Por: David Macías Isaza
(Nuestro colaborador en la causa del reino y del unitarismo genuinos)
Recientemente he estado hablando con conocidos creyentes y no creyentes y me he quedado asombrado con la ignorancia bíblica tan grande que existe actualmente, y es que la mayoría de personas están acostumbradas a escuchar un mensaje que aparenta ser una verdad espiritual, pero al ir a la Biblia, realmente no lo es. Muchos llamados cristianos aceptan honestamente que no saben cómo compartir el evangelio con otras personas, otros no lo aceptan pero permanecen en silencio porque tampoco saben cómo compartir el mensaje de Cristo con los demás; y es que a la verdad, ni siquiera lo conocen. Muchas personas creen haber conocido el evangelio de Cristo, o haber “aceptado al Señor” y “creen” que después de repetir una oración llamada popularmente como “la oración de fe”, ya han sido salvadas del infierno, y creen que si murieran hoy mismo, irían al cielo a cantar en una nube por toda la eternidad en lugar de ir al infierno. Esto es lo que actualmente se enseña desde casi todos los púlpitos (salvo algunas raras excepciones) pero, ¿Es este el mensaje que nos cuenta la escritura? ¿Que dice la Biblia al respecto?
En primer lugar la Biblia no enseña en ninguna parte que para ser salvo basta con repetir una “oración de fe”, sino que la salvación es un concepto mucho más amplio y tiene otros requisitos para ser alcanzada. En una ocasión Jesús dice que entrar al reino de Dios es difícil para los que tienen su tesoro en este mundo:
En cierta ocasión, un hombre importante entre los judíos le preguntó: Buen Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? ¿Por qué me llamas bueno? le preguntó Jesús. Nadie es bueno, sino solamente Dios. Tú ya sabes los mandamientos: No adulteres, no mates, no robes, no levantes falsos testimonios, honra a tu padre y a tu madre. El hombre contestó: Maestro, desde muy joven he guardado esos mandamientos. Siendo así, solo te falta una cosa: Ve, vende todo lo que tienes y reparte el dinero a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Luego vuelve acá y sígueme. Al oír aquella respuesta se fue muy triste, porque tenía muchas riquezas. Jesús, al verlo ir, dijo a los discípulos: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios. Los presentes preguntaron: Entonces, ¿quién podrá salvarse? Les respondió: Dios puede hacer lo que para el hombre es imposible. (Lucas 18:18-27)
Si mi amigo, la salvación es un regalo pero tiene requisitos para poderla recibir y conservarla, además la salvación consiste en entrar al reino de Dios, en palabras del mismo Jesucristo:
…Con toda certeza te digo que quien no nazca de nuevo no podrá ver el reino de Dios. (Juan 3:3)
¿Qué significa nacer de nuevo?
miremos más adelante:
Te aseguro - contestó Jesús - que no basta con nacer físicamente. Es menester nacer del agua y del Espíritu para entrar en el reino de Dios. Lo que nace del ser humano es vida humana; lo que nace del Espíritu de Dios es vida espiritualmente renovada. (Juan 3:5-6)
Jesús está declarando una verdad (además lo aseguró) que es pasada por alto por muchos predicadores de hoy en día. Es necesario nacer del agua, esto significa el bautismo en agua que Juan el bautista estaba enseñando del que Jesús también participó. Y nacer del Espíritu, significa el bautismo del Espíritu de Dios que recibieron los discípulos de Jesús. Este bautismo se recibe como un don de Dios cuando una persona se ha arrepentido de sus pecados y quiere vivir una vida dedicada a Dios. Juan el bautista y Jesús ambos predicaban el arrepentimiento para perdón de los pecados.
No te sorprendas porque yo te haya dicho que os es necesario nacer de nuevo. Esto es como el viento, que lo oyes soplar, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; tampoco sabemos cómo actúa el Espíritu en quienes nacen a la nueva vida que de él procede (Juan 3:7-8)
Jesús declara que es necesario nacer de nuevo para poder ver y entrar en el reino de Dios y él mismo Jesús después de haber sido bautizado en el agua y por el Espíritu, fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el maligno, luego de eso regresó a predicar y lo que él decía a la gente era lo siguiente:
¡Ha llegado la hora! ¡El reino de Dios se ha acercado! ¡Arrepentíos, apartaos del pecado y creed al evangelio! (Marcos 1:15)
Esta era la magnitud de la predicación de Jesús, y ésta debe ser la de todo creyente actualmente. Jesús declaraba a la gente que El reino de Dios estaba cerca, para entrar en él es necesario arrepentirse y apartarse del pecado y creer las buenas noticias.
¿Qué es el reino de Dios?
Es sorprendente la ignorancia que hay al respecto, muchos creyentes responden que el reino de Dios es la iglesia y que ya estamos en el reino de Dios, otros dicen que es cuando Jesús viene a tu corazón y reina en tu corazón. Pero ¿Es esto lo que dice la Biblia? La Biblia declara que el reino de Dios, también llamado reino de los cielos, la era venidera, el siglo que viene, la era mesiánica o el milenio, no es otra cosa más que un gobierno bajo la voluntad perfecta de Dios. Un gobierno en la tierra que obedece a Dios como se le obedece en el cielo. El rey de éste gobierno es un ungido que Dios mismo eligió y aprobó. El rey de este reino es Jesús el Mesías o Cristo. La palabra hebrea Mesías (Mashiaj), es lo mismo que la palabra griega Cristo (Kristos). Esta palabra significa literalmente: ungido. Jesucristo es un hombre ungido, como el mismo lo declara:
El Espíritu del Señor está sobre mí: Me ha ungido para llevar a los pobres, las buenas noticias de la salvación; para anunciar libertad a los cautivos; vista a los ciegos y liberación a los oprimidos. (Lucas 4:18)
Jesús declara que el Señor lo ha ungido, para proclamar las noticias de salvación. Primeramente para los pobres y los cautivos, pero también para todo el que tiene hambre y ser de justicia, todo el que sabe que tiene que haber algo más que este mundo malo donde se oprime al pobre y se enriquecen unos pocos que viven a sus anchas; tiene que haber algo más que esta injusticia que ha traído tantos conflictos a la tierra y tanta violencia. Para esto Dios mismo declaró las noticias de salvación desde la época de los profetas, desde la antigüedad, desde hace más de cuatro mil años.
¿Cuáles son las buenas noticias de salvación?
Las noticias de salvación son el evangelio del reino de Dios. La palabra evangelio viene de la palabra griega evangelion que significa literalmente “buenas noticias”. Estas noticias consisten en que Dios tiene un plan para la humanidad, en este plan no hay guerras, ni hambre, ni sufrimiento sino igualdad, justicia y paz. Este estado paradisíaco que tuvo la tierra en el principio, se hará realidad cuando el rey elegido por Dios comience a gobernar sobre la tierra. Obviamente estamos en un mundo crítico y hay guerras y hambres y pestes por todas partes, lo cual significa que aún el rey esperado no ha comenzado a reinar y el reino de Dios todavía no está en la tierra. Podríamos decir que Dios reina sobre algunos pocos que buscan su voluntad, pero el reino en sí, aún no ha venido. En el tiempo de Jesús muchos judíos creyeron que él era el Mesías esperado. Miremos:
Felipe, que era de Betsaida, el mismo pueblo de Pedro y Andrés, vio más tarde a Natanael y le dijo: Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y a quien se refirieron los profetas. Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret. (Juan 1:44-45)
Moisés había hablado de “el profeta” que vendría y que sería semejante a él. Éstos discípulos creyeron que Jesús era ese profeta, y además que él era de quien habían hablado los otros profetas de Israel. Los profetas hablaron de un rey que gobernaría desde Jerusalén a todas las naciones de la tierra y la tierra sería llena de justicia y de el conocimiento del Dios de Jacob. Miremos lo que dice el profeta Isaías:
Pues he aquí, yo creo cielos nuevos y una tierra nueva, y no serán recordadas las cosas primeras ni vendrán a la memoria. Pero gozaos y regocijaos para siempre en lo que yo voy a crear; porque he aquí, voy a crear a Jerusalén para regocijo, y a su pueblo para júbilo. Me regocijaré por Jerusalén y me gozaré por mi pueblo; no se oirá más en ella voz de lloro ni voz de clamor. No habrá más allí niño que viva pocos días,
ni anciano que no complete sus días; porque el joven morirá a los cien años,
y el que no alcance los cien años será considerado maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán también viñas y comerán su fruto. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma;
porque como los días de un árbol, así serán los días de mi pueblo,
y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos. No trabajarán en vano,
ni darán a luz para desgracia,
porque son la simiente de los benditos del SEÑOR, ellos, y sus vástagos con ellos. Y sucederá que antes que ellos clamen, yo responderé; aún estarán hablando, y yo habré oído. El lobo y el cordero pacerán juntos, y el león, como el buey, comerá paja, y para la serpiente el polvo será su alimento. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte--dice el SEÑOR. (Isaías 65: 17-25)
Pocas veces se detienen a meditar en esto los “creyentes”. Los profetas hablaron de nuevos cielos y nueva tierra, obviamente Dios no va a destruir esta tierra, sino que la renovará. Isaías habla de Jerusalén como la capital de éste reino de Justicia donde los animales salvajes ni siquiera hacen daño. Para llevar esto a cabo Dios escogió a un rey, un gobernante descendiente de Abraham y del rey David, ya que él le había prometido a David que un descendiente suyo gobernaría en este reino maravilloso. Miremos otra profecía que dijo Dios a través del profeta Isaías:
Y brotará un retoño del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto.
Y reposará sobre Él el Espíritu del SEÑOR, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR. Se deleitará en el temor del SEÑOR, y no juzgará por lo que vean sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra; herirá la tierra con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío. La justicia será ceñidor de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. El lobo morará con el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito; el becerro, el leoncillo y el animal doméstico andarán juntos, y un niño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas, y el león, como el buey, comerá paja. El niño de pecho jugará junto a la cueva de la cobra, y el niño destetado extenderá su mano sobre la guarida de la víbora. No dañarán ni destruirán en todo mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del SEÑOR, como las aguas cubren el mar (Isaías 11:1-9).
Vuelve el énfasis sobre ese reino de paz donde la creación se sujetará a la justicia y ni siquiera los animales salvajes dañarán a nadie, también nos dice Isaías que él gobernante será un descendiente de Isaí, pues bien, ¿quién es Isaí? Isaí es el padre del famoso rey David. Con esto Dios está confirmando el pacto que hizo con el rey David, de que un descendiente suyo sería el rey del reino de Dios, veamos lo que prometió Dios a David:
Ahora pues, así dirás a mi siervo David: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos: 'Yo te tomé del pastizal, de seguir las ovejas, para que fueras príncipe sobre mi pueblo Israel. He estado contigo por dondequiera que has ido y he exterminado a todos tus enemigos de delante de ti, y haré de ti un nombre como el nombre de los grandes que hay en la tierra. Asignaré también un lugar para mi pueblo Israel, y lo plantaré allí para que habite en su propio lugar y no sea removido más; tampoco los malvados los oprimirán más como antes, como desde los días que ordené que hubiera jueces sobre mi pueblo Israel; y someteré a todos tus enemigos. Además te hago saber que el SEÑOR te edificará una casa. Y sucederá que cuando se cumplan tus días para que vayas a estar con tus padres, levantaré a uno de tus descendientes después de ti, que será de tus hijos; y estableceré su reino. El me edificará una casa, y yo estableceré su trono para siempre. Yo seré padre para él y él será hijo para mí; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que estaba antes de ti. Sino que lo confirmaré en mi casa y en mi reino para siempre, y su trono será establecido para siempre. (1 crónicas 17:7-14)
Si mi querido lector, el mismo Dios le prometió que un descendiente de él (David) sería rey para siempre, que sería como un hijo para él; y aunque esta profecía se cumplió en parte en Salomón, aún falta que se cumpla la sentencia de “para siempre”. Por esto los profetas dijeron que un hijo de Isaí brotaría y gobernaría con justicia. Éste descendiente de Isaí es Jesucristo, es por esto que el evangelio según Mateo comienza así:
Éstos son los antepasados de Jesucristo, que fue descendiente de David y de Abraham. (Mateo 1:1)
Mucha gente no lo sabe y no lo entiende, pero los discípulos de Jesús lo entendían así desde que lo conocieron, por esto es que Natanael le dijo: Entonces exclamó Natanael: ¡Señor, ya veo que tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel! (Juan 1:49)
Los judíos estaban esperando éste rey y cuando Natanael conoció a Jesús, inmediatamente creyó que él es ése rey esperado. Muchos de los judíos que creyeron en Jesús, es decir, los que creyeron que él es el Mesías esperado, osea el rey que había de venir, creyeron que el reino de Dios se iba a manifestar en su primera venida, pero Jesús les decía que primero Él tenía que sufrir mucho y padecer antes de reinar, tenía que ser desechado por los principales líderes de su generación, para que se cumpliera lo que estaba escrito en la ley y los profetas (tanak y toráh). Miremos este pasaje:
En su camino seguían aproximándose a Jerusalén, y para corregir la falsa idea de que el reino de Dios sería instaurado inmediatamente, les refirió esta parábola:
(Lucas 19:11)
Si, Jesús les tuvo que corregir ésa falsa idea pues ellos no entendían que el hijo del hombre tenía que morir primero, por eso les contó la parábola de un rey que fue a tierras lejanas a recibir un reino, pero dejó encargados a ciertos trabajadores de sus negocios, cuando volvió, le pagó a cada uno conforme a sus resultados. Esta parábola la refirió Jesús para que ellos entendieran que él tenía primero que morir, resucitar e ir al cielo a recibir ese reino, para luego volver a reinar en la tierra, en Israel desde una Jerusalén renovada. Muchos de los que creían que el reino de Dios sería instaurado inmediatamente dejaron de creer en Jesús cuando murió, incluyendo a sus discípulos que dudaban y estaban atónitos, pues no habían recibido el bautismo del Espíritu de Dios, así que no entendían las palabras de Jesús. Por este motivo es que la gente gritaba cuando Jesús entro en Jerusalén:
Y tanto los que iban delante, como los que iban detrás, gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas! (Marcos 11:9-10)
Ellos pensaban que Jesús iba a someter por la fuerza a sus enemigos de inmediato y que iban a ser librados de la opresión romana, pero los planes de Dios eran mucho más altos y grandiosos. El Mesías tenía que morir como un sacrificio por los pecados y luego resucitar, esto lo había predicho el profeta Isaías:
He aquí, mi siervo prosperará, será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado. De la manera que muchos se asombraron de ti, pueblo mío, así fue desfigurada su apariencia más que la de cualquier hombre,
y su aspecto más que el de los hijos de los hombres. Ciertamente El asombrará a muchas naciones, los reyes cerrarán la boca ante El; porque lo que no les habían contado verán, y lo que no habían oído entenderán. ¿Quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del SEÑOR? Creció delante de El cómo renuevo tierno, como raíz de tierra seca; no tiene aspecto hermoso ni majestad para que le miremos, ni apariencia para que le deseemos. Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no le estimamos. Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Mas Él fue herido por nuestras transgresiones molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el SEÑOR hizo que cayera sobre El la iniquidad de todos nosotros. Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió Él su boca. Por opresión y juicio fue quitado; y en cuanto a su generación, ¿quién tuvo en cuenta que Él fuera cortado de la tierra de los vivientes por la transgresión de mi pueblo, a quien correspondía la herida? Se dispuso con los impíos su sepultura, pero con el rico fue en su muerte, aunque no había hecho violencia, ni había engaño en su boca. Pero quiso el SEÑOR quebrantarle, sometiéndole a padecimiento. Cuando El se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, verá a su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del SEÑOR en su mano prosperará. Debido a la angustia de su alma, El lo verá y quedará satisfecho. Por su conocimiento, el Justo, mi Siervo, justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes y con los fuertes repartirá despojos, porque derramó su alma hasta la muerte y con los transgresores fue contado, llevando El el pecado de muchos, e intercediendo por los transgresores. (Isaías 52:13-15, 53:1-12)
Éste pasaje de Isaías es quizás el más claro en cuanto a todas las cosas que se cumplieron en la vida de Jesús de Nazaret, el cordero de Dios de quien habló Juan el bautista. Jesús fue cortado de la tierra de los vivientes pero dice que después prolongaría sus días, lo que quiere decir claramente que resucitaría. Cuando Jesús resucitó se le apareció a varios de sus discípulos que aún no creían y no entendían, en una ocasión miren lo que ocurrió:
Aquel mismo día se dirigían dos de ellos al pueblo de Emaús, distante unos sesenta estadios (unos once kilómetros) de Jerusalén. Iban comentando por el camino los acontecimientos que rodearon la muerte de Jesús, cuando él mismo se les acercó y se puso a andar a su lado. Ellos le veían, pero en aquel momento no les fue posible reconocerle. Jesús les preguntó: ¿De qué venís hablando, y por qué estáis tan tristes? Uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: Quizá en toda Jerusalén eres tú el único forastero que ignora las cosas que han ocurrido estos días. ¿Qué cosas son ésas?
Pues que a Jesús de Nazaret, profeta poderoso en obras y en palabras, que gozaba de la más alta estimación de Dios y del conjunto del pueblo, los principales sacerdotes y nuestros gobernantes lo pusieron en manos de los romanos, para que lo condenasen a morir en la cruz. Nosotros creíamos que él era el que había venido a rescatar a Israel... ¡pero ya hace tres días que murió! Sin embargo, lo más extraño de todo es que varias mujeres de nuestro grupo fueron hoy, muy de mañana, al sepulcro, y volvieron diciendo que el cuerpo había desaparecido y que unos ángeles les dijeron que Jesús está vivo. Algunos de los nuestros corrieron después al sepulcro y, en efecto, no hallaron el cuerpo, de modo que las mujeres tenían razón. Jesús les dijo entonces: ¡Qué necios y torpes sois! ¡Cuánto os cuesta creer lo que los profetas han afirmado en las Escrituras! ¿No está dicho claramente que el Cristo había de padecer todas esas cosas antes de entrar en su gloria? En seguida, a partir de Moisés y continuando por todos los profetas, les fue explicando lo que las Escrituras decían acerca de él.
Sí, Jesús tenía que ser desechado y ser muerto, morir como sacrificio por los pecados de quienes habrían de creer en él. Pero resucitaría y luego tendría que ir al cielo a recibir su reino para venir a instaurarlo en la tierra de Israel y posteriormente en el mundo entero. Cuando sus discípulos descubrieron que había resucitado se llenaron de gozo y una nueva fe para creer que realmente Él si es el Mesías que ha de reinar en Israel y las escrituras nos cuentan que después de resucitar Jesús pasó cuarenta días hablándoles del reino de Dios a sus discípulos:
Durante los cuarenta días que siguieron a su muerte, se presentó en diversas ocasiones a los apóstoles, vivo y dándoles pruebas que no dejaban lugar a dudas acerca de la realidad de su resurrección, y les hablaba del reino de Dios. (Hechos 1:3)
Jesús siguió su predicación acerca del reino de Dios, ése siempre fue su tema de conversación y su enseñanza principal. Como habíamos visto antes, muchos judíos habían dejado de creer en Jesús como el Mesías esperado después de su crucifixión, ya que ellos pensaban que el reino de Dios sería instaurado y manifestado inmediatamente. Solo sus discípulos más allegados sabían que era cierta su resurrección, solo ellos pudieron seguir creyendo en él como Mesías o rey esperado, por esto es que ellos le preguntaron:
…Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo?(Hebreos 1:6)
Para los discípulos de Jesús la verdad estaba siendo cada vez más clara: Jesús si era el Mesías después de todo, pues resucitó como lo había prometido, ahora ellos querían saber cuando era el tiempo de la restauración del reino de Dios, es decir, el reino de David restaurado, pues esto es lo que ellos conocen por los profetas, Dios había prometido a David que un descendiente suyo reinaría en su lugar y que ese reino gobernaría el mundo entero y además sería un reino eterno. Ante esta pregunta Jesús contesta sencillamente que sólo Dios (el Padre) sabe:
Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o sazones que el Padre puso en su sola potestad. (Hebreos 1:7)
Solo Dios sabe los tiempos, solo el Padre es el único Dios verdadero (Juan 17:3) solo Él es omnisciente. Más adelante el apóstol Pedro, después de recibir el bautismo del Espíritu, comenzaría su predicación como Jesús:
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de restauración de todas las cosas, de que habló Dios por medio de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. (Hechos 1:19-21)
Si mi querido lector, Pedro comienza su predicación igual que Jesús: Arrepiéntanse y cambien su forma de pensar y de vivir, porque Jesucristo volverá a restaurar todas las cosas, es decir, a instaurar el reino de Dios del que hablaron los santos profetas desde antaño. También les dice que Jesús el Mesías estará en el cielo hasta que Dios determine enviarlo de nuevo. Con todas estas evidencias podemos decir con toda seguridad que el reino de Dios aún no está en la tierra, puesto que no vemos que esté restaurada la creación ni que las naciones hayan dejado la guerra. Tampoco hemos visto la señal del hijo del hombre aparecer en las nubes, ya que Jesús advirtió que no nos podemos dejar engañar.
Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis. Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis ni los sigáis. Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día. (Lucas 17:22-24)
Si, hoy en día vemos que estas palabras se cumplen textualmente, muchos falsos predicadores y falsos profetas declaran que Jesús está donde ellos están o gritan que Jesús esta aquí, hay otros que declaran que Jesús ya vino y esta reinando invisiblemente, pero esto no es verdad porque la segunda venida de Jesús el Mesías será vista por todos, así que cuando vemos que alguien declara que Jesús esta en un lugar, podemos estar seguros que se trata de un falso ungido que está en el error, Jesús advirtió que no debemos seguir a ésta gente que declara estas cosas, puesto que Jesús tiene que permanecer en el cielo hasta que se cumpla el tiempo estipulado por Dios. Más adelante Jesús dice:
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. (Lucas 21:27)
Así también vosotros, cuando veáis que suceden éstas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. (Lucas 21:31)
Jesús quiere que tengamos muy claro que el reino de Dios vendría después de que él aparezca en las nubes con poder y gran gloria. Es un suceso sin precedentes en la historia de la humanidad, algo que todo ojo verá. Miren como lo expresa el apóstol Juan:
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. (Apocalipsis 1:7)
Muchas personas creen a los falsos evangelios que se predican actualmente y esto es una pena y una tragedia. Hoy en día se predican evangelios trastocados, mutilados, cambiados, humanistas y hasta anti-cristianos. Claro que esto no es extraño ya que Jesús y los apóstoles predijeron que esto sería así. Por eso hermano, es tiempo de arrepentirse y volver al verdadero evangelio del reino de Dios, que está tan bien detallado en la Biblia y que no tiene porque confundirse. Abandonar toda forma de avaricia, como el famoso y falso “evangelio de la prosperidad”, porque no es la voluntad de Dios que todos sean millonarios, es mas Dios escogió a los pobres del mundo para que sean ricos en fe y heredar el reino que él ha prometido a los que le aman (Santiago 2:5). Y los que le aman obedecen sus mandamientos. También existe el falso evangelio de “decláralo y recíbelo” o “súper fe”, un evangelio completamente anti-cristiano que saca de lado la soberanía de Dios. Dios concede lo que le pedimos conforme a su voluntad (1 Juan 5:14-15) Nosotros hemos sido llamados a heredar este reino, pero no todos los que hagan una “oración de fe” o los que asistan a una congregación o a una organización serán salvos o heredaran el reino sino solo los que hagan la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios es creer que Jesús es el Mesías y esperar su venida y nuestra resurrección. Otro falso evangelio que se enseña es el evangelio de que iremos al cielo. Esto no tiene sustento bíblico, la escritura dice que fuimos rescatados a fin de alcanzar las promesas hechas a Abraham. Y ¿qué le prometió Dios a Abraham? Dios le prometió a él que heredaría la tierra y todas las familias de la tierra serían benditas en su descendencia. Como dice Pablo en Romanos:
Recordad que Cristo vino como hombre para entregarse al servicio del pueblo judío, para confirmar que Dios es fiel y cumple las promesas que hizo a nuestros antepasados. (Romanos 15:8)
Y en otra ocasión:
Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe.” (Romanos 4:13)
Y en varios otros pasajes se da a entender que éste es el evangelio que predicaba Pablo, pero Pablo estaba consciente de que aún no había recibido esa herencia sino que estaba esperando de los cielos a Jesús como dice en 1 tesalonicenses:
También nos han hablado del anhelo con que esperáis que regrese de los cielos su Hijo Jesús, a quien Dios resucitó de los muertos y quien nos libra de la condenación que ha de venir. (1 tesalonicenses 1:10)
Jesús nos librará de la condenación que ha de venir siempre y cuando permanezcamos en él y guardemos la fe hasta nuestra muerte. Y si morimos, seremos resucitados en su venida y mientras tanto estaremos dormidos en la tumba. El evangelio no promete que iremos al cielo sino que el cielo vendrá a la tierra. Pablo dejó muy claro las condiciones para heredar el reino de Dios:
Cuando nos conformamos a nuestras tendencias naturales, caemos en males como estos: adulterio, fornicación, impureza, lascivia, idolatría, brujerías, enemistades, discordias, celos, iras, peleas, disensiones, falsas doctrinas, envidias, homicidios, borracheras, orgías y otras cosas parecidas. Pero ya os lo he dicho, y ahora os lo repito: quienes se conducen de esa forma no heredarán el reino de Dios.
(Gálatas 5:19-21)
Las falsas doctrinas impiden que heredemos este hermoso y glorioso reino venidero que es donde deben estar puestos nuestros ojos y nuestra esperanza porque todo aquel que tiene esta esperanza se purifica a si mismo así como él mismo es puro (1 Juan 3:1-3). Éste es el evangelio del reino de Dios completo, éste es el que debemos compartir. Muchas personas predican un Jesús que puede arreglarte todos los problemas, pero la Biblia habla de un Jesús que trae muchos problemas y tribulación. Muchos predican a un Jesús que es todo paz y amor, pero la Biblia habla de un Jesús que viene a condenar y a hacer justicia a la tierra. En la segunda venida de Jesús la tierra el mundo será pasado por fuego de Dios y será como la época de Sodoma y Gomorra, Jesús mismo dijo que sería como cuando se arranca la cizaña y se deja el trigo. En la escritura sobran los ejemplos que hablan del terrible juicio que viene sobre toda la humanidad y Jesús es el rey ungido por Dios para ejecutar las sentencias. ¿Qué evangelio ha creído usted? ¿Qué evangelio predica? recuerde que Jesús mismo puso el ejemplo de unos que en ese día del juicio le dirían: Pero señor, nosotros profetizamos en tu nombre e hicimos muchos milagros y expulsamos demonios. Pero Jesús mismo les dirá: Apártense de mi mal hechores. Estos hombres ingenuamente creían haberle servido a Dios y a su Mesías pero él mismo les declara hacedores de maldad. ¿Qué evangelio predican en tu parroquia, salón de asambleas o congregación? recuerda que todo aquel que cambie el mensaje de Jesucristo o le añada algo o le quite algo no tiene a Dios.
Todo aquel que habiendo perdido el rumbo se aparta de la enseñanza de Cristo y no persevera en ella, se aparta también de Dios. Para tener al Padre y al Hijo es preciso permanecer fielmente en la enseñanza de Cristo. Si alguien viene en busca vuestra con ánimo de instruiros, pero no lo hace conforme a la enseñanza de Cristo, no lo admitáis en vuestra casa ni le deis la bienvenida. (2 Juan 9)
El apóstol Juan nos hace la advertencia: Si alguien no enseña el mismo mensaje que enseñó Cristo, es decir, el reino venidero de justicia y paz, conocido como el reino de Dios o el reino de los cielos, esa persona no es de Dios y no tiene al Dios verdadero. Y dice que nos debemos apartar de todo aquel que cambie esta verdad que es el mensaje que lleva a una vida dedicada a Dios. El mensaje del reino de Dios es el motivo para ser santos y para apartarnos para Dios, es la fe de la que habla Pablo en hebreos 11. La certeza de lo que se espera, pues pablo estaba esperando la manifestación de este reino y así debemos vivir también los cristianos de hoy. Si este no es el evangelio que predican en su congregación, parroquia o salón de asambleas, le aconsejo que se retire y busque la voluntad de Dios en su casa, pues es mejor obedecer a Dios en casa que asistir y apoyar a quienes viven en error; esto es un consejo para que sea salvo, y si usted es pastor y enseña algo diferente de esto, sepa que Cristo viene y el no tolerará las falsas doctrinas ni los falsos evangelios que hoy en día se propagan como cáncer.
Arrepiéntanse, cambien su forma de pensar y de vivir y crean en el evangelio del reino de Dios, pues el reino de Dios está cerca, amén.
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