lunes, 7 de septiembre de 2009

PADRE NUESTRO: ¿VINO YA TU REINO?¿SE HACE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO?


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


Por casi dos milenios los cristianos han repetido la oración del “Padre Nuestro”, la cual fue enseñada por Jesucristo mismo a sus discípulos. Una de sus partes dice: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6:10). Tal vez usted mismo ha coreado esta oración muchísimas veces, ¿pero se ha detenido a pensar por un instante qué significa eso que Jesús llamó: ‘el reino’? Además, ¿qué está pidiendo usted cuando ora: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad…así también en la tierra”? Es hora de que usted despierte de su indiferencia espiritual y medite en este asunto con la mayor seriedad posible. Orar sin saber o sin comprender lo que se está pidiendo es la mayor disparate que un ser humano pensante e inteligente pueda cometer. Millones de cristianos están orando que venga el reino de Dios a la tierra a fin de que se haga la voluntad del Creador en el mundo así como se hace en el cielo. No obstante, estos orantes no saben de qué se trata eso que Jesús llama “tu reino”. Esto es increíble, sorprendente, e Inaudito.

Ahora bien, Jesús les dijo a sus discípulos que debían buscar y pedir por la venida del reino de Dios a la tierra sin primero haberles dado una explicación o una definición detallada de lo que éste era. Pero esto no es sorprendente en absoluto, pues sus oyentes ya sabían lo que era ese reino de Dios por las Escrituras Hebreas, es decir, por el llamado Antiguo Testamento.

El Reino y los Judíos

Pero antes de continuar con este estudio bíblico quiero manifestar que los más grandes teólogos católicos y protestantes están de acuerdo de que el tema central de todo el mensaje de Cristo es el Reino de Dios. Usted encontrará el reino de Dios en los libros de los Profetas, en los Salmos, y en los libros históricos como Samuel, Reyes, y Crónicas. De modo que los Judíos estaban muy bien familiarizados con la frase “el reino de Yahweh (Elohim)” (1 Crónicas 28:5). Por eso es que usted nunca encontrará en el Nuevo Testamento una explicación detallada o poco detallada del reino de Dios, pues no era necesario que Jesús lo definiera, o cualquiera de sus discípulos. Y Jamás leerá en la Biblia de alguien que preguntara a Jesús sobre la naturaleza del reino de Dios, es decir, si éste sería real o imaginario; espiritual o literal; terrenal o celestial; temporal o eterno; presente o futuro; etc. Los Judíos ya tenían bien definida la naturaleza de aquel reino mesiánico esperado desde hace muchos siglos antes, que Jesús no se molestó en definir dicha naturaleza nuevamente a sus paisanos. De modo que si usted quiere saber qué es eso que la Biblia llama “El Reino de Dios”, tiene que averiguarlo en la misma Biblia, comenzando con el Antiguo Testamento. No obstante, este estudio le ofrecerá un resumen de lo que es el Reino de Dios y usted lo podrá complementar con sus lecturas personales de la Biblia.Pues bien, algunos alegarán que Jesús dio una explicación muy particular de la naturaleza del reino de Dios en sus famosas “Parábolas del Reino”. También es cierto que Jesús habló “secretamente” o “misteriosamente” a sus detractores en sus Parábolas del Reino, pero no fue así para con sus fieles discípulos (Mateo 13:10-17). ¿Pero fueron sus parábolas una nueva forma de entender el reino de Dios? ¿Cambiaron las parábolas de Jesús la esencia misma del reino tradicional judío? ¡De ninguna manera! Pues Cristo vino “a confirmar (no cambiar) las promesas hechas a los padres” (Romanos 15:8).

Las Parábolas del Reino en el Evangelio de Lucas (capítulos 13-19), presentan las condiciones éticas y espirituales exigidas por Dios para ingresar o participar de ese reino esperado por los Judíos. Los judíos pensaban que por la ley ellos podían ganar la aprobación de Dios. Creían que haciendo el bien a la luz de los Diez Mandamientos serían salvos y entrarían en el reino. Pero Jesús enseña muy claramente en sus parábolas que el reino de Dios exige arrepentimiento, como ocurre en la parábola del hijo pródigo. Jesús enseñó también que se requiere un “nuevo nacimiento” a través del agua y del Espíritu para ver y entrar en él (Juan 3:3,5). Aquí se incluye el bautismo para el perdón de los pecados, y el recibimiento del Espíritu Santo. Para otros este “nuevo nacimiento” significa el “renacimiento en la resurrección” para obtener el cuerpo inmortal y glorioso con el cual entraremos al reino (1 Corintios 15:50). En la Parábola de la Gran Cena Jesús enseña que su reino estará conformado por los pobres de la tierra. En cambio, los ricos petulantes quedarán excluidos. En fin, Jesús estuvo enseñando permanentemente sobre su reino y poniendo las condiciones para participar de él activamente.
¿Qué es el Reino de Dios?

En primer término, debemos decir que el reino de Dios es un asunto que tiene que ver con la voluntad de Dios para con esta tierra. ¿Recuerda la oración del Padre Nuestro? Dice entre otras cosas:”Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Notemos que Dios quiere que se haga Su voluntad en la tierra como se hace en el cielo. Es decir, en el cielo se está haciendo la voluntad de Dios, ¡Pero no en la tierra! Por eso tenemos que seguir pidiendo que se haga la voluntad de Dios en la tierra a través de ese algo llamado: “REINO DE DIOS”. El Reino de Dios en la tierra significará que la voluntad de Dios finalmente se estará haciendo en nuestro mundo. ¡Piénselo seriamente!¿Podría alguien decir que este mundo caótico y malvado refleja el carácter y la voluntad de Dios? ¿Son las guerras, las pestes, las hambres, los odios, las desigualdades, la contaminación ambiental, el desempleo, los hogares destruidos, los gobiernos corruptos, las violencias, los crímenes, y cosas como éstas, Su Voluntad para nuestro mundo? No, ciertamente. Hoy no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo. Dios es un Dios de paz y no de confusión (1 Corintios 14:33). Hoy no hay paz en la tierra sino confusión total, y así no es Dios. Dios es un Dios que ama la paz, la justicia, la rectitud, la ley y el orden.

Habiendo comprendido que aún no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra, podemos concluir que todavía no ha venido el reino de Dios a la tierra. Cuando por fin venga el Reino de Dios, se hará completamente lo que Dios dice y quiere para la sociedad humana. Los hombres tendrán que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, de lo contrario no podrán sobrevivir en su reino, y quedarán excluidos eternamente y… ¡Serán aniquilados para siempre! (Zacarías 14:17)(Salmos 37:9-11,20,22,34,38).

Hoy en día los hombres están destruyendo la creación de Dios: la tierra, los mares, los lagos, los alimentos, la atmósfera, la fauna silvestre, la flora, etc. Hoy existe la “lluvia ácida”, “el efecto invernadero”, los polos se derriten, se presentan graves inundaciones, tornados, huracanes, terremotos, sequías, plagas, enfermedades, etc. Todo esto por culpa del mismo hombre y de su “ciencia”. En Apocalipsis 11:18 hay una seria advertencia de parte del Altísimo, porque le estamos provocando y ofendiendo con nuestros actos malvados. Dice el mencionado pasaje apocalíptico: “…y tu ira ha venido…y de destruir a los que destruyen la tierra.”

El reino de Dios pondrá fin a los destructores de la tierra, a todos aquellos que no han amado a Dios y Su creación. Los reinos (gobiernos) de este mundo darán paso al reino de Dios. Este Reino fue también previsto por el profeta Daniel en los capítulos 2 y 7. Allí el profeta ve que el reino de Dios desplaza y hasta destruye todos los gobiernos de la tierra, y él se vuelve único y poderoso sobre toda la tierra. El profeta vislumbra un reino o gobierno que ejerce su poder mundialmente (Daniel 2:44). ¡Habrá solo un gobierno y también un solo gobernante mundial! ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobierno y un solo gobernante mundial? ¡Terminarían las rivalidades y discordias entres los pueblos! Hoy estamos divididos por fronteras, idiomas, religiones, sistemas políticos, sociales y económicos totalmente diferentes unos de otros. En el reino de Dios todo ello desaparecerá y habrá, por fin, una religión, un Dios, un idioma, un soberano o gobernante, un solo sistema de gobierno, y todo ello se traducirá en una paz con justicia verdadera en la tierra. Los ejércitos habrán desaparecido por completo, y los armamentos bélicos (Isaías 2:1-4;9:6,7).Así como los reinos de Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, etc, ejercieron, y algunos aún ejercen su poder en sus ciudadanos, así también el reino de Dios ejercerá su poder mundial y teocrático cuando Cristo regrese por segunda vez a la tierra como rey. (Mateo 25:31,34). Parece increíble, pero usted podrá leerlo en una Biblia Católica y Protestante por igual. Y si usted es Católico, entonces tiene que leerlo en su Biblia…¡y creerlo! Esto no es un asunto de “las sectas” sino de Dios.

El Patriarca Abraham y el Reino

¿Por qué mencionar a un antiguo patriarca en el tema del reino? Muy simple, pues Abraham recibió una promesa extraordinaria de Dios que daría origen a un extraordinario reino futuro en la tierra. ¿Cómo? En Génesis 13:14-15 Dios le dice a Abraham lo siguiente: “…Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y hacia el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. En Génesis 15:18 Dios le vuelve a decir a Abraham: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”.

Notemos que Dios le hizo un pacto al anciano patriarca Abraham en el sentido de que le daría un lugar o una tierra que se encuentra desde el río de Egipto (Nilo) hasta el río grande, el Eufrates. Si uno observa estos límites se dará cuenta que se hallan en el Medio Oriente, en lo que es ahora parte de Siria, Líbano, e Israel Moderno. Ahora adviértase también que esta “Tierra Prometida” sería igualmente para la descendencia o simiente de Abraham. Recordemos que Abraham luego recibió la promesa de Dios de que tendría un hijo de su anciana esposa Sara. Con el tiempo Abraham tuvo su descendiente según la promesa, y se le llamó Isaac. Luego Isaac tuvo su hijo Jacob y Esaú, y de Jacob nacieron 12 hijos, de los cuales uno continuó con la promesa, Judá. Con el correr de los siglos, de la familia de Judá, nace Jesucristo.

Jesucristo, por tanto, es la simiente o descendencia de Abraham. Ahora veamos los que dice San Pablo sobre Abraham y la simiente, Jesucristo. “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: A las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:16,29). Notemos que la simiente de Abraham es una sola: El Señor Jesucristo. Cristo tendrá la herencia de la tierra entera, siendo su residencia permanente, la tierra prometida, Israel. Sí, Jesús será el heredero de la tierra prometida para siempre. Además, notemos que los que son de Cristo (Su Iglesia), tendrán también herencia con el Mesías de la tierra prometida. Eso lo dice San Pablo, no quien escribe este estudio. Por tanto, si la tierra de Israel será la sede del reino de Cristo, ¿por qué enseña el catolicismo y el protestantismo, en su mayoría, que nuestro paradero final y eterno será el cielo? ¡No lo entendemos aún!

El Rey David y el Reino

Dios inauguró su reino con Saúl. Este fue el primer rey de la línea de Judá que reinó en Jerusalén. Desgraciadamente este rey fue infiel a Dios, razón por la cual Dios lo destituyó reemplazándolo por un pastorcito de ovejas llamado David. David tuvo dos hijos importantes, Salomón y Natán. De Salomón desciende José, el esposo de María, madre de Jesús. En cambio María desciende de Natán, lo cual la hace a ella también descendiente de David. La promesa era que de la descendencia de la mujer (María) nacería la simiente que aplastaría la cabeza a la serpiente, Satanás (Génesis 3:15). Jesús, por tanto, al ser descendiente de Abraham y de David, es el heredero del reino de David que se reestablecerá en la tierra prometida. Recordemos que el reino de David era el Reino de Dios (1 Crónicas 28:5). Jesús, por lo tanto, es de sangre azul y heredero potencial de su reino. Pero: ¿Hay un reino judío en Israel hoy? No, ¡por ahora!

Se sabe que el último rey descendiente de David fue Sedequías, que fue derrocado por el rey babilónico Nabuconodosor en 586 A.C. Sedequías fue un rey desobediente que llevó al pueblo de Dios a la idolatría. Su castigo fue el destierro y el asesinato de todos sus hijos. El pueblo judío fue llevado preso y esclavo a Babilonia por 70 años. Desde esa fecha de 586 a.C, Israel no ha tenido más reyes de la línea de David. Pero Dios había profetizado por intermedio de Ezequiel el profeta, que algún día el reino de David sería restaurado en la persona de un descendiente suyo (Leer Ezequiel 21:25-27). Usted, amigo, debe leer en su Biblia todos los pasajes que le citamos para que constate la veracidad de nuestras afirmaciones.

Pero el Apóstol Pedro nos da más luz acerca de quién puede tratarse ese descendiente del rey David que reanudará la línea real en Israel en un futuro no lejano. Él dijo lo siguiente cuando hizo una apología de Jesucristo en el primer concilio en Jerusalén: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono.” (Hechos 2:29,30). Es claro entonces que aquel que tiene el derecho de sentarse en el trono del reino de David, el cual es llamado también ‘El reino de Dios’, es el Mesías Jesús. Repetimos: El reino de David que está suspendido en el tiempo será RESTAURADO EN ISRAEL EN LA PERSONA DE CRISTO. ¡Jesucristo será el nuevo rey en Israel cuando él regrese a la tierra! Así como hay hoy un reino en Jordania, así también habrá un reino en Israel muy pronto. Nada es imposible para Dios, aunque a usted le parezca una utopía.

El Gobierno Mundial de Jesucristo
Jesús dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Entonces el rey dirá a los de su derecha: Venida benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (Mateo 25:31,34).

Su dominio (el de Jesucristo) será mundial, pues también el profeta David nos dice: “Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.” (Salmos 72:8). Sí, el poder del Mesías escogido será total, pues regirá a los pueblos con mano firme y segura, y con la bendición de Dios el Padre (Apocalipsis 2:26,27). Pero, ¿cree usted en este mensaje del cielo? ¿Le parece una historieta más? ¿Un mito tal vez o una utopía de poetas? Muchos aún se resisten a creer, pues han sido instruidos de manera diferente. La gran mayoría de “cristianos” se les ha hecho creer que si son “buenos” irán al cielo para estar con Dios y todos los santos. A éstos les parece raro que les prediquemos una esperanza terrenal, cuando ya no pueden creer más en las promesas de un “mejor orden económico, político y social en la tierra”. Escapar de este mundo decadente y confuso es la mejor alternativa. Nos ilusiona pensar que estaremos en otra dimensión o en otro plano existencial, lo cual estaría bien para los que se drogan. Estos “escapan” temporalmente y artificialmente de sus problemas cotidianos, pero luego caen en una mayor desesperación y desilusión. Pero “tocar el arpa” en el cielo por una eternidad igualmente resultaría tedioso e improductivo. La promesa de un mundo nuevo y justo eso sí tiene sentido, pues estamos llamados a colaborar con Jesús en la reestructuración de la nueva sociedad que él implantará con su iglesia (2 Pedro 3:13,14; Miqueas 4:1-4).

Usted puede cambiar su vida y gozar de una magnífica esperanza de vida eterna en el reino de Jesucristo. Sólo tiene que arrepentirse de sus pecados y ser bautizado bajo agua en el nombre de Jesucristo para recibir su sellamiento como hijo de Dios. Luego usted experimentará una nueva vida de fe en Cristo y sus promesas. Su vida tiene propósito si cree en Cristo y en Su Evangelio del Reino (Marcos 1:14,15). Evangelio significa “Buenas Noticias”, de modo que Cristo vino a traernos buenas noticias de un nuevo orden mundial bajo su reino.

El problema del ser humano es generalmente la falta de fe. Jesús ya había pronosticado que antes de su regreso a la tierra no hallaría fe en él y en su evangelio (Leer Lucas 18:8). Por eso no nos extraña que nuestro anuncio no sea bien recibido por la mayoría de personas. El problema es su falta de fe en las Palabras de Dios. Jesús se topó con muchos hombres faltos de fe en muchas ocasiones. Pero usted puede creer si dispone su corazón a la verdad bíblica.

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