Millones de ingenuos cristianos creen que irán al cielo cuando Cristo regrese—¿Pero están en la razón?
Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
Es increíble que millones de llamados “cristianos” aún estén esperando volar hacia el cielo para morar con Dios y Su Hijo por toda la eternidad, cuando en realidad la Biblia nada nos dice al respecto. la mayoría de los que asisten a las iglesias parecieran que las famosas “Bienaventuranzas” de Jesucristo no tuviesen mucho significado para ellos cuando pasan por alto lo que dijo Jesús a sus discípulos: “Los mansos heredarán la tierra” (Mat. 5:5).
Definitivamente algo anda muy mal con los católicos, evangélicos y protestantes en general, cuando nos damos cuenta de que han dejado de lado la promesa de nuestro Señor Jesús de heredar la tierra si somos mansos.
La Tierra y el Reino de los cielos
Sí, los mansos heredarán la tierra, dijo Jesús (Mateo 5:5), aunque también dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Verso 3). ¿Se contradice nuestro Señor acá? ¿Es que para los pobres en espíritu es el reino de los cielos, mientras que para los mansos es la tierra? ¿Existen dos esperanzas distintas para dos tipos de cristianos: uno que es pobre en espíritu y otro que es de carácter manso? Imposible! Todos los cristianos deben ser mansos y también pobres en espíritu.
No obstante, los más de los cristianos afirman que esperan heredar el “reino de los cielos” pero no la tierra. Y en la mayoría de las iglesias se enseña que si el cristiano es fiel hasta la muerte, heredará el reino de los cielos, frase que ellos entienden como equivalente al cielo mismo. Así, el reino de los cielos es, para la mayoría de los cristianos, el cielo mismo donde moran Dios, Cristo y los ángeles.
El desentendimiento del verdadero sentido de la frase “el Reino de Dios”
La tragedia del cristianismo nominal es que hay un desconocimiento total de lo que es el Reino de Dios. Pareciera que los supuestos seguidores de Jesús de los últimos diecisiete siglos no han entendido nada en absoluto la proclama de Jesús, cuando gritaba: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. Sí, Jesús predicaba el evangelio del reino de Dios, y esperó que sus oyentes creyeran en su anuncio. ¿Pero es que acaso el reino de Dios era para Jesús el cielo mismo donde mora Su Padre? ¿Estaba Jesús predicando para que nos prepararemos para ir al cielo? ¡No lo creo!, pues él decía que lo que se había acercado era el reino de Dios (o “de los cielos”)…¡no el cielo!
La frase ‘el Reino de los cielos’ es usada por Mateo, pero no por Marcos, Lucas o Juan, quienes usan la locución “el reino de Dios”. Esto no significa que son dos frases distintas, sino que significan exactamente lo mismo. Sólo basta con comprar Mateo 8:11 y Lucas 13:29, donde para una misma enseñanza se usan indistintamente “reino de Dios” y “reino de los cielos”.
El problema de la teología del cielo reside en que persiste un desconocimiento total de lo que es el reino de Dios, pero una vez que el problema queda resuelto con una comprensión correcta de esta locución, los cristianos dejan de esperar vivir en el cielo y se enfocan en la tierra.
Un hecho que es indiscutible es que para los discípulos primitivos de Jesús el reino de Dios era algo que les era bien conocido, puesto que Jesús proclama que se había acercado, y que estaba próximo de ellos. Esto, por sí solo, indica que los Judíos de los tiempos de Jesús sabían lo que era el reino, y además, que lo estaban esperando ardientemente. Por otro lado, Jesús nos les dijo a ellos que algún día partirían de la tierra para entrar a dicho reino, sino que éste vendría a ellos, y que mientras tanto debían buscarlo y pedirlo sin descanso (Mateo 6:10,33).
El Reino de Dios es el reino de Israel
Un hecho que también es claro es que los apóstoles esperaban que el reino de Israel, que es el reino de Dios, se restaurara en Jerusalén como lo fue originalmente. Ellos le preguntaron: “Señor, restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6), y Jesús no les dice algo así, como: “Oigan, quiero que sepan bien que nunca más se restaurará el reino de David, y ustedes no deben hacerse ninguna esperanza en ese sentido”. Más bien él les dice que “no les toca saber los tiempos y las sazones que Dios puso en su sola potestad” (Hechos 1:7).
Recordemos, además, que cuando Jesús estaba entrando en Jerusalén, el pueblo pensó que el reino del padre David estaba próximo a restablecerse en Jerusalén en la persona de Jesús, el Cristo de Dios. Dice Marcos 11:8,10, así: “Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!”. ¿Pero estaba el pueblo equivocado por tal esperanza? ¡No lo creo ni por un segundo!
En Lucas 19:11, Jesús se ve forzado a dar la parábola de las Diez minas, y él lo dice por una razón muy simple, y es que el pueblo, al verlo entrar en Jerusalén (la ciudad del gran rey) ellos pensaron que él empezaría a restaurar todas las cosas, y en especial, el reino de David. Los versos 11 y 12, dicen: “Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver”. Aquí se hace evidente que Jesús no contradice la esperanza Judía por el reino, sino que les dice que dicho reino NO vendrá inmediatamente, pues primero tiene que ir al cielo para recibir la autoridad real, y luego volver.
Habiendo entendido esto, las bienaventuranzas de Jesús prometen al cristiano fiel, al que es manso y pobre en espíritu, la herencia del reino de Dios en la tierra renovada. Por tanto, cualquier otra esperanza que se enseñe y que se aleje de este propósito divino, es falsa y herética. Enseñar que la tierra desaparecerá apenas Cristo regrese, y que los salvos serán trasladados al cielo, es el error más grande del cristianismo helenizado.
¡Los impíos serán removidos de la tierra, no los justos!
Los fieles, contrario de lo que dicen la mayoría de maestros bíblicos, no serán removidos jamás de este planeta. Y así lo dice la misma Escritura inspirada con estas solemnes palabras “El justo no será REMOVIDO jamás; Pero los impíos no habitarán la tierra” Proverbios 10:30. ¿Leyó esta Escritura inspirada, estimado amigo? ¡Aquí hay una declaración que desubica a cualquiera que piensa que será removido de la tierra para habitar el cielo! Este texto nos dice que sólo los impíos serán removidos de la tierra, y esto es grave, pues si los cristianos dicen que serán removidos de este planeta, lo podrán hacer están andando en impiedad. ¡No hay otra forma posible!
Así que si usted me viene con el cuento de que será arrebatado, raptado, y trasladado secretamente de la tierra a otro sitio, lo que me está diciendo es que usted es un impío impenitente, un malvado que no acepta el plan de salvación de Dios y que merece ser sacado de aquí. ¿Es eso lo que usted realmente quiere para usted? ¡Yo, no!
1 comentario:
Lo que deberían publicar es de donde vienen todos los libros que incluyen la biblia, según tengo entendido Jesús no existió, lo que sé es de Rómulo y Remo y la fundación de la iglesia católica, pero todo esto es un invento de ellos, recopilación de libros, se que viene de otros imperios o épocas y todo lo juntaron en la biblia, no sé exactamente de qué se trata su página, estoy de paso, seria cuestión de analizar bien de donde vienen, como dije antes, por que ahí está la verdad.... y me parece que esa sabiduría es maravillosa...
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