Ingº Mario A Olcese (Apologista)
Anunciando los “últimos días”
Todos percibimos que muchas cosas se están poniendo cada vez más feas en nuestro mundo, y todo parece indicar que la humanidad se va a su destrucción a menos que intervenga un poder sobrenatural que detenga el caos social, político y económico que se vive en el presente.
También encontramos en la internet distintos sitios web y blogs cristianos que nos advierten que estamos viviendo en los últimos días de este mundo enfermo, fundamentándose en las apocalípticas profecías bíblicas y en el temor y en la incertidumbre que se vive en estos tiempos. Efectivamente, por todos lados se escuchan noticias de terremotos, hambres, enfermedades, catástrofes naturales (tornados, Huracanes, maremotos, inundaciones, incendios forestales, etc), guerras, rumores de guerras, falsos maestros, falsos profetas, falsos cristos, impiedad, y mil señales más, que se cumpliendo exactamente como lo que profetizó nuestro Señor en Mateo 24, Marcos 13; y Lucas 21.
¿Cuándo son los últimos días?
Muchos creyentes parecen desconocer que Pablo mismo creía estar viviendo en los últimos días. Uno de los pasajes de la Biblia que nos indica eso es Hebreos 1:2, donde Pablo dice: “En estos POSTREROS DÍAS (Dios) nos ha hablado por el Hijo…” Sin duda Pablo consideró sus tiempos como los “últimos días” o los “días finales” de lo que él llamó: “el presente siglo malo”(Gál. 1:4). También el apóstol Pedro, haciendo alusión a una profecía de Joel, dijo: “Y será en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Y vuestros mancebos verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños” (Hechos 2:17). Esta profecía aludía al derramamiento del Espíritu Santo que acaecería en el Pentecostés del año 33 DC, cuando los creyentes en el aposento alto comenzaron a hablar en distintas lenguas después de recibir el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Así que tanto Pablo y Pedro entendieron que sus días eran los días postreros o finales. ¿Pero cuánto durarían estos días finales? He aquí el asunto que ha dividido a las diferentes escuelas escatológicas (preteristas, historicistas, y futuristas) por igual. Para los preteristas, los tiempos finales de circunscribieron al primer siglo, y específicamente, al año 70 DC, cuando Jerusalén y su templo fueron destruidos por las hordas de Roma. Los preteristas dicen entre otras cosas que en Mateo 24:14 Jesús remarcó que el evangelio del reino sería predicado a todas las naciones como testimonio y entonces el fin (…y su parusía) vendría. Luego ellos dicen que esta profecía efectivamente se cumplió en el siglo I, cuando el evangelio fue predicado en todo el “mundo romano”, y para probarlo los preteristas citan Colosenses 1:23. Así pues, el preterismo extremo sostiene que los últimos días se limitaron al primer siglo, y que ahora la iglesia está viviendo en la era del reino milenario.
¿Pero realmente creyeron los primeros cristianos que los últimos días sólo se circunscribieron a sus días y que en sus días todas las promesas de Dios para su pueblo se cumplirían?¿Acaso en el siglo I (año 70 DC) Jesús regresó en persona para resucitar a los suyos para introducirlos en su reino?¿Y qué hay de los difuntos creyentes que fallecieron después del 70 DC, como es el caso de Policarpo, discípulo de Juan?¿Cuándo fue resucitado él para reinar con Cristo en su reino siendo que él murió en 155 DC, 85 años después de la destrucción de Jerusalén?¿No dice Pablo que todos los creyentes resucitarán juntos para recibir al Señor en su venida? Si el reino fue establecido en el primer siglo, ¿está Jesús reinando con todos sus fieles ahora?
Jesús dijo que vendría “pronto” o “en breve”
Si Cristo dijo que vendría “pronto” o “en breve”, ¿por qué demora tanto en regresar? ¿No han pasado ya 2000 años desde que se fue al cielo? ¿No será que ya vino él en el siglo I como sostienen los preteristas extremos?
En las Escrituras vemos que este tipo de declaraciones (“pronto”, “en breve”, “de acá a poco”, etc) no siempre indican un tiempo corto como lo entendemos nosotros. La brevedad puede ser entendida bajo la óptica de Dios, para quien mil años puede equipararse a un día de 24 horas. Por ejemplo, el salmista anuncia la pronta destrucción de los impíos mil años antes de Cristo: “No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. 2 Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán” (Sal. 37:1,2). Sin duda ese vocablo PRONTO debe ser entendido bajo la óptica de Dios, que percibe el tiempo de manera muy diferente que nosotros. También en Hageo 2:6, el profeta dice: “Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca”. Este verso es citado en Hebreos 12:26 y es aplicado a eventos de la segunda venida de Cristo por Hageo, unos 400 años antes de Cristo. Aún hoy, después de 2,400 años, creemos que todavía no se ha cumplido. Sin embargo, si damos por cierto que esta profecía se cumplió en los tiempos de Cristo como sostienen los preteristas, con todo esos 400 años sería un lapso de tiempo importante referido como “de aquí a poco”.
Cualquier época pasada pudo ser los “últimos días”
Es probable que los discípulos del primer siglo creyeran que sus tiempos eran los últimos del “presente siglo malo” y que Jesús volvería en breve para establecer su reino, tal como los cristianos en las generaciones posteriores creyeron que los suyos eran los tiempos finales. Ciertamente en todas las épocas ha habido hambres, falsos maestros, anticristos, pestes, terremotos, guerras, y cosas como éstas. La profecía de Mateo 24, Marcos 13, y Lucas 21 bien puede encajar en cualquier época de la historia, especialmente en estos últimos dos mil años. Ya me imagino cómo se habrán sentido los europeos del siglo XIV cuando la peste negra mató a un tercio del continente. ¡Seguramente habrían pensado que el fin del mundo estaba más cerca que nunca! Y recordemos que a finales del siglo 10 la iglesia de aquel entonces creía que la entrada del siguiente milenio sería el amanecer de una nueva era. Y los reformadores de la Edad Media también pensaron que vivían en los últimos días, cuando interpretaron que los eventos apocalípticos descritos sobre el anticristo final cuadraban perfectamente con la iglesia imperante y oficial de aquel entonces, la iglesia de Roma, la cual sería destruida “pronto”. ¿Podríamos entonces decir que nuestros días son los últimos días? Yo creo que sí! Y es que los “últimos días” pueden perfectamente durar dos mil años si consideramos que para el Señor un día puede ser como mil años, y mil años como un día.
Y así como una mujer encinta siente que los dolores de parto aumentan en la medida que el parto se va acercando, así los dolores de las naciones han ido en aumento desde que Jesús dio sus señales hace dos milenios hasta que su venida al mundo se haga realidad nuevamente. El Hijo está pronto para aparecer en el mundo para traer la justicia perdurable.
Estamos viviendo en el cierre del sexto día profético…el último hasta el descanso milenario
Si seis días deben pasar antes de que venga el séptimo día de descanso del pueblo de Dios, y que es el descanso milenario, la era del reino; es lógico suponer que los “últimos días” son los dos últimos días de los seis días programados por el Señor para la historia y el gobierno humanos. Ciertamente los tiempos actuales son los últimos y los más penosos, porque la venida del Hijo de Dios a este mundo está cerca. No esperamos encontrarnos con un mundo mejor en los años venideros, sino todo lo contrario, pues serán tiempos espantosos. Ya lo dijo el Señor: “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; 26 desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas” (Luc. 21:25-26). Y en otro pasaje, el Señor Jesús pareciera presentar la amenaza nuclear cuando dice: “Porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá. 20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días” (Marcos 13:19-20).
Aquí Jesús no está hablando de la invasión romana que destruyó Jerusalén, a su templo, y a un millón de Judíos. Está tribulación de los judíos del primer siglo no se compara con la terrible tribulación (holocausto) que soportaron los judíos en la Segunda Guerra Mundial, donde seis millones de ellos murieron. Y este holocausto del 1939-45 no será nada en comparación con la final tribulación de los Judíos, en donde se prevé más víctimas judías antes del retorno del Señor para detener su extinción total como raza y nación por acción de una guerra atómica a gran escala.
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