viernes, 20 de agosto de 2010

LA SALVACIÓN FUTURA QUE POCOS CRISTIANOS CONOCEN


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Estimados amigos, el apóstol Pedro escribió lo siguiente a los creyentes del Señor: “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la SALVACIÓN que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero! (1 Pedro 1:5). Sí, mis correligionarios, aquí hay una salvación que alcanzaremos cuando sea manifestada en el día postrero. Con esto queremos decirle que nadie puede gritar a voz en cuello que ya es salvo y que sólo espera irse al cielo al momento de morir. Aquí Pedro nos habla de una salvación escatológica, futura, aún no consumada en nosotros, y que podremos recibir si mantenemos la fe incólume.

Pues bien, ¿qué cosas se manifestarán en el día postrero, según las Escrituras? Sin duda el Señor Jesucristo es quien se manifestará para salvar a los que le esperan. Esto está revelado en Hebreos 9:28, donde leemos: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para SALVAR a los que le esperan”. ¿Notó usted lo que dice aquí? Aquí dice que Cristo volverá para salvar a los que le esperan. Pero cómo, ¿acaso no fuimos salvos al momento de “recibirlo” a él por fe o cuando creímos en su evangelio? ¿Cómo es que Jesús volverá nuevamente para salvar a los que le esperan?

Algunos han interpretado estas palabras como que Jesús vendrá a salvarnos del anticristo y de la gran tribulación que éste provocará, raptándonos “secretamente” de la tierra y llevándonos al cielo mientras el anticristo hace de las suyas durante su gobierno satánico de siete años. ¿Pero es esta idea demostrable con las Escrituras? ¿Realmente Jesús nos salvará de la gran tribulación y del anticristo a través de un traslado secreto al cielo? Veamos los hechos!

En Mateo 24:29,30 Jesús fue diáfanamente claro cuando reveló que él vendría personalmente al mundo (su parusía) DESPUÉS de la gran tribulación de aquellos días finales. He aquí lo que dice el pasaje en cuestión: “E inmediatamente DESPUÉS de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. Así que ateniéndonos a lo que Jesús dice, él viene DESPUÉS de la tribulación de aquellos días, y no antes, como muchos aún creen.

Crecer para ganar la salvación es Crecer para ganar el Reino

Pedro dice: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para SALVACIÓN” (1 Pedro 2:2). Aquí Pedro habla de CRECER para salvación. Esta es una salvación para gente que ha llegado a ser “grande” y “madura”, espiritualmente hablando, es decir, para creyentes que han CRECIDO, y que han logrado la perfección y la estatura de Cristo. El mismo apóstol Pedro hablará un poco después de este mismo crecimiento o desarrollo que será necesario alcanzar— ¿para qué? ¡Para entrar en el REINO! ¿Cómo lo sabemos? Pues he aquí la sorprendente evidencia que los dejará asombrados. Dice Pedro a estos mismos hermanos: “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:5-11). Observe que Pedro dice que el creyente debe crecer para obtener LA SALVACIÓN, o lo que es lo mismo decir, para que se le otorgue amplia y generosa entrada en EL REINO eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Así que la SALVACIÓN escatológica NO tiene que ver con escapar de este mundo hacia el cielo para evitar la gran tribulación del anticristo, sino con la ENTRADA AMPLIA Y GENEROSA EN EL REINO DE JESUCRISTO que se manifestará en su venida en gloria, después de la gran tribulación.

Salvación es vida eterna en el Reino

Esa SALVACIÓN escatológica es la salvación del reino, es decir, la que trae el reino prometido. En primer lugar, en Mateo 25:31,34, Jesús dice: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, ENTONCES SE SENTARÁ EN SU TRONO DE GLORIA…Entonces dirá a los de su derecha: Venida, benditos de mi Padre, HEREDAD EL REINO preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. ¡Esta es la salvación que Cristo trae—¡el poder entrar en su reino prometido con vida eterna! Esto concuerda con Hebreos 9:28, perfectamente. También concuerda con la petición del joven rico, cuando éste le pregunta a Jesús qué debía hacer para ganar LAVIDA ETERNA, y en donde también Jesús dice que difícilmente entrará un rico en el REINO DE DIOS, y en respuesta los discípulos exclaman: ¿Quién, entonces podrá ser SALVO”? (Mateo 19:16-25). Aquí, en estos versos 16-25 de Mateo 19, se conjugan LA VIDA ETERNA, EL REINO DE DIOS, y LA SALVACIÓN.

Entonces LA SALVACIÓN ESCATOLÓGICA se resume muy claramente con esta locución muy simple: Es ‘entrar en el reino de Dios con vida, poder y gloria eternas’.

También es interesante leer cómo Juan vislumbra la venida de la SALVACIÓN con la misma venida del REINO de Cristo a la tierra. Estas son sus palabras: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: AHORA ha venido la SALVACIÓN, el PODER, y el REINO de nuestro Dios, y la AUTORIDAD de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Apocalipsis 12:10). Los creyentes deben comprender que aún no son íntegramente salvos. Y aunque es cierto que Cristo nos salvó de nuestros pecados pasados al morir en la cruz por nuestros pecados, hay aún una SALVACIÓN FUTURA POR LA CUAL DEBEMOS TODOS ESTAR TRABAJANDO. Dice Pablo: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12).

La Salvación, la gloria eterna, y el Reino

El apóstol Pablo igualmente asocia la SALVACIÓN con la GLORIA eterna. Así, pues, para Pablo, hablar de la obtención de la GLORIA es hablar acerca de la obtención la SALVACIÓN y viceversa. Dice Pablo, así: “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la SALVACIÓN que es en Cristo Jesús CON GLORIA ETERNA” (2 Timoteo 2:10). Y también hablar de la GLORIA es hablar del REINO (Véase 1 Tes. 2:12, y comparar Mateo 20:21,22 y Marcos 10:35-27). Por tanto, podemos decir que hablar de ganar la SALVACIÓN es hablar de ganar el REINO DE DIOS. Y entrar o heredar el reino es entrar y heredar la salvación.

La Salvación, el Reino, y la vida eterna son llamados “HERENCIAS”

Ahora bien, tomen nota del siguiente punto que quiero declararles: La Biblia habla de HEREDAR LA VIDA ETERNA, LA SALVACIÓN Y EL REINO…y esto es correcto porque ESTOS VOCABLOS SIGNIFICAN LO MISMO. A continuación verán la siguiente evidencia de la herencia prometida:

A).- Herencia de la salvación:

Hebreos 1:14: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán HEREDEROS DE LA SALVACIÓN?”

B).- Herencia del Reino:

Santiago 2:5: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y HEREDEROS DEL REINO que ha prometido a los que le aman?”

Mateo 25:34: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, HEREDAD EL REINO preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.

C).- Herencia de la vida eterna:

Marcos 10:17: Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para HEREDAR la vida eterna?

Resumen:

En buena cuenta, cuando Pablo dice a los Hebreos (9:28) que “Jesús volverá por segunda vez para SALVAR a los que le esperan”, o cuando Pedro dice en 1 Pedro 1:5 que hay una “SALVACIÓN que está preparada para ser manifestada en el día postrero”, lo que están diciendo es que a los creyentes les espera UNA AMPLIA Y GENEROSA ENTRADA EN EL REINO DE DIOS CON VIDA ETERNA, PODER Y GLORIA, cuando Su Señoría, Jesucristo, el Rey de los reyes, regrese por Segunda vez en toda su Majestad y poder desde los cielos a la tierra para restaurar el reino davídico prometido.

El apóstol Pablo dice, además: “Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús POR MEDIO DEL EVANGELIO“ (Efesios 3:6). Es decir, la fe en el evangelio (buenas noticias) del Reino y en la obra vicaria de Cristo, hacen posible que los creyentes puedan coparticipar con Cristo de su trono, de su gloria, de su poder, y de la inmortalidad. Por eso Pablo a los Romanos les dice que el evangelio de Cristo (Su reino y su obra vicaria) es poder de Dios para SALVACIÓN a todo aquel que lo cree, al Judío primeramente, y también al Griego.” (Romanos 1:16).

Desgraciadamente, una infinidad de “creyentes” no logran aún entender lo que es la SALVACIÓN escatológica, y suponen que ya están completamente salvos y que nunca podrán perder su redención. Estas personas no tienen ni la menor idea de que aún hay que ocuparse de una SALVACIÓN en ciernes, y trabajar duro para obtenerla de manera definitiva y completa (Apo.2:3; Fil. 2:16; Juan 6:27).

Además, debo confesarles que es sorprendente que muchos que se enorgullecen de ser Cristianos no tienen una idea cabal de lo que es el reino de Dios, y no le dan la importancia que merece este tema central de la Biblia. No logran convencerse de que deben buscar, no “el reino EN los cielos”, sino “el reino DE los cielos”.

Sin el mensaje del reino se haría imposible entender el programa de Dios para la salvación de la raza humana. Sin este mensaje la tierra no tendría ningún futuro, y menos aún, sus habitantes. Definitivamente el reino de Dios es la esperanza de la congregación Yahweh, o de Sus hijos adoptivos. Estos hijos son también llamados herederos y coherederos con Cristo de las promesas que fueron decretadas a los padres de la fe del Antiguo Testamento. Pero para sorpresa nuestra, las iglesias de hoy parecen darle más importancia a lo que dice el NT y relegan el AT a un segundo plano como si fuera una colección de libros cuasi obsoletos, o simplemente una colección de libros históricos de un pueblo rebelde y repudiado por sus continuas infidelidades. Nada más equivocado, pues no podríamos entender el reino de Dios sin la ayuda de lo que se ha venido a llamar el “Antiguo Testamento”. Ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamentos, se complementan perfectamente.

Es por eso mi insistencia y perseverancia por anunciar el reino de Dios, porque sé que este mensaje es el evangelio o Buenas Nuevas de salvación que el Padre diseñó de antemano y que encargó a Jesús para que lo anunciara a su pueblo, y luego a los gentiles a través de Pablo (Lucas 4:43). Sin la fe en este anuncio salvador, nadie púede afirmar que ha creído a Cristo, es decir, en el plan divino de salvación para la humanidad (Mr. 1:1,14,15).

Termino diciendo que cuando hablamos de salvación, no sólo hablamos de que Dios nos salvó de la condenación eterna, sino que también hablamos de que hemos “sido trasladados (por la fe) al reino de Dios” (Col. 1:13), el cual se hará realidad en la parusía (Mt. 25:34), cuando el Mesías Jesús nos otorgue la vida eterna, la gloria, y el poder (por la resurrección o transformación), e instaure la justicia y paz perdurables en el mundo al destituir al diablo y su gobierno impío, y restaure el anhelado reino de Dios con Su autoridad y la de sus ungidos o elegidos.



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