La condición de Israel como el Reino de Dios en la tierra fue reconocida por el Señor Jesús, como es obvio por las expresiones que utilizó. Le dijo a los líderes injustos de su tiempo que su actitud infiel los descalificó para ejercer la autoridad en esa nación, y en consecuencia sería quitado y entregado a sus discípulos (ver Mateo 21:43; Lucas 12:32, 22 :29-30). En otra ocasión, les dijo a los discípulos:“Vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se sentará en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis en doce tronos para juzgar las doce tribus de Israel” (Mateo 19:28).
Fue, sin duda, en previsión de ese momento, que los discípulos le preguntan a Jesucristo después de su resurrección: “¿Vas a restaurar el reino de Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6).Se dieron cuenta de que era el propósito de Dios para hacerlo, yellos esperaban con anticipado interés el restablecimiento del Reino de Dios en la tierra, cuando un Israel disciplinado, educado y rejuvenecido tendría al Cristo como su rey, reflejando la gloria de su Creador, el Señor Dios de Israel (Jeremías 33: 8-10).
El “Reino de Dios” es un término bíblico que denota una voluntad divina, que refleja un reino político divino, tan real y tangible como cualquier otra nación de hoy, y que una vez existió en la tierra en el reino de Israel. Este reino fue quebrado y dispersado entre las naciones a causa de la iniquidad y la rebelión de sus dirigentes y el pueblo, pero se restaurará de nuevo como la base del propósito de Dios en toda la tierra.
El Reino del futuro será diferente de la del pasado, sin embargo, por su autoridad estará a cargo de Reyes inmortales con Cristo como jefe. Así, los redimidos se les promete:“Al que venciere, le daré autoridad sobre las naciones” (Apocalipsis 2:26).
Están representados en el canto:“Tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación, y nos hiciste para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Ap. 5:9-10).Además, el reino del futuro no se limitará a Israel, quien, sin embargo, ocupará el “primer dominio” (Miqueas 4:8), pero que incorporará todas las naciones (Ap. 11:15; Isaías 2. 2-4).
Luego Jerusalén volverán a asumir su condición antigua, y volverá a constituir el “trono del Señor” en la tierra. El profeta Jeremías dice:“En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón ” (Jeremías 3:17).
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