Ruinas de la antigua Hierápolis de donde surgiría
Papías de Hierapólis, maestro cristiano alrededor del año 115 se dice que escribió 5 libros de explicaciones y comentarios sobre las escrituras, que lamentablemente no han sobrevivido, salvo por citas de posteriores escritores. En esos pocos fragmentos se ve claramente la aceptación de los diferentes evangelios y cartas apostólicas que ya se consideraban sagradas. Por él, se conocen datos sobre los autores de dos evangelios: Marcos y Mateo. Era un firme defensor del milenarismo, por otro lado era normal para aquel tiempo aceptar esa esperanza, y esto muestra que el Apocalipsis de Juan, era materia de estudio y de predica por todo el cristianismo. Papías, además, se presenta como discípulo de un tal Juan, algunos especulan con que se refiera al envejecido Juan, no sabemos si se trataba del llamado Juan el Teólogo, el caso que lo distingue del apóstol Juan, y le menciona como Juan el presbítero. Menciona también como sobresaliente cristiano a un tal Aristón al decir lo siguiente: Yo acostumbraba inquirir lo que habían dicho Andrés, o Felipe, o Tomás, o Jacobo, o Juan, o Mateo, o cualquier otro de los discípulos del Señor, y lo que están diciendo Aristión y el anciano Juan, los discípulos del Señor. Porque los libros para leer no me aprovechan tanto como la viva voz resonando claramente en el día de hoy en (la persona de) sus autores. (Jerónimo, de vir. illust. 18)
Según la cita de Eusebio en su "Historia Eclesiástica", Papías en uno de sus libros aseveraba que la resurrección de los muertos sería seguida por mil años de un visible glorioso reino terrenal de Cristo, y de acuerdo con Ireneo (Adv. Haereses, V, 33), él pensaba que los santos también disfrutarían de una superabundancia de placeres terrenos, de hecho llegó a afirmar lo siguiente: "Vendrán días en que crecerán vides, cada una de las cuales tendrá diez mil brotes, y cada brote diez mil ramas, y cada rama diez mil ramitas, y en cada ramita diez mil racimos, y en cada racimo diez mil granos, y cada racimo, una vez prensado, producirá veinticinco medidas de vino. Y cuando alguno de los santos habrá tomado en la mano uno de estos racimos, otro gritará: Yo soy un racimo mejor; tómame, bendice al Señor a través de mí. Del mismo modo, un grano de trigo producirá diez mil espigas, y cada espiga tendrá diez mil granos, y cada grano diez libras de harina fina, brillante y limpia, y los otros frutos, semillas y hierbas producirán proporciones similares, y todos los animales, usando estos frutos que son productos del suelo, se volverán pacíficos y armoniosos, obedientes al hombre en toda sujeción. ( Adversus Haeresus - Ireneo V33, 3,4)
El que Papías hiciera esa descripción aparentemente tan atiborrada de placeres, o estaba haciendo una alegoría de la abundancia y la felicidad infinita del paraíso, o creía que esto literalmente iba a ser así. En cualquier caso de esto se desprende que para el tiempo de Papías, las referencias al paraíso terrenal, comunes en el judaísmo, eran entendidas como tal y aceptadas comúnmente y de forma literal. Tal es así que Jerónimo de Estridón, historiador cristiano y autor de la primera traducción completa de la Biblia al latín, en el siglo IV, escribió al respecto de Papías el siguiente comentario citando uno de sus escritos: Este (Papías) se dice que propagó la tradición judía de un Milenio, y que fue seguido por Ireneo, Apolinario y los otros, que dicen que después de la resurrección el Señor reinará en la carne con los santos. (Jerónimo, de vir. illust. 18)
Lástima que sólo quedan restos de sus libros, en la mayor parte citas que posteriores escritores hicieron de sus escritos, en algunos casos como las citas que hace Eusebio de Cesárea contaminados con prejuicios contra él, alienados con un antimilenarismo propios de la parte final del siglo IV. Pero el que siglos después se hable de él indica que fue un maestro considerado y respetado en su tiempo y sus escritos se mantuvieron en vigor durante décadas.
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