sí, un reino es una forma de gobierno o monarquía.

Pregunta # 5:

Entrevistador: ¿Qué decías sobre el reino de Dios básicamente?

Jesucristo: Yo dije: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentios, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Nota que dije que el reino de Dios se había acercado por medio de mi ministerio entre mis paisanos. Además observa que creer en el evangelio es creer en la cercanía del reino de Dios.

Pregunta # 6:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿para quiénes es el reino de Dios?

Jesucristo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos...Bienaventurados los mansos, por ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:3). “Y os digo que vendrán muchos del oriente, y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mateo 8:11). Como ven, mi reino es para la gente que ama la verdad y la justicia sin importar su raza o nacionalidad.

Pregunta # 7:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿qué les mandaste a predicar a tus discípulos?

Jesucristo: Los envié a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos (Lucas 9:2).

Pregunta # 8:

Entrevistador: Señor Jesús, un día un hombre vino a ti y te dijo que quería seguirte a todas partes, pero antes quería enterrar a su difunto padre: ¿Qué fue lo que le respondiste tú?

Jesucristo: Le dije: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú vé, y anuncia el reino de Dios” (Lucas 9:60). Claramente di a entender que es más urgente e importante anunciar el reino de Dios que cualquier otra cosa que tengamos que hacer. Así de radical es la responsabilidad que tienen para con mi evangelio aquellos que son verdaderamente mis seguidores.

Pregunta # 9:

Entrevistador: Señor Jesús, un día cuando estabas predicando tu evangelio, se te acercó un escriba, a quien le dijiste: “No estás lejos del reino de Dios”. Pregunto: ¿Qué hizo o dijo el escriba para que tú le dijeras que estaba cerca para entrar en tu reino?

Jesucristo: Pues, el escriba me dio una respuesta sabia. Él reconoció que el primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel; el Señor nuestro Dios uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Luego admitió que el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:28-34). Como ves, el escriba tenía en su corazón los mandamientos de mi Padre.

Pregunta # 10:

Entrevistador: Señor Jesús, en esencia: ¿qué deben buscar y pedir tus seguidores?

Jesucristo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia...”(Mateo 6:33), y pedid: “Venga tu reino” (Mateo 6:10). Lamentablemente pocos de mis seguidores de este siglo están buscando mi reino primeramente. Sólo haz una encuesta entre los que dicen ser mis seguidores, y verás que la gran mayoría de ellos no esperan el reino de Dios. Pregúntaselo a cualquiera que dice creer en mi, y te sorprenderás de su respuesta. Millones incluso no saben qué es eso que llamé: El Reino de Dios.

Pregunta # 11:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿qué deberán predicar también tus seguidores en este siglo XXI?

Jesucristo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Sí, mis seguidores deberán proclamar a todo el mundo mi evangelio o buenas noticias de mi futuro reino o gobierno en la tierra. Ellos deberán promover mi gobernación mundial y ganar adeptos para mi causa.

Pregunta # 12:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿qué debemos hacer para entrar en tu reino?

Jesucristo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). Como puedes ver, para entrar en mi reino uno debe ser puro como un niño, y hacer la voluntad de mi padre así como yo lo estoy haciendo siempre.

Pregunta # 13:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿quiénes no son aptos para tu reino?

Jesucristo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62). Es decir, aquellos que aún aman el mundo y las cosas que en él hay, no son aptos para mi reino. Mis partidarios deben desligarse de los intereses temporales y abocarse a los intereses eternos. No pueden amar a este mundo pecador y al venidero de justicia al mismo tiempo. No pueden servir a dos señores.

Pregunta # 14:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿Cuándo entrarán en tu reino tus seguidores leales?

Jesucristo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él...entonces dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:31,34). Mi respuesta es clara, mis seguidores entrarán en mi reino cuando yo regrese a este mundo desde los cielos en gloria. Aquí estoy hablando de mi segunda venida personal y visible a la tierra.

Pregunta # 15:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿Por qué regresaste al cielo si tu reino será en la tierra?

Jesucristo: Soy el hombre noble que se fue a un país lejano (el cielo) para recibir un reino y volver (Lucas 19:12). Yo fui al cielo para ser coronado como rey, y más adelante regresar como tal para tomar mi trono en Jerusalén.

Pregunta # 16:
Entrevistador: Señor Jesús: ¿Por qué hablaste la ‘parábola de la diez minas’ de Lucas 19:11-27?

Jesucristo: Porque mis seguidores pensaban que mi reino se manifestaría inmediatamente, cuando yo estaba entrando en Jerusalén (Lucas 19:11). Yo quería enseñarles a mis discípulos que mi reinado demoraría en establecerse, y que ellos debían de cumplir antes mi tarea de captación de adherentes leales a mi causa. Ellos primero debían de dar frutos sembrando mi mensaje o evangelio de mi próximo gobierno mundial y ganar adeptos. Ellos debían de preparar primero a mis nuevos líderes mundiales por medio de convertirlos de sus pecados a la santidad. Yo deseo que mis partidarios sean hombres de honor, y de absoluta probidad para que puedan gobernar conmigo la nueva sociedad mundial que yo inauguraré en mi segunda venida personal con mis ángeles.

Pregunta # 17:

Entrevistador: Pero Señor Jesús: ¿Qué les hizo pensar a tus seguidores que el reino vendría pronto cuando entrabas en Jerusalén?

Jesucristo: Es que Jerusalén es la ciudad del gran rey, la sede de mi trono (Mateo 5:33-35). No olvides que mi ancestro, el Rey David, reinó allí por 33 años, y también todos los que le sucedieron hasta Sedequías, el último rey davídico que fue depuesto por Nabuconodosor en 586 AC.

Pregunta # 18:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿tus apóstoles también se sentarán en tronos en tu reino?

Jesucristo: Mis apóstoles se sentarán en sus tronos Juzgando (gobernando) a las doce tribus de Israel (Lucas 22:30). Es decir, ellos y yo seremos los supremos gobernantes del estado de Israel, el cual ahora está convulsionado por la tenencia de la tierra con los árabes. Yo traeré por fin la paz a Jerusalén y mis paisanos poseerán toda la tierra prometida a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, los padres de los Hebreos.

Pregunta # 19:

Entrevistador: Señor Jesús: Los cristianos en general, ¿qué recibirán o ganarán?

Jesucristo: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi padre en su trono” (Apocalipsis 3:21). Recordemos que los de la fe---mis seguidores---son también hijos de Abraham, y por tanto, se constituyen en herederos de la tierra prometida (Ver Génesis 13:15;15:18; Gálatas 3:6-9,16,25,29). Mis seguidores, que son el verdadero Israel de Dios, poseerán la tierra de Israel, teniéndome a mi como el Rey mundial del reino davídico restaurado en Jerusalén.

Pregunta # 20:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿para qué nos sentaremos nosotros en el trono del reino de Dios?

Jesucristo: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” (Apocalipsis 2:26). Observa que dije que mis discípulos tendrán autoridad sobre las naciones de la tierra. Es decir, el mundo entero estará regido por mi y mi iglesia. Entonces habrá un solo gobernante que decida el destino de los hombres, y yo tendré la tarea de restaurar todas las cosas como eran al comienzo de la creación (Ver Hechos 3:19-21).

Pregunta # 21:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿significa esto entonces que reinaremos en la tierra y no en el cielo?

Jesucristo: Ciertamente. “Los mansos heredarán la tierra” (Mateo 5:5). Recuerda que mi oración modelo dice: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Recordemos que Dios puso al hombre en la tierra para que la cuidara y la sembrara. Dios no lo puso en el cielo para tocar un arpa y volar como un angelito con alas hermosas por una eternidad; ni menos, que éste descendiera a la tierra desde otra dimensión. El hombre fue creado en la tierra para que la hiciera su habitat para siempre, y viviera feliz y en paz con Dios y sus congéneres. El diablo quiso destruir este propósito divino incitando a Adán y Eva a la rebelión y la desobediencia. Felizmente Cristo destruyó los planes del diablo, y el hombre tiene nuevamente la oportunidad de gozar del mundo tal como Dios se lo propuso en un comienzo, y vivir para siempre disfrutando de las buenas dádivas de esta hermosa tierra.

Pregunta # 22:

Entrevistador: Pero Señor Jesús: ¿Acaso no has prometido el cielo para tus seguidores fieles?

Jesucristo: Yo dije claramente: “A donde yo voy, vosotros no podéis ir” (Juan 13:33). Yo dije: “Los mansos heredarán la tierra” (Mateo 5:5). Además hay otra razón adicional: Y es que Dios ha creado la tierra exclusivamente para los hombres (Salmos 115:16). Definitivamente no hay ningún texto bíblico que diga que los cristianos vivirán para siempre en el
Cielo o en algún otro lugar extramundano.
Pregunta # 23:

Entrevistador: ¿Qué fue, Señor Jesús, lo último que te preguntaron tus discípulos con respecto a tu reino?

Jesucristo: Mis discípulos me preguntaron: “Señor, restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6). Obviamente mis discípulos tenían un ardiente deseo de que mi reino mundial se inaugurara inmediatamente, lo más pronto posible en la tierra. Y es que ellos sabían que mi reino traería, no sólo su liberación de los romanos, sino la vida eterna al lado mío y de todos los fieles de antaño. También significaría la resurrección de todos los muertos, parientes y amigos que habían perdido, incluyendo a los profetas y otros siervos del Señor que ellos veneraban.

Pregunta # 24:

Entrevistador: Por lo visto, Señor Jesús, tus discípulos creyeron en un reino que se le restauraría a Israel. Pero, ¿estaban ellos errados?¿Qué les respondiste tú?

Jesucristo: No estaban errados, y esa pregunta era justa y correcta. Yo sólo les respondí con claridad: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que Dios puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Es decir, yo les dije claramente a mis discípulos que sólo Dios sabe el tiempo exacto de la restauración del reino davídico a los judíos.

Pregunta # 25:

Entrevistador: Entonces, Señor Jesús: ¿volverás entonces a la tierra para restaurar el reino de David a Israel?

Jesucristo: Si!, pues ya lo dijo mi apóstol Pedro, cuando habló de mí: “Es necesario que el cielo me reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:19-21). Nota que volveré cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas. ¡Y esta restauración general incluye el reino davídico en Jerusalén suspendido en 586AC! Hoy la ciudad de Jerusalén está convulsionada con los conflictos entre los judíos y árabes. Pero cuando yo regrese a mi tierra, y tome posesión de mi trono en Jerusalén, las cosas cambiarán, y habrá por fin paz en mi país Israel. Yo reinaré en Jerusalén con mis hermanos judíos naturales y adoptivos (mi iglesia), y con ellos, a todas las naciones del mundo.

Pregunta # 26:

Entrevistador: Señor Jesús, es obvio que si a Israel se le restaurará un reino, es porque antes existió en esa nación una monarquía, la cual desapareció por alguna causa, y finalmente volverá a existir en el futuro. ¿Nos puedes explicar este asunto con más precisión?¿Habrá nuevamente una monarquía en Israel como en los tiempos del rey David, Salomón, etc.?

Jesucristo: En primer lugar, debemos recordar que el reino de David, era el reino de Dios. Acuérdate bien que en 1 Crónicas 28:5 se dice que Salomón se sentó en el trono del reino de Dios. De modo que el reino de Dios, era el reino de mi padre David. También recuerda que el último rey de Israel fue Sedequías. Aproximadamente allá por el año 586 antes de mi nacimiento como hombre, Nabuconodosor invadió el reino del Sur (Judá y Benjamín) y se llevó preso a mi pueblo y a su rey Sedequías, y desde esa fecha Israel dejó de tener un rey, una monarquía o un reino de Dios.

Ahora bien, recuerda lo dicho por el profeta Ezequiel, en el capítulo 21, y versos 25 al 27. Allí leerás que Ezequiel profetiza que la suspensión del reino de David, o también llamado ‘El Reino de Dios’, sería temporal, hasta que viniera aquel que tiene el derecho legal y a él se lo dará mi Padre, y lo coronará. Lee pues cuidadosamente al profeta Ezequiel.

Pregunta # 27:

Entrevistador: Señor Jesús, tú dices que el profeta Ezequiel habló de un heredero del trono davídico a quien Dios le entregaría la corona de rey. ¿Nos puedes decir quién puede ser esa persona?

Jesucristo: Abre el libro de Mateo capítulo 1 y verso 1. ¿Qué dice allí? Yo te lo diré: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”. Es decir, yo soy el hijo de David, su descendiente, y por tanto, soy de linaje real. También lo dijo mi apóstol Pedro en su sermón apologético en Jerusalén, registrado en Hechos 2:29,30.

Pregunta # 28:

Entrevistador: ¿Me estás diciendo, Señor Jesús, que tú eres esa persona que cumplirá la profecía de Ezequiel, y por tanto serás tú quien restaurará el reino de David suspendido en el tiempo?

Jesucristo: El que tiene oídos para oír, que oiga. Ya lo dijo bien mi apóstol Pedro, en su sermón apologético en Jerusalén: “que Dios levantaría al Cristo para que se sentase en el trono de David” (Hechos 2:30). También profetizó sobre mi, el ángel Gabriel, cuando le dijo a María, mi madre: “Y será llamado, Hijo del Altísimo, y el señor Dios le dará el trono de David su padre” (Lucas 1:32). Obviamente estas profecías conciernen a mi reinado, y las cumpliré en mi segunda venida. Nota que el anuncio del ángel Gabriel decía que recibiré el trono de David, mi padre. ¿Qué entiendes por esto? Sobran las palabras, ¿no te parece? Desgraciadamente muchos de los que se dicen ser mis seguidores no han prestado atención integral al anuncio del ángel, y no se han puesto a meditar sobre el significado de esa parte del anuncio que habla sobre mi herencia del trono de David, mi padre”.

Pregunta # 29:

Entrevistador: Señor Jesús, algunos cristianos hoy creen que tú estableciste un “reino espiritual” como rey de tu iglesia. Es decir, que tú eres el rey, y tu reino es la iglesia. ¿Es eso verdad?

Jesucristo: Yo dije claramente en Mateo 25:31: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria”. Nuevamente, el que tiene oídos para oír, que oiga. Fui claro al decir que cuando yo regrese a la tierra en gloria, entonces, y sólo entonces, me sentaré en mi trono de gloria. También fui claro al decir: “Mi reino no es de este mundo o edad maligna”(Juan 18:36). Por otro lado, yo les dije a mis discípulos que ellos recibirán el reino sólo en mi segunda venida, con estas palabras: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria... Entonces dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. (Mateo 25:31,34). Además, yo les dije a mis discípulos claramente: “No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32). Entonces, si a mi manada pequeña le daré el reino, ello quiere decir que el reino no es la misma manada pequeña de mis seguidores. El reino es un gobierno que mis seguidores (mi iglesia)recibirán.

Pregunta # 30:

Entrevistador: Señor Jesús, Pilatos te preguntó si tú eras rey. ¿Qué le respondiste?

Jesucristo: Yo le respondí: “Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad.” (Juan 18:37). Yo admití ser rey abiertamente.

Pregunta # 31:

Entrevistador: Señor Jesús, tú dices que de los pobres en espíritu es el reino de los cielos. Pregunto: ¿No significa eso que les estabas ofreciendo a los pobres--- el cielo--- como recompensa?¿No es el reino de los cielos un sinónimo del cielo mismo?¿Por qué decías: “ reino de los cielos”?

Jesucristo: Yo dije claramente: “El reino de los cielos”, y no: “El Reino en los cielos”. El reino es de los cielos porque es de Dios quien está en los cielos. Mi reino no se establecerá en la tierra por la voluntad de los hombres, sino por la decisión exclusiva de mi Padre celestial--- ¿Me comprendes ahora? Cuando dije que mi reino es de los cielos, yo quise decir que mi reino no es de inspiración humana sino divina. Es un reino que pertenece a Dios, y que será dirigido por Él a través de mi persona. Repito, yo dije: “Reino DE los cielos”, y no, “Reino EN los cielos”. ¿Ves la diferencia?

Pregunta # 32:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿No dijiste tú que nuestro “galardón es grande en los cielos”? (Mateo 5:12). ¿No le estabas ofreciendo el cielo a tus seguidores?

Jesucristo: ¿Acaso yo les dije a mis seguidores en Mateo 5:12 que irán al cielo para recibir su galardón? No. Lo que más bien dije después es: “He aquí que vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12). Esto quiere decir que yo volveré a la tierra trayendo mi galardón del cielo, para recompensar a mis seguidores en la tierra. Por otro lado, no olvidemos lo que dijo Salomón sobre el destino de los justos: “El justo no será removido jamás; pero los impíos no habitarán la tierra” (Proverbios 10:30). Es lógico suponer que si algún hombre es removido de la tierra, es porque no es justo. De modo que si decimos que los creyentes irán a vivir eternamente en el cielo, lejos de la tierra, lo que estamos afirmando es que los cristianos no son justos...¡Y eso es imposible! Ah, ¡y Salomón se escandalizaría!

Pregunta # 33:

Entrevistador: Señor Jesús, regresemos al tema el reino: ¿Cuánto tiempo durará tu reino? ¿Seguiremos siendo aún mortales en tu reino en la tierra?

Jesucristo: Ya escribió Juan de mi y mi reino diciendo: “...y reinaron con Cristo mil años” (Apocalipsis 20:4). La segunda pregunta ya la respondió mi apóstol Pablo, cuando dijo con toda verdad: “carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción...porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:50,53). Mi respuesta, entonces, es que mis seguidores serán inmortales en mi reino. Imagínate que reinarán conmigo mil años, lo cual supone una longevidad increíble.

Pregunta # 34:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿tu gobierno será sólo para los israelitas?¿Qué hay de los otros pueblos?

Jesucristo: En mi parábola de las “Diez Minas”, de Lucas 19:11-27, claramente expliqué que a mis fieles discípulos les daré autoridad sobre ciudades enteras del mundo (versos 17 y 19). Además, yo quiero recordarte lo dicho por el profeta David sobre mi futuro reino, cuando dijo: “Florecerá en sus días justicia, y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna. Dominará de mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra” (Salmo 72: 7,8). Como puede verse, mi reino tendrá un efecto beneficioso para el mundo entero. Y finalmente, Pablo dijo con verdad también que yo soy “el heredero del mundo” (Romanos 4:13). También Isaías habló de mi, y mi gobierno, con estas palabras: “Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos” (Isaías 2:4).

Pregunta # 35:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿Qué diferenciará tu reino o gobierno de los demás gobiernos del mundo del pasado y del presente?

Jesucristo: Primero, habrá justicia (Isaías 9:7). Como consecuencia de la justicia, habrá paz duradera (Isaías 9:6,7). También las armas de guerra serán convertidas en herramientas agrícolas (Isaías 2:4, Miqueas 4:3). No habrá explotación del hombre por el hombre, ni maldad alguna (Salmo 37:9,20,34). Los cojos, mancos, ciegos, paralíticos, etc, serán curados (Isaías 35:6). Habrá longevidad, y las fieras salvajes serán mansas (Isaías 11:6). En definitiva, mi reino estará inspirado por Dios. También dijo Isaías: “Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación” (Isaías 33:6).

Pregunta # 36:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿Con qué clase de gente estará conformado tu reino?

Jesucristo: Mi discípulo Santiago ya lo dijo muy claramente, al escribir: “¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha preparado a los que le aman?” (Santiago 2:5). Entonces mi reino no es para los ricos de este mundo malo, sino para los desposeídos mayormente, pero que son ricos en fe. Claro que habrá ricos materialmente en mi reino, pero serán la minoría.

Pregunta # 37:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿Qué es lo que se debe hacer primero para ver y entrar en tu reino?

Jesucristo: “El que no naciere de nuevo--- de agua y del espíritu--- no puede ver ni entrar en mi reino” (Juan 3:3,5). Aquí yo hablo de un nuevo nacimiento espiritual llamado bautismo, previa fe en mi reino (Ver Hechos 8:12).

Pregunta # 38:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿Puede alguno saber cuándo se establecerá tu reino en la tierra?

Jesucristo: “En cuanto a aquel día y a aquella hora, nadie lo sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Marcos 13:32). Yo vendré como ladrón en la noche, es decir, sin aviso y de sorpresa. Entonces, los que no estén apercibidos pagarán por su descuido y perderán todo.

Pregunta # 39:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿es fácil entrar en tu reino?

Jesucristo: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto es el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13,14). Y como dijo también mi apóstol Pablo: “...Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22).

Pregunta # 40:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿Qué quisiste decir cuando dijiste: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo”? (Juan 14:3). Pregunto además: ¿Has prometido tomarnos--- cuando vuelvas--- para llevarnos a la casa de tu Padre en el cielo, según el verso dos?

Jesucristo: Textualmente dije: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” Tome nota que dije: “para que donde yo estoy” (tiempo presente) vosotros también estéis”. Cuando dije eso, todavía yo no había subido al cielo, pues aún no había muerto, y menos aún, resucitado. De modo que cuando dije: “para que donde yo estoy, vosotros también estéis” en verdad quise decir: “para que en la tierra, donde estoy, vosotros también estéis”.

Pregunta # 41:

Entrevistador: Señor Jesús, es obvio que tú estás hablando del lugar desde donde estás pronunciando la promesa, y ése es la tierra, y no el cielo---¿Estoy en lo correcto?

Jesucristo: Correcto. Recordemos lo que dice Salmos 37:22 dice: “Porque los benditos de él heredarán la tierra; y los malditos de él serán destruidos”.

Pregunta # 42:

Entrevistador: Señor Jesús. ¿Estarás tú mismo en la tierra en persona como el Rey de reyes, o regirás desde los cielos?

Jesucristo: ¿No has leído lo que Dios le dijo a mi padre David, muchos siglos antes que yo naciera? Pues está escrito: “El Dios de Israel ha dicho, me habló la roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios” (2 Samuel 23:3). Ciertamente ese justo soy yo, el Hijo de Dios, quien gobernará ENTRE (no “sobre”)los hombres. En el Salmo 67:4 leemos algo similar sobre mi reinado mundial: “Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás las naciones EN la tierra”.

Pregunta # 43:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿Qué es lo primero que se hará inmediatamente antes de que tú rijas el mundo?

Jesucristo: ¿No has leído en Apocalipsis 20:2, que primero se apresará al dragón (Satanás) por mil años, para que no engañe más a las naciones, a fin de dar paso a mi reino? Además, “no os maravilléis de esto; porque vendrá a hora cuando todos os que están en los sepulcros oirán mi voz, y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida...” (Juan 5:28,29) Definitivamente comenzaré mi reino también con mis santos seguidores resucitados y glorificados.

Pregunta # 44:

Entrevistador: Dime: ¿Quiénes te verán venir por segunda vez? y ¿Será secreta tu venida?

Jesucristo: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta en occidente, así también será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27). Y Juan escribió de mi retorno, así: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él” (Apocalipsis 1:7). ¿He contestado a tus dos preguntas?

Pregunta # 45:

Entrevistador: ¡Por cierto que sí! Pero tengo más preguntas aún, Señor Jesús. Si tu reino está bien explicado y revelado en los evangelios, ¿por qué millones de cristianos lo ignoran o no lo entienden como tú lo enseñaste?

Jesucristo: ¿Recuerdas mi Parábola del Buen Sembrador de Lucas 8:4-12? En el verso 12 dije: “Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra para que no crean y se salven”. Aquí hay, pues, un enemigo del evangelio y de los hombres, el diablo. Por otro lado, ¿Acaso no nos acordamos lo dicho por mi apóstol Pablo? El escribió: “el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos para que nos les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4). Nota que es el diablo el responsable de cegar el entendimiento de los incrédulos para que no crean en mi reino glorioso. Además, mi apóstol Pablo predijo que poco después de su muerte entraría la apostasía en la iglesia, con doctrinas de demonios. Esta profecía se cumplió, y ahora vemos que mi verdadero evangelio ha sido olvidado y sustituido por otros falsos evangelios. Eso lo puedes leer en Hechos 20:29.

Pregunta # 46:

Entrevistador: ¿Qué les ocurrirá a aquellos que no han creído en ti y en tu promesa de un reino universal de paz y justicia bajo tu mando?

Jesucristo: Yo les dije a mis discípulos lo siguiente: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura, el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15,16).

Pregunta # 47:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿será fácil para los ricos entrar en tu reino?

Jesucristo: “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” (Lucas 18:24). Y es que los afanes, las riquezas, y los placeres de la vida les impiden a la mayoría de los ricos a rendirse a Cristo y vivir para él y su causa.

Pregunta # 48:

Entrevistador: Señor Jesús, ¿Qué te pidió el llamado “buen ladrón” que estuvo crucificado contigo en el Gólgata?

Jesucristo: El llamado “buen ladrón” me pidió lo siguiente: “Señor, acuérdate de mi cuando vengas en tu reino” (Lucas 23:42). Toma nota que él me dijo “vengas”, y no: “estés”.

Pregunta # 49:

Entrevistador: Señor Jesús, según tengo entendido, un día se te acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos. Pues bien, ¿me podrías decir que te pidió ella?

Jesucristo: Bueno, ella me dijo lo siguiente: “Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda” (Mateo 20:21). Ella definitivamente quería los mejores puestos de autoridad en mi reino para sus hijos. Pero ella, como toda buena madre, quería lo mejor para sus hijos. No obstante, ella no sabía lo que estaba pidiendo, pues no dependía de mi el darle lugares de honor para sus hijos, sino de mi Padre.

Pregunta # 50:

Entrevistador: Señor Jesús, José de Arimatea, quien fuera el discípulo que pidió tu cuerpo para sepultarlo en una de sus tumbas, ¿qué esperaba él para el futuro como creyente tuyo?

Jesucristo: El esperaba el Reino de Dios (Marcos 15:43).

Pregunta # 51:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿Tu gobierno será suave, sin rigor, sin mano fuerte?

Jesucristo: Ya está escrito de mí en el Salmo 2:9: “Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás”. También en Apocalipsis 12:5 donde se lee: “Y ella dio a luz un hijo varón que regirá con vara de hierro a todas las naciones...” Creo que los comentarios son innecesarios, pues es claro que regiré con mano firme al mundo entero.

Pregunta # 52:

Entrevistador: Señor Jesús: ¿Entonces qué les pasará a las naciones que se rehúsen a alabarte?

Jesucristo: Ya está señalado en el libro del profeta Zacarías 14:17, donde se lee: “Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia”.

Pregunta # 53:

Entrevistador: Señor Jesús, siendo que tu reino o gobierno en la tierra durará mil años o diez siglos. Te pregunto: ¿Qué sucederá después de ese tiempo?

Jesucristo: Ya lo dijo mi apóstol Pablo, cuando habló y escribió sobre mi reino a los creyentes de Corinto. Él les dijo: “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies” (1 Corintios 15:24,25). Resumiendo: Después de los mil años de mi reinado universal será mi Padre quien reine por la eternidad sobre todos sus hijos, y por cierto, yo estoy incluido dentro de ellos como el mayor de todos.

Pregunta # 54:

Entrevistador: Señor Jesús, según el libro de Apocalipsis, se revela que justo al final de tu reino milenario, el diablo, que había sido atado al comienzo de tu reino, será desatado por un breve tiempo en la tierra. Te pregunto: ¿Cuál es el propósito de esta peligrosa liberación satánica?

Jesucristo: Ya lo dijo mi apóstol Juan, cuando escribió en su libro de Apocalipsis: “Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla” (20:7,8)

Pregunta # 55:

Entrevistador: Si este es el caso, Señor Jesús, dinos: ¿De qué se trata esta batalla final, y contra quién o quiénes será?

Jesucristo: Esto lo respondió también mi siervo San Juan, cuando escribió en el libro de Apocalipsis 20:9: “Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió”. Es claro, entonces, que habrá una batalla final, o una sublevación de las naciones engañadas por el diablo contra mi autoridad y mi reino situado en Jerusalén.

Pregunta # 56:

Entrevistador: Finalmente Señor Jesús, ¿Qué pasará con el diablo y los combatientes engañados por él?

Jesucristo: Esto también ya lo dijo mi siervo Juan. Los combatientes que fueron a combatir contra mi, “fueron consumidos por el fuego que cayó del cielo. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre...” (Apocalipsis 20:9b,10).

Entrevistador: Gracias Señor Jesús por haberme permitido interrogarte desde este lugar tan sublime y hermoso, nunca antes visto. Espero poder verte nuevamente con toda tu gloria y autoridad, cuando regreses a la tierra para estar con tu pueblo. “Ciertamente vengo en breve” (Apocalipsis 22:20). “Velad y orad para que no entréis en tentación” (Marcos 14:38). “Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10). Nuevamente les recuerdo a todos mis discípulos que: “el que creyere en éste, mi evangelio, y fuere bautizado, será salvo”(Marcos 16:15,16).

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