martes, 4 de agosto de 2009

LAS FALSAS PROFECÍAS DE CARLOS RUSSELL


Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

«Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición» (2 P. 3:15-16).
Coincido con un autor cristiano cuando escribe que, «si se hubiera hecho caso a lo que dice Deteuronomio 18:22 a finales del año 1914, no se mirarían en algunos lugares los anuncios del “Salón del Reino”, ni llegarían a los hogares los vendedores de la revista “Atalaya” y de los libros “Sea Dios Veraz” y “Arpa de Dios”. El texto al que nos referimos dice:

«…si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él» (Dt. 18:22).

La organización religiosa de los Testigos de Jehová a pasado a ser una tan prolifera desde que se fundó en 1844, contando en la actualidad con más de siete millones de miembros que han sido manipulados, a modo de marionetas, en el engaño por oír y aceptar las enormes mentiras doctrinales de los diabólicos líderes de este herético organismo, que de Dios, nada tiene. Hay una ley infalible que dice: «lo que mal empieza, mal terminará». No es posible que el árbol bueno produzca fruto malo. Si el árbol es malo, dará fruto malo, por regla racional. Carlos Taze Russell sembró una semilla que dio un repulsivo y horrendo árbol, dando éste un fruto maligno del que surgieron ideas y dogmas contrapuestos a la Palabra de Dios. Aparte, el nombre de su malévola organización que fundó ha sido cambiado frecuentemente y sus “revelaciones” plasmadas modificadas con el tiempo, de acuerdo a las muy personales y egoístas conveniencias de sus “jefes y comandantes”. Esta técnica deliberada y mal intencionada no ha dejado de ser una forma sumamente efectiva para despistar a los desorientados miembros que la constituyen.

El cambio frecuente del nombre de la organización, muestra su tremenda inconsistencia, su falta de estabilidad dentro de ella. En 1884, año en que se fundó, recibió el nombre de “Sociedad de Tratados de la Torre del Vigía”, luego se llamó “Sociedad de la Torre del Vigía de Sion”, “Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia”, “Reino Teocrático”, “Púlpito del Pueblo”, “Aurora Milenial”, “Russellismo”, “Sociedad Bíblica”, “Tratados de la Torre del Vigía”, “Sociedad Atalaya”, y hasta qué su “dios se cansó de ponerle y quitarle nombres”, al fin optó por llamarle definitivamente “Testigos de Jehová”. ¡Pobre “dios” tán indeciso el del los Testigos!

La semilla que él mismo Russell preparó, dio como resultado un fruto de lineamientos confusos y desajustados con respecto a las escrituras, y que fue comido con harto gusto por sus adoctrinados adeptos que lo vieron “encerado y reluciente” como en el súper mercado, los cuales se tornaron en autómatas por la eficaz sustancia del siniestro, sectario y arrollador fruto. En otras palabras, estrecharon en su pecho la mitología russelliana parida de lo absurdo. Fue tanta la arrogancia de Russell, que vino a darle mucha mayor importancia a sus escritos que a la misma Biblia, arguyendo que eran la “explicación más clara de la revelación divina”, dejando con esto a la Palabra de Dios sin su fundamento perfecto e infalible, como “plato de segunda mesa”. Russell hizo sus propios vaticinios fallidos del regreso de Cristo y de la caída de los sistemas terrenales, al aplicar un método interpretativo abigarrado, “reunido sin concierto”.

Carlos Taze Russell, que creció en la iglesia presbiteriana, fue muy inclinado al estudio de la profecía bíblica. Aunque Guillermo Miller, precursor del adventismo del séptimo día aceptó abiertamente su torpe y precipitado error de profetizar el regreso de Cristo para “purificar el santuario”, según Dn. 8:14, en las fechas establecidas por él (el 21 de marzo de 1843 y 1844, y nada pasó), para Carlos Russell, empero, Miller no se había equivocado, y sin medir consecuencias, locamente, «a pesar de todo», tomó prestado el método de Miller para sacar sus propias conjeturas que “dilucidaban con precisión cronométrica” el retorno del Hijo de Dios y la destrucción de los gobiernos del mundo, tal como Miller lo hizo, y cómo éste, jamás atinó en lo que “profetizó”. Es bueno tener en cuenta, que el entendimiento de los designios del Señor no es por medio de métodos humanos, sino por su santo espíritu, el que esclarece al hombre convertido los misterios que reposan en la Biblia canónica:
«…entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 P. 1:20-21).

Para los que no lo sepan, Carlos Taze Russell fue un completo patán embaucador. Un hombre abusador y astuto que envolvió a no pocos con sus increíbles fábulas y mañosos cuentos antibíblicos para sustraerles en cómoda libertad la “verdigris marmaja”. Carlos Taze Russell tuvo que enfrentar varias querellas judiciales por individuos que perjudicó. Por ejemplo, se le acusó por inmoralidad, por divorcio, y por fraude. Una vez asintió que conocía griego, después negó el conocimiento de este idioma. Les vendía a elevado costo a sus seguidores un trigo que para Russell era “milagroso” y “más excelente”, “quince veces mejor que el trigo común y corriente”. El resultado, lógicamente decepcionante para aquellos que lo compraron. También les negociaba “fríjol milenial”, “semilla extraordinaria de algodón”, y remedios sacados de “quién sabe dónde” para sanar la quirúrgica apendicitis, el cáncer y la fiebre tifoidea. Este egocéntrico hombrecillo que presumió ser un “escogido y ungido de Dios”, resultó ser a la verdad toda “una piadosa y chueca mentira”.

Estas son las profecías que Russell vaticinó y qué nunca tuvieron cumplimiento:

Russell estableció que “los tiempos de los gentiles” acabarían en 1914. Imposible que fuese en ese año, porque todavía una parte de Jerusalén en 1967 estaba bajo el poderío gentil. «El tiempo de los gentiles» culminará, conforme las escrituras, en la batalla del Armagedón (Ap. 16:16), cuando Cristo destruya el imperio del Anticristo, el postrer gobierno gentil, que es «uno» escatológico (Dn. 7:14, 26-27; Lc. 21:24; Ap. cap. 19). Russell afirmó confiadamente en 1889 que los gobiernos del mundo serían “desintegrados en veintiséis años”. Llegó 1915, y aún esperamos con “paciencia y tolerancia el cumplimiento de esta celestial profecía”, “a pesar de…”. Entre tanto, hoy, los gobiernos del mundo se rigen con democracia y comunismo, bajo la bandera del cruel y subyugante imperialismo, en la tutela del arbritario y globalizador capitalismo. Russell dijo que para 1914 el romanismo católico se “desvanecería de la faz de la tierra”. En este día hay tantos católicos romanistas en el mundo qué si continúan creciendo en número se tendrá la imperiosa necesidad de “ponerlos en la Luna”, mañana pasado. También en el año 1914, Russell predijo que los bancos, las escuelas y las iglesias acabarían siendo “humo”. Hogaño, niños, jóvenes y adultos de todo el mundo siguen acudiendo a sus respectivas escuelas para su aprendizaje; en los bancos, no se ha dejado de depositar enormes sumas de dinero, de realizar cuentas de ahorro, ni tampoco se ha dejado de hacer transacciones financieras, y nosotros seguimos refutando en el conocimiento de Dios las desviadas enseñanzas de una gran diversidad de iglesias anticristianas en nuestros blogs. Russell profetizó que el “Armagedon tendría lugar en 1915”. Cristo dijo que sería «visto en el cielo con sus ángeles, en gloria y poder» (Mt. 24:30), y el apóstol Juan escribió que «todo ojo humano lo verá» (Ap. 1:7). Sabe el conocedor de la Palabra de Dios, que esto no ha tenido cumplimiento hasta el momento. Las naciones del mundo no han sido reunidas por el diablo en el valle del Meguido para la feroz contienda «entre los poderes del cielo y los de abajo», en el sitio del Armagedón (Ap. 16:13-16). Como comentamos ya, la batalla del Armagedón, en la que Cristo será protagonista personal y vencedor, traerá como resultado el aniquilamiento del último reinado gentil. Tampoco en 1915 la “cosecha evangélica” vino a concluir como Russell lo proclamó años atrás. Millones de fieles a Dios en la tierra continúan en el tiempo presente llevando la predicación del Reino de Dios, y muchos lo están aceptando por «obra y gracia divina».

Es increíble cómo millares de personas continúan creyendo tan ciegamente en la mentira de la organización Jehovista que grita inflexible “que lo es”, a pesar de las ridículas profecías fallidas de Carlos Russell, profecías que por largo tiempo han proveído un testimonio de su falsedad y que haría recapacitar al más retrasado y estúpido de los seres humanos. Con pruebas bíblicas a granel que desvirtualizan los confabulados escritos proféticos de Russell, esto no fue lo suficiente para que esta organización inestable y cambiante pudiera detenerse, quedando establecida con “rotundo éxito condenador”.

La organización de los Testigos de Jehová es «una» satánica, inestable y cambiante, y en lo absoluto anticristiana, que no acuerda con la persona de Dios, «que no cambia, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Stg. 1:17).

Si Russell empezó y terminó mal con sus muy personales y retocadas profecías, es natural suponer que el resto de sus elucubraciones religiosas sean un entero fracaso.
Los sucesores de Russell han proseguido en la misma temática, contradiciéndose entre ellos, modificando a diestra siniestra sus vulnerables escritos….fallando, sobre todo, en sus tóxicas profecías proclamadas.

Testigos de Jehová, recuerden:

«Lo que mal empieza, mal terminará».

Amén.

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