Por Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Primero de todo, todos deberíamos tratar de estudiar la Biblia, de la manera más objetiva posible. Quiero decir, que al leer lo que dice la Biblia no debemos dejarnos condicionar por ideas preconcebidas, o por como lo interpretan los adventistas o cualquier otra denominación, sino que debemos dejar que la Biblia sea la que se interprete a sí misma. Creo que ese es el principio hermenéutico más válido e importante.
Una buena forma de analizar este tema o cualquier otro es empezar planteándonos la pregunta que presenta el asunto que se cuestiona.
¿Cuándo fue instituido por Dios el reposo del sábado como un mandamiento, en Génesis 2: 2, 3, al final de la semana de la Creación, o por el contrario en Éxodo 16:4-32, utilizando el maná como elemento pedagógico para que Israel aprendiera la obediencia y lo que más tarde se convertiría, no sólo en el cuarto mandamiento del Decálogo (Éxodo 20:1-17) sino también en la señal del pacto (Éxodo 31:12-17) ?
Examinemos detenidamente Génesis 2:2, 3
¿Establece Dios, en estos textos, un mandamiento de reposar de todo tipo de obra o de trabajo en el séptimo día para Adán y Eva, y todos sus descendientes?
¿Es acaso un mandato imperativo como el que aparece en los versículos 16, 17: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; (17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2: 16, 17)?
Génesis 2:2, 3:
“Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. (3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.”
Es conveniente leer este texto en la versión católica, Biblia de Jerusalén, pues ella nos aclara que el escritor del Génesis en estos pasajes evita toda alusión a la palabra reposo (shabbat):
Génesis 2:2, 3 (Biblia de Jerusalén, 1998):
Génesis 2:2, 3 (Biblia de Jerusalén, 1998):
“Concluyéronse, pues, el cielo y la tierra y todo su aparato, (2) y dio por concluida Dios en el día séptimo la labor que hiciera. (3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.”
Aunque está clarísimo que en este texto de Génesis 2:2,3 no hay mandamiento alguno de parte de Dios para que la Humanidad guarde este día de reposo, es también obvio que Dios nos está tratando de enseñar algo con su ejemplo. El día séptimo es distinguido con una bendición que los otros seis días de la semana no reciben. Además, dicho día séptimo es santificado. ¿Qué significa santificado? Santificar es poner aparte para uso sagrado, es decir para un uso no profano. Sin embargo, la Biblia no habla más del séptimo día hasta Éxodo 16:4-32, donde, con el episodio del Maná, Dios, les prepara para la obediencia del reposo sabático. Y esto sucedió antes de dar a su pueblo Israel en el Sinaí sus leyes. Por tanto, deducimos que los patriarcas, Noé, Abraham, Isaac, etc. no tenían este mandamiento.
La razón que se nos da, para bendecir y santificar el día séptimo, es “porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.”. Observemos, que todos los días de la creación, excepto el séptimo llevan la coletilla: “y fue la tarde y la mañana el día …”. Dios hace toda su obra creadora, distribuyéndola en seis días, como para darnos ejemplo, de cuál debe ser la duración del ciclo semanal de trabajo para los seres humanos. Luego descansa en el séptimo día para mostrarnos con su ejemplo que es bueno que le imitemos, descansando de nuestras labores diarias un día de cada siete. Si así lo hacemos, ese tiempo del séptimo día es bendecido y santificado por Dios. Sin embargo, el descanso de Dios en el séptimo día de su creación, no se limita a ese día séptimo de “mañana y tarde” o sea de veinticuatro horas, que para nosotros, irremisiblemente, se repite cada semana, después de seis duros días de trabajo.
El tiempo cuenta para los seres humanos, pero no para Dios porque es eterno e infinito. Él, que por definición, no puede cansarse, no obstante, hace distinción entre el tiempo ocupado en su labor creadora, y el dedicado al descanso u otra actividad distinta a la citada. Acabada su creación, entra en su descanso, el cual no se limita sólo a ese día séptimo de veinticuatro horas sino que se extiende a la eternidad, gozando de los frutos de su creación.
Descansar un día a la semana, ya sea el séptimo u otro cualquiera, sin duda, puede ser beneficioso para la salud física, psíquica y espiritual, siempre que se respeten estas tres manifestaciones del ser humano, pero esto no tiene nada que ver con el cuarto mandamiento de reposar el sábado dado, sólo, al pueblo de Israel.
No ponemos en duda que descansar un día de cada siete puede ser conveniente para la salud física, psíquica y espiritual de los seres humanos, especialmente cuando ese día de descanso se utilice para realizar actividades distintas del resto de la semana, y que contemplen, además del descanso físico y psíquico, una dedicación especial a hacer el bien al prójimo, y a crecer en el amor a Dios y a nuestros semejantes. Sin embargo, lo que debatimos aquí es si en el Nuevo Pacto, todavía sigue vigente el cuarto mandamiento de la ley de Dios que exige el descanso del sábado, o de un día a la semana, y que su transgresión fuera equiparable a la de cualquier otro de la ley de Dios.
La ley del Sinaí o de los Diez Mandamientos, es la base del Antiguo Pacto, y forma parte del sistema de leyes llamado la Torah, que conforma el Pentateuco. Este Pacto está vinculado únicamente con el pueblo de Israel antiguo. Esto quiere decir que jamás los llamados gentiles, y luego los cristianos tuvieron nada que ver con el citado Pacto.
Jesús aun estando bajo las leyes del Antiguo Pacto, lo que implicaba que seguía vigente todo el reglamento ritual para la observación del sábado, no tuvo reparos, dada su autoridad como Señor del sábado, en comenzar a quitar al reposo sabático toda la carga ritual que poseía, pues Él tenía que preparar al pueblo para su gradual desaparición. El reposo sabático, pues, dejaría de tener vigencia a la entrada del Nuevo Pacto, cuando se consumara su muerte expiatoria en la cruz. En ese momento el reposo sabático, al prefigurar el descanso de todas nuestras obras en la salvación sólo por los méritos y obra de Cristo, deja de tener sentido. Y de ahí en adelante, se obtiene el reposo, no observando un día sino depositando nuestra confianza en el Salvador. Por eso Jesús afirma que su “…Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo… (Juan 5:17). Deducimos, pues, de estos textos, que también, Dios, el Padre, acabada su labor creadora, sigue inmerso en otras actividades, como por ejemplo, las de gobernador y Juez soberano de este mundo.
Juan 5: 16-18
“16 Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. 18 Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
En los siguientes apartados trataremos de probar que el reposo sabático ya no es un mandamiento en el Nuevo Pacto. Para ello, dejaremos que la Biblia se interprete así misma.
En los siguientes apartados trataremos de probar que el reposo sabático ya no es un mandamiento en el Nuevo Pacto. Para ello, dejaremos que la Biblia se interprete así misma.
2. ¿Es, pues, una institución divina el sábado, y “debemos” reposar en él para seguir su ejemplo?
A continuación transcribimos los textos que se relacionan con esta cuestión, y observaremos que Jesús no confirma el reposo del séptimo día como un mandamiento, como estaba legislado en el Antiguo Pacto. Por el contrario, el se limita a ratificar la bondad del reposo sabático para los seres humanos, pero, en ningún caso, establece el “shabbat” como una obligación para todo creyente.
Mateo 12: 5-8
“5 ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? 6 Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. 7 Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; 8 porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.”
Marcos 2:27, 28
“27 También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. 28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
Lucas 6:5
“5 Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
En los textos citados arriba, además de recalcar la autoridad de Jesús sobre el sábado, como no podía ser de otra forma, puesto que Él mismo es Dios, “…todo fue creado por medio de Él y para Él” (Colosenses 1:16, úp.), también nos expresan que “el día de reposo fue hecho por causa del hombre” (Marcos 2:27). ¿Qué quiere decir esto? No parece muy difícil deducirlo: Para los seres humanos es bueno reposar de las obras de los días de trabajo, al menos, un día de cada siete, y recordar que Dios es el Creador.
La Biblia de Jerusalén, 1998, traduce Marcos 2:27, 28: Y [Jesús] les dijo: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado”, (28) De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.”.
¿Es, pues, una institución divina el sábado, y “debemos” reposar en él para seguir su ejemplo? Sin embargo, literalmente, la Cristiandad no reposa en sábado, sino en domingo, excepto unas pocas denominaciones cristianas que consideran el sábado o séptimo día de la semana como un mandamiento de la ley de Dios.
En mi opinión, de esos textos tampoco podemos deducir ningún mandamiento para reposar en sábado. Quizá, sólo que el reposo del sábado fue necesario para el hombre y cumplió su misión de prefigurar el descanso de todas nuestras obras en Cristo, incluso en el sentido que reposar un día de cada siete es muy conveniente para la salud física, psíquica y espiritual, esto último siempre que el tiempo se dedique a Dios con fe, y a hacer el bien al prójimo.
Sin embargo, Cristo nos dice “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (29) llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas;(30) porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. ( (Mateo 11: 28-30). Luego nuestro reposo no está en observar un determinado día, ya sea sábado o domingo sino en confiar en la salvación obtenida por Jesús en el Calvario.
3. ¿Cuál es el reposo de Dios que no pudo alcanzar Israel y que se nos insta a que entremos nosotros?
¿Es la Tierra prometida, la nueva Jerusalén, el Paraíso, o simplemente significa creer en Jesús como nuestro salvador personal, o ambas cosas a la vez?
¿Qué dice la Biblia al respecto?
Hebreos 3:7, 8, 11-19:
“7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, …
11 Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.
12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, 15 entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.
16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? 17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
11 Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.
12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, 15 entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.
16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? 17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
Hebreos 4:1-3
“1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. 3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: “Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
En mi opinión, lo que deduzco de estos textos, es que entrar en el reposo de Dios es sinónimo a entrar en la salvación que viene por oír con fe el evangelio, la buena nueva de la palabra de Dios. Por eso el autor del libro de Hebreos afirma: “Pero los que hemos creído entramos en el reposo”.
Luego entrar en el reposo o descanso de Dios no consiste en observar “el sabbat”, o en reposar o descansar de nuestro trabajo diario un determinado día a la semana, sino en creer y obedecer “la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13,14). Pero sigamos los razonamientos de Hebreos 4: 4-11:
Luego entrar en el reposo o descanso de Dios no consiste en observar “el sabbat”, o en reposar o descansar de nuestro trabajo diario un determinado día a la semana, sino en creer y obedecer “la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13,14). Pero sigamos los razonamientos de Hebreos 4: 4-11:
Hebreos 4:4-11
4 Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. 5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. 6 Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, 7 otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones.
8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. 11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.”
8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. 11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.”
Hebreos 4:4 es un texto clave, porque relaciona claramente el reposo de Dios de todas sus obras en el séptimo día con el que experimentan los creyentes cuando entran en ese reposo que ha inaugurado Jesucristo “mediante la ofrenda de su cuerpo hecha una vez para siempre.” (Hebreos 10:10 úp). “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14). “Este es el pacto que haré con ellos…(17) añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.” (Hebreos 10:16 pp., 17).
Ahora tenemos libre acceso para entrar al “Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.” (Hebreos 10:19 úp). Ha sido abierto, pues, “el camino nuevo y vivo” a través de su sacrificio expiatorio (Hebreos 10:20). [El Padre] “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, (14) en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” (Colosenses 1:13, 14).
San Pablo declara que desde el momento que depositamos nuestra confianza en la redención de nuestros pecados efectuada por Jesucristo, somos trasladados al reino de su amado Hijo. Utiliza el participio pasado del verbo, indicando que es algo ya conseguido, alcanzado en el pasado. Por tanto, cuando creímos, y depositamos nuestra confianza en Cristo como nuestro Salvador, fuimos trasladados a su reino. Si somos capaces de creerlo, esto es lo que significa entrar en el reposo del séptimo día de Dios, obtenido gracias a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
4. Conclusión
Entrar en el reposo de Dios, que en Hebreos 4:4, está indudablemente relacionado con Génesis 2:2, 3, es descansar en Jesús totalmente, obedecer al evangelio de la gracia de Dios, y desistir de confiar en nuestros propios méritos como obras de salvación. El ejemplo que no tenemos que imitar es la desobediencia en que cayó el pueblo de Israel. Entrar en el reposo de Dios es, pues, no ser incrédulo, confiar plenamente en la obra de Cristo, y obedecer la Palabra de la buena nueva de salvación con fe.
La justicia que Cristo obtuvo es el reposo para todo creyente (Hebreos 3:11-14;4:1-11). El sábado de la creación, y el reposo del cuarto mandamiento son figura de la salvación que consiguió Jesucristo en la cruz (Véase Colosenses 2:14, 16, 17), y a la que todo ser humano puede acogerse si lo desea.
Por ese motivo, el reposo del sábado ya no tiene un carácter de ley, obligatorio, puesto que ese mandamiento, es símbolo y figura del descanso que obtenemos cuando reposamos en Él. Y el resto de los nueve principios morales, algunos de los cuales Jesús amplificó en el sermón del monte (Mateo 5:17-48), dándoles una profundidad espiritual que no tenía la ley del Sinaí, siguen siendo obligatorios para todo el mundo, pues, como hemos dicho se resumen en amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo.
Los que no aceptan a Cristo, y se justifican a sí mismos, creyendo que cumplen la ley, ésta les condena. Sin embargo, los creyentes en Cristo, quedan cubiertos por la justicia de Cristo. Esto es la justificación por la fe, o sea, nuestros pecados pasados, presentes y futuros son perdonados a causa de la redención efectuada por la sangre derramada de Cristo por nosotros en la cruz. (Véase Romanos 8:3-17; Hebreos 9:22, 26, 28; 10:12, 14, 18, 20, etc.)
Romanos 8:3,4
“1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
Ahora bien, los creyentes no tienen licencia para pecar. Como dice Pablo, ….¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.” (Gálatas 2: 17 úp., véase también 18-21). La justicia de la ley se cumple en nosotros, cuando no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:4). Pablo nos previene del error, de que, puesto que Cristo cumplió la ley por nosotros, ya podemos pecar libremente sin que nos condene la ley, y nos amonesta cuando dice lo siguiente:
Ahora bien, los creyentes no tienen licencia para pecar. Como dice Pablo, ….¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.” (Gálatas 2: 17 úp., véase también 18-21). La justicia de la ley se cumple en nosotros, cuando no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:4). Pablo nos previene del error, de que, puesto que Cristo cumplió la ley por nosotros, ya podemos pecar libremente sin que nos condene la ley, y nos amonesta cuando dice lo siguiente:
Romanos 6:1-4, 11-14
“1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”
Romanos 5:1
“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”
Ahora los creyentes en Jesucristo podemos entrar en el reposo de Dios, que es la paz que da la seguridad de la salvación obtenida por nuestro Señor, no un día de cada siete sino siete días a la semana, y trescientos sesenta y cinco días al año. Esto no es óbice para que sea muy bueno que los creyentes se reúnan un día o dos a la semana, pero no porque sea un mandamiento de la ley moral natural de Dios. Dios nos dio ejemplo al descansar el séptimo día de toda la obra creación, porque es bueno que el ser humano descanse periódicamente para su bienestar físico, psíquico y espiritual, pero nunca fue un mandamiento para la Humanidad, sólo lo fue para el pueblo de Israel, con quien Dios hizo el Pacto Antiguo. Los cristianos nunca pertenecimos al Antiguo Pacto sino al glorioso Nuevo Pacto en Cristo (Léase con detenimiento 2ª Corintios 3: 6-18).
2ª Corintios 3:6-18
“6 el cual [Dios] asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. 7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, 8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? 9 Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. 10 Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11 Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. 12 Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; 13 y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. 14 Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. 15 Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. 17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Obsérvense los contrastes que hace San Pablo entre el Pacto Antiguo y el Nuevo. El Pacto Antiguo fue ministerio de muerte grabado con letras en piedras, es decir basado en las tablas de piedra de la ley del Sinaí, ministerio de la letra, que mata, contrario al ministerio del Espíritu. Ministerio de condenación en contraposición al ministerio de justificación del Nuevo Pacto en Cristo. El Antiguo Pacto aunque glorioso perece, pero el Nuevo mucho más glorioso permanece. “Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.” (2ª Corintios 3:17).
En el mismo momento de morir Jesucristo en la cruz “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo;..” (Mateo 27:51 pp.). Este velo es el que separaba el lugar Santo del lugar Santísimo del Santuario terrenal del Antiguo Pacto. Sólo el sumo sacerdote podía entrar en él una vez al año para la purificación de los pecados del pueblo. Así que el milagroso desgarramiento del velo del templo, con ocasión de la muerte de nuestro Salvador, simboliza que, a partir de ese instante, todos tenemos libre acceso, sin intermediación humana alguna, a la gracia de Dios para la sanación de nuestros pecados por medio de la sangre derramada de Cristo, su vida perfecta y muerte expiatoria (Véase Hebreos 10:19-25).
Hebreos 10:19-25
“16 Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. 19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”
Aparte de lo dicho anteriormente sobre estos textos, el autor del libro de Hebreos nos exhorta a mantener viva nuestra fe y esperanza en Cristo porque el día de su venida está cerca. Por ello, es bueno que los creyentes nos congreguemos para estimularnos unos a otros en amor y buenas obras. Sin embargo, no dice “no dejéis de congregaros para guardar el reposo del sábado o del domingo o de cualquier otro día”. Esto es indiferente. No hay mandamiento alguno en todo el Nuevo Testamento sobre observar un determinado día dedicado al reposo, al estilo del Antiguo Testamento.
Al respecto, es interesante analizar un incidente que se produjo en la recién inaugurada iglesia apostólica, en el que algunos creyentes en Cristo, judaizantes, ya intentaron imponer la vigencia del Antiguo Pacto, tratando de obligar a los discípulos a cumplir con la ley de Moisés (que como se sabe comprende, entre otras muchas leyes, las tablas del Pacto o sea la ley de los diez Mandamientos): “Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidar [a los gentiles], y mandarles que guarden la ley de Moisés,” (Hechos 15:5). Sería conveniente leer Hechos 15:5-31, para comprender mejor el problema que surgió a la primitiva iglesia. No obstante, para no extendernos, destacaremos sólo unos pocos versículos.
Hechos 15:
“10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. 19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. 21 Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo. 24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley,28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.”
Esta fue otra excelente ocasión para que los apóstoles resaltaran la importancia de observar el reposo sabático del Antiguo Pacto. ¿Por qué no lo hicieron? ¿Por qué sólo se limitaron a “que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación”? Simplemente, porque en el Nuevo Pacto en Cristo ya no está vigente (Colosenses 2:14-16).
Más estudios del mismo autor sobre la ley y el sábado en:
Carlos Aracil Orts.
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