jueves, 3 de septiembre de 2009

¿SALVA EL BAUTISMO?–¡LA SIMPLE VERDAD QUE USTED DEBE SABER!


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

En primer lugar, la fe sin obras es fe muerta, así que, si uno acepta a Cristo por fe, es necesario decir, como el eunuco etíope a Felipe: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” (Hechos 8:36)…y el eunuco fue bautizado inmediatamente y no esperó para hacerlo cuando fuera más viejito. Igual sucedió con el carcelero de Filipos. Esto dijo el carcelero: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos”. El creyó en la predicación de Pablo y fue bautizado con su familia esa misma noche. ¿Por qué tanta urgencia? (Hechos 16:33). He aquí el porqué!

Es importante analizar lo siguiente: El Señor Jesucristo salva a su cuerpo que es su iglesia. Dice Pablo en Efesios 5:23, así: “Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”. Ahora observemos cómo nos convertimos en miembros de su iglesia o cuerpo para salvarnos. Recuerde que Cristo salvó a su cuerpo. Dice Hechos 2:41 “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (¿se añadieron a dónde?) En el verso 47 tenemos la clara respuesta: “Alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.

Entonces está claro que para ser salvos hay que estar dentro de la iglesia o cuerpo de Cristo, y la única manera de ingresar al cuerpo de Cristo es creyendo en el Señor y ser bautizados en agua para perdón de pecados. El bautismo, definitivamente, nos hace miembros del cuerpo, y en ese sentido podemos decir que el bautismo cumple un rol salvador en el plan de Dios. No se puede uno salvar prescindiendo del bautismo, pues sin él no podemos ser parte del cuerpo redimido de Cristo.

¿Y qué pasa con aquellos como el ladrón de la cruz que no se bautizaron a pesar de su conversión? Bueno, en ese caso el Señor es el Juez. La Biblia dice que si confesamos con nuestros labios que Cristo es el Señor, seremos salvos (Rom. 10:9). ¿Pero qué sucede con los que nacieron mudos? ¿Acaso se quedarán fuera del reino eterno? Pues, no! Dios es justo y él sabe lo que hay en nuestros corazones y sabe de nuestras limitaciones. Lo importante es que si podemos proceder al bautismo, y no lo hacemos, quedaremos excluidos del cuerpo, y eso significa simplemente la condenación.

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