(Las Antiguas Evidencias Pasadas por alto)
Por Mario A. Olcese
“También sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y estamos con el Verdadero, con su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida eterna”.
Muchos de los que erradamente creen que el Mesías es el Dios verdadero sostienen que la oración final en este verso: “Este es el verdadero Dios y la vida eterna”, se refiere a Jesús el Mesías, puesto que el sustantivo más cercano a “Este” es “Jesucristo”. Sin embargo, puesto que Dios y el Mesías son ambos referidos en la primera oración del verso, la oración final puede referirse a cualquiera de ellos. La palabra (pronombre) “Este”, que inicia la oración final, es houtos, y un estudio de él mostrará que el contexto, no el sustantivo o pronombre más cercano, debe determinar a cuál “Este” se está refiriendo. La Biblia provee ejemplos de esto, y uno bueno está en Hechos 7:18 y 19: “Hasta que se levantó otro rey en Egipto que no conocía á José. Este [houtos], usando de astucia con nuestro linaje, maltrató á nuestros padres, á fin de que pusiesen á peligro de muerte sus niños, para que cesase la generación”. Es claro de este ejemplo que “este” [houtos] no puede referirse a José, aunque José es el sustantivo más próximo. Se refiere al otro rey, el primero, en el verso, aunque ese rey malvado no es el sustantivo más cercano.
Si fuera verdad de que los pronombres siempre se refieren al sustantivo más próximo, resultarían en serios problemas teológicos. Un ejemplo es Hechos 4:10, 11: “Sea notorio á todos vosotros, y á todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesús el Mesías de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este [Houtos] es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo”. Si “Este” en la última oración se refiere al sustantivo o pronombre más próximo, entonces el hombre que fue sanado es realmente la piedra rechazada por los constructores y que ha venido a ser cabeza del ángulo, es decir, el Mesías. Por supuesto que esto no es verdad.
Un aun más problemático ejemplo para aquellos que no reconocen que el contexto, no la colocación del sustantivo o pronombre, es la clave más vital para el significado adecuado de 1 Juan 5:20, donde se lee: “También sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y estamos con el Verdadero, con* su Hijo Jesús el Mesías. Éste [Houtos] es el Dios verdadero y la vida eterna”. Como en los dos ejemplos anteriores, el pronombre “Este” en este versículo no se relaciona con el sustantivo más próximo, sino que se refiere al Padre, una de las dos personas que se mencionan en todo el versículo.
Un último ejemplo: 1 Juan 2:22. Este interesante texto dice: “¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Mesías? Este es el anticristo,, que niega al Padre y al Hijo”. Si nos atenemos a que “Este es anticristo” es el Mesías mismo, el sujeto inmediato que antecede a esta frase, tendríamos que concluir que el Mesías es el anticristo…¡Y esto sería una blasfemia de marca mayor! De modo que vemos que no podemos concluir que la frase “este es el verdadero Dios y la vida eterna” se está refiriendo al sujeto antecedente de esta expresión, pues si lo hacemos así, tendríamos que hacer lo propio con 1 Juan 2:22 y entonces estaríamos blasfemando contra la persona del Hijo.
Finalmente, es el propio Maestro Jesús el Mesías quien nos reveló al Padre diciendo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan (no, “nos conozcan”) a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús el Mesías, a quien has enviado”. Aquí claramente nuestro amado Maestro nos enseña una verdad que pocos quieren aceptar por culpa de la tradición Católica y Protestante. Y esta verdad es que el Mesías mismo enseñó que sólo Su Padre es el único Dios verdadero y nadie más. Incluso, ya en el cielo, Jesús sigue llamando a Su Padre como “MI DIOS” 4 veces en Apo. 3:12: “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo de con mi Dios, y mi nombre nuevo”. Nos preguntamos, ¿puede un Dios verdadero tener su propio Dios verdadero? Creo que aquí hay un punto que merece seria consideración.
Más estudios sobre Dios y Cristo en:
www.elevangeliodelreino.org
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