sábado, 18 de diciembre de 2010

ES NECESARIO “NACER DE NUEVO” PARA VER Y ENTRAR EN EL REINO DE DIOS



Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
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“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:1-7).
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En este pasaje de la Escritura leemos que Jesús recibe de noche a un principal entre los Judíos, llamado Nicodemo. Este distinguido Judío le confiesa a Jesús que él cree que él (Jesús) es el enviado y maestro de Dios por las señales que hacía, y que le demostraba que Dios estaba con él (¡no que él fuera Dios mismo!). Enseguida Jesús le responde “De cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Luego Jesús le dice también: “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Es decir, cualquiera que quiera ver y entrar en el reino de Dios le es necesario antes nacer de nuevo, o renacer de agua y del Espíritu.
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El asunto de “renacer de agua” tiene que ver con recibir la Palabra de Dios (el evangelio del reino) y ser bautizado en agua (inmersión) para vivir una nueva existencia en Cristo (Rom. 6:4, 1 Pedro 1:23). Por ejemplo, cuando Felipe predicaba en Samaria el evangelio del reino (la Palabra), y el nombre de Jesús, muchos hombres y mujeres procedían a bautizarse para “nacer de nuevo” (Hechos 8:12). También el eunuco Etíope renació por el bautismo, una vez que escuchó la Palabra de Dios (el evangelio de Jesús) por boca del mismo Felipe (Hechos 8:35-38).
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El otro punto es el “renacimiento del Espíritu”, el cual también debemos recibir para VER y ENTRAR en el Reino. Si alguno dice que no ha nacido del Espíritu, entonces no podrá participar del reino de Dios, pues es imposible que hombres sin el Espíritu de Dios puedan ser parte activa en la administración del reino de Dios. Y es que no se puede renacer del Espíritu si no se recibe el sellamiento del Espíritu de Dios. Pablo dice: En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efesios 1:13).
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Ahora, por Cristo, los unos (Judíos) y los otros (gentiles) tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios (Efe. 2:18,19)
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Los renacidos de agua y del Espíritu podrán ver y entrar en el reino de Dios, porque todos éstos son conciudadanos y miembros de la familia de Dios. Ahora estas personas podrán llamar a Dios, con plena confianza: “Abba Padre” (papito, Romanos 8:15), porque ya son hijos legítimos Suyos dentro de Su familia (1 Juan 3:1). Y como dice Pablo: “Pues todos sois Hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gál. 3:26).
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Extrañamente, los Testigos de Jehová enseñan que el reino de Dios estará conformado por dos clases de individuos: los ungidos (“la manada pequeña” de 144,000 personas) que coheredarán con Cristo el reino celestial, y que son los únicos “renacidos de agua y del Espíritu”, y los únicos que son Hijos de Dios; y por otro lado, una “grande multitud” de Testigos de Jehová que no son renacidos de agua y Espíritu, y por tanto no son ungidos, ni tampoco hijos de Dios, y que vivirán como meros súbditos del reino en la tierra. ¿Pero se puede sustentar esta creencia con la Biblia? ¡De ningún modo! Y es que si todos los Testigos de Jehová han creído en Cristo por la fe, y le siguen, entonces todos deberían ser hijos de Dios (Juan 1:12, Gál. 3:26). Y si son hijos de Dios, éstos son hermanos de Cristo, y coherederos de la misma promesa de heredar el reino de Dios como reyes y sacerdotes en la tierra ( Efesios 3:6; Romanos 8:17; Apocalipsis 5:10).

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL REINO DE DIOS

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lunes, 13 de diciembre de 2010

EL MUNDO VENIDERO ACERCA DEL CUAL HABLARÉ


“Porque no sujetó a los ángeles el MUNDO VENIDERO, ACERCA DEL CUAL ESTAMOS HABLANDO” (Hebreos 2:5)

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


Introducción

Los periódicos y noticieros generalmente se centran en los asuntos que vienen aconteciendo en nuestro presente mundo, y eventualmente hacen proyecciones de lo que será nuestro planeta dentro de algunos años o décadas. Sin embargo, ninguno de estos medios nos hablan del mundo venidero, de aquel siglo o edad maravilloso que la Biblia llama “la era venidera”, o la era del reino de Dios, y esto es así porque los periodistas y analistas del mundo simplemente lo desconocen por completo. Generalmente los pronósticos de los científicos y de los así llamados “visionarios” y “profetas” giran en torno de dos posiciones bien definidas: Una, que este mundo terminará algún día, y que la tierra desaparecerá; y la otra que vislumbra una era nueva de renovación o renacimiento pero sin darnos mayores de la misma, es decir, cómo será, quiénes participarán y quién la efectuará o iniciará.

Las Escrituras nos hablan del mundo venidero de justicia y paz

Sí, mis amigos, las Santas Escrituras nos hablan de un mundo venidero, de un tiempo o siglo que para muchos sigue siendo utópico para y que significará la paz y la justicia para todos los hombres de buena voluntad. Es el llamado “nuevos cielos y nueva tierra” en donde mora la justicia, y en donde enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron, pues todas las cosas serán hechas nuevas, pues también la Escritura dice “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo HAGO NUEVAS todas las cosas Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apo. 21:4,5). Así que definitivamente este siglo futuro maravilloso sólo será alcanzado por los que son dignos, ya que así lo dice Jesús en Lucas 20:35: “Mas los que fueren tenidos por DIGNOS de alcanzar aquel SIGLO y la resurrección de entre los muertos…”.

El mundo venidero es la Era de la vida eterna

Para Pablo, los dignos de los que hablamos arriba definitivamente obtendrán la vida eterna (Hechos 13:46). Antes, el Señor Jesús había dicho bien claro que el siglo venidero, o también llamado “el mundo venidero”, es la era de la vida eterna de los redimidos. Por lo tanto, si bien tenemos POR LA FE la vida eterna prometida, ésta no se obtendrá sino sólo cuando hayamos VENCIDO, y por supuesto, cuando se inaugure la era venidera, o el mundo venidero de la justicia y de la paz con la parusía del Rey. Cualquiera que diga que ya tiene la vida eterna inherentemente o por su conversión, debe recordar lo que Jesús dijo en Marcos 10:30: “Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna”.

En Hebreos el escritor escribe del “siglo venidero” como que tiene “poderes” (Hebreos 6:5). También él usa la locución “el mundo venidero” (Hebreos 2:5), y además, “los bienes venideros” (Hebreos 9:11; 10:1). Así que nuevamente la vida eterna es considerada como parte de esos “poderes” o bienes del mundo o siglo venidero.

La gloria: otro de los poderes del Siglo Venidero

Pablo le describe claramente a Timoteo de que hay dos vidas: la presente y la venidera. Estas son sus palabras: “porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la VENIDERA”.

El apóstol Pablo cuando les escribió a los creyentes de Roma, les dijo: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del TIEMPO PRESENTE no son comparables con LA GLORIA VENIDERA (DEL TIEMPO VENIDERO) que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18). Nótese que Pablo ubica nuestra futura gloria, no para ahora, sino para la VIDA VENIDERA, una gloria que el apóstol lo relaciona con el reino de Dios en 1 Tes. 2:12, verso que dice: “Y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su REINO Y GLORIA”.

La importancia del Evangelio del Reino

Sin duda el evangelio de Cristo nos ofrece poderes venideros que incluyen la vida eterna o la gloria en el reino de Dios. Esto es obtener Majestad, autoridad, naturaleza divina, e inmortalidad. Esto significa reflejar la misma imagen y semejanza de Dios que tuvo la primera pareja humana en el principio, antes de su caída, cuando se Dios les otorgó dominio y poder, y una vida sin fin (aunque condicional) sobre todo lo creado en el Edén.

El mensaje del reino es el mensaje de la restauración de todas las cosas que se estropearon por el pecado o la caída, y volver a la tierra a su estado inicial para el cual fue creada. Esto es reconstruir lo que el diablo y sus huestes estropearon al rebelarse contra Dios y querer ser los nuevos amos del mundo, viviendo a espaldas de Dios y de Sus santas leyes. El diablo finalmente resultará ser el perdedor, y el Señor saldrá victorioso, y será servido y alabado por todos aquellos que pertenecen al lado de la luz y no de las tinieblas.

El evangelio del reino promueve un mensaje de esperanza y salvación para el mundo entero, pues es una muy buena noticia de que no todo está perdido en nuestra tierra, ni que todo será destruido finalmente por la mano del hombre. Hay, pues, esperanza aún para sobrevivir a un “cosmocidio”, a una devastación nuclear o climática que cada día pende sobre nosotros como una eterna espada de Damocles. Predicar otra esperanza diferente que promueve escapar de esta tierra a otro sitio, planeta o dimensión, es como reconocer implícitamente que el diablo venció y que el mundo finalmente no pudo ser habitado por los humanos tal como Dios se lo propuso desde que creó la tierra y sus habitantes. Recordemos que Dios no creó la tierra en vano, sino para ser habitada la formó, y este plan de Dios aún no ha sido cambiado, pues dice Proverbios 2:21: “Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos PERMANECERÁN en ella”.

El Reino de Dios es el gobierno de Dios a través de Su Hijo, el Mesías, el Rey prometido, Su Majestad real, el Hijo del Hombre. Y no es un reino “en el corazón de los creyentes”, ni un “reino eclesiástico” que es gobernando por un clero corrupto. Es, en realidad, un reino restaurado como existía en un comienzo cuando Dios levantó al rey David para ser su representante para su pueblo elegido, a quien les dio sus pactos, leyes, y promesas.

¿Qué espera el Señor de los hombres?

Lo que Dios pretende hacer saber a través de su verdadero mensajero o enviado, el Señor Jesucristo, es que el mundo tiene esperanza, y que esa esperanza está precisamente y finalmente en la restauración de todas las cosas, especialmente, el Reino de Dios en la tierra. El mismo Señor Jesucristo fue del todo claro al revelarnos una verdad que muchos cristianos increíblemente aún ignoran, y esa verdad es que el fue enviado al mundo para que seamos salvos creyendo en y a Jesucristo (Juan 3:16). ¿y qué cosa hay que creerle a Jesucristo?¿Acaso que él es Dios y que nos quiere llevar al cielo si somos “buenos”? ¡¡¡No!!! El dijo que fue enviado por su Padre para revelar al mundo un mensaje que nos puede salvar si es que lo creemos por fe. Este mensaje él lo llamó de manera muy clara como “el evangelio del reino de Dios”. Dice Lucas 4:43, así: “Y él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, PORQUE PARA ESTO HE SIDO ENVIADO”

Desafortunadamente, una gran mayoría de cristianos han ignorado este texto bíblico de Lucas 4:43, o no le han prestado la debida atención cuando por casualidad lo han leído. Sólo vaya usted a cualquier iglesia y haga su propia encuesta, preguntando a los feligreses algo así como: ¿Para qué fue enviado Dios al mundo?, y la mayoría, sino todos, le responderán cualquier cosa menos que Jesús fue enviado a predicar el Reino de Dios. ¡Simplemente es asombrosa esta ignorancia generalizada entre católicos y protestantes por igual!

Algunos me podrán decir, ¿pero apologista, por qué te la pasas hablando casi siempre del reino de Dios habiendo otros temas más importantes e interesantes que discutir. Y yo les respondo: “Porque sencillamente el evangelio del reino es el único evangelio salvador que Cristo presentó a sus contemporáneos, y es el único mensaje que quiere que sus seguidores prediquen a tiempo y fuera de tiempo”…en realidad en todo momento hasta el fin del siglo (Mateo 24:14). El desea que insistamos en esta Buena Nueva que tiene poder para salvar al potencial creyente si es que llega a entenderlo, aceptarlo y predicarlo de corazón hasta el fin (Romanos 1:16; Gál. 1:6-9).

Imitando a Cristo tal como lo hacía Pablo

Por eso yo me siento muy preocupado cuando descubro que los diferentes “ministerios cristianos” presentan un evangelio que no hace mención del reino de Dios ni por casualidad. Y es preocupante porque esos ministerios que dicen difundir el evangelio predican un mensaje facilista y del agrado del oyente. Son evangelios que promueven la avaricia, el conformismo y la desidia. En realidad los más de los cristianos creen que con sólo ir a la iglesia y ser buenos individuos es suficiente para ganar el cielo, y no saben que todo cristiano debe ser un imitador de Cristo, así como lo era Pablo. Este apóstol estaba tan consciente de que imitaba fielmente a Jesús que pudo decir con plena confianza y seguridad: “Sed imitadores de mi, así como yo de Cristo” (1 Cor. 11:1). Pero Cristo no sólo era un hombre perfecto y bueno, cumplidor de las leyes divinas, SINO QUE TAMBIÉN ERA UN PREDICADOR VEHEMENTE Y TENAZ DEL REINO DE DIOS. Desde el comienzo de su ministerio hasta el final él se la pasó predicando y anunciando el reino de Dios con sus discípulos (Mr. 1:1.14,15-Hechos 1:3, Lucas 8:1,2; Lucas 9:1,2).

Y puesto que Pablo era un fiel imitador de Cristo, es de esperarse que él también predicaba insistentemente el reino de Dios a sus paisanos y a los gentiles en los distintos lugares, pueblos y países que visitaba. Y no nos equivocamos cuando leemos Los Hechos de los Apóstoles y sus epístolas, y verificamos que efectivamente él también predicaba el REINO DE DIOS, el mismo evangelio de Su Maestro…¡no otro! He aquí algunos pasajes:

Hechos 14:22: confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el REINO DE DIOS.

Hechos 19:8: Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del REINO DE DIOS.

Hechos 20:25: Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el REINO DE DIOS, verá más mi rostro.

Hechos 28:23: Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el REINO DE DIOS desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.

Hechos 28:31: predicando el REINO DE DIOS y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.

1 Corintios 6:9: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el REINO DE DIOS? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,

1 Corintios 6:10: ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el REINO DE DIOS.

1 Corintios 15:50: Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el REINO DE DIOS, ni la corrupción hereda la incorrupción.

Gálatas 5:21: envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el REINO DE DIOS.

2 Tesalonicenses 1:5: Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del REINO DE DIOS, por el cual asimismo padecéis.

El Reino de Dios es el fin del Reino del Diablo

Para cuando se inaugure el Reino restaurado de David en la tierra, el Dios del presente mundo o siglo será removido de su cargo, al ser depuesto por el Rey Mesías vencedor que lo tomará preso, lo encadenará, y lo pondrá en prisión, junto con todos sus secuaces angélicos que han estado gobernado este mundo malo o impío desde hace miles de años. La rebelión y el gobierno del mal serán finalmente erradicados de la tierra. Mientras tanto, este mundo seguirá yaciendo bajo el poder del maligno (1 Juan 5:19), y el diablo se pondrá cada vez más furioso al ver que sus días van llegando a su fin (1 Pedro 5:8). Esto explica el aumento de la maldad en todas sus formas estos postreros tiempos y el aumento de las doctrinas y filosofías demoníacas que tratan de distraer a los hombres hacia esperanzas ilusas como que seremos salvados por entidades o seres cósmicos o de otras dimensiones que son más avanzados que nosotros y que nos quieren ayudar a salir del marasmo en que se encuentra la humanidad. Sin duda el diablo sigue engañando al mundo entero con falsas expectativas y esperanzas que sólo conducirán a la decepción y a la perdición. Ya hace tiempo el apóstol Pablo nos advirtió de la macabra influencia de las fuerzas ocultas cuando escribió: “Porque no tenemos LUCHA contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Esto tiene sabor a extraterrestres que dejan ver en nuestras regiones celestes, o como dijera él también “el príncipe de la potestad DEL AIRE” (Efesios 2:2).

Hoy en día se habla de una serie de conspiraciones, muchas de las cuales parecen verosímiles, ya que todo parece indicar que esos complots giran en torno a fuerzas oscuras que operan en las esferas del poder mundial de manera subrepticia, solapada, y hasta malvada. En realidad no me sorprende nada, ya que sabemos que San Juan fue claro al decir que “todo el mundo yace bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19) y este maligno, según Jesús, es homicida desde el principio y el padre de la mentira (Juan 8:44). Este ser cósmico angélico puede incluso hacer portentos y maravillas para confundir, y lo hará aún más patente cuando se presente el Hombre de Pecado, el impostor, el anticristo, el mimo del Mesías… ¡y muchas caerán en el engaño porque ignoran las Escrituras!

Dice Pablo de este impostor venidero: “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tes. 2:8-12).

¿Caerá usted en el engaño de este sátrapa que aparecerá en el mundo y no a la verdad que presenta la Biblia? Recuerde, el verdadero Libertador es el Señor Jesucristo, el cual gobernará el mundo con paz y seguridad por mil años. El no hará pacto con ningún líder religioso de la tierra, ni vendrá de algún lugar recóndito de la tierra o de otro planeta. El será el mismo hombre inmortal que ascendió al cielo desde el Monte de los Olivos, y que vendrá DESPUÉS de que este falso Mesías aparezca en el mundo, y descenderá del cielo mismo y con los ángeles de su poder, y vendrá a hacer juicio y justicia, y luego de haber limpiado la tierra de la mayoría de los impíos, inaugurará su reinado con los sobrevivientes, desde Jerusalén, con poder y gran gloria.

LA VERDAD DE LA PANDEMIA