Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
“Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado” (Jesús, Lc. 4:43)
Muchas de mis visitas de mi blog que leen mis estudios sobre el reino de Dios y el unitarismo me acusan de estar propagando doctrinas típicamente de los “Testigos de Jehová”, secta a la cual pertenecí por más de una década. Estas personas creen que aún me quedan residuos de mi pasado Russelista, y es por eso que aún hago hincapié en el mensaje del reino y en el unitarismo bíblico, creencias éstas que supuestamente caracterizan a esa secta. Sin embargo, tal prejuicio es totalmente infundado, dado que el reino predicado por los Testigos de Jehová dista mucho de parecerse al reino que yo vengo proclamando insistentemente en mis sitios web. Tampoco mi fe unitaria se parece a la de los Testigos de Jehová, la cual es claramente arriana. Por otro lado, con igual razón podría decir yo que los protestantes y evangélicos, en general, aún les queda algo de su pasado católico cuando ellos mismos continúan enseñando la misma doctrina católica de la Trinidad, secta a la que pertenecieron en algún momento de sus vidas. Pero seguramente tal acusación me lo rechazarían tajantemente los trinitarios protestantes con firmeza y con mucho coraje. En todo caso, el mensaje del reino no es un invento de alguna secta o denominación cristiana en particular, sino que es una doctrina de Dios que se encuentra en todas partes de las Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Decir que este mensaje o buena nueva del reino no tiene relevancia en la Biblia es desconocer lo que dicen las Escrituras, y es también ignorar las opiniones de los eruditos bíblicos, los cuales reiteradamente admiten que el reino de Dios fue y es el mensaje central de toda la Biblia.
El prejuicio hacia el Reino de Dios
Sin duda alguna, aún existe un antisemitismo en algunas iglesias o cultos cristianos. Los católicos, los campbelitas, y los Testigos de Jehová, por citar sólo algunas de muchas denominaciones cristianas, rehúsan aceptar la verdad fundamental de que el pueblo Hebreo aún juega un rol predilecto en los planes divinos, manteniendo su elección y predilección de Dios como Su pueblo escogido. En este sentido, la doctrina de la segunda venida personal de Jesucristo, y la restauración de un reino monárquico judío, les sabe muy mal y no es sorprendente que ellos reaccionan adversamente con un sinnúmero de pretextos y argumentos supuestamente basados en las mismas Escrituras. Sin embargo, cuando uno examina con cuidado tales argumentos y evidencias, sencillamente no prueban nada, y por el contrario, sólo refuerzan nuestra posición doctrinal.
La fe en un reino venidero en la tierra fue, y seguirá siendo, la esperanza fundamental de los judíos fieles al Mesías de todas las épocas. Ellos son los dueños y depositarios de esa esperanza, esperanza que no se ha perdido hasta que se cumpla con la aparición del Mesías Judío Jesucristo en esta tierra.
Tiempo después, cuando los gentiles aceptaron el mensaje del reino por intermedio del Hebreo Pablo, y la hicieron suyo, ellos también lo difundieron como la esperanza de todos los hijos de Dios. Ambos, Gentiles y Judíos fieles, han estado difundiendo el evangelio del reino en todo el mundo, el mensaje crucial y central de la Biblia que seguirá siendo predicado hasta que venga el fin de este viejo orden de cosas (Mateo 24:14).
Algunos destacados Unitarios de la historia
Los socinianos, ciertos albigenses y valdenses, los anabaptistas polacos, Pablo de Samosata Miguel Servet, John Milton, John Locke, Isaac Newton y muchos otros eran unitarios que estaban a la espera del reino de Cristo, e hicieron de éste el mensaje central de las Escrituras, y la razón de su quehacer evangelístico en Europa. Más adelante, sus seguidores harían lo propio en otras partes del mundo, tal como lo vengo haciendo como “el apologista sociniano”, en América Latina, Norteamérica, y España a través de internet.
La Influencia de los Griegos en la iglesia
Desafortunadamente, tanto la doctrina unitaria de un solo Dios verdadero que es el Padre, como la del reino de Dios, no reciben la debida acogida por parte de los cristianos contemporáneos porque han sido instruidos por teólogos que se asimilaron a la filosofía o pensamiento Griego. El reino fue reemplazado por el cielo, la resurrección por la partida al cielo de las almas inmortales, el Dios único que es Padre por la Trinidad Platónica, y así por el estilo. Sumado a esto, el reino de Dios, como el monoteísmo estricto, son vistos como creencias propias de un pueblo supuestamente repudiado por Dios, una raza de malditos e impíos que perdió para siempre el favor de Dios.
Pero la mayoría de las iglesias arrastran errores que heredaron del romanismo, pues persisten en enseñar que Israel ya no es el pueblo de Dios, que los pactos y promesas que Dios hizo con Israel, quedaron truncos y obsoletos, y que ahora la iglesia ocupa el lugar de Israel. Hoy, la mayoría de Cristianos supone que el reino es la iglesia misma, y que Cristo reina en los corazones de sus seguidores. En buena cuenta, el reino físico (una monarquía con tronos, ciudad capital, gobernantes, y súbditos) ha sido sustituido por un reino espiritual que tiene un carácter espiritual en una esfera espiritual. Realmente las Escrituras fueron reinterpretadas por teólogos como Filón, quien intentó conciliar la filosofía Griega con el pensamiento hebreo, pretendiendo armonizar por el método alegórico que toma de la exegética Judía y de la filosofía estoica.
La fatal Escuela de Alejandría
Es oportuno hablar un poquito de la Escuela de Alejandría. Esta era uno de los principales centros teológicos de los primeros siglos de la Era Cristiana, donde su método de estudio era el simbólico-alegórico, influenciado por Platón, y en donde destacaron los teólogos Orígenes, Atanasio, Cirilo, etc. Todos estos interpretaron alegóricamente las Escrituras, y trastocaron antiguas esperanzas Judías.
La Influencia de Agustín de Hipona
En el siglo IV Agustín de Hipona pasará a escribir su obra: La Civitas Dei (La Ciudad de Dios), en donde espiritualizará el prístino reino de Dios, sacándolo de su contexto Hebreo- literal radicalmente.
Retomando el pensamiento Hebreo de las Escrituras
Existe entonces una urgente necesidad de retomar las raíces hebreas de la fe bíblica para entender a Cristo y a sus apóstoles, especialmente a Pablo, quien se esmeró en salvaguardar su fe hebrea tal como fue revelada por el eterno a su pueblo prístino, comenzando con el padre Abraham. Este es llamado “el padre de la fe” por Pablo, y esto es muy importante, pues entendiendo cuál fue la fe de Abraham, que fue también la de su hijo en la carne, Jesucristo, podremos ubicarnos correctamente en el plan salvífico de Dios para la humanidad toda.
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