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No hace mucho, estando yo en Oregon, Illinois (USA) en una sala de espera, me topé con una revista evangélica muy conocida, y en cuya sección de avisos clasificados había varias solicitudes para Pastores desempleados para ocupar el cargo vacante en varias iglesias. Uno de esos avisos clasificados decía algo así, como:
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“Debido a la Jubilación de nuestro anterior pastor, se busca un cristiano con experiencia como pastor principal de por lo menos 5 años a tiempo completo, de mediana edad, casado, con hijos, y dispuesto a pastorear una iglesia de 500 miembros en una zona residencial de clase alta".
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Se ofrece:
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Sueldo anual:
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$48,000
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Otros beneficios:
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Facilitamos una casa amoblada con todos los servicios pagados, escolaridad para los hijos, automóvil del año, un mes de vacaciones pagadas, seguro de salud integral (incluyendo la familia), y un excelente ambiente de trabajo.
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Las condiciones son negociables
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Por favor remitir su currículo Vitae actualizado a la siguiente dirección de correo electrónico:
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Iglesia del Buen Pastor
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Oregon, Illinois.
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Este aviso no fue el único que vi en esta revista, pues había como otros 15 más que solicitaban el servicio de pastores titulares en otras congregaciones y en otros estados de la unión y que ofrecían similares beneficios o ventajas económicas. Y créanme que estos avisos no sólo aparecen en revistas o periódicos cristianos, sino también en los seglares.
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Es realmente impresionante para mí ver cómo el “Pastorado” en los Estados Unidos se ha convertido en una carrera más, en una profesión a la cual uno puede sacarle el jugo si logra conseguir a un buen empleador que le pague bien y le ofrezca jugosos beneficios que le permita vivir en confort y sin carencias de ningún tipo.
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De igual modo, en Latinoamérica, los aspirantes a pastores ven el cargo de Pastor como la oportunidad de sus vidas para manejar ingentes sumas de dinero provenientes de los diezmos y ofrendas, dado el poder y control absolutos que les confiere la iglesia, y por supuesto, el cargo mismo, y sin que nadie les exija cuentas o balances generales anuales por los fondos recibidos.
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Cuando un cristiano graduado de un seminario es solicitado para ocupar el cargo de Pastor, lo primero que generalmente pregunta es: ¿Cuánto será mi sueldo? ¿Cuántos miembros hay, y cuántos ofrendan en la iglesia? y ¿Dónde está localizado el templo de reuniones? Con estas preguntas el candidato quiere saber el “potencial económico” de la iglesia, ya que de esa información depende su interés por el cargo, y su futuro económico. En realidad, los postulantes a pastores de hoy ya no tienen la misma vocación de servicio y sacrificio que los pastores de antaño, a pesar de que saben muy bien que el cargo les brindará algo que el dinero no siempre da, es decir, el prestigio y la especial consideración de la misma comunidad cristiana.
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Realmente el pastorado ya no es lo que era antes, pues tristemente se ha convertido en una profesión seglar más donde lo primero que le importa al Pastor es él mismo y su bolsillo, y luego sus feligreses, con sus problemas y necesidades particulares. Esto es muy común en las iglesias evangélicas, cualquiera que sean éstas: Bautistas, Metodistas, Pentecostales, Evangélicas Libres, Alianza Cristianas, etc, etc,
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En el Nuevo Testamento los Pastores salían de las mismas congregaciones, y eran nombrados por los mismos miembros, los cuales elegían a quiénes, según sus condiciones morales y espirituales, eran los idóneos para el cargo. No se dice nada de que esos pastores recibirían un salario mensual, o que serían mantenidos por toda la iglesia a través de sus diezmos y ofrendas (¡si es que se daban diezmos!). Todo parece indicar que los pastores del NT tenían sus propios oficios, y por tanto, sus propios ingresos, fruto de su profesión seglar misma. Eran padres de familia que tenían hijos en sujeción, y que vivían en sus hogares como cualquier familia normal lo hace, pero con la peculiaridad de que eran los paradigmas de la fe en la comunidad.
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Sin duda alguna estos pastores del primer siglo permanecían fieles en sus responsabilidades eclesiásticas, aun en la edad más avanzada. Es decir, el pastor no pensaba en jubilarse y luego recibir una pensión vitalicia como lo hacen los hombres y mujeres en la sociedad actual. La gran mayoría de trabajadores llegan a una edad límite y luego piensan en descansar, jubilándose con una pensión fija y segura que reciben de parte del Estado. En Los Estados Unidos, los Pastores de las iglesias que son mantenidos por sus feligreses se jubilan como cualquier hijo del vecino para así descansar cómodamente en sus casas, recibiendo su cheque mensual de retiro como cualquier trabajador seglar. Realmente me pregunto si esto no es una distorsión radical del sentido del Pastorado original y bíblico. Sí, realmente me da vergüenza y cólera a la vez de que se haya convertido el pastorado en una profesión cualquiera, en una carrera seglar como la de ingeniero, abogado, arquitecto, o albañil.
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Me pregunto: ¿Qué dirá el Señor de todo esto?
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