sábado, 11 de abril de 2009

ORÍGENES DE ALEJANDRÍA Y LA EXÉGESIS BÍBLICA




Teólogo y Exégeta predilecto del Catolicismo Romano junto con Agustín de Hipona

Gilbert Sánchez

Orígenes era el estudiante brillante de Clemente quien, a la joven edad de 18 años, fue puesto en una posición para que pudiera tomar las riendas de la escuela en Alejandría. Además de su gran inteligencia, Orígenes era un maestro magnético y poseía una gran atracción para las masas. Algunos en su propia época acusaron a Orígenes de herejía, como lo hicieron otros a lo largo del desarrollo posterior del pensamiento teológico. Orígenes se sentía libre de especular allí donde la enseñanza de la iglesia y la Escritura no fuesen explícitamente claras. Esto condujo a Orígenes a muchas ideas que son totalmente infundadas y censurables. Este principio básico en el pensamiento de Orígenes es uno extremadamente peligroso. Enseñaba que existe un mundo de seres espirituales, incluyendo almas, que pre-existían desde toda la eternidad. Las almas de la humanidad son tomadas de este fondo de almas, incluyendo el alma del Cristo. Una de las almas pre-existentes era aquella que iba a ser el alma de Jesús. Esta alma particular tuvo una relación especial con el logos y nunca se separó de Él como lo hacían todas las otras almas. Orígenes también enseñaba que todas las criaturas, incluyendo incluso al diablo, serían un día reconciliadas con Dios. Las enseñanzas de Orígenes y la libertad que se tomó para especular es difícil de soportar para el Cristiano moderno; también fue difícil de soportar para algunos de sus contemporáneos. Su ruta exegética es peligrosa y lleva a la especulación y al error como lo muestran sus propias enseñanzas.

En la escuela Alejandrina de pensamiento, se enseñaba y se difundía la alegoría como un modo aceptable de exégesis Bíblica. El argumento a favor del uso de la alegoría puede entenderse mejor en el contexto de ese período de tiempo. Algunos de los apologistas Judíos intentaban enfatizar el punto de que el Antiguo Testamento, si se tomaba literalmente, llevaría a una contradicción con el Nuevo. Esto causaba dudas para algunos con respecto a la unidad y consistencia de toda la Biblia. Algunos de los padres primitivos, en un intento por responder a estos cargos, afirmaban que la solución se encontraba en la interpretación alegórica. Algunos incluso rechazaron totalmente el Antiguo Testamento, lo mismo que algunas partes del Nuevo. En defensa del Antiguo Testamento se dijo que el valor del Antiguo Testamento no se hallaba en la exégesis literal. Orígenes enseñaba que había tres sentidos de interpretación Bíblica que podían encontrarse en todo texto de la Escritura: el literal, el moral y el espiritual, que contenía el significado más “completo.”

Este enfoque era considerado necesario porque pensaba que era imposible tomar la Biblia literalmente si había lo que parecían ser contradicciones en ella.

Esta exégesis alegórica de la Escritura debe ser rechazada. El argumento a favor del método alegórico no puede ser sustentado. No hay necesidad de alegorizar las Escrituras para protegerlas de la contradicción. Hay una armonía a lo largo de todo el Antiguo y el Nuevo Testamento los cuales son fácilmente reconciliados sin el uso de la alegoría. La descripción de estos tres sentidos de interpretación es meramente especulativa y no puede defenderse de forma escrituraria.

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LA LITERALIDAD DEL REINO MILENARIO TERRENAL




POR EL DR. JAVIER RIVAS MTZ. (MD).

La Biblia dice que Cristo el Señor se representa a sí mismo como «un hombre noble que se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver» (Lc.19:12). Un buen ejemplo para explicar a lo que queremos llegar, es con Arquelao, hijo de Herodes, quien tuvo que ir a Roma para confirmar su reino, que en un momento dado de su vida, lo recibiría para dirigirlo como rey legalmente. Esto se suscitó, a la muerte de su padre. De la misma manera, Cristo subió a la gloria del Padre, en el cielo, para poder recibir el reino que Dios le ha concedido para gobernarlo en la tierra legalmente, en su momento dado, ya que fue ordenado por éste, de acuerdo a las Escrituras: «El Señor Dios le dará el trono de David su padre». El reino terrenal del Señor Jesús, fue anunciado por el ángel Gabriel (Lc.1:32, 33). Es claro, que el «hombre noble», es decir, el Señor Jesucristo y Arquelao, recibieron su reinado en el «país lejano», Arquelao reinó de acuerdo a lo estipulado por la realeza hace mucho tiempo atrás, pero Cristo aún no se sienta en el trono de David para regir las naciones con vara de hierro (Ap.2:27), pero llegará el momento en que lo hará (Mt.19:28; 25:31), sin antes de ser visto en el firmamento, con las nubes de la gloria eterna por una humanidad perdida en las iniquidades del sistema del mundo (Ap.1:7).
La Biblia dice que Cristo reinará sobre todo la tierra (Jer.23:6; Zac.14:9; Is.11:3, 4; Sal.72:6-11). El reino de Cristo se caracterizará por la paz universal que tendrá (Is.2:4; Sal.72:7), por su magna justicia (Is. 11.4, 5; Jer. 23:5, 6), por ser un reinado regido estrictamente, o sea, con vara de hierro (Sal.2:8, 9; Ap.2:27; 19:15). Cristo anunció a sus apóstoles que juzgarían ( y reinarán junto con él, porque se sentarán en tronos) en el reino terrenal a Israel:
«Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel» (Mt.19:28).
Es bien claro, que no se trata de nada «espiritualizado»; su literalidad es ovbiamente indiscutible. Cristo regresará del cielo, se sentará en su trono para reinar, y, nuevamente, como anteriormente dijimos, sus apóstoles habrán de reinar y juzgar a su lado la nación israelita. No podemos forzar la exégesis de los versículos anteriores porque el resultado sería desastrosamente confuso. Probablemente, este versículo tenga relación con lo que Isaías dijo setecientos años antes de la primera venida de Cristo al mundo: «Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes, entonces te llamarán ciudad de justicia, ciudad fiel» (Is.2:26). Las Escrituras confirman con seguridad que los creyentes fieles, al igual que los apóstoles de Cristo, reinarán sobre la tierra, y además juzgarán al mundo, y las huestes espirituales de maldad de igual forma (Ef.6:12):
«Y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra » (Ap.5:10).
« ¿O no sabéis que los santos han de juzgar el mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas más pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?» (1 Co.6:2, 3).
Israel se encuentra apóstata en los tiempos actuales, pero llegará el día que se arrepentirá y se convertirá al Señor para poder obtener la heredad terrenal y milenaria prometida desde tiempos antiguos por Dios (Zac.12:10-14; Is.66:8; Jer.31:31-37; Ez.36:24-29; 37:1-14; Ro.11:25, 26).
Después del juicio de las naciones, las ovejas entrarán al reino terrenal (Mt.25:34-40) que conformaran, junto a los israelitas salvos, la gran comunidad santa del grandioso y futuro reino teocrático del Señor. Multitudes nacerán durante ese bello período (Zac. 8:4-6; Jer.30:22; Is.65:20; Mi.4:1-5), que necesitarán evangelización la cual será proveída por Israel (Hch.15:16, 17; Is.66:19; Zac.8:13; 20:23). Aunque la Fiesta de los Tabernáculos fue para Israel, en el AT. se afirma que los gentiles salvos subirán a adorar a Jerusalén en esa solemnidad (Is.2:2-4). Así, que, por mil años, se tendrá un solo pueblo que se sujetará a la voluntad de Dios y que le adorará unidamente con amor y esmero.
Los padres tempranos acertaron bien en pensar en el establecimiento futuro de un reino milenario terrenal, debido a que la exégesis correcta de las Escrituras siempre lo ha demandado de tal modo. Entre los padres que apoyan lo anterior están: Bernabé, Papías, Justino Mártir, y Tertuliano. La esencia del reino de Cristo, es cien por ciento escatológica, no existe nadie antes de Orígenes que haya refutado su verdad literal, ni nadie antes de Agustín que lo haya espiritualizado. La idea del reino milenario, fue sostenida, en un principio, en los dos primeros siglos de nuestra era: Una realidad sin debilidades cuestionables para derrumbarla por los suelos.
Las naciones paganas han tenido su auge en el mundo, pero habrán de desparecer en su totalidad. El capítulo 19 de Apocalipsis, da fe a la destrucción del último impero gentil que será regido tiranamente por el Anticristo. Cuando Cristo venga en gloria con sus poderosos ángeles, derrocará al hijo impío y a sus ejércitos corruptos y terrenos con la devastadora espada que sale de su santa boca; después del conflicto celestial-mundano, se instalará el más grande de los reinos glorioso que ojo humano jamás pudo haber visto.
Cuando los mil años terminen, Cristo entregará el reino al Padre Todopoderoso para dar paso al reino eterno. La Biblia es explícita en esto, como podremos ver a continuación:
«Luego, el fin, cuando entregue el reino al Dios Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. . . . Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos» (1 Co. 15:24, 25, 26, 28).
Por lo apreciado, Cristo no reinará para siempre, ya que se sujetará a quien lo sujetó antes, como Hijo obediente, a Dios, que reinará sobre todas las cosas y para siempre, cuando le sea entregado el reino por el Mesías (cap. 21 y 22 de Ap.).
Estoy de acuerdo con un autor, en que el reino milenario teocrático del Señor Jesucristo será la más estupenda manifestación de la gloria divina en la historia de la humanidad dentro de los límites del tiempo. No hay nada que apoye que la vida perdura será en el tercer cielo de Jehová, en una condición almática y etérea. Eso, es una vil y aterradora falsedad que condena peligrosamente. Después del cumplimiento del reino milenario terráqueo, los cielos nuevos y la tierra nueva habrán de ser (2 P. 3:13), y la Jerusalén de Dios, la nueva, dispuesta como una esposa, ataviada para su marido, descenderé del cielo para que sea morada de aquellos que permanecieron siempre fieles a Dios, sobre toda prueba, y que nos amó para darnos vida, y vida en abundancia (Ap. cap.21; Jn.10:10).

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EL REINO Y EL REINADO DE CRISTO VIENEN SIMULTÁNEAMENTE




Por Ing°. Mario A Olcese (Apologista)


Juan Recibe una Visión

Apocalipsis 12:10 dice:

“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”.

Algunos maestros de la Palabra vienen sosteniendo que Cristo y Su Reino vinieron en el Primer siglo de la Era Cristiana, pero que Su reinado con poder sólo se cristalizará en la parusía o Segunda venida de Cristo, la cual aún sigue siendo futura. Sin embargo, lo que Cristo le revela a Juan a través de Su ángel es otra cosa muy diferente, según lo leemos en el pasaje de arriba escrito con letras azules. Es necesario leer este pasaje con atención, pues a Juan se le dijo que “ahora” (Es decir, en un determinado momento) ha venido EL PODER, LA AUTORIDAD Y EL REINO DE CRISTO. Esto está más claro que el agua cristalina, claridad que la puede percibir hasta un niño de 5 años. Si el Reino vino hace dos milenios, y el reinado (es decir, la autoridad y el poder que ejerce el rey en su reino) es aún futuro, entonces este texto tendría que ser declarado espurio o una interpolación mal intencionada.

Definitivamente a Juan no se le dijo que el Reino ya había venido y que la autoridad y el poder de éste serían aún futuros. Sólo en las mentes encaprichadas existe esa tesis del “paréntesis” entre el Reino y el reinado de Cristo.

El Reino bajo Cristo viene con Poder

Lo cierto es que Cristo no ha establecido su reino aún, porque si lo hubiera establecido, él debería haber mostrado Su poder y autoridad sobre las naciones. ¿Pero pueden las naciones estar ahora sometidas bajo la autoridad de Cristo? ¿Será nuestro Señor un Rey incompetente que no logra poner en orden el caos existente en los pueblos? Definitivamente hay algo que no funciona bien en la tesis de un reino presente sin autoridad y poder entre las naciones. Los Testigos de Jehová tienen ese problema con su tesis del año 1914. Y aunque ellos creen que el reino y reinado llegaron juntos, no saben explicar porqué Cristo no logra poner orden y autoridad en el caos existente. El amilenialismo, con su tesis de un reino eclesiástico, donde Cristo reina sobre su iglesia, tampoco satisface las demandas Escriturarias de un reinado Mesiánico sobre las naciones, trayendo la justicia y la paz mundiales. Definitivamente la iglesia tampoco es un reino que reina con autoridad y poder sobre las naciones.

Los Santos que reciben el Reino

En Daniel 7:27 leemos algo semejante a lo revelado a Juan, es decir, que los santos, los Cristianos, los verdaderos hijos de Abraham, recibirán en un momento dado el Reino y el reinado (dominio) a lado de Cristo. Este hecho coincide con lo revelado a Juan en Apocalipsis 12:10 claramente. Dice Daniel 7:27 así: “y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”. En este pasaje daniélico vemos muy claramente que el Reino y el dominio de los santos aparecen simultáneamente. Daniel no dice que el Reino ya les fue dado a los santos, pero que el dominio de éstos sobre los pueblos será cumplido aún en un futuro indeterminado. No señor, el texto dice muy simplemente que a los santos se les da el reino y el dominio y la majestad de los reinos de manera simultánea. Aquí no hay ninguna declaración que nos haga suponer que el Reino y el reinado de los santos están separados por milenios de distancia.

¿Cristianos reinantes?

En 1 Corintios 4:8, 20 el Apóstol Pablo se mofó de algunos Cristianos de Corinto porque suponían que estaban en el mejor de los mundos, y que ya reinaban. Pero Pablo se mofa irónicamente de ellos y les dice: “Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!”. ¿Y porqué Pablo se burló de ellos? La respuesta es simple. Para Pablo, el verdadero reino del Mesías no consistía en palabras, sino en poder o autoridad o dominio. En el verso 20 él les dice muy enfáticamente: “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en PODER”. Es decir, para el apóstol Pablo, el reino va de la mano con el poder, y si no hay poder, no hay reino. Es por eso que él se mofaba de ellos, porque ¿qué poder tenían ellos sobre toda autoridad y dominio imperantes? ¿Acaso ellos podían deponer al Imperio Romano y establecerse como un nuevo reino sobre la tierra? De ningún modo, pues ya sabemos cómo la iglesia fue perseguida y diezmada por el Imperio pagano durante aproximadamente tres siglos después de la muerte de Cristo.

El Ejemplo de Nabucodonosor

En el sueño del rey babilónico se revela una imagen colosal de distintos metales (Daniel 2) y que representan a los distintos imperios que aparecerían hasta la llegada del Reino mundial de Cristo. La cabeza era de oro, y ésta representaba al imperio vigente que dominaba el mundo de entonces, el imperio Asirio-Babilónico. El profeta Daniel le revela a Nabucodonosor que la cabeza de oro era él. Estas son sus palabras: “Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Y donde quiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro” (Daniel 2:37,38). Observemos que este primer rey le fue dado su reino, su poder, su fuerza, y su majestad de manera simultánea. Nótese que Nabuconodosor no fue un rey que recibió un reino un día “X”, pero su poder y autoridad los recibió muchos años después. Más bien la Escritura nos dice que él recibió un reino y reinado con poder y autoridad de manera simultánea. Ahora bien, si esto fue así con el primer Imperio o reino mundial, ¿no es lógico esperar que ocurra lo mismo con el último gran imperio o reino que se establecerá en la tierra? ¿No es lógico concluir que el Mesías recibirá de Dios el reino y el reinado con autoridad y poder sobre todo lo existente de manera simultánea?

Lucas 19 registra que Cristo ha ido al cielo para recibir un reino y volver (Lucas 19:11,12). Sin embargo, esto no quiere decir que nuestro Señor ya ha recibido el Reino y su reinado con poder, sino que está esperando que Dios se lo adjudique para luego volver inmediatamente a la tierra para ejercer su reinado…¡cuando sea el tiempo propicio para la restauración de todas las cosas! (Hechos 3:19-21, Lucas 19:15).

Una promesa por Cumplirse

La única posibilidad que tenemos para interpretar las palabras del ángel a Juan en Apocalipsis 12:10 es que esa visión tiene que ver con el fin de los tiempos, cuando Cristo, al volver, establezca su reino en la tierra, y deponga a los poderes temporales del mundo para traer la paz y la justicia perdurables con vara de hierro. En Mateo 25:31,34 Jesús declara que cuando venga (Su parusía) en gloria, ENTONCES, se sentará en su trono de gloria…y entonces los Cristianos fieles heredarán el Reino y el reinado (Apo. 20:4,5).

Más sobre el Reino en:


PARTIDARIOS DESTACADOS DEL MILENIO EN LA TIERRA



Las opiniones sobre el retorno del Mesías fueron deformadas y las convicciones originales de la iglesia llegaron a ser intituladas como pre-Milenaristas. La doctrina del Milenio, como Milenarismo o Quiliasmo, fue siempre la opinión de la iglesia Sabataria. Fue rechazada y alterada y hasta su mismo nombre fue apropiado por la doctrina falsa y la Teología Trinitaria.

La visión de que los santos dirigentes eran sólo aquellos que habían sido martirizados no era la de la iglesia del Nuevo Testamento. Pablo declaró que aquellos que estuvieran vivos no precederían (o impedirían en la KJV en inglés) a los muertos en Cristo, sino que serían reunidos con ellos para estar con el Señor permanentemente (1Tes. 4:15-18). Ésta fue la visión Milenarista original de la iglesia.

Los autores Milenaristas o Premilenaristas fueron Apolinario, Comodiano, Hipólito, Ireneo, Justino Mártir, Lactancio, Metodio (vio el milenio como el día del juicio), Montano, Nepos, Pseudo-Bernabé, Tertuliano y Victorino. La teoría de la 70ava semana atrasada, relacionando Daniel 9:25 a Cristo, fue primero introducida por Hipólito.

Esta doctrina se desarrolló dentro de lo que se llama el Quiliasmo, lo cual es esencialmente la doctrina del susodicho premilenarismo. Milenio es el término para los mil años y Quiliasmo es otro término que significa también mil años. Pero eran dos términos separados. Quiliasmo fue más tarde aplicado a las doctrinas de un milenio que contenía una cantidad excesiva de aspectos físicos. Los Gnósticos comenzaron a desarrollar el Quiliasmo donde había una forma excesiva física y carnal de vivir durante mil años. Ha sido desacreditado a causa de los autores Gnósticos.

Satanás atacó el Milenio usando su verdad en exceso, aplicándole un aspecto físico en maneras extraordinarias. Las doctrinas milenarias variaron bajo el Quiliasmo; De los santos martirizados gobernando con Cristo, se extendieron frecuentemente en los escritos Quiliásticos posteriores para incluir a todos los Cristianos vivientes en el retorno de Cristo, más que los muertos en Cristo o martirizados. Los últimos escritos Quiliásticos, especialmente aquellos de Lactancio y de su época, han sido desacreditados por los excesos que ellos le atribuyen al reino terrestre de Jerusalén y algunos se volvieron más bien carnales con escritos tomados prestados de fuentes no bíblicas.

La iglesia Católica posteriormente mantuvo que el Milenio era un tema judío apocalíptico y negó la intención literal del Apocalipsis.

Aunque sea difícil de visualizar las imágenes utilizadas en el Apocalipsis y las cosas expresadas por ellas, sin embargo, no hay duda que la descripción total se refiere a la batalla espiritual entre Cristo y la Iglesia por una parte, y los poderes malignos del infierno y del mundo por otra. No obstante, una gran cantidad de Cristianos de la era post-apostólica, especialmente en Asia Menor, cedieron a un judío apocalíptico poniéndole un sentido literal a estas descripciones del Apocalipsis de Juan; el resultado fue la difusión del Milenarismo que ganó defensores leales, no solamente entre los heréticos sino además entre los Cristianos Católicos (Catholic Enc., Vol. X, Milenio, p. 308).

Esto nos muestra los niveles de la distorsión. Por supuesto que la primera iglesia era milenaria. La razón por la cual la Iglesia de Roma no quiso a este judío apocalíptico es porque su poder estaba basado en Roma y porque al imperio romano (a fin de cuentas) no le gustaba la idea de un gobierno mundial de mil años en Jerusalén. La ideología, que Cristo gobernará este planeta por mil años desde Jerusalén, es el problema inherente de esos Cristianos en Europa. Ellos no quieren aceptar que Cristo sea un judío que gobierne el mundo desde Jerusalén. Es la razón por la que esa gente niega la intención literal de la Biblia con respecto al establecimiento del Milenio.

El Gnóstico Cerintio describió imágenes del Milenio con colores brutos, sensuales (C. E. Ibíd.) (Caius in Eusebius, "Hist. Eccl.", III, 28; Dionysius Alex. in Eusebius, Ibíd., VII, 25).

El obispo Papías de Hierápolis, un discípulo de Juan, fue un defensor del Milenarismo. Según J.P. Kirsh, (C.E. Ibíd.), es un Católico; Sin embargo, esto es imposible si consideramos la formación de los Atanasios como iglesia. Papías e Ireneo pretendieron haberse aprendido las doctrinas del Milenio de Juan. Ireneo recalcó que otros Presbyteri que habían visto y entendido al discípulo Juan aprendieron de él la creencia en el Milenarismo como parte de la doctrina del Señor.

Tenemos entonces dos testigos. Ireneo dice claramente que todos los demás obispos y jefes de iglesias, que vieron y entendieron a Juan, aprendieron de él la doctrina del Milenio. Tenemos un testimonio ocular, es decir, alguien que vio a Juan y que fue enseñado por Juan y sus discípulos. Dicen que Juan les enseñó las doctrinas del Milenio como parte del trabajo del Señor, y además que ésta es la doctrina original de la iglesia.

Según Eusebio (Hist. Eccl., III, 39), Papías afirmó en su libro que la resurrección de los muertos sería seguida por un reino terrestre, glorioso y visible, de Cristo y, según Ireneo (Adv. Her V, 32-33), enseñó que los santos también gozarían de una sobreabundancia de placeres terrestres durante el Milenio (ver también Cath. Enc. op. cit.). En tal caso, hasta los mismos santos terrestres pueden, de acuerdo con Ireneo, tomar una forma física y participar en esa estructure.

La Epístola de San Bernabé se considera también que tiene ideas Milenarias. Las ideas de los seis días semanales y del reposo del Sábado son vistas como si se expandieran a los seis mil años del plan de la obra de Dios y el descanso de mil años del Milenio. Por lo tanto, los siete mil años son un concepto de la primera estructura judaica Cristiana.

La primera iglesia entendió que la semana representaba los seis mil años del reino de Satanás y del trabajo de Dios y que el séptimo día, el Sábado semanal, representaba los mil años del Milenio. Esta doctrina ha sido una característica de la iglesia de Dios durante 2,000 años y por eso fue atacada en este siglo. La doctrina es atacada constantemente porque usted la comprende. Es por eso que el Sábado es atacado, porque el Sábado representa también el Milenio.

El mártir Justino en Roma toma la posición bíblica del Milenio en su diálogo con Trifón (c. 80-81). Menciona que aun en aquel entonces, había muchos Cristianos que no lo creían.

Melito, obispo de Sardis del segundo siglo, adoptó las doctrinas del Milenio y siguió a Ireneo en sus visiones.

Los Montanistas también eran defensores fervientes del Milenio. Tertuliano, el protagonista del Montanismo, expuso la doctrina en su obra (ahora perdida) De Spe Fidelium y en Adv. Marcionem, IV.

El rechazo del Milenio provino inicialmente del Gnosticismo (ver Cath. Enc. op. cit.). Sin embargo, la base real del rechazo es un simple anti-Semitismo. Fue rechazada también por los Alogi en Asia Menor y no nada más rechazaron el Apocalipsis (atribuyéndolo a Cerintio), sino también el Evangelio de Juan. La batalla contra el Milenarismo fue mano a mano con la batalla contra los Montanistas. Surgió una herejía que adoptó el Milenionismo. Satanás trabaja sobre esta premisa todo el tiempo. Establece un grupo con una mezcla de herejía y verdades, de tal manera que cualquiera que ataque la herejía ataca al mismo tiempo la verdad. Por lo tanto, tienes la verdad mezclada con el error y la verdad se barre con el error.

Hacia el final del segundo siglo y principios del tercero, Cayo, un presbítero romano, atacó el Milenarismo, pero Hipólito de Roma lo defendió.

El adversario más poderoso del Milenarismo fue Orígenes de Alejandría. Las doctrinas que surgieron de Alejandría no solamente atacaban la Divinidad sino también la intención literal de las Escrituras.

En vista del Neo-Platonismo sobre el cual fueron fundadas sus doctrinas y su método espiritual-alegórico de explicar las Santas Escrituras, no podía estar de acuerdo con los Milenarios. Luchó en contra de ellos expresamente, dada la gran influencia que sus escritos tuvieron sobre la teología eclesiástica particularmente en los países Orientales, el milenarismo gradualmente desapareció de las ideas de los Cristianos Orientales (Cath. Enc., Ibíd., p. 309).

Nepos, obispo de Egipto, se opuso a la posición alegórica de Orígenes en el tercer siglo, y defendió la doctrina Milenaria al establecer la posición en Arsinoe. Es a través del neo-platonismo que la doctrina de la trinidad comenzó a ser expuesta. Orígenes era neo-platonista. Entonces, tienes estos errores penetrando en la iglesia que atacan esas doctrinas, las cuales establecen el reino de Cristo en este planeta. Ese es el tema real de su ataque. Dionisio de Alejandría aparentemente convenció a los Milenaristas de abandonar sus visiones para prevenir un cisma (Eusebius, Hist. Eccl. VII, 14).

Las doctrinas del Milenio permanecieron en Egipto por un tiempo y Metodio, obispo de Olimpo y principal adversario de Orígenes, defendió el Milenarismo en su Simposio (IX, 1, 5, en Patr. Graec de Migne, XVIII, 178 sig.). Apolinario, obispo de Laodicea, defendió el Milenarismo en la segunda mitad del cuarto siglo. Esta batalla, que empezó en el primer siglo, existió aún en el cuarto siglo. Los escritos se mencionan por Basilio de Cesarea (Epist. CCLXIII, 4, en Patr. Graec. de Migne, XXXII, 980); véase también Epifanio (Her. LXX, 36, en Migne, loc. cit. XLII, 696) y Jerónimo (En Isa. XVIII, en Patr. Lat. de Migne, XXIV, 627). Jerónimo declara también que el Milenarismo era una doctrina predominante, pero que a partir de eso, la Iglesia efectivamente desalentó el punto de vista. Era una doctrina encontrada en el Occidente, véase Comodiano (Instrucciones 41,42,44 Migne, Ibíd. V, 231 sig.) y Lactancio (Instituciones VIII, Migne, Ibíd. Vi, 739 sig.), quien también se influenció por las profecías sibilinas, las cuales son por los primeros Milenaristas de la iglesia. Las profecías sibilinas están enlistadas básicamente en el Antiguo Testamento Pseudepígrafe. Son Mesiánicas. Si son Cristianas o no, eso es una tema de conjetura. Son Judaicas Mesiánicas y se refieren al reino físico del Mesías. La doctrina se encuentra en la iglesia Unitaria en particular.

A causa de los errores serios de las iglesias modernas acerca del retorno de Cristo y la restauración Milenaria, muchos teólogos modernos tienen la tendencia de desacreditar las promesas del Antiguo Testamento que se aplican a la restauración considerándolas fantásticas y muchos confunden los términos Israel y Judío. No comprenden que los judíos son sólo una parte de Israel y que las diez tribus perdidas están allí y forman una organización y que hay una visión bíblica general del mundo entero que finalmente se convertirá en Israel en el fin de los tiempos.

Tienen la tendencia de racionalizar las promesas de Dios en el Antiguo Testamento como otra evidencia de la influencia etrusca y persa sobre las doctrinas, y por lo tanto desvalorizan su naturaleza inspirada. Invariablemente, cuando los autores desvalorizan las Escrituras del Antiguo Testamento, sus conclusiones se vuelven imaginarias y no bíblicas. Como hemos visto varias veces, las Escrituras son de hecho el Antiguo Testamento y los evangelios están unidos a ellas. Los apóstoles tenían solamente las Escrituras, es decir, el Antiguo Testamento para enseñar. Los escritos de Pablo no habían sido recolectados y sus escritos no son la Escritura en el mismo sentido que la Biblia. Son simplemente una adenda a la Biblia. Debemos entender esto claramente.

A fin de atacar el Milenio, tuvieron que deshacerse del libro del Apocalipsis. Esto se vio como la solución y por un largo tiempo quitaron el libro del Apocalipsis de la Biblia. Hay poca ambigüedad en el Apocalipsis. Es muy claro y específico y muy condenatorio de los sistemas religiosos falsos. Es muy claro con respecto a lo que Cristo va a hacer con el mundo

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¿POR QUÉ UN MILENIO?




¿Realmente necesita Jesús regresar a la tierra para reinar?

Por
Dr. David R. Reagan

Cuando empecé a estudiar la profecía bíblica, la pregunta, “¿Qué propósito cumpliría el Milenio?”, realmente me molestaba. La Palabra claramente enseña que el Señor va a regresar a esta tierra para reinar por mil años. Pero yo seguía preguntando, “¿por qué?” Desde entonces he descubierto que la mayoría de los amilenialistas sienten de esa misma forma. Ellos preguntarán, “¿por qué querría el Señor regresar a este mundo putrefacto? ¿Cuál posiblemente podría ser Su propósito para regresar a este mundo para reinar por mil años? ¿Por qué necesitan el Señor o el mundo un Milenio?” Mi estudio de la Palabra me ha llevado a la conclusión de que Dios tiene varios propósitos de vital importancia para el Milenio.
Promesas a los judíos

La primera razón por la que debe haber un Milenio es que Dios ha hecho promesas a los judíos que El cumplirá durante esa época. Dios ha prometido que El reunirá en la tierra de Israel al remanente de judíos que acepten a Jesús como su Mesías al final de la Tribulación (Ezequiel 36:22-28 y Zac. 10:6-9). El derramará Su Espíritu sobre este remanente (Is. 32:15; 44:3), aumentará grandemente su número y su tierra (Ez. 36:10-11; 48:1-29) y los hará la nación más importante de todo el mundo (Is. 60-62).
Servirán como una lección objetiva de la gracia y la misericordia que Dios otorga a aquéllos que se vuelven a El en arrepentimiento: “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición” (Zac. 8:13). Zacarías dice que las bendiciones de Dios sobre el remanente judío serán tan grandes en esos días que “…diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío diciendo: ‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros’” (Zac. 8:23).
Promesas a la Iglesia

Una segunda razón para el Milenio se relaciona con una promesa que Dios ha hecho a la Iglesia. Dios ha prometido que los Redimidos en Cristo reinarán sobre todas las naciones del mundo. Esta promesa fue dada a través del profeta Daniel en las siguientes palabras: “Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel 7:27). En el Nuevo Testamento, Pablo repitió la misma promesa en los términos más sencillos: “Si sufrimos, también reinaremos con él” (2 Ti. 2:12). Jesús afirmó la promesa en Su carta a la iglesia de Tiatira cuando escribió: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro…” (Ap. 2:26-27). Cuando Juan fue llevado al Cielo para visitar el salón del trono de Dios, escuchó una hueste celestial entonando un cántico que contenía el siguiente versículo: “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Ap. 5:10). Esta promesa a la Iglesia de dominio mundial va a ser cumplida durante el Milenio. Eso es a lo que Jesús se estaba refiriendo en el Sermón del Monte cuando dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mt. 5:5). Jesús reinará como rey del mundo desde el Monte Sión en Jerusalén (Is. 24:23 y Zac. 14:9). Los Redimidos, en sus cuerpos glorificados, le ayudarán con Su reinado sirviendo a nivel mundial como administradores, jueces y tutores espirituales de aquéllos que entren en la carne al reino – y de sus hijos (Dn. 7:18,27; Jer. 3:15; Lc. 19:11-17)
Promesas a las naciones

Dios ha prometido que vendrá un tiempo cuando las naciones serán provistas con su más grande sueño – a saber, la paz mundial. Éste ha sido un sueño internacional desde el comienzo del tiempo, pero ha demostrado ser imposiblemente evasivo.

Conferencia de paz tras conferencia de paz han sido llevadas a cabo. Múltiples tratados han sido firmados. Organizaciones mundiales han sido formadas. Y aún, la guerra continúa causando estragos a las naciones. Dios ha prometido darle a la Humanidad y a la tierra un descanso de sus guerras. Pero esa paz no vendrá hasta que el Príncipe de la Paz regrese. Sólo entonces las naciones “volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces”. Sólo entonces veremos el sueño de un mundo donde “no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Is. 2:4). Dios ha prometido que inundará la tierra con paz, rectitud, justicia y santidad: “La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Is. 11:9). Incluso las campanillas en los frenillos de los caballos y las ollas de las cocinas llevarán la inscripción “Santidad a Jehová” (Zac. 14:20,21). Estas gloriosas promesas de paz, reposo y rectitud serán cumplidas durante el Milenio.
Promesas a la Creación
Dios también ha hecho promesas a Su creación, las que cumplirá durante el Milenio. Dios ha prometido remover la maldición que puso sobre la creación debido al pecado del Hombre. Él ha prometido liberar a la creación de su atadura de corrupción y restaurarla a su belleza, balance y paz originales (Ro. 8:18-23). Los animales carnívoros se convertirán en herbívoros (Is. 11:6). Los animales mortíferos dejarán de ser venenosos (Is. 11:8-9). El reino vegetal florecerá y producirá abundantemente (Is. 35 y Ez. 34:25.31). La tierra de Israel será transformada tan radicalmente que los visitantes proclamarán en asombro: “Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén” (Ez. 36:35).
Promesas a Jesús
La razón más importante para el Milenio es que Dios va a usarlo para cumplir las promesas que ha hecho a Su Hijo. Dios le ha prometido a Jesús que será glorificado en la historia para compensarlo en parte por Su humillación en la historia. La Biblia dice a quemarropa que Jesús regresará para manifestar Su gloria (Is. 24:23; 66:18-19; 2 Tes. 1:7-10). Dios también ha prometido que le dará a Jesús dominio sobre todo el mundo y que El reinará sobre todas las naciones desde el Monte Sión en Jerusalén (Dn. 7:13-14; Is. 2:2-4; Zac. 14:1-9). El Salmo 2 presenta un buen resumen de estas promesas. Comienza examinando la rebelión de los líderes políticos del mundo contra Dios y Su Hijo, mencionado en el pasaje como “Su Ungido” (versículos 1-2). Este salmo describe el desprecio de éstos hacia el Señor (versículo 3). Pero el salmo dice que Dios está sentado en los cielos y se ríe y se burla de ellos porque El ha señalado un día de cuentas cuando “los aterrará en Su furor” (versículo 5). Ese será el día cuando El ponga a Jesús como “Rey sobre Sión” (versículo 6). Después habla Jesús y cuenta de la promesa que Su Padre le ha hecho: “Yo publicaré el decreto; el Señor me ha dicho: Mi Hijo eres Tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro…” (Salmo 2:7-9). Debe mantenerse presente que Jesús actualmente es un “rey en espera”. Al igual que el Rey David, quien tuvo que esperar muchos años después de que fue ungido antes de que pudiera convertirse en rey de Israel, Jesús ha sido ungido Rey de reyes y Señor de señores, pero aún no ha empezado a gobernar. Actualmente está actuando como nuestro Sumo Sacerdote ante el trono de Dios (Heb. 8:1). El está esperando la orden de Su Padre para regresar y reclamar todos los reinos de este mundo (Heb. 2:5-9 y Ap. 19:11-16).
Una razón final
Hay otro propósito para el Milenio que debería tenerse en cuenta. Creo que Dios va a usar el Milenio para demostrarle al Hombre de una vez por todas que la religión de Satanás, el Humanismo, está totalmente en bancarrota. Todos los Humanistas, sin importar su etiqueta política o teológica, coinciden en que la fuente del mal en el mundo es externa al Hombre. Miran al mal arraigado en la corrupción de la sociedad. Creen que la solución a todos los problemas del Hombre puede encontrarse en una reforma social. Tome, como un ejemplo, su actitud hacia el crimen. Ellos creen que la sociedad es la causa raíz del crimen. Todo lo que tenemos que hacer para eliminar el crimen, argumentan, es proveerles a las personas un trabajo garantizado que les suplirá el ingreso suficiente, de modo que puedan vivir en un bonito suburbio. Pero tales reformas no transforman la naturaleza básica de las personas. En el gueto, un hombre pagará 25 dólares por una prostituta. En el suburbio, perseguirá a la esposa de su vecino. En el gueto, lanzará una piedra a una ventana y robará un aparato de televisión. En el suburbio, se pondrá su traje de tres piezas, irá a la oficina, manipulará la computadora y desfalcará un millón de dólares. Usted no cambia la naturaleza básica de las personas cambiando su ambiente. Cambiar su ambiente simplemente los convierte en pecadores más sofisticados. El enfoque Humanista es absolutamente contrario a las Escrituras. La Palabra de Dios enseña que la fuente del mal está arraigada en la naturaleza caída del Hombre y que es el Hombre, no la sociedad, quien necesita ser cambiado (Gn. 8:21; Jer. 17:9-10; Mr. 7:20-23). La Palabra también enseña que la única manera en que este cambio puede ocurrir es a través de la labor del Espíritu Santo dentro de una persona que ha puesto su fe en Jesús. Dios va a demostrar este punto usando el Milenio como un gran laboratorio experimental. Va a colocar a la Humanidad en un ambiente perfecto de paz y prosperidad durante mil años. Satanás estará atado. La rectitud abundará. Sin embargo, al final, cuando Satanás sea soltado, la mayoría de las personas se unirán a él cuando llame a las naciones a rebelarse contra Jesús (Ap. 20:7-10). El Milenio demostrará que el Hombre no necesita una nueva sociedad, sino un nuevo corazón.
Esencial para el Plan Maestro
El Milenio es esencial para el cumplimiento de todas las promesas que Dios ha hecho a los judíos, la Iglesia, las naciones y la creación. También es esencial para Su determinación de demostrar que la fuente de todo mal es la naturaleza caída del Hombre, no la corrupción de la sociedad, y que la única esperanza para este mundo es Jesús, no reformas políticas. Más importante, el Milenio es esencial para el propósito de Dios de glorificar a Su Hijo. El va a manifestar la gloria de Jesús ante Sus santos redimidos y ante todas las naciones del mundo.

“Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino y El regirá las naciones… La posteridad le servirá.; esto será contado de Jehová hasta la postrera generación. Vendrán y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que El hizo esto” (Salmo 22:27-31).

La Fidelidad de Dios

El Creador de este universo es un Dios de pactos que es fiel a todas Sus promesas. El no puede mentir (Heb. 6:18). El no puede olvidar una promesa (Dt. 4:31). El es fiel incluso cuando nosotros somos infieles (2 Ti. 2:13)

Así como El cumplió todas las promesas relacionadas con la Primera Venida de Su Hijo, El va a cumplir todas aquéllas que se relacionan con Su Segunda Venida, incluyendo la promesa de un reinado milenario.

Muchos en la Iglesia pueden ignorar Sus promesas aún no cumplidas. Otros pueden haberlas olvidado. Pero Dios no lo ha hecho. El pretende cumplir cada una de ellas.

Tenemos el privilegio de vivir en una época en la que podemos ser testigos de la forma en que Dios está orquestando los eventos de este mundo hacia el cumplimiento de todas las promesas en Su plan maestro.

Engrandeced a nuestro Dios.El es la Roca, cuya obra es perfecta,Porque todos sus caminos son rectitud;Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en El;Es justo y recto.(Dt. 32: 3b-4)
Preguntas rápidas acerca del Milenio

1) ¿Quiénes poblarán la tierra durante el Milenio?
A aquéllos que estén vivos al final de la Tribulación y que hayan aceptado a Jesús como su Señor y Salvador se les permitirá entrar al Milenio en la carne (Mt. 25:3-46). Todos los incrédulos sobrevivientes serán consignados a la muerte (Lc. 17:26-37).

Éste será un pequeño número de personas, porque la mayoría de aquellos que pongan su fe en Jesús durante la Tribulación serán martirizados por su fe (Ap. 7:9-14).

Los creyentes que entren al Milenio en la carne empezarán a propagarse, y la población del mundo crecerá exponencialmente. La razón por la que el crecimiento será tan rápido se deberá a que los lapsos de vida se expandirán y la muerte será reducida.

Isaías dice que la gente vivirá tanto como un árbol (Is. 65:22) y ya no habrá más infantes que vivan sólo unos pocos días (Is. 65:20). Aquéllos que mueran a los 100 años de edad serán considerados jóvenes y sólo aquéllos que rechacen aceptar al Señor morirán a esa edad (Is. 65:20). La implicación de la profecía de Isaías es que durante el Milenio el lapso de vida de aquéllos en la carne regresará a cómo era antes del diluvio, cuando las personas vivían entre 800 y 1000 años. Si esto es así, entonces para el final del Milenio la población de la tierra podría exceder fácilmente los 6 billones actuales.

2) ¿El Milenio se llevará a cabo en esta tierra o en una nueva?

El reinado Milenial de Jesús se llevará a cabo sobre esta tierra, pero la tierra será grandemente cambiada en su naturaleza.

La primera tierra, la tierra de Adán y Eva, era perfecta. No había plantas o animales venenosos. No había animales carnívoros. No había cataclismos naturales como terremotos, maremotos o huracanes. El Hombre y la naturaleza vivían juntos en perfecta armonía.

Pero cuando el Hombre pecó, Dios puso una maldición sobre la tierra y la naturaleza de la tierra cambió radicalmente. La muerte entró al mundo. La naturaleza se volvió contra la Humanidad. Esta nueva tierra, la número 2, existió hasta la época de Noé.

Cuando ocurrió el diluvió universal, esta segunda tierra fue “destruida” (2 P. 3:6) en el sentido que cambió radicalmente otra vez. La capa de vapor de la tierra colapsó, su masa terrestre se separó en continentes, la tierra giró sobre sus ejes y la presión del agua forzó la formación de nuevas cordilleras montañosas. Hemos estado viviendo en la tierra número tres desde entonces.

Cuando Jesús regrese a reinar, la tierra cambiará radicalmente una vez más. Los agentes de cambio serán terremotos y fenómenos sobrenaturales en los cielos (Ap. 6:12-14). Todas las islas serán movidas (Ap. 16:18-20). Cada valle será alzado y cada monte será bajado (Is. 40:4). La topografía de Israel cambiará radicalmente, con Jerusalén convirtiéndose en el lugar más alto sobre la tierra (Is. 2:2).

EL TRASTOCADO REINO ECLESIÁSTICO DE AGUSTIN DE HIPONA




Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)

Agustín de Hipona

Pocos saben que Agustín de Hipona no sólo fue premilenario en su escatología temprana, sino que fue dispensacionalista. El creía en el modelo de las 7 edades. Las 5 primeras edades tenían que ver con la historia del AT (Adán, Noé, Abraham, David, y el exilio), y las 2 edades del NT eran la Era de la Iglesia y la Era del Reino Milenario, el “Descanso Sabático” de los santos en la tierra (Agustín, Sermón 259,2 y también “Apocalipsis y Redención en el Cristianismo Temprano” Vigiliae Christianae 45 (1991):163 por Paula Fredriksen.

Sin embargo, con el correr del tiempo, su antecedente Platonista, y la influencia de Orígenes de Alejandría impulsó a Agustín interpretar lo que antes creía literal de una manera simbólica o alegórica. Orígenes, recordemos, estuvo encantado con la filosofía Griega, y fue en Alejandría (Egipto) donde se dio inicio a una suerte de Neo Platonismo en el siglo tercero. El (Orígenes) fue el iniciador de la interpretación alegórica de las Escrituras, junto con Clemente de Alejandría. Ellos investigaron el A y N. Testamentos para hallar nuevos y escondidos significados espirituales detrás de las normales comprensiones. Ellos buscaron integrar la filosofía Griega pagana con las Escrituras. Orígenes rechazó la idea de la resurrección física y creyó en la salvación universal de todos los seres humanos y los ángeles caídos.

El historiador Schaff dijo esto de Orígenes:

“Su gran defecto es el rechazo del sentido gramatical e histórico y su deseo constante de hallar significados místicos escondidos…Orígenes fue el primero en colocar, en conexión con el método alegórico del platonista Judío, Filón, una teoría formal de interpretación…”

Agustín se vio influenciado por ellos, sin embargo, según Paula Fredriksen, fue el teólogo laico Ticonio quien primero impresionó a Agustín en los años 390 d.C. Ella dice:

… es Ticonio quién está de pie en la fuente de transformación radical del africano - y así, por último, de la teología latina, y cuya interpretación de su cultura separatista y tradiciones milenaristas proporcionó el punto de partida para lo que es lo más brillante e idiosincrásico en la propia teología de Agustín. Y es Ticonio, más exactamente, cuya propia lectura del Apocalipsis de Juan determinará la exégesis de la iglesia occidental durante los próximos 800 años. (Fredriksen, 157).

La herramienta fundamental de Ticonio no fue la alegoría sino la tipología. A través de las 7 reglas de Ticonio, Agustín podía de revertir los números en símbolos para atar a Satán en la sexta edad de mil años en lugar que en la edad séptima, y tener a los santos reinando con Cristo espiritualmente en la sexta edad en lugar que en la séptima. Los milagros de los santos “probaron” que ellos estaban reinando con Cristo en la Edad de la Iglesia, la sexta dispensación, y que todo lo que tenía que ver con el Anticristo, el Armagedón, y la resurrección concernían a la era en la que él vivía.

Agustín escribió: “El reinado de los santos con Cristo durante los mismos mil años, entendido en la misma manera, esto es, del tiempo de su primera venida…por tanto, la iglesia aun hoy es el reino de Cristo, y el reino de los cielos. En consecuencia, aun hoy los santos reinan con él”.

Agustín pues trastocó la creencia escatológica cristiana premilenaria de un reino milenario literal en la tierra, la cual se mantuvo firme durante los primeros 3 siglos de la Era cristiana. Recordemos que siempre los Judíos creyeron en una aproximación o acercamiento literal de las Escrituras, y los apóstoles y la iglesia cristiana enseñaron un acercamiento igualmente literal a ellas y creyeron en un reino literal en la tierra (Hechos 15:15-16; 19:8; 2 Tim. 4:1; Heb. 1:8; Apo. 11:15).

Para Agustín la resurrección de los muertos sería ciertamente corpórea, pero estos cuerpos vivirían en el cielo, y no en un reino sobre la tierra. Así que, para Agustín, las primera seis edades son históricas, pero no la séptima, la cual es los santos mismos. El dice: “Después de la presente edad Dios descansará, como fue, en el séptimo día; y Él causará que nosotros, que somos el séptimo día, encontremos nuestro descanso en él” (Agustín, La Ciudad de Dios, 22.0.5).

El método de Interpretación que se originó de los teólogos alegóricos fue visto por Farrar de esta manera, cuando escribió lo siguiente: “La alegoría de ningún modo se extendió por una piedad espontánea, sino que fue hija del racionalismo que debe su nacimiento a las teorías paganas de Platón”.

La Iglesia Católica en el siglo cuarto abrazó la doctrina de Agustín fuertemente y se reconocieron ellos mismos como la continuación de Israel como una entidad espiritual. El carácter teocrático y político de Israel así como su vida religiosa fueron considerados como una forma continuada en la iglesia Católica. De este modo la iglesia Católica creyó lo que Agustín enseñaba concerniente a la iglesia como una extensión del Israel del AT.

La creencia conocida como Amilenialismo (no milenio) fue abrazada por la iglesia Católica a todo lo largo de la Edad Media, y una serie de “reformadores” protestantes la aceptaron como Wycliff, Lutero, Calvino y Zwinglo. Pero Tyndale y muchos Anabaptistas junto con los Moravianos y Hugonotes fueron premileniales. Los reformadores no cambiaron el sistema de interpretación alegórica sobre la iglesia y el reino milenario, confundiendo ambas entidades e igualándolas. Sostuvieron que el Reino era una realidad presente con un rey ya reinando en los corazones de los creyentes.

Ya a partir del siglo 18 la gente empezó a tomar la Biblia en sentido literal, aceptando el reino milenario venidero en la tierra nuevamente, aunque el amilenialismo sigue dominando el pensamiento Católico y el de algunos grupos protestantes aún hoy.

En el libro “La Ciudad de Dios” Agustín desarrolla la idea de que la iglesia universal o Católica es el reino de Dios en la tierra, y que el milenio realmente comenzó con la primera venida de Cristo al mundo. Así, Agustín vio las profecías apocalípticas como ya cumplidas en vez de interpretarlas como eventos para el futuro, o para después del fin del presente reinado de Satanás. El creyó que el diablo fue atado en el primer siglo, aunque esa creencia realmente presenta serios problemas e inconvenientes.

LA PERNICIOSA INFLUENCIA DE AGUSTÍN PARA TRASTOCAR EL EVANGELIO PRÍSTINO DE CRISTO



Agustín de Hipona

La influencia de Agustín fue esencial para que a lo largo de los siglos el catolicismo romano hubiera rechazado cualquier idea acerca de un futuro Reino Mesiánico, a partir de Israel.

De hecho, cada vez se volvió más antisemita en sus creencias, hasta el punto de apoyar (el Vaticano) a Hitler y a Mussolini en sus esfuerzos de destruir a los judíos.

¡Ninguna doctrina basada en el premilenarismo (el Rey antes que el Reino), hubiera podido ser aceptada o permitida, que pusiera en algún peligro el poder terrenal y la influencia de la “única, santa y eterna indivisible iglesia de Roma”!

Esa es la razón por la cual, el premilenarismo, cuando surgió de nuevo, sólo fue creído por una minoría de creyentes, como los Anabaptistas, los Moravos, y los Irvingitas, aquellos que habían roto con las enseñanzas de la llamada iglesia visible de entonces.
Los judíos siempre entendieron que el Reino era algo literal, futuro; un reino terrenal de Dios que había de venir. Jesús nunca corrigió a los judíos de su día, aunque sí les desafió acerca de otros muchos aspectos de sus creencias.

Nunca jamás asoció Su resurrección con el levantamiento de un Reino judeo-gentil supuestamente llamado Iglesia, y ni tampoco eso estaba en la mente de los primeros cristianos.

El “Diccionario Oxford de la Iglesia Cristiana” (una obra de corte liberal), dice acerca del Reino de Dios:

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La idea de que la Iglesia reinaría victoriosa como un Reino en la tierra, antes de la venida en gloria de Cristo, no estaba latente en la Iglesia primitiva, ni tampoco está patente en la Biblia si se es honesto en su interpretación.

La Biblia misma y todos los escritos de antes de Orígenes, y sobre todo, antes de Agustín de Hipona, son premilenaristas, es decir, enseñan que el Milenio (mil años literales), es decir, el Reino de Dios sobre la tierra, no será sino a partir de que vuelva Cristo en gloria a este mundo, destruyendo a Sus enemigos, reunidos a la sazón en Har Meggido (Armagedón) Ap. 16:13-16; 19: 11-21; 20: 3-6; Dn. 2: 44, 45; 7: 7-14; etc. etc.)

Incluso historiadores liberales y amilenialistas, no tienen otro remedio que admitir que el premilenarismo fue observado y creído extensamente por la Iglesia primitiva.
Uno de los más prestigiosos historiadores de la Iglesia, dijo: El punto más chocante en la escatología de la era pre-nicena (antes del año 325), es el prominente Milenarismo; es decir, la creencia del reino visible de Cristo en gloria sobre la tierra con los santos resucitados durante mil años, antes de la resurrección general y el juicio.

Más sobre el Reino en:
http://www.apologista.wordpress.com/

www.elevangeliodelreino.org

www.esnips.com/web/BibleTeachings (Estudios en español e inglés por Apologista)

LA VERDAD DE LA PANDEMIA