miércoles, 22 de septiembre de 2010

UN COMPENDIO SOBRE EL PLAN DE SALVACIÓN DE DIOS PARA LA HUMANIDAD


¡Un interesante estudio de nuestra hermana y correligionaria, Erika Justiniano Zárraga!


He decidido escribir este corto artículo, con el objeto de reflexionar a los lectores a que verifiquen si lo que están creyendo, como doctrina enseñada por sus iglesias, es lo que verdaderamente Jesús, los Apóstoles, entre otros santos israelitas que conocemos por medio de las Escrituras, creyeron sobre la muerte; y lo conectaré directamente con la esperanza que todo cristiano tiene por cuanto ha creído en el verdadero Evangelio del Reino predicado por Jesús: ganar la inmortalidad.

Empiezo por el principio. Remontémonos al momento de la Creación cuando Dios creó al primer hombre Adán: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre en alma viviente”. (Gen. 2:7).
De este corto pasaje de las Escrituras se puede observar que el concepto de “alma” difiere en mucho con el concepto que actualmente muchos cristianos –y no cristianos- tienen sobre ella.
Para comprender el significado que Jesús, y de hecho todo israelita desde la Antigüedad creía, debemos recurrir al significado hebreo de la palabra “alma”.
La palabra nefesh hayyah, (hebreo) , significa la “criatura viviente”. Es decir, que alma también es el equivalente de “persona”.
Este es el significado básico que todo cristiano debe conocer, al momento de leer las Escrituras, para que la lectura de la misma, no esté viciada de conceptos erróneos que las religiones actuales -principalmente las que se dicen cristianas- han heredado de la cultura griega; principalmente de pensadores como Platón y Aristóteles.

Ahora, para Jesús, así como para todos los apóstoles, la muerte significaba lo que las Escrituras señalan como caer en un “sueño inconsciente”. Por ende, existen a lo largo del Antiguo como Nuevo Testamento pasajes que claramente enseñan sobre el estado del hombre cuando muere:
“…porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás”. (Gen. 3:19)

“Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol”. (Ecle. 9:5-6)

“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”. (Ecle. 9:9-10)

“Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?” (Sal. 6:5)

Aquí Seol, o Sheol, es el equivalente a la palabra griega Hades; este no es un lugar de castigo y recompensas, asignados en la muerte, sino un lugar de inacción completa.

“Y al Señor suplicaré. ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo?” (Sal. 30:9)

“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero”. (1Tes. 4:13-15).

De estos pasajes, así como de muchos otros que aparecen en todo el contenido de las Escrituras, se deduce que la inmortalidad no es algo que poseamos. Debe ser adquirida; y puede ser ganada únicamente a través de la aceptación del Mensaje de Salvación, que Jesús enseñó durante su ministerio en la tierra.

Pero por qué empecé explicando el concepto del alma en hebreo, por la sencilla razón de que el Mensaje Salvador de Nuestro Señor Jesucristo, sería malentendido sin este concepto fundamental bien comprendido; la pérdida o desconocimiento del punto de vista hebreo de la muerte es el mayor desastre doctrinal que pudo acontecer a la Iglesia de Dios. Satanás, ha trabajado perfectamente para que este mensaje salvador del Reino de Dios en manos del Mesías sea totalmente tergiversado. He aquí un extracto de un libro de Sir Anthony Buzzard: “El proceso fue uno sutil, y el diseño detrás de él fue la promoción de la mismísima mentira que Satanás había impuesto sobre la incauta Eva. La Serpiente rotundamente había contradicho la advertencia divina de que la desobediencia resultaría en la muerte (Gen. 3:4). Ahora él aparece como un predicador del "Cristianismo" para anunciar que el hombre es por naturaleza inmortal, ¡y que él no puede morir! En la muerte, según esta teoría ingeniosa, un hombre debe sobrevivir en el cielo o en el infierno como un alma incorpórea. No será difícil ver que esta idea debilita el Mensaje divino de que el hombre ha caído bajo la pena de muerte, y de que no hay absolutamente ninguna perspectiva de que gane la inmortalidad fuera de la incorporación dentro del plan divino a través de Cristo”.

Tomando un extracto más de este excelente libro –que cito al final del artículo- destaco lo siguiente: “La Biblia es la más práctica en su análisis del problema humano. Reconoce que la muerte es el enemigo universal de la cual somos completamente impotentes de rescatarnos a nosotros mismos. En la misericordia de Dios se ha proporcionado un plan divino para ocuparse del problema de la muerte inevitable. El plan de salvación no le hace exigencias irrazonables al hombre. Lo invita primero a creer en un Dios como Creador de todas las cosas, y en segundo lugar, en Su agente, el Mesías Jesús, porque es El quien ha sido escogido para forjar la manera de escapar de la muerte (Heb. 2:10). Habiendo él mismo ganado la inmortalidad (Col. 1:18), es su tarea ahora asistir a otros que luchan para la misma meta (Heb. 2:17, 18).”

Sí estimados lectores, el mensaje de que el alma sobrevive a un cuerpo muerto, y que va a otra dimensión: llámense cielo, purgatorio o infierno; o que el alma se reencarna tantas veces como sea necesario en varios cuerpos para “purgar” sus pecados, es pura filosofía griega o pagana, infiltrada en el mensaje de la Iglesia Cristiana.

Una vez comprendido este nuevo significado de alma, y revelada la mentira satánica de un alma inmortal, tomamos de la Biblia el texto siguiente, donde pueden surgir algunas confusiones de interpretación de lo que el apóstol Pablo trató de decir: «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Ts. 5:23). Al parecer se enseñara que el hombre tiene tres dimensiones, una separada de la otra, cuando el realidad lo que está señalando es que el ser humano tiene espíritu: por cuanto razona y tiene conciencia de sí mismo; alma, entendida como la totalidad del ser con su personalidad: sentimientos, emociones, memoria; y cuerpo: que es la materia orgánica, que al momento de la muerte se descompone. Es un ser único e indivisible, y una vez muerto, muere completamente: su cuerpo, sus pensamientos, sus emociones, TODO.
Espero hasta aquí haber clarificado un poco el asunto del alma y lo que significa a la luz de las Escrituras, lo más difícil que tendrán que asimilar ahora es lo que voy a trasmitirles. A la vez que será el mensaje más aterrador que tendrán, será aquel que posiblemente los lleve a buscar a Dios, para su salvación:

«Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno» (Mt. 10:28).

“Porque los malignos serán talados, Mas los que esperan en YHWH, ellos heredarán la tierra. Pues de aquí a poco no será el malo: Y contemplarás sobre su lugar, y no aparecerá. Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz”. (Salmos 37:9-11)

Del primer pasaje, lo que resalta a la vista y comprensión es el hecho de que alguien tiene potestad de destruir el cuerpo y alma; ese alguien en palabras de Jesús, es su Padre Yhwh; pues somos creación suya, y dependemos totalmente de El, queramos aceptarlo o no. En el segundo, se habla de que los malos serán talados –cortados, eliminados-, no aparecerán en el lugar donde estaban antes; es decir, en la tierra, sino más bien dice que los mansos heredarán la tierra… Sí, así tal cual se lee: los malos serán eliminados, no se irán al purgatorio o al infierno; y, los mansos o buenos heredarán la tierra, no partirán al cielo, como siempre se nos ha enseñado en las iglesias.

Pero entonces, se preguntan cómo se conecta esto con el evangelio de Jesús, o con su misión en la tierra… déjenme clarificarles el asunto con un pasaje del evangelio de Juan:

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final” (Juan 6:40).

Esta es la parte en que se une el asunto del alma que no es inmortal, con el Evangelio del Reino de Dios y el sacrificio de Jesucristo: comprender que la voluntad de Dios no es que todos perezcamos, sino que El envió a su Hijo para que creamos en él y de esta forma ganar la vida eterna.
Aquí cito unos pasajes más que confirman el mensaje salvador de Jesús:


«Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua» (Dan. 12:2).

El libro de Daniel, que es un libro por excelencia profético que habla justamente del futuro Reino glorioso de Dios de mano del Señor Jesucristo, señala que unos serán despertados –resucitados- para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.

De la misma forma el Señor Jesucristo señala:

«No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación» (Jn. 5:28-29).

En Apocalipsis también tenemos pasajes que nos explican sobre la conclusión de este plan divino montado por Dios para salvarnos:

“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de
Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Ésta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. (Apo. 20: 4-6)

Y luego continúa así: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. (Apo. 20: 11-15)

Aunque muchos pueden considerar este libro de Apocalipsis como alegórico o que nunca va a suceder lo que los pasajes antes mencionados describen, debo decirles que son las mismas Escrituras inspiradas por Dios, que nos adelantan qué es lo que sucederá en un futuro no muy lejano.

Si todavía no han captado el mensaje de estos textos, les doy una pequeña ayuda: habrá dos resurrecciones. De la primera gozarán aquellos santos –creyentes y seguidores de Jesús y su Evangelio- que esperaron el cumplimiento de las promesas de inmortalidad hechas por Dios a través de Jesucristo. Disfrutarán de una tierra renovada donde el gobernante de toda la tierra será el Rey Jesús; y la capital de su gobierno será Jerusalén. Y, en la segunda resurrección, luego de pasados los mil años del reinado de Jesucristo, despertarán todos los demás muertos, grandes y pequeños para ser juzgados según sus obras mientras estuvieron vivos, y si sus nombres no estaban inscritos en el libro de la vida, serían lanzados al lago de fuego, donde también la muerte y el Hades –o Sheol que vimos anteriormente- serían lanzados para ser exterminados para siempre. Y esta es la muerte segunda.

Todo esto quiere decir entonces que el ser humano puede morir dos veces.

En la primera muerte, que es el sueño inconsciente del que he estado hablando, se aguarda ser resucitado para vivir reinando con Jesucristo mil años; y la segunda, que sería luego de estos mil años, donde todo ser humano sin importar raza, sexo, nación, religión, etc. comparecerá ante el trono de Dios y será juzgado por El, y si no merece recibir la inmortalidad será echado al lago de fuego donde se extinguirá para siempre, y nunca más habrá memoria de él.

Todo esto que les explico hace parte de la fe de los primeros cristianos, que recibieron el mensaje de mano de los Apóstoles, los cuales al tener contacto con el Señor Jesucristo resucitado, no hicieron más que afianzar sus creencias en lo que señalaba ya el Antiguo Testamento, y trasmitirnos a través del Nuevo Testamento todas estas enseñanzas o sanas doctrinas, para que las guardemos y las creamos porque fue el mensaje que el Señor Jesucristo les enseñó, y que El recibió de Aquel que lo envió, Yhwh su Padre.

Estimados lectores, no pierdan más tiempo en su vida, creyendo filosofías paganas que no tienen nada que ver con el verdadero Evangelio que predicó Jesús; tomen sus Biblias y comprueben por Uds. mismos que el mensaje que les trasmito está basado en las Escrituras inspiradas por Dios, y extendidas a todos aquellos que quieren llegar a la verdad y obtener la salvación.

Busque conocer el verdadero Mensaje Salvador de Dios. Yhwh les bendiga y les alcance su Misericordia para que lleguen al conocimiento de la verdad, y la verdad los hará libres. (Jn. 8:32)

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