Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
Una de las enseñanzas de la Watchtower es que los ungidos que van muriendo no necesitan esperar el día de la resurrección para vivir nuevamente, puesto que ellos son transformados después de morir para reinar con Cristo desde los cielos. En este sentido, los Testigos de Jehová enseñan que los difuntos Russell, Rutherford, Knorr, Franz y Henschell (todos ellos de la clase ungida o gobernante) ya están reinando con Cristo desde los cielos y dirigiendo la obra en la tierra.
Lo que nos llama mucho la atención es que aún existan las tumbas de estos ex presidentes ungidos de la Watchtower, cuando en realidad, según sus enseñanzas, los ungidos no están en tumbas conmemorativas sino en el cielo. Es de suponer que nada de sus restos subsista en sus sepulcros, ni siquiera un pequeñito hueso, ya que ellos, supuestamente, fueron transformados y están vivos con Jesús en su trono celestial. Recordemos que los Testigos de Jehová no creen que el hombre tenga un alma inmortal que es independiente del cuerpo y que parte al cielo al momento de morir. Ellos creen que sus ungidos difuntos fueron totalmente transformados y cambiados a cuerpos espirituales para reinar con Cristo. Esto sólo puede significar que en sus tumbas no hay absolutamente nada de ellos. Tal vez alguna joyita, pero nada más.
Creemos que los dirigentes de los Testigos de Jehová tienen una magnífica oportunidad para demostrarle al mundo que ellos son la verdadera “organización de Jehová”— ¿cómo?— por medio de abrir las tumbas de sus ungidos difuntos para mostrarles a los fieles y detractores por igual que éstas están totalmente vacías, y que, efectivamente, aquellos “elegidos” ya están en el cielo reinando con Cristo en cuerpos espirituales (transformados). ¿Pero se atreverían a hacerlo? He aquí el dilema! ¡Se vendrían abajo! Desde ahora habría que poner guardias en sus tumbas, pues no vaya a ser que desaparezcan los huesos por arte de magia.
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