lunes, 24 de agosto de 2009

LA MUJER PECADORA Y JESUS


Por Ingº Alfonso Orellana

Siempre me parecieron curiosas dos cosas relacionadas con la Traducción del Nuevo Mundo (TNM) y el capítulo 8 de Juan; por un lado omite los versículos 7:53–8:11 del texto regular, pero designándolos como de dudoso origen e incluyéndolos como nota marginal. Por otro lado, nunca citan estos versículos en sus proliferas publicaciones.
Lo que piensan oficialmente sobre el particular se resume en el Volumen II de “Perspicacia,” Pág. 147. “El pasaje espurio de Juan 7:53–8:11. Estos doce versículos obviamente se han añadido al texto original del evangelio de Juan. No se hallan en el Manuscrito Sinaítico ni en el Manuscrito Vaticano núm. 1209, aunque sí aparecen en el Códice de Beza del siglo V E.C. y en manuscritos griegos posteriores. Sin embargo, la mayoría de las primeras versiones las omiten. Es evidente que no son parte del evangelio de Juan. Un grupo de manuscritos griegos coloca este pasaje al final del evangelio de Juan; otro grupo lo pone después de Lucas 21:38, lo que apoya la conclusión de que es un texto espurio y no inspirado.”La excusa que dan es que “Los manuscritos !BSys* omiten los versículos 53 hasta el capítulo 8, versículo 11…” (*! (’Álef) Códice Sinaítico, gr., siglo IV E.C., Museo Británico, E.H., E.G.)

Pero cuando analizamos las fuentes principales usadas para la Traducción del Nuevo Mundo (al inglés), notamos que este texto en particular no figuró entre los ‘básicos’ usados por el comité de traducción. Los textos usados, Westcott y Hort, el Siríaco y Latino (Vulgata), todos contienen el relato.

Entonces me pregunto; ¿Qué realmente llevó a la Watchtower a “la conclusión de que es un texto espurio y no inspirado.”? Más importante aun; si realmente creen que es así, ¿Por qué todavía figura en su traducción? ¿Por qué no corrió la misma suerte del libro de Macabeos, por ejemplo?

Yo tengo una teoría muy personal al respecto. Pero antes, veamos el texto como aparece en la TNM.

53 Entonces se fueron cada uno a su casa.8 Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer, sin embargo, se presentó otra vez en el templo, y todo el pueblo empezó a venir a él, y se sentó y se puso a enseñarles. 3 Entonces los escribas y los fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio, y, después de ponerla de pie en medio de ellos, 4 le dijeron a él: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto de cometer adulterio. 5 En la Ley Moisés prescribió que apedreáramos a mujeres de esta clase. Tú, pues, ¿qué dices?”. 6 Por supuesto, decían esto para ponerlo a prueba, a fin de tener algo de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en la tierra con el dedo. 7 Como persistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: “El que de ustedes esté sin pecado sea el primero en tirarle una piedra”. 8 E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en la tierra. 9 Pero los que oyeron esto empezaron a salir, uno a uno, comenzando por los ancianos, y lo dejaron solo, y a la mujer que estaba en medio de ellos. 10 Enderezándose, Jesús le dijo:“Mujer, ¿dónde están? ¿No te condenó nadie?”. 11 Dijo ella: “Nadie, señor”. Jesús dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete; desde ahora ya no practiques pecado”.

Mi apreciación de este relato es que está en plena armonía con lo que harían, no sólo estos escribas, sino que armoniza plenamente con la manera en que el Jesús del Nuevo Testamento reaccionaría. No veo nada en el relato contrario a la persona de Jesús. Vemos su ecuanimidad, su profunda percepción, su reacción sorpresiva y sobre todo, su amor y gracia. Jesús perdonó los pecados de esta mujer y le enseñó el camino a la santidad, “desde ahora ya no practiques el pecado.”

En la superficie, aquí no se está desafiando ninguna de las doctrinas básicas y particulares de la Watchtower como para hacer de ello un punto de contención, como lo es la Trinidad, el castigo eterno, la condición de los muertos, etc. Lo que sí se desafía aquí es la doctrina de la disciplina dentro de la congregación. Por supuesto, hablamos del manejo de los pecados de los miembros una vez estos son; o descubiertos o confesados.

En La Atalaya de enero 1ro, 1995, bajo el artículo “Cómo distinguir la debilidad, la iniquidad y el arrepentimiento” se expuso lo siguiente:

“Si alguien comete un pecado grave por debilidad carnal, necesita con urgencia la atención de los pastores según el procedimiento indicado en Santiago 5:14-16: “¿Hay alguno enfermo [espiritualmente] entre ustedes? Que llame a sí a los ancianos de la congregación [...], si hubiera cometido pecados, se le perdonará. Por lo tanto, confiesen abiertamente sus pecados unos a otros y oren unos por otros, para que sean sanados”.”

“De modo que cuando un cristiano dedicado comete un pecado craso, se necesita más que la confesión personal a Jehová. Los ancianos deben intervenir, pues están en juego la limpieza y la paz de la congregación. (Mateo 18:15-17; 1 Corintios 5:9-11; 6:9, 10.) Es posible que los ancianos tengan que determinar varias cosas: ¿Está arrepentida la persona? ¿Qué la condujo al pecado? ¿Fue el resultado de un momento aislado de debilidad? ¿Fue una práctica del pecado? Estas preguntas no tienen siempre una respuesta sencilla o definida, por lo que requieren mucho discernimiento.”

Este artículo fue dirigido principalmente a los ancianos. Note que la razón principal, como pretexto para este procedimiento es “…la limpieza y la paz de la congregación.” No el ayudar al pecador. El artículo reconoce que los ancianos no pueden leer el corazón y por lo tanto, les es imposible saber si alguien está arrepentido o no. Note como una persona pudiera manipular la situación ante un comité judicial: “Es posible que los ancianos perciban en una audiencia judicial un cambio acusado en su condición de corazón, que se refleje en una actitud o apariencia de arrepentimiento.” Entonces el juicio, junto con las consecuencias trascendentales que pueden y suelen venir con una expulsión, lo determina la “percepción” de tres hombres cuyo entrenamiento, conocimiento y amor pudieran ser muy limitados.

De hecho, el articulo antes citado sólo introduce unas palabras alusivas a ‘compasión pastoral’ en los últimos párrafos enfocando el caso de aquellos que son expulsados y como los ancianos deben instar al expulsado a buscar el camino de regreso. Definitivamente, el comité judicial no ora a favor del expulsado. Vemos cómo de las sencillas palabras de Santiago ellos sacan licencia para instalar todo un sistema jurídico que va más allá, por mucho, de “…confiesen abiertamente sus pecados unos a otros y oren unos por otros, para que sean sanados”.

No hay duda que hay un lugar apropiado para la disciplina severa en la casa de Dios tal como la recomienda Pablo en 1 Corintios capitulo 5. Pero como es evidente, esta disciplina es administrada por el colectivo congregacional y no por un comité judicial de tres contra uno en un cuarto secreto. Esto es una perversión del consejo de Dios.

Aquí radica el problema de la Watchtower y la mujer pecadora de Juan 8. Sencillamente la manera en que Jesús manejó este “caso judicial” no encaja con el modelo de la Watchtower. Jesús no le envió a ver a los ancianos, no le quitó privilegios ni le expulsó. Le extendió gracia, misericordia y le exhortó a no pecar más. Tal como le respondió al que inquirió acerca de quién es nuestro prójimo, podemos hacer nuestras las palabras de Jesús; “Ve y has tú lo mismo.”

Esa es la razón por la cual este relato no le es conveniente a la Watchtower. Este modelo de misericordia y perdón no deja lugar para inquisiciones invasivas de la privacidad de nuestros hermanos. Este modelo nos recuerda nuestra propia pecaminosidad. Nos recuerda que no somos mejores que el peor pecador que encontramos en el camino. Nos recuerda que ‘con la medida que medimos a otros, seremos medidos.’

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