La caída de las remesas hacia América Latina, a causa de la crisis financiera mundial, amenaza a hogares de medianos y escasos recursos, especialmente en naciones donde esos ingresos representan proporciones importantes del producto interno bruto (PIB).…Siga leyendo, haciendo click en el título…Para algunas familias, la contracción de las remesas de trabajadores emigrantes puede significar no comer por algunos días, “así de sencillo y trágico”, dijo a IPS el investigador en cuestiones migratorias Gabriel Polanco, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) prevé una reducción moderada de los envíos familiares de dinero hacia la región. Pero su impacto podría ser mayor en países como El Salvador, República Dominicana o México, primer receptor latinoamericano de esos recursos.
Según Polanco, no hay aún datos ni evidencias de que la caída de las remesas esté generando ya problemas sociales importantes. “Pero si continúa el ciclo, es posible que pronto comencemos a sentirlo y verlo en algunas estadísticas”, alertó.
El descenso ya comenzó a reflejarse en cifras. Datos preliminares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indican que las remesas en algunos países de la región cayeron hasta 13 por ciento en enero. Según la institución, 2009 será el primer año de declive, tras una década de crecimiento continuo de esos flujos de divisas.
En México, el monto de las remesas, fundamentalmente desde Estados Unidos, registró una caída de 4,9 por ciento en el primer trimestre de 2009 respecto del mismo período de 2008. El año pasado, el total de esas transferencias privadas recibidas en este país sumó 25.145 millones de dólares, lo que representa 2,5 por ciento del PIB nacional.
En volumen de remesas, México encabeza la lista seguido por Brasil (7.200 millones de dólares), Colombia (4.842 millones), Guatemala (4.315), El Salvador (3.788), República Dominicana (3.111), Perú (2.960), Ecuador (2.822) y Honduras (2.701 millones), según el BID.
Estudiosos afirman que la recesión de Estados Unidos, las dificultades de los inmigrantes para encontrar empleo, el endurecimiento de las fiscalizaciones en los lugares de trabajo y la mayor vigilancia fronteriza influirán en la esperada contracción de las remesas para este año y los siguientes, si la crisis económica se profundiza.
En El Salvador, esto provocará una situación “dramática” en los hogares receptores más pobres, ya que los obligará a “focalizar aun más el consumo en bienes de primera necesidad”, sobre todo alimentos, aseguró a IPS el sociólogo Juan José García, especialista en migración y remesas.
La salvadoreña María Hernández comenzó a sentir hace meses el peso de la crisis. Con dos hijos residentes en Estados Unidos, ella contaba con una ayuda mensual de entre 400 y 500 dólares, que cesó en octubre de 2008. “El envío de remesas se ha detenido, afortunadamente estoy acostumbrada a trabajar”, dijo Hernández a IPS.
En ese país centroamericano las remesas que reciben 381.700 familias –equivalentes a 27 por ciento de la poblaación– se destinan casi por completo a alimentación, vestido, pago de servicios básicos, educación y salud. Las mujeres encabezan 52 por ciento de los hogares receptores.
También en República Dominicana la mayoría de las familias beneficiarias de remesas tienen a una mujer como jefa de hogar. “Cada mes, mi hija me envía 150 dólares. Este dinero lo utilizo para pagar la escuela de otros cuatro hijos, comprar alimento y mejorar mi casa”, contó a IPS Elida Jiménez, de 55 años.
La contracción afectará a 73.650 hogares dominicanos que dejarán de recibir remesas en 2009, empeorando sus condiciones de vida, especialmente en las familias de jefatura femenina.
Las mujeres tienen protagonismo en los dos extremos del fenómeno. Las inmigrantes bolivianas en España envían cada año a su país el equivalente a 5,95 por ciento del PIB nacional, según el español Centro de Investigación y Cooperación Especializado en Remesas de Inmigrantes.
En Cuba, el impacto de la crisis global se verá “suavizado” por las recientes medidas del gobierno estadounidense de Barack Obama, coinciden investigadores.
En 2004, el presidente George W. Bush (2001-2009) había limitado a uno cada tres años los viajes de cubanos residentes en Estados Unidos a este país isleño y a un máximo de 300 dólares trimestrales los envíos a sus familiares directos. Obama eliminó los topes a los montos y las frecuencias y amplió el espectro de receptores a los parientes hasta tercer grado.
“Quizás por la crisis no habría un aumento a corto plazo, pero tampoco se prevé disminución. Creo que no habrá más impacto que el que ya hubo a partir de 2004″, comentó a IPS un economista cubano que no quiso identificarse. En su opinión, cualquiera sea el volumen, las remesas aportan ingresos netos al país.
Dado el componente ideológico del conflicto con Estados Unidos, las autoridades cubanas evitan los datos estadísticos sobre el monto anual de remesas, la mayoría desde ese país en el que residen más de un millón de inmigrantes cubanos.
Basándose en cálculos sobre ventas de la red comercial en divisa libremente convertible (CUC), que abastece alimentos, menaje del hogar, ropa, calzado y electrodomésticos, economistas estiman en más de 1.000 millones de dólares el monto anual de las remesas cubanas.
El centro de estudios Diálogo Interamericano, con sede en Washington, habla de 830 y 985 millones de dólares, de los cuales 53 por ciento proviene de Estados Unidos, 23 por ciento de España y 24 por ciento desde otros países.
Cerca de 40 por ciento de las remesas desde Estados Unidos llegan por medios alternativos, una informalidad alimentada por las restricciones de Bush y por el gravamen de 20 por ciento que el gobierno cubano aplica al dólar estadounidense. “La Western Union me quita mucho”, se quejó una mujer que acababa de cobrar una transferencia a través de esa empresa.
En cambio, María, de 75 años, relató que “mi hija entrega 125 dólares en Miami y a mi me dan acá 100 CUC”, al explicar cómo funcionan las transferencias informales. “No sé, es como una agencia o negocio particular”, agregó. Con ese dinero, ella compra en la “shopin” (tienda en divisas) y satisface “gastos de la casa”.
Al parecer, esas redes funcionan de modo análogo a las transferencias electrónicas de empresas como Western Union: alguien recibe el dinero en Estados Unidos y avisa a su “agente” en Cuba que entregue a la persona indicada el monto equivalente en CUC.
En República Dominicana, apenas 10 por ciento de las remesas llegan por vía bancaria, y el resto por viajeros y agentes “remesadores”, dijo a IPS una fuente del Banco Central. Los costos de las transferencias bancarias son de unos 50 dólares.
El Banco Mundial calcula que un envío de 200 dólares desde Estados Unidos a una localidad mexicana tiene un costo promedio de 11,6 dólares. La principal vía de ingreso de esos fondos a México es Western Union.
Cifras del Banco Central salvadoreño indican que casi 76 por ciento de las remesas llegan por el sistema bancario y el resto por correos privados y encomenderos.
Según estudios académicos sobre política social en Cuba, las remesas se concentran en buena medida en la población blanca y de estratos medios. Son parte de una estrategia de supervivencia y elevación de ingresos planteada en el seno familiar a raíz de la crisis económica de los años 90.
El economista cubano Pedro Monreal llegó a la conclusión de que las remesas son ”un factor decisivo en la atenuación del empobrecimiento” de varios sectores de la población cubana y una importante fuente de ingresos para el presupuesto estatal, por la vía de impuestos indirectos.
Pero la manera en que esas transferencias se articularon en la economía contribuyó a ”la estratificación del consumo, la segmentación de los mercados y la exclusión social”, advirtió Monreal en su estudio “Migraciones y remesas familiares. Veinte hipótesis sobre el caso de Cuba”, publicado por la corresponsalía de IPS en La Habana.
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(*) Con aportes de Diego Cevallos (México), Raúl Gutiérrez (San Salvador) y Valeria Vilardo (Santo Domingo).
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(*) Con aportes de Diego Cevallos (México), Raúl Gutiérrez (San Salvador) y Valeria Vilardo (Santo Domingo).
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