lunes, 19 de octubre de 2009

EL PRETERISMO Y LA SEGUNDA VENIDA


El Preterismo falla en este asunto de la Segunda Venida de Cristo ya que sostiene que la esperanza del retorno de Cristo también fue cumplido en el año 70. Para demostrarlo, los preteristas afirman que la destrucción de Jerusalén era esa ”venida” de Cristo en un juicio previsto. Pero suponer que esa venida era el fiel cumplimiento de la predicción:”este mismo Jesús vendrá otra vez de la misma manera como le habéis visto ir al cielo” es extremadamente difícil de concebir (Hechos 1:11). De hecho, si lo fuera, las palabras parecerían haber perdido todo sentido. Las promesas “lo veremos tal como él es” y seremos “como él es” (1Jn.3: 2) parecen inducir a error si en el año 70 dC se cumplieron. También las promesas: “Todo ojo le verá” (Rev.1: 7)en su próximo retorno “en gran gloria sobre las nubes del cielo” (Mat.24:30) en compañía de todos sus santos ángeles (1Tes.4:16f; Apo.19:11 ss) y anunciado por los ángeles (1Tes.4:16) en un evento tan espectacular que no puede perderse (Mat.24 :26-27) y “venir otra vez para tomarlos conmigo, para que donde yo estoy allí estéis también vosotros (Jn 14, 3) muy naturalmente nos llevan a esperar un regreso personal y visible, ya que, tradicionalmente, fue entendido así unánimemente por los santos en toda la era de la iglesia. De hecho, escuchar el argumento preterista de que “Cristo realmente ha venido en el año 70″, nos recuerda a uno de aquellos a quienes Jesús advirtió (Mat.24:26-27) (parafraseando) “si tienen que decirte que yo he venido, estén seguros de que no es así. Al igual que el relámpago, ustedes no serán capaces de perdérselo”. “Aquellos que tratan de convencernos de que Cristo ha venido, anuncian por esa misma acción de que son falsos maestros.

Hay mucho lo que hace que la posición preterista sea difícil de creer. Decir que la venida en juicio en el 70 DC agota la esperanza bienaventurada, destruye la analogía de la primera venida, se echa a perder el patrón general del cumplimiento profético, que convierte las palabras sencillas de Jesús y sus apóstoles en misteriosas y etéreas, y que claramente entran dentro de la negación de nuestro Señor en Mat.24 :26-27.

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