Los seres humanos tienen distintas perspectivas (manera de interpretar algo), pero sólo aquella que está bajo los lineamientos o principios bíblicos será la perspectiva apropiada. En nuestro caso la perspectiva Hebrea es la correcta, tanto para estudiar como para enseñar la Biblia.
Iehoshúa (Jesús) era y es Judío. Fue criado en un hogar con padres que observaban las tradiciones y las leyes judías. Vivía en una tierra de nacionalidad judía llamada Israel y hablaba el idioma Hebreo. Tenía nombre en hebreo, el cual fue profetizado, siendo circuncidado al octavo día. Se presentó en el Templo a los 13 años para hacer su Bart MItzvá, y asistió a la Sinagoga en Shabat como era su costumbre. Todo esto es el entorno hebreo que no podemos obviar al querer estudiar al Mesías y sus enseñanzas. Ignorar su entorno, el cual es una cultura bíblica, creará un vacío muy grande en todo aquel que desee estudiar y enseñar la biblia apropiadamente con una perspectiva apropiada. Por lo tanto, el pensamiento bíblico sólo se puede entender bajo su perspectiva apropiada, que es la hebrea. Así no se distorsionará el mensaje dado por Dios a través de diversos hombres idóneos y en tiempos propicios. Debemos conocer la perspectiva para interpretar bien la Escritura y no decir algo diferente o contrario a la verdad.
Lamentablemente, la perspectiva hebraica hace tiempo ha desaparecido del cristianismo del siglo 21. La mentalidad cultural del cristianismo ha sido forjada y alimentada por un sistema diferente llamado Helenismo. Ese es un término utilizado mucho por historiadores cuando hacen referencia al tiempo entre la muerte de Alejandro el Grande (323 a.C.) y la muerte de Cleopatra, y la incorporación de Egipto al imperio romano en el año 30 a.C.
La palabra “helenismo” también indica, generalmente, la tradición cultural de la población de habla griega en el imperio romano y/o la influencia de la civilización griega sobre Roma, Cartago, India y otras regiones, que nunca formaron parte del imperio de Alejandro. El helenismo, o la perspectiva Griega, afectó profundamente a los creyentes del primer siglo fuera de Israel, pero mucho más en la medida en que las escuelas de pensamientos y diversas filosofías surgieron progresivamente. En Israel, muchos prosélitos (gentiles conversos) se hicieron helenistas externamente cuando aceptaron esa cultura más liberal, y adoptaron nombres griegos, etc., pero la esencia de su judaísmo permaneció intacta. Sin embargo, en la diáspora, el pensamiento de Sócrates, Platón y Aristóteles llegó a ser una fuerte amenaza. En Alejandría, Egipto, los judíos y los griegos se entremezclaron libremente, compartiendo pensamientos e intercambiando ideas. Cuando apareció el cristianismo, muchos de los griegos helenistas se convirtieron al Mesías Judío, Iehoshúa, pero desconectados de sus raíces hebreas. La primera escuela de teología cristiana fue establecida en Alejandría, y la filosofía griega inmediatamente comenzó a introducirse en los principios bíblicos para crear un abismo entre cristianos y judíos que todavía existe 1.700 años después, a pesar de que el Mesías derribó la pared intermedia que nos separaba para hacer de los dos (2) pueblos, uno solo.
En el libro, ‘Our Father Abraham’ [Nuestro Padre Abraham], el autor Dr. Marvin Wilson escribe: “Pablo declara que ‘los gentiles son coherederos [con Israel] y miembros del mismo cuerpo’ (Ef. 3:6b, LBLA). Por lo tanto, los gentiles tienen una nueva historia – la historia de Israel es ahora también su historia. Al escribir a una iglesia predominantemente gentil en Corinto, Pablo establece que los antiguos israelitas son los antepasados de los corintios cuando dice que ‘nuestros padres todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar’ (1 Cor. 10:1). Por lo tanto, en la primera iglesia, los judíos y los gentiles sostenían que tenían los mismos antecedentes que los hebreos de la antigüedad. Todos los judíos poseen como antecedente a Avraham, quien es padre de la nación hebrea. Por eso, el Señor exhortó a través de su profeta: ‘…Mirad la roca de donde fuisteis tallados, y la cantera de donde fuisteis excavados. Mirad a Abraham, vuestro padre…’ (Isa. 51:1-2)”.
No es demasiado tarde para que removamos nuestros filtros helenísticos a través de los cuales miramos al mundo y leemos las Escrituras, para que comencemos a desarrollar una perspectiva verdaderamente bíblica y hebraica. Para ello debemos estar dispuestos a explorar la mente de los autores reflejada en las Escrituras, y penetrar su mundo y su cultura. Debemos mirar a la roca de la cual fuimos tallados. Así podremos identificar las mayores áreas de conflicto entre las perspectivas hebraicas y griegas en nuestro esfuerzo por pensar más bíblicamente y menos religiosamente. El Señor no quiere que Su pueblo sea ignorante de las cosas que nos puedan acercar a Él en comunión más perfecta.
Estamos viviendo en un tiempo maravilloso, un tiempo cuando la historia, la arqueología, y el estudio de la Biblia se están uniendo, y nos permiten ver un pasado que otras generaciones no pudieron ver en sus conceptos originales. Los eruditos judíos y cristianos están trabajando juntos para darnos una mirada más profunda acerca de los tiempos del Mesías. Nos ayudan a remover el velo histórico y ver la vida a través de ojos hebraicos. Iehoshúa llama a los cristianos para que participen de la misma clase de relación interactiva, vibrante y emocionante que disfrutaban sus primeros discípulos.
Shalom.
Gustav Rivas
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