Por el Ingº Alfonso Orellana
Fila superior, de izquierda a derecha: :Daniel Sydlik (difunto) April 19, 2006), Theodore Jaracz, Raymond Franz (renunció en 1980), Lyman Swingle (fallecido), Lloyd Barry (murió 1999), Milton Henschel (difunto 5to presidente, arriba), William Jackson (fallecido, abajo) Karl Klein (murió en Enero 2001), Grant Suiter (Fallecido), Albert Schroeder (Fallecido en Marzo 9, 2006), Leo Greenlees (obligado a renunciar por pedófilo)
AOrellana@calvin-giordano.com
Impresiones.
“Conozco el monstruo porque he vivido en sus entrañas.”- José Martí:
Como ya muchos sabrán por mis numerosas intervenciones en este foro, tuve el ‘privilegio’ de pasar un año en el Betel de Brooklyn, el asiento de poder de la WTBTS. Los comentarios que siguen son lo más cándido que puedo ser sin abusar de mi licencia. Presento esta información no en son de mofa sino con el propósito de destronar estos hombres que para la gran mayoría de los TJ son superhéroes con dotes superlativos.
Resulta que mi visita, por ser invitado, me llevó a uno de los privilegios más codiciados entre los que no conocen el “monstruo”; ser asignado a una de las mesas en el comedor donde por la mayor parte del año desfilaban todos los miembros del cuerpo gobernante, (en 1986 con excepción de Fred Franz y John Booth estaban delicados de salud y no bajaban al comedor) una semana a la vez, para desayunar y almorzar.
La impresión general de estos “hermanos de Jesus” fue que definitivamente casi, si no todos, eran adoptados, pues no se parecían en nada a su hermano mayor. Estos personajes en su mayoría eran resabiosos, engreídos, antisociales y sabelotodo. Recuerdo las veces que llegaban visitantes nuevos y querían desesperadamente compartir alguna experiencia con ellos o recibir algunas palabras de sabiduría y estos tipos no podían disfrazar su apatía y falta de interés.
En un par de ocasiones tuve diferencias de opinión con Milton Henschel y el hombre se ponía rojo como un tomate. Una de estas fue con relación al destino de los chinos. El hombre me dijo que serían destruidos en Armagedón por no permitir la obra “salvadora” de los TJ en China. Yo le cité el caso de Abraham y Sodoma como ejemplo de que Dios no destruye al justo con el inicuo. El me dijo que ellos eran culpables del “pecado de comunidad.” Yo le argüí que quizás eso aplicó a la generación de Mao, pero que la generación actual nunca tuvo nada que decidir en cuanto a la libertad religiosa. El hombre se salió de sus casillas y ahí terminó la conversación.
Dan Sydlik, era el más abordable del grupo y creo el más joven. El problema del hombre era que ya en los cincuenta, o por ahí cerca, decidió ‘probar la carne’ y joven, encima de todo. Se casó con una chica precursora inglesa de nombre Marina. Creo que tenía unos 20 años cuando se casó con ella y la trajo a Betel. Marina trabajaba con nosotros en el departamento de ingeniería. Me contaban los más viejos que ella le formaba unos tremendos berrinches a su esposo sin importar donde estuvieran. En mi presencia agredió verbalmente a mi esposa por hacer un comentario trivial sobre el trabajo y él no dijo nada.
George Gangas, griego y muy pícaro, andaba por los pasillos haciendo preguntas a todo el que encontraba y si tú le contestabas rápido, él te daba la respuesta. Su pregunta favorita era; “¿Qué es el paraíso espiritual?” El hombre estaba un poco senil. Sin embargo, el único que vi predicando en la calle.
También estaba el “Hitler” del grupo, Ted Jaracz. Ese señor no perdonaba a nadie. Con el perfil de un agente de la GESTAPO trataba mal a todo aquel que se le cruzara. En una ocasión agarró a una chica con pantalones vaqueros en un pasillo y la puso a llorar con la amonestación que le pegó. El hombre no era de la clase que tú quieres llevarte a tu casa a pasar un buen rato. Pronto aprendes que es como un oso que duerme; déjalo quieto.
Los más afables eran John Barr y Albert Shroeder y Carey Barber, y ya era poco lo que se les entendía. Karl Klein se la pasaba hablando de las glorias pasadas y Lyman Swingle era un leñador en traje formal. Un hombre tipo Pedro, el apóstol. También estaba Martin Poitzinger, superviviente del holocausto y hombre dedicado a la obra junto a su esposa.
Lloyd Barry era parcial a todo lo que era japonés. Creo que sirvió como superintendente de sucursal en ese país. Hombre de gran diplomacia y no muchas palabras en la sobremesa.
Desaparecido a mi llegada era Leo Geenless. Leo era un anciano de buena naturaleza. Almorcé con él en Diciembre de 1985 y cuando no lo encontré en Marzo del 1986 me quedé preocupado. Lo único que se me informó es que había renunciado a ser parte del cuerpo gobernante y ahora vivía en California. Más tarde alguien, en confianza, me dijo que había cometido un pecado muy grande y por eso ya no estaba en Betel. Muchos años después leí en un libro de Penton, el canadiense que escribió Apocalipsis Demorado o algo por el estilo, que el problema de Leo envolvía la pedofilia.
Lamentablemente la mayoría de estos hombres conocían la verdad sobre las mentiras que esparcían y ellos mismos no las creían, como claramente lo demostró Ray Franz en sus libros. Lo relatado por Ray cobra credibilidad cuando lo comparo con lo que conocí de estos hombres…mientras almorzábamos.
Un saludo cordial.
Alfonso Orellana
www.apologista.wordpress.com
www.retornoalparaiso.blogspot.com
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