martes, 8 de diciembre de 2009

LAS DOS LUCES DEL GÉNESIS


En la Biblia encontramos variedad de innumerables textos que nos ayudan a comprender muchas cosas o bien a visualizar un lado o dimensión que no estaba a nuestra vista anteriormente, dependiendo claro está de la necesidad que se tenga específicamente para ese momento, o bien, si el deseo es de ampliar conocimiento en las verdades salvadoras de la Palabra de Dios de seguro que hallaremos las respuestas.
Por ejemplo, en Santiago 1:5 leemos:
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“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.”
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Sinceramente me da lástima que en ocasiones cosas tan simples y sencillas como la interpretación literal de un texto bíblico comparado a la luz de las Escrituras y de la evidencia científica no pueda ser comprendida con simples palabras. A veces es mejor exponer el tema con propiedad, tanto teológica como también científica.
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En días recientes uno de nuestros distinguidos lectores nos confrontó con una inquietud bastante normal y apta de una persona a la cual le apasionan los temas científicos y un tanto los teológicos. Sin embargo, en ocasiones cuando se intenta ir en contra de evidencias contundentes utilizando argumentos vagos y extremadamente parcializados, lo que deja ver es un amplio desconocimiento de términos y terminología, así como de ideas presentes tanto en una disciplina como en la otra.
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Pues bien. Nuestro amigo argumentaba que al parecer existe una cierta paradoja o contradicción en el relato bíblico del Génesis, en especial en los versículos referentes al acto creador de Dios referente a la luz (la cuál fue creada en el segundo día como sabemos), y a la de “las grandes lumbreras”, entiéndase, el Sol y la Luna, e “hizo también las estrellas”. El nos decía que como puede ser posible que la luz existiera en el segundo día cuando Dios creó el Sol en el cuarto día… Ciertamente le recomendé a nuestro amigo que repasara el relato de la creación, y aunque no lo hice en aquel momento, creo que también deberíamos recomendarle una ojeadita a su libro preferido de física básica, ya que hay una serie de conceptos que por más que yo intente presentar en la mayor simpleza posible, si no se tienen ciertos conocimientos básicos será imposible comprender a cabalidad el punto de lo que estamos exponiendo. Aunque ciertamente para discutir solo estos pocos textos bíblicos necesitaríamos varios “posts”, intentaré resumir en pocas palabras mi respuesta ante la inquietud antes presentada. Leemos en el capítulo uno del libro del Génesis, en sus primeros versículos lo siguiente:
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Génesis 1
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.
6 Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
7 E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.
8 Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.
9 Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.
10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.
11 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.
12 Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.
13 Y fue la tarde y la mañana el día tercero.
14 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años,
15 y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.
16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.
17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,
18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.
20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.
21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto.
24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.
25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
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Nuestro amigo argumenta que la luz creada en el segundo día es la luz que ilumina la Tierra y que por lo tanto necesita ser gobernada por el Sol, el cual fue creado “contradictoriamente” para sustentar su argumento, en el cuarto día. Sé que es muy común que cuando se tiene rabia o coraje contra un determinado tema en específico se intente a toda costa el intentar ridiculizarlo. Sin embargo, si no se tiene un conocimiento efectivo previo de la teoría o teorías que piensa atacar, creo que es una fatalidad el aventurase a atacar algo sin saber tan siquiera el “uso básico de las armas” que utilizará para defenderse.
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Insto a que lean el pasaje bíblico nuevamente y notarán que en NINGUN lugar este hace referencia a que la luz del segundo día es dependiente del Sol. Sencillamente no lo dice. Punto.
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Para aquellos que han tenido el placer y el privilegio de ESTUDIAR la Biblia, no leerla superficialmente, sabrán que ésta está exenta de cualquier aparente o supuesto error o contradicción. En cambio, no es que no tenga sus errores o que los copistas de las antiguas versiones arameas o griegas, ya sea del Nuevo Testamento o del Antiguo Testamento, no hayan cometido errores al hacer la traducción. Lo importante es ver y entender el CONTEXTO del versículo que se está leyendo. No tomar opiniones ajenas de personas incultas respecto al tema, que intentan infructuosamente hacerle daño, aparentando las supuestas e inexistentes contradicciones.
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Sin embargo, en ocasiones es importante, como dije anteriormente, el demostrar las cosas de un modo más científico. Tal vez nuestro amigo nos entienda mejor de esta manera.
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Les invito a leer nuevamente el pasaje bíblico, concentrándonos esta vez en Génesis 1:4. Obviamente aquí tenemos la evidencia más clara y contundente de que, aunque ciertamente las tinieblas existían, también la luz existía. ¿Por qué? Pues porque en el versículo cuatro se nos dice:
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“Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.”
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Hasta donde sabemos, si se hace alusión a que se va a separar algo, es porque en algún momento estuvo junto o unido. ¿Qué tiene que ver el Sol en todo esto…? Absolutamente NADA. Aún no ha sido creado, contrario a la luz, la cual se encontraba mezclada con las tinieblas, y de ahí la ya mencionada necesidad de separarlas. Como mencioné en el post anterior, sabemos que hay un rango completo de energías relativas a los fotones, los portadores de luz (sin entrar en la mecánica cuántica por el momento para aquellos de ustedes que estén inquietos…). Estos varían desde las débiles micro-ondas que podemos hallar en un calentador de comida, hasta los rayos gama emitidos en la radiación solar.
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Para sorpresa de muchos, en interesante el notar que “la luz” que se menciona en Génesis 1:3 existía en cierta medida, siendo descrita como tal en Génesis 1:4. Tanto los estudiosos de los textos originales de la Biblia, como también gran cantidad de científicos y expertos en el tema, compartimos la idea de que esta luz era tan potente que obviamente no era “visible” en alguna manera para el ojo humano. Por ejemplo, la energía termal que fue necesaria que ocurriera este proceso probablemente llevó a los fotones a una temperatura alrededor de los 2,500 K, permitiendo de esta manera que los electrones se enlazaran a lar órbitas estables de los núcleos de hidrógeno y helio, llegando a ser de esta manera lo que hayamos en el versículo cuatro.
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Es importante recordar del mismo modo que la idea o noción de “tinieblas” es un término que utilizamos comúnmente para referirnos a la “ausencia de luz”. Por tal motivo podemos decir que “la luz es luz” y las tinieblas son la “ausencia de luz”. Incluso, en el libro de Isaías, uno de los “profetas mayores” teológicamente hablando, hallamos una declaración por demás interesante.
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Está hablando Dios y dice:
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“…que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.” (Isaías 45:7)
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Claramente podemos ver que entonces que tanto la luz como las tinieblas fueron claramente creadas, aunque se podría decir también que las tinieblas existían previamente en cierto sentido. Es interesante notar del mismo modo que según este texto, podemos ver que las tinieblas fueron las que ya existían o fueron previamente creadas, probablemente en una creación anterior, y no la luz, la cual se creó después y tuvo que ser separada de las tinieblas. Basta con la evidencia. No hay necesidad de Sol alguno obviamente, tanto teológica como científicamente hablando, para que esta luz del segundo día, muy distinta a la luz o radiación gamma que emite el Sol creado en el cuarto día.
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Es obvio que, a menos que no se tenga un total o al menos, un parcial entendimiento en la materia y claro, ningún prejuicio ni repetición de opiniones ajenas en cuanto a estos asuntos, no se logrará vislumbrar la clara verdad que surge de cada una de las líneas del pasaje bíblico. Tanto los teólogos y estudiosos de la Biblia, como también innumerable cantidad de científicos, compartimos este punto de vista referente a la luz y a la distinción entre ambos tipos de la misma. No hay contradicción alguna. No hay paradoja alguna. No hay fábula ni mentira alguna. Simplemente una evidencia tan contundente que abruma a aquellos que se resisten a creer en ella.
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Respecto a la Biblia, sabemos que claramente es la Palabra de Dios revelada a nosotros a través de manos de hombres. Esto implica claramente que dado que fueron hombres e obvio que puede ser que tal vez exista un pequeño error de comprensión aquí o allí, o que tal vez los copistas o traductores de las versiones anteriores, ya fuera de la griega o de la aramea, hayan cometido errores (lo cual es lo más común que ha acontecido). Sin embargo, contradicciones como tal, no existen.
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Insto a cada lector a que se dedique al ESTUDIO diligente de la Biblia no a LEERLA superficialmente, sin ideas preconcebidas y sin estar buscando textos bíblicos al azar aquí y allí, intentando desesperadamente buscar alguna contradicción aparente. Se darán cuenta pronto que todo lo que aparenta ser contradictorio no son más que vagos intentos por quitarle valor o mérito a un instrumento transformador como lo es la Palabra de Dios. Tomando los temas bíblicos concienzudamente, estudiando diligentemente su contexto se notará que es 100% concordante desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Es un hecho. Punto.
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“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.”(Santiago 1:5)
¡Hasta la próxima, y que Dios les bendiga abundantemente!
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FUENTE:
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