Estimado Mario:
Mencionas en uno de tus artículos de la existencia de dos grupos en el Reino de Dios: El de los gobernantes, que serán inmortales y el de los gobernados, que serán mortales y en consecuencia sujetos a muerte, hasta ahí todo bien. El error y según mi opinión, se produce cuando afirmas que en ese primer grupo, formarán parte, Abraham, David y otros grandes notables, que por estar mencionados antes que los apóstoles, debo entender que te referirás a los grandes personajes del AT. Y eso querido Mario, no es lo que dijo Jesús, por lo cual podrías estar incurriendo en el error de estar predicando un evangelio distinto al que predicó, o sea, estar enseñando una cosa que Él no enseñó. Si eso fuera realmente así y yo no estuviera equivocado, según Pablo, tú estarías en un grave peligro (Gál.1:8-9). Veamos, si te parece bien, las razones por las cuales los notables del AT no pueden formar parte de ese primer grupo y en consecuencia, del gobierno del Reino.
Una de las características de los coherederos del Reino, los únicos participantes en la primera resurrección (Rev.20:4) y por lo que se les concede la inmortalidad, es una muerte de martirio. No olvides lo que Pablo citó en Rom.6:5: “Si nos hemos unido a Cristo en una muerte como la suya, también nos uniremos a él en su resurrección.” Y por lo que Pablo escribe a los filipenses, tenía perfectamente claro y asumido, que tipo de muerte era la que tenía que experimentar. Esto es lo que él nos dice: “Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir en mí el poder de su resurrección y la solidaridad en sus sufrimientos; haciéndome semejante a él en su muerte, 11 espero llegar a la resurrección de los muertos.” (Fil.3:10-11). Ello queda probado, por ejemplo en Rev.6: 9-11: “Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron. 10 Se pusieron a gritar con fuerte voz: “¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?” 11 Entonces se le dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a ser muertos como ellos.” El hecho de que pidan venganza, solo puede deberse a la circunstancia de haber sufrido una injusta muerte de martirio, ya que si hubieran muerto de vejez o de enfermedad, no tendría sentido el que pidieran venganza. Y el hecho de que aquellos a los que tenían que esperar, tenían que ser muertos como ellos, denota esta característica o exigencia para todos aquellos, que aspiren a gobernar con Cristo. Entiendo que añade fuerza a este argumento, lo que nos cuenta Juan que vio en Rev.20: 4: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” Luego, los que Juan vio sentarse en el trono, eran aquellos que por causa del testimonio de Jesús murieron decapitados, o sea, una muerte de martirio o sacrificio. Pero resulta que los notables del AT, en primer lugar, no pudieron dar testimonio de Jesús a nadie, dado que en sus tiempos este aún no existía, es más, tardo unos cuatrocientos y pico de años en aparecer, contando a partir del último libro de las escrituras hebreas (Malaquías). Y en segundo lugar, no hay constancia en ninguna escritura de que los Abraham, Noé, Lot, Moisés, Isaac, Daniel y todos los etcéteras que quieras añadirle (salvo alguna excepciones), experimentaran una muerte de martirio, más bien todo lo contrario. Por ejemplo, Abraham (Gén.25:8), o Isaac (Gén.35:29), o Jacob (Gén.49:33), o David (1 Rey. 1:1-3), o Daniel (Dan.12:13) y otros muchos (la mayoría) acabaron su vida de muerte natural. Luego, no califican para ese puesto.
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También según Jesús, para entrar en el Reino y eso tú lo has escrito infinidad de veces, es requisito indispensable el nacer de nuevo: “Respondió Jesús: “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Juan 3:5). Creo que no hay ninguna duda de lo que quiso decir Jesús y si eso es así, tendrás que concordar conmigo que absolutamente ninguno de los notables del AT reunía estos dos requisitos. Para tenerlo claro, ninguno de ellos fue bautizado en el nombre de Jesús, ni recibió el bautismo (ungimiento) del Espíritu Santo, circunstancia esta última que empezó en el Pentecostés de 33 EC. Luego ninguno de ellos puede entrar en el Reino como cogobernante con Cristo. Y es que la posibilidad de ser parte de esa élite de personas, unas pocas (Lucas 12:32), tuvo una fecha de inicio según palabras de Jesús. Leamos Lucas 16:16: “La Ley y los Profetas eran hasta Juan. Desde entonces se declara el reino de Dios como buenas nuevas, y toda clase de persona se adelanta con ardor hacia él.” O sea, que si lo entendemos bien, no fue sino hasta después de Juan el Bautista, cuando se abrió la posibilidad de acceso a ese privilegio de entrar en el Reino, con inmortalidad y en calidad de cogobernante con Cristo, no antes.
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Esta circunstancia tú mismo la reconoces en el párrafo tres de tú artículo titulado; “¿Qué debemos hacer para entrar en el Reino de Dios?”. Te lo paso a transcribir tal cual lo redactaste: “Jesús dijo: “La ley y los profetas fueron hasta Juan: desde entonces el reino de Dios se predica, y todos se esfuerzan por entrar en él” (Lucas 16:16). ¿Qué es lo que se predica desde Juan el Bautista? El reino de Dios! ¿Qué debe hacer cada hijo de Dios hacer para entrar a este pedazo de cielo en la tierra? “Todos se esfuerzan por entrar en él.” La palabra “esforzar” significa la actividad vital, la concentración y trabajo duro. El cuerpo, alma, mente y el corazón de todos debe estar centrado en el objetivo: presionar en el reino de Dios por superar todos los obstáculos y las tentaciones que Satanás nos pone en nuestro camino”. Estarás de acuerdo conmigo, que los notables del AT no pudieron esforzarse por conseguir algo que no existía en su tiempo, máxime teniendo en cuenta que ni siquiera el mismísimo Juan, tendría acceso al mismo (el Reino) según dejó claro el propio Jesús: “Os digo que entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan. Sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él” (Lucas 7:28). Luego, si el más pequeño en el Reino, o sea el último, era mayor que Juan, habría que entender que Juan no estará en el, ya que de no ser así, las palabras de Jesús no tendrían sentido. Y puesto que los Abraham y compañía, según este texto, no pueden ser mayores que Juan, les aplican las mismas palabras y tampoco pueden estar en el.
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Pero es que hay otra cuestión que deberíamos resolver: ¿con quienes se comprometió Jesús para gobernar con Él? Porque lógicamente, al responder a esa pregunta, averiguaremos quienes conformarán ese grupo de inmortales que han de gobernar con Él en el Reino. Veamos una interesante conversación que Jesús mantuvo con sus discípulos, registrada en Mateo 19:27-29: “Entonces Pedro le dijo en respuesta: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. 28 Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes, los que me han seguido, también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel. 29 Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por causa de mi nombre, recibirá muchas veces más, y heredará la vida eterna.” Luego vemos que Jesús comprometió el gobernar con Él en el Reino, a sus discípulos y, según se deduce del v.29, con todos aquellos escogidos, que después de ellos, abandonaran todo por causa de su nombre.” Podríamos leer también Lucas 22:28-30: “Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” Luego por el contenido de estos textos, deberíamos de razonar, que los notables del AT, quedan fuera de este arreglo dado que ellos ni pudieron seguir a Jesús, ni tuvieron que abandonar nada a causa de su nombre, sencillamente y como antes hemos dicho, porque este aún no existía en sus tiempos y por otra parte, al no existir ellos en los días de Jesús (habían muerto mucho antes), no pudieron estar presentes en la ocasión en la que tomó forma el arreglo del pacto y por tanto, no pudieron ser partícipes de el. Y Jesús fue muy claro en identificar a aquellos con los que establecía el pacto: “ustedes, los que me han seguido”.
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Creo honestamente Mario, que he aportado suficiente evidencia que nos dice que algo está mal en tu planteamiento. Es cierto y soy consciente de ello, que de aceptar mi información como correcta, deberías de reflexionar acerca de algunos de tus puntos de vista acerca de la configuración del Reino y de los textos que usas para mantener los tales.
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Un abrazo.
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Armando
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Respuesta de apologista:
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Querido Armando, muchas gracias por tu carta y por las aclaraciones que me haces con relación a un artículo que publiqué en mi blog no hace mucho.
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Por lo que veo, tú crees que sólo aquellos que han sufrido el martirio podrán obtener la inmortalidad y así reinar con Cristo durante el milenio. Pero esta postura tuya tiene algunos problemitas que hay que solucionar. El primero de ellos es Juan, uno de los doce apóstoles, quien, como tú sabes bien, no murió en el martirio, es decir, no fue decapitado, quemado, atravesado por lanzas o flechas, o crucificado.
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La enciclopedia Wikepedia dice de los mártires, lo siguiente: En el mundo occidental de tradición cristiana, la palabra (mártir) tiene históricamente connotaciones religiosas, pues se ha considerado que un mártir era una persona que moría por su fe religiosa, y en muchos casos era torturada hasta la muerte. Los mártires cristianos de los tres primeros siglos después de Cristo eran asesinados por sus convicciones religiosas (a veces eran crucificados como Cristo) de la misma manera que los prisioneros políticos romanos o arrojados a los leones en un espectáculo circense.
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Así pues, los mártires cristianos fueron asesinados cruelmente por su fe. ¿Pero fue San Juan asesinado por su fe? NO!!! San Juan el apóstol murió pacíficamente en Efeso hacia el tercer año del reinado de Trajano, es decir hacia el año cien de la era cristiana, cuando tenía la edad de noventa y cuatro años, de acuerdo con San Epifanio. ¿Dirás, Armando, que el apóstol Juan, el bien amado, no tiene derecho de reinar con Cristo porque murió pacíficamente sin ser martirizado? ¿Acaso no prometió Jesús doce tronos y no once para sus apóstoles? Si Juan quedó excluido porque no murió mártir, Jesús debió haber hablado de once tronos para sus apóstoles, y no doce (Mateo 19:27-29).
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El otro punto que debemos considerar lo encontramos en Apocalipsis 20:4, dónde Juan describe que los degollados o decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. ¿Es que acaso sólo los decapitados por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios durante la tiranía del anticristo reinarán con Cristo? ¿Qué hay de aquellos mártires de la Edad Media que murieron en la hoguera, pero no fueron decapitados ni marcados con la marca de la bestia? ¿Acaso no serán inmortales y reyes? ¿Y qué hay de aquellos que murieron y mueren en estos momentos en los países comunistas o islámicos? ¿Dejarán estos mártires de reinar porque murieron por causa del testimonio de Jesús y por la palabra, más no porque rehusaron recibir la marca de la bestia y adorar su imagen? ¿Qué hay de aquellos que murieron por su fe, ya sean lapidados, crucificados, quemados vivos, encarcelados, pero no decapitados?…¿y qué hay de aquellos que sufrieron mucho por Cristo y murieron de buena vejez en sus casas?
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¿Me estoy realmente desviando de la verdad cuando incluyo entre los futuros inmortales a aquellos que murieron de buena vejez como Abraham, Isaac, Jacob, David, Salomón, los profetas, San Juan, y muchos otros hombres de fe de renombre? ¡Pues no me estoy desviando en absoluto!… Y he aquí la razón. Fíjate lo que Jesús mismo dijo en Lucas 13:28 “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. El verso 29, dice: “Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se SENTARÁN a la mesa en el reino de Dios”. Pues bien, en el Verso 28 de Lucas 13 vemos que los patriarcas y profetas estarán en el reino de Dios, aunque tú podrías alegar que ellos estarán en el reino sólo como súbditos, mas no como reyes inmortales, pues no se les ve en la mesa mesiánica. También tú podrías decir que en el verso 29 se habla de otro grupo que viene de oriente, occidente, norte y sur, los cuales sí se sientan con Cristo en su mesa, y que son de la clase de los inmortales, es decir, los que reinan con Cristo. Pero fíjate ahora lo que dice Mateo 8:11 sobre este mismo grupo internacional que viene del norte, sur, este, y oeste: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se SENTARÁN (¿con quiénes?) con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos”. Es decir, el grupo internacional y los patriarcas y profetas estarán juntos en el reino como personas inmortales, compartiendo la mesa mesiánica con Cristo.
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Resumiendo:
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Lucas 19:28 nos habla de los patriarcas y profetas en el reino de Dios.
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Lucas 19:29: nos habla de un grupo internacional que se sienta en la mesa con Cristo.
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Mateo 8:11: nos dice que el grupo internacional se sienta con Abraham, Isaac y Jacob en el reino.
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Por tanto, Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas estarán también en la mesa mesiánica junto con Cristo y el grupo internacional. Es decir, que todos estos fieles serán co-gobernantes con Cristo en su reino, y serán todos inmortales.
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¿Y qué hay del bautismo como pre-requisito para entrar en el reino?
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Es cierto que Jesús le dijo a Nicodemo que él debía nacer de nuevo de agua y del Espíritu para entrar en el reino. ¿Pero fueron bautizados los notables del AT para entrar en el reino? Pues, sí. Según Pablo, en Moisés todo el pueblo fue bautizado en la nube y en el mar: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. Y aunque la Biblia no lo dice, podría yo suponer que el mismo Noé y su familia recibieron el bautismo en la lluvia y en el mar, cuando Dios destruía a los impíos. Así que el pueblo que formaría la monarquía davídica fue bautizado en la nube y en el mar…y el pueblo bebió de esa bebida espiritual que representaba al Cristo, el salvador y rey. Quisiera, sin embargo, agregar un comentario sobre el bautismo en el periodo del AT que encontré en otro sitio web: “Los Profetas del antiguo pacto también hablaron de lavamientos y purificaciones, si bien este llamado más que nada era un llamado simbólico a la purificación espiritual, podemos rescatar el hecho de que para esta purificación se mencione el agua, el cual es elemento principal en el bautismo practicado por la congregación de Jesús.
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Veamos lo que dice Isaías 1:16:
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“Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo”.
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También en la profecía del Antiguo Pacto se habla acerca de los lavamientos y de las purificaciones de pecados, aquí también el agua es elemento principal para estas purificaciones. Por lo tanto encontramos desde ya en esos tiempos un origen para el bautismo practicado por Juan el bautista primitivamente y luego por el Mesías Jesús y la congregación. Veamos algunos pasajes:
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Ezequiel 36:25: Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
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Zacarías 13:1: En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.
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Como podemos ver en estos pasajes proféticos, se explica el uso del agua para el lavamiento de pecados, esto representa un simbolismo el cual Dios considera de gran importancia, pues desde estas profecías nace el origen del bautismo. Es decir el bautismo nació en la mente y en el corazón de YaHWeH representativamente en los lavamientos y las purificaciones en el antiguo pacto, para que luego en el futuro tomara su real cuerpo con la llegada del Mesías a la tierra. La tradición enseña además que incluso los judíos tenían por costumbre bautizar a los gentiles para ser limpiados de pecados y luego los sometían a la circuncisión para guardar la Ley. El bautismo se prescribió a los prosélitos (quizás a.C.) para incorporar a los gentiles en la comunidad judaica. También lo practicaron los Esenios.
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Por último, hablando del origen del bautismo me gustaría comentar acerca de un texto maravilloso que nos habla de un bautismo divino que se originó en el tiempo de Moisés. Es impresionante observar como Dios se preocupó de todos los detalles del viaje de su amado pueblo durante ellos estuvieron en el desierto, pero bueno, sin más preámbulo vea este maravilloso ejemplo de bautismo.
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“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era el Mesías” (1Corintios 10:2-4)
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¿Por qué debería estar Abraham en el reino como un rey?
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Pues las Escrituras nos dicen que Abraham creyó en el evangelio, cuando se le dio las buenas nuevas de antemano. Dice Gálatas 3:8 “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio DE ANTEMANO LA BUENA NUEVA a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones”. Por eso Jesús dijo de Abraham: Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó (Juan 8:56). Y como dijo Jesús en Juan 1:12, todos los que lo reciben a él y creen en su nombre, Dios los ha hecho hijos de Dios…y si hijos, luego herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. (Romanos 8:14-17).
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Si Abraham, el paradigma y padre y de la fe, no obtendrá la inmortalidad para ser un coheredero y cogobernante con Cristo en su reinado milenial, entonces él no hizo méritos suficientes para ser un hijo de Dios, y eso es una blasfemia. En Romanos 14:13-25 Pablo habla de la fe y la justificación de Abraham y de todos los que son de la fe, así:
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“Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”.
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Si examinas estos versos paulinos, verás que el apóstol de los gentiles comienza diciendo que a Abraham o a su descendencia (es decir, Cristo y los que son de Cristo) se le dio la promesa de que sería HEREDERO DEL MUNDO. Así pues, Abraham y su descendencia tenían LA MISMA PROMESA DE HEREDAR EL MUNDO. Por tanto, afirmar que Abraham tiene una esperanza distinta que su descendencia (que es Cristo y su iglesia), es un error garrafal.
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También descubrimos que la fe de Abraham fue contada por justicia, es decir, que Abraham fue justificado por su fe, y Pablo es claro cuando nos dice qué es lo que consiguen los justificados como Abraham: “Y a los que predestinó, a éstos también llamó (Abraham fue llamado por Dios); y a los que llamó, a éstos también JUSTIFICÓ (por la fe); y a los que justificó, a éstos también GLORIFICÓ” (Romanos 8:30). Así que Abraham fue GLORIFICADO de antemano por Dios debido a su fe. Un poquito antes, en el versículo 17 de Romanos 8, Pablo ya había escrito que los glorificados son necesariamente sus hijos y herederos, y además, los coherederos con Cristo. Estas son sus palabras: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos GLORIFICADOS”. Así que Abraham fue de antemano GLORIFICADO y esto lo convierte en hijo y heredero de Dios.
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Insistir tercamente que al patriarca Abraham nunca se le prometió un puesto de honor al lado de Cristo como cogobernante de su reino, es una necedad de marca mayor. Y si Abraham heredará lo mismo que Cristo, ¿por qué no también los otros patriarcas y hombres de fe del AT?
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Y con relación a David, sería absurdo que después de haber sido él el más grande rey de Israel, en el milenio pase a ser un simple súbdito de su reino.
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