Por Ingº. Mario A Olcese (Apologista)
Estas palabras las siento como si estuvieran dirigidas a mi, como apologista:
"Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado".
“Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres” (Mateo 22:16).
Introducción
Es realmente sorprendente el sincretismo religioso existente en muchos grupos cristianos con el paganismo. No es raro encontrar a cristianos que creen en la resurrección del cuerpo abrigando al mismo tiempo la doctrina pagana de la reencarnación. Tampoco es sorprendente encontrarnos con cristianos que creen en la vida eterna del futuro, afirmando al mismo tiempo que ya tienen ahora la vida eterna a través de sus almas inmortales (doctrina Platónica). No es raro ver a cristianos que confían en el Señor, pero que al mismo tiempo ponen su fe en los horóscopos, videntes, y los falsos místicos que aparecen de vez en cuando por allí. No es raro ver a Cristianos oponerse al diablo, pero al mismo tiempo mandan a sus hijos a pedir caramelos disfrazados de monstruos y demonios casa por casa en Halloween (día de las brujas). No es raro ver a cristianos que sostienen que nadie sabe la fecha y día exactos en que nació Cristo celebrando la fiesta pagana de la Navidad el 25 de diciembre. No es raro ver a devotos cristianos que sostienen que Cristo vendrá en una determinada fecha, olvidándose de que nuestro Señor nos advirtió que nadie puede saber el día y la hora de su venida. No es raro ver a cristianos que afirman adorar a Dios dirigirse a determinadas imágenes de santos y santas para pedirles su mediación, olvidando que sólo hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo. No es raro ver a cristianos que se involucran más y más en la Nueva Era, en el Neo platonismo, en los rosacruces y en la santería. No es raro ver a cristianos creyendo que ciertos amuletos o signos los pueden proteger. Allí vemos a muchos supuestos cristianos que hacen la “señal de la cruz”, o usan una cruz en el cuello, o cuelgan ciertas plantas protectoras en los dinteles de sus hogares para espantar a los malos espíritus o a las “malas vibras”.
El Amor por la verdad de Jesús
El Señor Jesucristo fue conocido aun por sus detractores como un hombre que era un amante de la verdad y que enseñaba verazmente el camino de Dios. En él no había engaño, ni hipocresía, sino un amor profundo por la verdad que él enseñaba. Para él el sincretismo religioso era imposible, pues no podía haber comunión de la luz con las tinieblas. Las doctrinas y filosofías de hombres fueron tajantemente rechazadas aun por sus discípulos más cercanos como enseñanzas de demonios.
En Juan 17:17 Jesús dijo que la verdad era la Palabra de Dios: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Entonces vemos que Jesús amaba la Palabra de Su Padre, pues era (…y es) la única verdad. En Juan 8:32 Jesús dice: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Ella nos hace Libres de la esclavitud del pecado, de la ignorancia, y de la condenación y de la muerte eterna si proviene de la fuente correcta que es Dios. También Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Claramente Jesús es excluyente. Sólo él es el camino, sólo él es la verdad, y sólo él es la vida. Sus palabras son palabras de vida eterna (Juan 6:68). Por eso tenemos que analizar o discernir si las enseñanzas recibidas son palabras de Cristo y de sus apóstoles, o palabras meramente de hombres profanos. El Apóstol Pablo nos aconseja que nos “examinemos a nosotros mismos si estamos en la fe; probaos a vosotros mismos” para no terminar reprobados (2 Cor. 13:5,6).
Imitar a Jesús amando la Verdad
Efesios 4:15 el apóstol Pablo dice: “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”. Acá Pablo amonesta a los creyentes de Éfeso a que no se dejen mover o inquietar con doctrinas diversas por la estratagema de hombres que para engañar, emplean con astucia las artimañas del error. En buena cuenta, para no desviarse de la verdad por la mentira, uno debe amar la verdad de todo corazón. Si no hay un amor profundo por la verdad revelada, uno puede ser víctima de la apostasía fácilmente. Pero para amar la verdad uno tiene que estar seguro de que es verdaderamente la Palabra de Dios, es decir, que es la prístina y fidedigna revelación de Dios que surge de la Biblia. Sin un convencimiento sólido y profundo de la verdad es imposible permanecer incólumes y firmes. Dice Pedro así: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19). Así que es la Palabra de Dios la que es segura y por tanto se nos manda a estar bien atentos a ella para que nos alumbre cuando se nos presenten las tinieblas espirituales.
Pero muchos siguen cambiando la Verdad por la Mentira
El apóstol Pablo advirtió lo siguiente: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Tim. 4:3,4). Con esto Pablo nos está diciendo que creyentes que antes abrigaban la verdad se apartarán de ella y se volverán a las fábulas para seguir sus propias concupiscencias. Es decir, cambiarán la verdad por la mentira para poder justificar su vida licenciosa o mundana, según sus propios intereses. Así tenemos que muchos predicadores del evangelio de la prosperidad ya han recibido una condenación anticipada por difundir un evangelio falso con el fin expreso de robarles el dinero a los hombres de buena voluntad, y a los cuales yo he venido denunciando constantemente en éste, mi blog.
Ahora bien, Pablo les escribe a los Romanos, se queja de aquellos creyentes que una vez abrigaron la verdad para seguir un culto distinto e idolátrico, un culto a la criatura, a los hombres, y a los animales, y no a Dios, el Creador. En realidad, estos hombres no aprobaron tener en cuenta a Dios en sus vidas. ¿El resultado? Más decadencia moral o espiritual en sus vidas. Una franca degradación. Dice en Romanos 1:21-32: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican”.
En los últimos días muchos hombres tendrán sólo apariencia de piedad
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe” (2 Tim. 3:1-8).
Es importante entender que Pablo dice que en los días finales los hombres tendrán sólo apariencia de piedad o de santidad, pero que en realidad serán hombres ególatras, egoístas, impíos, amadores de deleites más que de Dios, opositores a la verdad, hombres que son de entendimiento corrupto, réprobos de la fe. Nótese que aquellos que se oponen a la Palabra de Dios son aquellos que tienen el entendimiento corrupto, aquellos que se han dejado influenciar por las fábulas y mentiras de este mundo malo. Parecerán religiosos, pero mentirán por su conducta depravada.
Se nos manda a volver a la verdad y andar en ella
Si bien debemos amar la verdad, también es importante andar en la verdad. No deberíamos confundir ambas locuciones. San Juan le escribió a Gayo, diciéndole: “Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” (3 Juan 1:4). Y en 2 Juan 1:4, Juan le dice a una hermana devota: “Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre”. También añade: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése tiene al Padre y al Hijo” (2 Juan 1:9).
Santiago escribe: “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno lo hace volver, sepa que el que hace volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Santiago 5:19). De modo que si usted desea salvar su alma, vuélvase del error a la verdad de Cristo.
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