¿Comunismo Cristiano?
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Según Wikepedia El Comunismo[2] , entendido como movimiento político, es una organización de partido que ha adoptado desde el siglo XIX la doctrina marxista, y cuyo principal objetivo es el establecimiento de una sociedad sin clases sociales[1] en un proceso continuo de dos etapas: la primera es un orden socialista (o "primera fase del comunismo") que supera los antagonismos de clase mediante la supresión de la propiedad privada de los medios de producción mediante su traspaso provisional al Estado bajo el control de la clase obrera no poseedora o proletaria; la segunda es la construcción de un orden propiamente comunista en el cual se suprime toda forma de propiedad privada y se hace posible la abolición del Estado al ir asumiendo las clases trabajadoras todas sus funciones económicas y militares, así como termina aboliéndose a sí misma la propia clase proletaria al finalizar la necesidad económica de una organización político-estatal de luchas de clases: el trabajo asalariado y la distribución por productividad, ambos remanentes de la sociedad burguesa que le dio origen.
Así que en el comunismo la propiedad privada es abolida totalmente, y todo revierte finalmente bajo el control de la clase obrera no poseedora o proletaria. Sin embargo, creemos que toda forma de totalitarismo es incompatible con los principios cristianos, y de hecho, no hay forma de justificarlo con las mismas Escrituras. Así que hablar de Comunismo cristiano resulta incongruente e incompatible con el pensamiento cristiano auténtico.
Las Escrituras y el Totalitarismo
Si leemos 1 Reyes 21 encontraremos un hecho del rey Acab, rey de Samaria, que quiso adquirir unos lotes circundantes con su propiedad. El dueño rehúsa venderle, y los emisarios del rey terminan arrebatándole a través de maniobras turbias que terminan con su vida. Y como era de esperarse, Yahweh castiga duramente al rey impío Acab por haber pretendido usurpar la propiedad privada de un súbdito suyo cuyo derecho prevalece sobre la autoridad temporal del monarca.
Este es un ejemplo claro de cómo ve el Señor el atropello, así sea de un monarca que gobierna un país, para apoderarse de una propiedad privada de otro. Este caso nos deja entender que Dios no es un Dios que está en contra de la propiedad privada, sino que más bien la defiende.
En 1 Samuel 8, encontramos otro relato interesante sobre los peligros de un gobierno totalitario. Aquí leemos que el mismo pueblo judío le exige a Samuel que les conceda optar por un Rey como las otras naciones, sin la intermediación de Jueces. El fundamento de Samuel es una advertencia sobre los peligros que conlleva el otorgar poderes absolutos a un rey, y la poderosa tentación que tendría éste de pretender disponer de los bienes de sus vasallos para sus empresas políticas, lo cual podría derivar en una cruel tiranía.
Si uno lee Exodo 22-3 nos enteraremos de que Dios ordena que quien roba o daña la propiedad del prójimo, éste deberá restituirle inmediatamente lo robado, que es una de las demandas actuales de la teoría liberal en el terreno de la justicia.
En Romanos 13, Jueces 9, Lucas 19 en varios capítulos del Deuteronomio etc., descubriremos mandatos y relatos absolutamente compatibles con el capitalista moderno. Debido a esto los totalitarios socialistas, valga la redundancia, no pueden justificar sus atropellos en ningún principio cristiano, a pesar de las estúpidas connivencias de algunos sectores de la jerarquía católica. En esencia, Jesús, a pesar de lo que digan intelectuales marxistas de la talla de Chávez, no pudo ser jamás ni socialista ni revolucionario, pues entonces hubiera traicionado todas las enseñanzas de su padre al pueblo judío, del que él mismo procedía.
El caso de Betsabé y el Rey David. En 2 Samuel este último es castigado por Dios porque abusó de su poder político absoluto para hacer morir a Urías, el hitita, y apoderarse así de su mujer, Betsabé, y casarse con ella. De hecho la analogía que emplea el profeta Natán es interesante, pues nos habla de un hombre que roba la oveja de otro, refiriéndose al rey David, quien obviamente había tomado la esposa ajena (de Urías, su general) . Por esta maldad él pagaría caro su pecado con la pérdida del hijo concebido con ella.
La Propiedad privada dentro de la comunidad Cristiana primitiva
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Es cierto que al comienzo de la iglesia, coyunturalmente hablando, las cosas eran comunes en la comunidad cristiana, pero esto no implicaba que la propiedad privada era antagónica o incompatible con los preceptos de Cristo (Hechos 2:45). Sería absurdo que Juan le desee a Gayo prosperidad en TODAS LAS COSAS y sostener que la Biblia está en contra del capitalismo y la propiedad privada (3 Juan 2). La Escrituras nos hablan de la casa propia de Pedro, la casa propia de Filemón, la casa de Zaqueo, la tumba de José de Arimatea, y aun Jesús dice que su Padre tiene su mansión propia y sus negocios (Juan 14:2,3;Lc. 2:49). Por tanto podemos decir que nuestro Creador es un Dios de negocios, y también Su Hijo, y sus seguidores (Lc. 19:13).
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Así que en el comunismo la propiedad privada es abolida totalmente, y todo revierte finalmente bajo el control de la clase obrera no poseedora o proletaria. Sin embargo, creemos que toda forma de totalitarismo es incompatible con los principios cristianos, y de hecho, no hay forma de justificarlo con las mismas Escrituras. Así que hablar de Comunismo cristiano resulta incongruente e incompatible con el pensamiento cristiano auténtico.
Las Escrituras y el Totalitarismo
Si leemos 1 Reyes 21 encontraremos un hecho del rey Acab, rey de Samaria, que quiso adquirir unos lotes circundantes con su propiedad. El dueño rehúsa venderle, y los emisarios del rey terminan arrebatándole a través de maniobras turbias que terminan con su vida. Y como era de esperarse, Yahweh castiga duramente al rey impío Acab por haber pretendido usurpar la propiedad privada de un súbdito suyo cuyo derecho prevalece sobre la autoridad temporal del monarca.
Este es un ejemplo claro de cómo ve el Señor el atropello, así sea de un monarca que gobierna un país, para apoderarse de una propiedad privada de otro. Este caso nos deja entender que Dios no es un Dios que está en contra de la propiedad privada, sino que más bien la defiende.
En 1 Samuel 8, encontramos otro relato interesante sobre los peligros de un gobierno totalitario. Aquí leemos que el mismo pueblo judío le exige a Samuel que les conceda optar por un Rey como las otras naciones, sin la intermediación de Jueces. El fundamento de Samuel es una advertencia sobre los peligros que conlleva el otorgar poderes absolutos a un rey, y la poderosa tentación que tendría éste de pretender disponer de los bienes de sus vasallos para sus empresas políticas, lo cual podría derivar en una cruel tiranía.
Si uno lee Exodo 22-3 nos enteraremos de que Dios ordena que quien roba o daña la propiedad del prójimo, éste deberá restituirle inmediatamente lo robado, que es una de las demandas actuales de la teoría liberal en el terreno de la justicia.
En Romanos 13, Jueces 9, Lucas 19 en varios capítulos del Deuteronomio etc., descubriremos mandatos y relatos absolutamente compatibles con el capitalista moderno. Debido a esto los totalitarios socialistas, valga la redundancia, no pueden justificar sus atropellos en ningún principio cristiano, a pesar de las estúpidas connivencias de algunos sectores de la jerarquía católica. En esencia, Jesús, a pesar de lo que digan intelectuales marxistas de la talla de Chávez, no pudo ser jamás ni socialista ni revolucionario, pues entonces hubiera traicionado todas las enseñanzas de su padre al pueblo judío, del que él mismo procedía.
El caso de Betsabé y el Rey David. En 2 Samuel este último es castigado por Dios porque abusó de su poder político absoluto para hacer morir a Urías, el hitita, y apoderarse así de su mujer, Betsabé, y casarse con ella. De hecho la analogía que emplea el profeta Natán es interesante, pues nos habla de un hombre que roba la oveja de otro, refiriéndose al rey David, quien obviamente había tomado la esposa ajena (de Urías, su general) . Por esta maldad él pagaría caro su pecado con la pérdida del hijo concebido con ella.
La Propiedad privada dentro de la comunidad Cristiana primitiva
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Es cierto que al comienzo de la iglesia, coyunturalmente hablando, las cosas eran comunes en la comunidad cristiana, pero esto no implicaba que la propiedad privada era antagónica o incompatible con los preceptos de Cristo (Hechos 2:45). Sería absurdo que Juan le desee a Gayo prosperidad en TODAS LAS COSAS y sostener que la Biblia está en contra del capitalismo y la propiedad privada (3 Juan 2). La Escrituras nos hablan de la casa propia de Pedro, la casa propia de Filemón, la casa de Zaqueo, la tumba de José de Arimatea, y aun Jesús dice que su Padre tiene su mansión propia y sus negocios (Juan 14:2,3;Lc. 2:49). Por tanto podemos decir que nuestro Creador es un Dios de negocios, y también Su Hijo, y sus seguidores (Lc. 19:13).
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Jesús en Lucas 19:11-27 nos habla de la Parábola del hombre noble que encargó a sus servidores un capital para que lo trabajaran y lo multiplicaran. Esto difícilmente podría ser interpretado como una condena al capitalismo por parte de nuestro Señor.
A los Tesalonicenses el Apóstol Pablo les dice: “ocuparos en vuestros negocios” (1 Tes 4:11). Esto me sugiere que los cristianos primitivos tenían negocios y propiedades en las que se ocupan, ya sea como agricultores, alfareros, carpinteros, pesqueros, mineros, etc. Me imagino a Job con sus riquezas multiplicadas, a Pedro con su bote propio de pesca, o a José, esposo de María, con su carpintería propia, y exhibiendo muebles hechos a mano, o a algún otro fiel creyente labrando su parcela y vendiendo sus frutos en el mercado de la ciudad, todos ellos dueños de sus medios de producción.
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A los Tesalonicenses el Apóstol Pablo les dice: “ocuparos en vuestros negocios” (1 Tes 4:11). Esto me sugiere que los cristianos primitivos tenían negocios y propiedades en las que se ocupan, ya sea como agricultores, alfareros, carpinteros, pesqueros, mineros, etc. Me imagino a Job con sus riquezas multiplicadas, a Pedro con su bote propio de pesca, o a José, esposo de María, con su carpintería propia, y exhibiendo muebles hechos a mano, o a algún otro fiel creyente labrando su parcela y vendiendo sus frutos en el mercado de la ciudad, todos ellos dueños de sus medios de producción.
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La propiedad privada en el milenio
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En el Milenio, el redimido se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera. Esto nos sugiere que la propiedad privada seguirá siendo una realidad en la era venidera de la justicia, la era del reinado de Cristo (Miq. 4:4; Zac. 3:10).
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Así que no nos dejemos engañar como simplones cuando alguien aparece por allí para decirnos que Jesús fue el primer comunista del mundo. No sería sorpresa que mañana aparezca por allí otro iluso para decirnos que Jesús fue el primer Hippie del mundo... ¡o qué se yo!
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Apologista
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