Es curioso que la escatología realizada de Corinto haya re-emergido en preterismo. La negación antigua de la resurrección del cuerpo puede haber sido fundamentada en la filosofía griega, pero fue una negación de la esencia del evangelio (1Cor.15). En 1Cor.15 Pablo explica algo del cuerpo de la resurrección, que será a la vez diferente y todavía semejante con este cuerpo (vv.35-50). Y lo que sean esas diferencias, el cuerpo enterrado es el cuerpo resucitado (vv.42-44). Tan importante es esto que Pablo sostiene la verdad del Evangelio en este asunto (vv.12ff). Si Jesús no experimentó la resurrección del cuerpo, entonces no queda nada para predicar, y no tenemos ninguna esperanza. Pero, por supuesto, “Cristo ha resucitado de los muertos, y se ha convertido en las primicias de los que se han dormido” (v. 20). No permaneció en la tumba, ni tampoco nosotros permaneceremos en ella.
Esto, por supuesto, era un punto de controversia entre los fariseos y los saduceos. Los fariseos afirmaron la resurrección, los saduceos la negaban. Pablo a veces se posicionó con los fariseos en esta materia (Hechos 23:6-8), demostrando así su propia creencia en la resurrección física. Pero más que aceptar que una resurrección física del cuerpo estaba por venir, audazmente anunció que en Jesús ya había tenido lugar (Hechos 4:1-2). Jesús resucitó, y no en un sentido meramente espiritual; Su tumba quedó vacía. Y por esta predicación se burlaron de él los griegos de su época (Hechos 17:32), pero no se amilanó, continuó, tanto enseñando y esforzándose por ser parte de esa clase de “resurrección de los muertos” (ten exanastasin diez ek nekron, Fil.3: 11). Su esperanza era ser parte de esa resurrección de los justos “del polvo de la tierra” (Dan.12: 2).
Denegaciones Preteristas de la resurrección corporal son tan antiguas como el error de Corinto, pero no son más válidos hoy que entonces. Afirmar que vivimos en la resurrección hoy es, de nuevo, tomar una simple parte por el todo. En la resurrección, no hay matrimonio (Luc.20:35). Las relaciones familiares como las que conocemos hoy será entonces algo muy distinto, verdaderamente difícil de conciliar con la idea de la resurrección del preterismo presente. Hacer que la esperanza de Pablo de la resurrección sea puramente espiritual hace que sus palabras y gran parte de sus persecuciones (por ejemplo, Hechos 4:1-2, 23:6) carezcan de sentido. Peor aún, hace de él un mentiroso (1Cor.15: 15).
“Pero rechazar profanas pláticas sobre cosas vanas, ya que aumentarán a más impiedad. Y su mensaje se extenderá como un cáncer. Himeneo y Fileto son de este tipo, que se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya ha pasado, y ellos derrumban la fe de algunos” (2Tim. 2:16-18). En opinión de Pablo, esta doctrina preterista es particularmente peligrosa.
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