“Por Ing°. Mario A Olcese (Apologista)
Un breve Comentario de Hechos 28:15-31
“Los hermanos de esta ciudad, informados de nuestra llegada, nos salieron al encuentro y nos alcanzaron a la altura del “Foro de Apio” y en las “Tres Tabernas”. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y se sintió reconfortado. Cuando llegamos a Roma, recibió autorización para alojarse en una casa particular con un soldado que lo custodiara. Tres días después convocó a los judíos principales, y cuando se reunieron les dijo: “Hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros padres, fui arrestado en Jerusalén y puesto en manos de los romanos. Después de interrogarme, quisieron dejarme en libertad, porque no encontraban en mí nada que mereciera la muerte; pero ante la oposición de los judíos, me vi obligado a apelar al Emperador, sin querer por esto acusar en nada a mi pueblo. Por eso he querido verlos y hablarles, ya que a causa de la esperanza de Israel llevo estas cadenas“. Ellos le respondieron: “Nosotros no hemos recibido de Judea ninguna carta referente a ti, y ninguno de los hermanos que vinieron nos han contado nada que te sea desfavorable. Pero ahora quisiéramos oírte exponer lo que piensas, porque sabemos que esta secta encuentra oposición en todas partes”. Entonces fijaron un día para encontrarse con él, y fueron a verlo en mayor número al lugar donde se alojaba. Pablo les habló durante todo el día sobre el Reino de Dios, dándoles toda clase de testimonio y tratando de persuadirlos para que creyeran en Jesucristo, a partir de la Ley de Moisés y de los Profetas. Unos se convencían con sus palabras, pero otros se resistían a creer, y mientras ellos se retiraban sin haberse puesto de acuerdo, Pablo dijo esta sola frase: “Son muy ciertas las palabras que el Espíritu Santo dijo a los padres de ustedes, por medio del profeta Isaías: Ve a decir a este pueblo. Por más que oigan no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, se taparon los oídos y cerraron los ojos, por temor de que sus ojos vean, que sus oídos oigan, que su corazón comprenda, que se conviertan, y que yo los cure. Sepan entonces que esa salvación de Dios va a ser anunciada a los paganos. Ellos sí que la escucharán”. Pablo vivió dos años enteros por sus propios medios, recibiendo a todos los que querían verlo, proclamando el Reino de Dios, y enseñando con toda libertad y sin encontrar ningún obstáculo, lo concerniente al Señor Jesucristo” (Hechos 28:15-31).
Comentario de Apologista
La plaza o foro de Apio era un pueblo sobre la Vía Apia a 56 kilómetros de Roma, y el lugar llamado Las Tres Tabernas era una aldea 13 kilómetros más adelante hacia la ciudad. Pablo es traído preso a esta ciudad imperial desde Jerusalén y él es recibido por los hermanos, aunque algo temeroso por las posibles malas referencias que de él pudieran ellos haber recibido desde Judea y que motivaron su detención. Sin embargo, el apóstol se siente feliz por el buen recibimiento de sus hermanos, pero deseoso de explicarles y enseñarles a los Judíos, y a todos los interesados no Judíos, la doctrina que venía anunciando en Judea a sus paisanos y que él resumió como LA ESPERANZA DE ISRAEL. Este cometido lo pudo llevar a cabo gracias a que se granjeó el beneplácito de Festo, quien declaró que nada digno de muerte o de cárcel había hecho, y también lo que informara Julio al centurión de su conducta durante el viaje, y que le permitió residir en prisión domiciliaria y no en un centro de reclusión propiamente dicho.
Muchos parecen no entender esta locución “La esperanza de Israel”, creyendo que era una esperanza sólo para los Judíos de que algún día ellos recibieron el favor de Dios, y nada más. Sin embargo, la frase “La esperanza de Israel” tiene una connotación mucho más amplia que el recibimiento dentro de la iglesia de los Judíos que están eventualmente endurecidos, ya que este mismo mensaje es predicado a los gentiles o no Judíos. De modo que la esperanza de Israel de algún modo afectaría a los gentiles de una manera positiva o beneficiosa.
Es interesante notar que en otras dos ocasiones el apóstol Pablo dice que él está sufriendo por la causa Israel, en Hechos 23:6 y Hechos 26:6 encontramos estas declaraciones que nos ayudarán a entender la frase “la esperanza de Israel”. Veamos estos dos textos paulinos:
Hechos 23:6: “Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga”.
Hechos 26:6: “Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio”.
Así que comparando estos dos pasajes con el de Hechos 28:20, podemos concluir que la esperanza de Israel para Pablo eran las promesas que Dios había hecho a los padres Abraham, Isaac y Jacob y la resurrección de estos fieles y de todos los que son creyentes. Esas promesas hechas a los padres las podemos encontrar leyendo el libro Génesis (especialmente los cps. 12:14, 13:15 y 15:18), todos referidos a la herencia de una tierra prometida. Y si le agregamos las promesas hechas al padre David, tendremos la esperanza del reino davídico restaurado (1 Sam. 2:10). Esto queda claramente evidenciado cuando Pablo, al convocar a los Judíos desde su prisión domiciliaria en Roma, recibe a sus paisanos y les habla durante todo el día sobre el Reino de Dios, dándoles toda clase de testimonio y tratando de persuadirlos para que creyeran en Jesucristo, a partir de la Ley de Moisés y de los Profetas. Dice así el pasaje: “Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas” (Hechos 28:23).
Sabemos que muchos no creyeron, pero otros Judíos sí, y muchos de los gentiles recibieron con gozo el mensaje. Dice el informe, así: “Pablo empero, quedó dos años enteros en su casa de alquiler, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento.” La expresión, “recibía a todos que a él venían” denota muchos visitantes. En parte eran atraídos éstos por la fama en aumento del predicador preso. Aquí, como por todo el libro de Hechos, se distingue entre predicar y enseñar; lo primero se dirige a los que no han creído, y lo segundo a los creyentes. El que hiciera ambas cosas muestra que las dos clases de oyentes eran atraídas a su alojamiento.
En resumen:
La esperanza que predicaba Pablo a Judíos y gentiles era igual a:
-La Esperanza de Israel.
-La esperanza o promesa hecha a los padres o patriarcas.
-La esperanza de la resurrección.
-La esperanza o evangelio del Reino y todo lo relativo al nombre de Jesucristo, incluyendo su muerte, sepultura y resurrección al tercer día (1 Cor. 15:1-8).
-La esperanza o promesa hecha a los padres o patriarcas.
-La esperanza de la resurrección.
-La esperanza o evangelio del Reino y todo lo relativo al nombre de Jesucristo, incluyendo su muerte, sepultura y resurrección al tercer día (1 Cor. 15:1-8).
Sin duda este fue el mensaje que Pablo predicaba y que le acarreó persecución, maltratos, prisiones, y el mismo martirio. Acá Pablo predicó un solo evangelio para Judíos y gentiles. Por lo tanto, si bien fue el apóstol de los gentiles, también fue el maestro de los Judíos. Su mensaje era el mismo para ambos grupos, ya que Dios no hace acepción de personas. Además, Pablo fue enfático con los efesios al decirles que solo hay una fe, una esperanza, y un Señor para todos (Efesios 4:4).
Más información sobre la Esperanza del Reino en:
http://www.apologista.wordpress.com/
www.yeshuahamashiaj.org (Inglés y Español)
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