Cuando oras el Padrenuestro, ¿te has parado alguna vez a pensar en la parte que dice: «Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el Cielo»? (Lucas 11:2) Nosotros que amamos y conocemos al Señor ya tenemos el Cielo en nuestros corazones —gracias a Dios—, pero ¿acaso hay Cielo en la tierra hoy en día? ¡No! ¡Lo que abunda es confusión, egoísmo, infelicidad, guerra y luchas por doquier, un Infierno!
¡Pero un día, dentro de poco, el Señor acabará con todo el Infierno que hay actualmente en la tierra y establecerá Su propio Reino de paz, bondad, justicia, misericordia y amor! Entonces Su Reino no sólo estará en nuestros corazones, ¡sino todo alrededor nuestro! ¡El Reino de Dios vendrá de verdad aquí a la tierra, con todo su poder y gloria! ¡Y entonces sí será por fin «en la tierra como en el Cielo»!
Pero antes de que se establezca en la Tierra el maravilloso Reino de Jesús, tienen que ocurrir toda una serie de cosas: En primer lugar, tiene que subir al poder un dirigente mundial malvado, el Anticristo, con su reino del Diablo. La última parte de su reinado será un período turbulento llamado la Gran Tribulación (Mateo 24:21), durante el cual el Anticristo y sus fuerzas lucharán contra los hijos de Dios. ¡Nosotros, sin embargo, seguiremos anunciando el Evangelio y obrando grandes milagros para defendernos de él y de sus malignas fuerzas rojas que odian a Cristo! (Apocalipsis 13:7; 11:3-5)
Luego volverá Jesús «sobre las nubes del Cielo, con poder y gran gloria» (Mateo 24:30), para resucitar y arrebatar a todos Sus hijos, y todos nos reuniremos con él para celebrar la magnífica cena de las bodas del Cordero en el Cielo, en tanto la gente impía y anticristo de la tierra sufre la pavorosa Ira de Dios! (Apocalipsis 19:7-9; 16:todo)
Al final, bajo el mando de su dirigente endemoniado, el Anticristo, estas gentes se reunirán para tratar de aplastar a todos sus oponentes, ¡países y religiones enteros que se habrán negado a adorar al Anticristo o a recibir su Marca de la Bestia! (Léase Daniel 11:21-44, que describe las guerras que libra contra sus adversarios.) Mas cuando las fuerzas del Anticristo ya crean que están a punto de ganar, Jesucristo y sus ángeles regresan para ganar la mayor guerra que se haya librado en toda la historia: ¡la Batalla de Armagedón! (Apocalipsis 16:14,16; 17:14; 19:11-15.)
En esta gigantesca Batalla de Armagedón, las fuerzas de Jesucristo vencerán y obtendrán una gloriosa victoria sobre las fuerzas del Diablo y de su hombre-Diablo, el Anticristo, y sobre todo su reino malvado! ¡Ni una sola de las personas que se hayan integrado al reino del Anticristo, siendo herradas con la Marca de la Bestia, sobrevivirá ni podrá disfrutar del Reino de Cristo que se establecerá seguidamente en la tierra! (Apocalipasis 19:19-21) Será entonces, después de esta gran batalla, que nosotros, los santos de Dios, juntamente con nuestro Rey, Jesucristo, tomaremos este mundo y estableceremos el Reino de Dios en la Tierra, para dirigirla y gobernarla como hubiera debido hacerse si el hombre hubiera obedecido a Dios! (Apocalipsis 5:10; 20:4)
Este sorprendente periodo del Reino de Dios en la tierra se denomina el «Milenio», que significa 1.000 años, ya que es exactamente la duración que tendrá, ¡1.000 años! La Biblia dice que durante el Milenio, todos los que fueron resucitados para reunirse con Jesús en el momento de Su Segunda Venida serán muy bienaventurados, ¡pues «serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años!» (Apocalipsis 20:5-7)
¡Durante todos los 1.000 años que durará el Milenio, el Diablo estará encadenado, preso en la cárcel de Dios, el abismo sin fondo! ¡Durante mil años, ya no podrá molestarnos ni conducir a los demás ángeles caídos y espíritus malignos de una punta a otra de la tierra para hostigar a la humanidad! (Véase Apocalipsis 20:1-3.)
¡Jesús entonces regirá y reinará en persona, y nosotros le ayudaremos y regiremos y reinaremos con él! ¡Reinará de punta a punta, y nosotros, Sus hijos, ya no seremos la pobre minoría perseguida que somos hoy en día! ¡En compañía de los cristianos de todos los siglos, que habrán resucitado, seremos millones, miles de millones, y gobernaremos junto a Jesús a la gente buena que haya sobrevivido. Ésta será gente que, sin ser salva, habrá resistido al Anticristo y se habrá negado a aceptar su Marca, ¡motivo por el cual Dios, en Su misericordia, les habrá permitido salir con vida del reino del Anticristo, y hasta sobrevivir al periodo siguiente, la Ira de Dios y la Batalla de Armagedón! Son los bienaventurados que dice la Biblia, en Daniel 12:12, que entrarán con vida en el Milenio.
Toda la gente mala que rechazó el Evangelio y recibió la Marca de la Bestia habrá quedado destruida en la Batalla de Armagedón. No obstante, ¡serán millones los que sigan con vida y entren en el Reino Milenario de Jesucristo, en el que tendrán ocasión de oír y llegar a conocer la Verdad, durante el gobierno y reinado amoroso de Jesús en persona, asistido por nosotros, Sus seguidores resucitados! ¡En esa época multitudes se convertirán a Jesús!
¡Bajo el supremo y poderoso gobierno y reinado de Cristo y de los Hijos de Dios no habrá guerras, y el mundo será gobernado equitativamente, con justicia, libertad, paz, abundancia y felicidad para todos! La Biblia dice: «Volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; ¡no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra!» (Isaías 2:4)
¡Imagínate, no habrá más guerras! ¡No habrá más armas de los impíos, ni luchas horrorosas, ni bombardeos, ni matanzas, como hay en el mundo actual de los hombres! ¡En ese entonces —cuando Jesús sea Rey y nosotros Su fuerza policial que haga observar la ley— convertirán sus armas de guerra en instrumentos de paz! ¡ASES!
¡Durante el Milenio, todos nosotros, los hijos de Dios salvos, tendremos cuerpos nuevos, poderosos y sobrenaturales, cuerpos de resurrección! Pero los demás habitantes del mundo, los bienaventurados que hayan sobrevivido a la Ira de Dios y la Batalla de Armagedón, y hayan entrado con vida en el Milenio, seguirán viviendo en sus cuerpos naturales. ¡O sea que para esas personas, la vida en muchos aspectos seguirá como de costumbre! Muchos vivirán casi como viven ahora: Tendrán que seguir cultivando la tierra, confeccionando ropa y viviendo en un mundo normal y natural, ¡el mismo mundo en el que viven en la actualidad! ¡La diferencia está en que habrán sido eliminadas todas las grandes ciudades, la industrialización y la contaminación! ¡Todo el mundo llevará una vida mucho más natural, en contacto con la tierra, tal como Dios quería que vivieran los hombres!
Un cambio importante será que la maldición que cayó sobre el hombre y la tierra a causa de los pecados de éste será parcialmente levantada, ¡de tal modo que la vida en general mejorará muchísimo, gracias al Señor! La tierra será casi como era en tiempos de Adán y Eva en el Edén, antes que pecaran, antes que Dios tuviera que poner maldiciones para castigarlos. (Véase Génesis 2:8-15; 3:17-19.)
¡En ese entonces, nosotros que hoy en día amamos a Jesús, seremos como superhombres, como los ángeles de Dios! ¡Estaremos dotados de nuevos cuerpos milagrosos que nunca se lastimarán ni se cansarán, se debilitarán ni se enfermarán! Y hasta las gentes normales y terrenales sobre las que regiremos, y que todavía poseerán cuerpos carnales, naturales, sufrirán muchas menos dolencias y enfermedades. ¡Dice que cualquiera que muera a los 100 años de edad será considerado un niño! (V. Isaías 65:20.) La gente volverá a vivir cientos y cientos de años, como antes del Diluvio, ¡cuando hubo quienes vivieron casi mil años! (Génesis 5:27)
La Biblia dice que no sólo el hombre, sino la Creación entera será liberada de la mayor parte de la maldición, y que todo será mucho mejor que en la actualidad (Romanos 8:19-21). Dice incluso que «vivirá el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león andarán juntos, ¡y un niño los pastoreará! La vaca y la osa pacerán juntas, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá hierba. ¡El niño de pecho jugará sobre la cueva de la serpiente venenosa, y el niño pequeño extenderá su mano sobre la caverna de la víbora!» (Isaías 11:6-8)
Hoy en día nunca se ve que un lobo se acueste con un cordero, ¿no es cierto? ¡A menos que el cordero esté en la panza del lobo! Ni que un leopardo se acueste con un cabrito. ¡Si se acuesta con una cabra es porque la lleva dentro! ¿Y un becerro y un león juntos? ¡Normalmente el león lo despedaza y se lo traga! ¡Ni se ha oído jamás que un niño los pastoree a todos! Pero vendrá la época en que volverá a haber paz entre el Hombre y los animales, y podremos llamarlos por nombre y se nos acercarán corriendo juguetonamente como si fueran animales domésticos, ¡lo mismo que hacen hoy en día los perros y gatos!
¡Los animales que hoy son carnívoros ya no comerán sino plantas, hortalizas y frutas, y no se harán daño entre sí, ni nos harán daño a nosotros! ¡Estupendo!, ¿verdad? ¡Y el hombre tampoco consumirá carne animal! «¡Pues nada hará mal ni dañará en todo Mi santo Reino!» (Isaías 11:9)
¿Y sabes cómo viajarán durante el Milenio las personas normales, terrenales? ¡A caballo, en camello, en burro, en carretas, buques de vela y así por el estilo! ¡Porque sólo quedará lo que Dios creó y dio al hombre para utilizar, las creaciones de Dios y los inventos del hombre que sean buenos, los cuales fueron suficiente para el mundo durante casi seis mil años, mientras no se conocía nada más!
¡Imagínate! ¡No habrá más autos apestosos ni camiones que arrojen humo y gases y que maten gente, ni ninguna de esas grandes y apestosas fábricas que tanto contaminan el aire! ¡No habrá máquinas ruines ni motores destructivos con todo su humo, ni petróleo, ni contaminación, ni armas malévolas! ¡El mundo volverá a utilizar los medios de transporte animal, los carruajes y calesas! ¡Entonces sí que apreciarán a los animales! ¡Quizá para transportar cargas muy grandes y pesadas de materiales, alimentos y demás llegarán a emplear buques de vela, impulsados por los vientos y brisas puros creados por Dios!
¿Por qué crees que el Señor establecerá en la tierra Su gobierno de 1.000 años sobre los hombres normales y naturales? Puede que en parte sea para dar una oportunidad de salvarse a los que entren con vida en el Milenio, quienes en realidad nunca habrán escuchado el Evangelio ni llegado a conocer al Señor aquí en esta vida, sobre todo a muchos niños y jóvenes que nunca habrán tenido ocasión, como también a muchos nativos de las selvas más espesas y de los lugares de difícil acceso, y de países cuyas leyes impiden la prédica del Evangelio, que no habrán oído nunca el mensaje. ¡Así todos tendrán oportunidad de ver, oír y conocer al Señor! Durante el Milenio, ¡las Buenas Nuevas de la Salvación llegarán a todo el mundo! «¡Pues la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar!» (Habacuc 2:14) Y ¿cómo cubren las aguas el mar? ¡Completamente!
Durante el Milenio, a la gente le resultará mucho más fácil creer en Jesús y recibirle, ¡porque lo podrán ver con sus propios ojos, podrán presenciar Su gran poder y tendrán evidencia de que existe! En vez de creer en el Señor y aceptarlo por fe como hacemos hoy en día, entonces se dará a las personas la oportunidad de creer después de haber llegado a ver el Reino de Dios y de Cristo en la tierra, y a Sus santos ostentando el poder y dirigiendo el mundo. Pero tal como le pasó a Tomás, el discípulo de la Biblia que dudó, ¡no serán tan bienaventurados como nosotros que ahora creemos, aceptamos y obedecemos puramente por fe, sin ver! (V. Juan 20:29.)
El Milenio muy probablemente será la época en que Dios dará una primera oportunidad a muchas personas que no la habrán tenido antes. ¡Todo el mundo en la tierra presenciará el glorioso poder del Señor y Su Reino, y entonces todo el mundo creerá! La Biblia dice: «No enseñará más ninguno a su prójimo y a su hermano, diciendo: `Conoce al Señor`; porque todos Me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande» (Jeremías 31:34).
¡En esa época ya no será necesario que digamos: «conoce al Señor», porque todo el mundo le verá y todos le conocerán. Sin embargo, no le conocerán tan bien como nosotros, pues nosotros ya le conocemos en esta vida y ya estamos aprendiendo a amarle, y a vivir con él y servirle. ¡Creo, pues, que parte de nuestro trabajo consistirá sin duda en educarlos e instruirlos en los caminos del Señor!
¡Aunque ya no habrá incrédulos, lamentablemente todavía habrá gente que no Lo acepte, los que se nieguen a recibirle! Pese a que verán con sus propios ojos el poder de Dios, al pueblo de Dios, el Reino de Dios y al Hijo de Dios gobernar personalmente la tierra, ¡todavía habrá algunos impíos a los que no les gustará, y que se negarán a someterse a nuestra amorosa autoridad!
¿Te imaginas? Todos los habitantes de la tierra tendrán ocasión de aprender a hacer el bien bajo el gobierno del propio Jesucristo, y gracias a nuestra administración amorosa y celestial, contarán con todas las ventajas posibles. Así y todo, algunos, obstinados y pertinaces, todavía se rebelarán. En Isaías 26:10 dice: «¡Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud (el Reino Milenario de Cristo sobre la tierra) seguirá obrando mal, y se negará a mirar la majestad del Señor!»
De hecho, al final del Milenio Dios pondrá a prueba a todas las personas de la tierra para ver quién le ha recibido de verdad y quién le ha rechazado. ¡Durante un breve espacio de tiempo dejará salir al Diablo de su prisión, y todos los rebeldes le volverán a seguir, y juntos tratarán de luchar contra todas las personas buenas de la tierra que hayan recibido a Jesús y Su Reino! ¡Pero Dios se enojará tanto con ellos que se deshará de todos ellos de una vez para siempre y consumirá toda la superficie de la tierra en un gran diluvio de fuego llamado «La Batalla de Gog y Magog»! (Apocalipsis 20:7-9; 2Pedro 3:7,10)
Todos los que hayan recibido a Jesús se salvarán y crearán una Tierra Nueva (Apocalipsis 21:1; 2Pedro 3:12,13.) De modo que entre otras cosas el Milenio servirá para tamizar, para seleccionar o separar a los buenos de los malos. Así, cuando al final del Milenio se celebre el «Juicio ante el Gran Trono Blanco», ya habrán tomado una decisión y se verá claramente si se merecen el Cielo o el Infierno (V. nuestro artículo titulado «El Cielo, el Infierno y entremedio», página 783).
Como durante el Milenio mucha gente seguirá siendo supremamente obstinada y reacia a cambiar, todavía desobedecerán, aun cuando no esté el Diablo. ¡Por eso la Biblia dice que tendremos que regir sobre ellos con vara de hierro! (Apocalipsis 2:27; 19:15) Será un régimen impuesto por la fuerza sobre los rebeldes y desobedientes, un gobierno fuerte y férreo. ¡Tendrá que ser así, de lo contrario muchos no obedecerían!
Gracias al Señor, estaremos dotados de grandes poderes sobrenaturales que nos facilitarán la tarea de regir sobre ellos, ¡poderes como los que habrás visto quizá en las películas de fantasía científica! ¡Bastará con una mirada, un pensamiento o una señal con el dedo para paralizarlos, hacerlos retroceder, impedir que hagan el mal o destruirlos totalmente! ¡Y ellos no nos podrán tocar a nosotros ni hacernos el menor daño!
¡Seremos como los ángeles de Dios, es decir que podremos aparecer y desaparecer a voluntad, volar de un lugar a otro a la velocidad del pensamiento y llevar la vara del poder divino, con la cual seremos capaces, si es preciso, de castigar a los rebeldes y enemigos de Dios con un rayo del Altísimo! ¡Habrá, pues, muy poca delicuencia o maldad, y nada de disturbios y guerras! ¡Reinará una paz total bajo el gobierno del Señor, en el cual tú y yo seremos Sus superhombres, dotados de superpoderes!
El reinado milenario de Jesucristo será perfecto, un gobierno perfecto, con gobernantes ungidos, ¡entre otros tú! ¡Tú serás de los que gobiernen! ¡El Señor dijo que te daría el gobierno de muchas ciudades! ¡Podrás gobernar una ciudad, o todo un país, o un continente entero, según tu capacidad, conforme a la preparación que hayas recibido y conforme a la fidelidad y obediencia que le estés demostrando al Señor ahora mismo en este mundo!
¡Jesús dijo que «el que sea fiel en lo muy poco, será fiel también en lo mucho»! (Lucas 16:10) Hasta llegó a decir: «Por cuanto en lo poco has sido fiel, ¡recibirás el gobierno de diez ciudades!» (Lucas 19:17,19) ¡Gobernaremos ciudades de verdad, ciudades físicas del mundo, países, naciones y continentes, y educaremos e instruiremos a seres humanos de carne y hueso, como lo somos nosotros en el momento actual! ¡Será todo muy real, todo sucederá en la práctica!
Hoy en día, sin embargo, el Señor por lo visto tiene tan pocos cristianos que entreguen toda su vida por él, que lo dejen todo por Jesús y que realmente le amen y solo deseen hacer lo que él quiere, ¡que creo que le va a costar bastante encontrar suficientes personas para ocupar todos los puestos que habrá! Gracias a Dios que se podrá valer de todos los fieles que han pasado a mejor vida anteriormente —los millones de cristianos de otras épocas que se consagraron enteramente al Señor y que estarán allí con nosotros—, así como de la gente buena de la tierra.
¡Habrá todo tipo de grados, clases y categorías entre los mismos cristianos! ¡Estoy seguro de que a los grandes profetas, apóstoles y héroes de la Biblia y de la historia, que fueron muy fieles al Señor durante su vida en la tierra, se les confiarán muchos puestos importantes en la otra vida! ¡Ahora bien, la posición exacta que tendremos cada uno y lo que se nos confíe dependerá en gran parte de los fieles que seamos al Señor y al trabajo que nos haya encomendado a cada uno en estos momentos, en este mundo!
¡Ahora mismo nos estamos preparando para cuando gobernemos la tierra! Mas para ello, ¡tenemos primero que aprender a gobernarnos a nosotros mismos! En este momento Dios nos está haciendo ensayar y practicar para cuando llegue la hora de la verdad; y lo bien que lo hagamos en el futuro dependerá en gran medida de cómo lo hagamos ahora.
¡Recuerda, pues, que todo lo que te están enseñando y lo que estás haciendo ahora, las decisiones que estás tomando ahora y lo que estás aprendiendo, forman parte de la instrucción y preparación que hoy en día estás recibiendo aquí en este mundo, a fin de que después le puedas ser de gran utilidad al Señor allá en el nuevo mundo! De lo contrario, buena parte de lo que hacemos actualmente sería una completa pérdida de tiempo, salvo por lo poco que logramos realizar aquí, ¡que no es mucho comparado con lo que haremos entonces! ¡A ver, pues, si hacemos un esfuerzo por captar las lecciones que nos enseña la vida hoy en día y por aprender hoy mismo a ser siervos del Señor fieles y obedientes para que en el futuro —en el hermoso Reino Milenario de Dios sobre la tierra— él nos otorgue y nos confíe un puesto especial en que podamos ser una bendición y útiles a él y a los demás! ¡Allí tú y yo regiremos y reinaremos junto con nuestro Rey de reyes, Jesús!
¿Tú también te estás preparando ahora para gobernar con él cuando venga?
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