por David Macías Isaza
davidmaciasisaza@gmail.com
Introducción:
La muerte es quizá uno de los temas más recurrentes en la literatura, el arte y en las conversaciones de los pensadores de todas las épocas, también es una de las ideas que mas producen incógnitas, misterio, miedo y terror. Las personas evitamos hablar de ello en general, sobre todo cuando se trata de nuestra propia muerte, y si somos de verdad honestos, a la gran mayoría de personas nos es muy difícil enfrentarnos con la realidad inminente de que vamos a morir algún día. Creo que se puede afirmar que todos los niños llegan en un momento a preguntar a sus padres la razón por la que tenemos que morir, y si no lo hacen a sus padres, seguro que se plantean ésta pregunta en el momento en que comienzan a tener conciencia de ella. Aunque existen muchas respuestas diferentes en cuanto al tema y además muchas creencias, en éste estudio nos ocuparemos de ver que nos dicen las escrituras judeo–cristianas, es decir, que dice la Biblia al respecto.
¿Por qué existe la muerte?
La Biblia ofrece una respuesta muy concreta en cuanto al tema de la muerte, en romanos 5:12 leemos:
Por tanto, de la manera que el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres en aquel en quien todos pecaron.
Para el pensamiento hebreo y cristiano, la muerte fue la consecuencia del pecado del hombre. El primer hombre pecó y heredó a su descendencia la tendencia al pecado y también la muerte inminente, de esto deducimos que Dios no hizo al hombre inmortal, pero tampoco lo hizo para la muerte, podríamos afirmar que lo hizo con la capacidad de elegir su propio camino, es decir, lo hizo con libre albedrío y le dejó ambas opciones abiertas a su decisión. Dios le dijo al primer hombre:
Y mandó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás.
(Génesis 2:16-17)
Dios le dio el mandamiento al hombre de no comer de éste fruto pues moriría, pero el hombre decidió comer, puesto que vio que su mujer había comido… pero la mujer comió porque fue engañada:
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió á la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto comemos; Mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. Entonces la serpiente dijo á la mujer: No moriréis; Mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal. (Génesis 3:1-5)
La serpiente mintió a la mujer diciéndole que no moriría, sino que se haría mas sabia y serían como dioses. Cabe decir que el libro de Apocalipsis nos revela que ésta serpiente antigua es también llamada diablo o Satanás:
Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años; (Apocalipsis 20:2)
Cabe también decir que el Mesías declaró que el diablo es mentiroso y padre de mentira y que no hay verdad en él:
"Ustedes son de vuestro padre, el diablo, y los deseos de vuestro padre quieren hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira." (Juan 8:44)
Así que el maligno ha introducido en la humanidad la mentira de que no morimos, de que somos como dioses porque conocemos el bien y el mal. Pero según la Biblia, la única forma de ser inmortales sería comiendo del árbol de la vida que se encuentra en el paraíso o jardín de Edén, pero Dios expulsó al hombre, su mujer y al diablo de allí:
dijo el SEÑOR Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, para que no meta su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una llama de cuchillo que andaba en derredor para guardar el camino del árbol de la vida. (Génesis 3:22,24)
Aquí vale decir que Dios promete darle a comer del fruto de la vida eterna a todo el que guarde sus mandamientos y sus obras hasta el fin:
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al que venciere, daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios. (Apocalipsis 2:7)
Ésta promesa de Apocalipsis, se hará realidad cuando la tierra vuelva a ser el paraíso, ya que Dios ha prometido que así será:
Ciertamente consolará el SEÑOR a Sion, consolará todas sus soledades, y tornará su desierto como paraíso, y su soledad como huerto del SEÑOR; se hallará en ella alegría y gozo, confesión y voz de cantar. (Isaías 51:3)
Dios ha prometido restaurar la tierra al estado perfecto en que estaba antes de la caída del hombre. Cuando el hombre comió del fruto del bien y el mal, fue condenado a la muerte y la tierra fue maldita, porque el diablo también fue expulsado del edén y comenzó a hacerle guerra a Dios, influenciando a los hombres para rebelarse contra su creador. Ante la realidad inminente de nuestra muerte y descomposición, el diablo ha seguido sembrando su mentira, que aparece con diferentes formas: dice que el alma es inmortal o que después de la muerte sigue la reencarnación, ya que no puede negar que morimos, pues es algo evidente e innegable, el maligno ha inventado que seguimos vivos como espíritus, es decir, como fantasmas, como si fuéramos dioses (Es la misma mentira que dijo a la mujer en Génesis). Vemos que Jesucristo declara que Dios es un Espíritu:
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren (Juan 4:24)
Dios es Espíritu pero los hombres no. Los hombres somos de carne y hueso, pero para Dios somos hechos de la misma materia que fue hecha esta tierra, es decir, para Dios somos de tierra, de polvo:
Formó, pues, YHWH Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente. (Génesis 2:7)
Vivimos porque Dios nos dio aliento de vida y al morir, éste aliento de vida vuelve a Dios, pero nosotros no somos ése aliento de vida, sino que somos almas vivientes por causa de ese hálito de vida en nosotros, si somos perspicaces notaremos que la Biblia no nos enseña que tengamos alma, sino que somos almas. Por esto Dios le dio esta sentencia al primer hombre cuando comió del fruto que no debía comer:
Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste á la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo, No comerás de él; maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; Espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo; En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado. (Génesis 3:17-19)
Ésta declaración del Dios Eterno nos muestra que los hombres somos de polvo y al morir, volvemos a convertirnos en polvo, dejamos de existir como hombres, para existir como polvo. En ese momento muere nuestra alma, pues nuestra alma es nuestra propia vida humana.
Todas las escrituras hebreas concuerdan con La declaración de Dios en el Génesis
Como hemos visto, para Dios somos polvo y al morir volvemos al polvo y dejamos de ser, ésta misma idea se puede ver en todos los libros hebreos, por ejemplo:
Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor, y su odio y su envidia, feneció ya: ni tiene ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol. (Eclesiastés 9:5-6)
Se dice que éste escrito hebreo fue hecho por el ungido rey salomón a quien Dios dotó con sabiduría divina y a quien Dios prometió que sería como un hijo para Él, ciertamente éste escrito refleja que la creencia hebrea es que el hombre muere y vuelve al polvo tal como hemos visto que Dios dice en el Génesis.
Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría. (Eclesiastés 9:10)
Éste pasaje muestra que los muertos van al sepulcro, donde no hay nada que hacer ni mas vida, tampoco se emprende nada. Los profetas no nos hablan de transmigración del alma o reencarnación.
Y el polvo se torne á la tierra, como era, y el espíritu se vuelva á Dios que lo dió. (Eclesiastés 12:7)
En éste pasaje vemos que el aliento de vida, es también llamado Espíritu. Éste espíritu nos infunde vida, pero no somos ése espíritu, somos almas vivientes por causa de ese Espíritu en nosotros.
Los cielos son los cielos de YHWH: Y ha dado la tierra á los hijos de los hombres. No alabarán los muertos á JAH, Ni cuantos descienden al silencio. (Salmos 115:16-17)
En éste pasaje de los salmos, vemos que el pensamiento hebreo sigue siendo el mismo, los muertos no alaban a Dios sino que descienden al silencio de la tumba, además vemos que los cielos son de Dios, pero que la tierra es para los hombres. También los llamados profetas mayores concuerdan con éste mismo pensar:
Porque el sepulcro no te celebrará, ni te alabará la muerte; Ni los que descienden al hoyo esperarán tu verdad. El que vive, el que vive, éste te confesará, como yo hoy: El padre hará notoria tu verdad á los hijos. (Isaías 38:18-19)
Vemos pues que en el pensamiento hebreo, los muertos no saben nada ni pueden hacer nada y además vemos que la tierra es la verdadera herencia que Dios promete para los hombres fieles, los hebreos no esperaban ir al cielo al morir, ni tampoco pensaban que al morir el hombre seguía vivo en estado etéreo en el más allá, sino que su esperanza estaba puesta en la resurrección de entre los muertos, esperanza que fue anunciada por los profetas y después confirmada por el Mesías y por los apóstoles como veremos a continuación.
¿Pero por que morimos?
Porque Dios decidió que su Espíritu no se quedaría en los seres humanos por siempre, puesto que los hombres se volvieron muy carnales:
Entonces el SEÑOR dijo: Mi Espíritu no se quedará para siempre con los hombres, porque ciertamente ellos son carnales. Serán, pues, sus días ciento veinte años. (Génesis 6:3)
Vemos pues que Dios ha tenido que decidir acortar los días del hombre a causa del pecado, pero en su eterno amor y misericordia nos promete una redención, una oportunidad de vivir por siempre en esta tierra, de conocerlo después de resucitar de entre los muertos.
La promesa de la tierra y la resurrección
Antes que el hombre desobedeciera a Dios, estaba lleno del espíritu de Dios y estaba unido a Dios. Cuando el hombre pecó, Dios tuvo que abandonarlo, ya que Dios es un espíritu santo, por ésto la muerte entró en el hombre y en el mundo y con ella el sufrimiento y la maldad. En ese momento el hombre se separó de Dios y sintió miedo, luego tuvo que comenzar a invocarlo. Dios prometió al hombre que restauraría la tierra que fue maldita por el pecado, le prometió a la mujer que su descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente, pero de los dos primeros hijos que tuvieron, el injusto asesinó al justo y luego Dios les permitió tener otro hijo justo que invocaba a Dios llamado Set y de ésta descendencia de Set Dios guardó un linaje de hombres Justos que le creyeron, a quienes les confirmó su promesa de restaurar la tierra y volverla de nuevo un paraíso (mirar Genesis 3 y 4). De ésta descendencia nació Noé el justo y mas tarde Abraham, a quien Dios le comunicó que un descendiente de suyo sería el heredero del mundo y también le comunicó que resucitarían los creyentes para vivir en la tierra restaurada, éste período de tiempo ha sido llamado con muchos nombres, los mas comunes son: “la era venidera”, “el reino de los cielos” o “el reino de Dios”, será un período de justicia y paz, será de nuevo “el paraíso en la tierra”. El pueblo hebreo ha creído siempre en la resurrección y en el reino venidero como se puede ver en las páginas de la Biblia:
Porque los malignos serán talados, Mas los que esperan en YHWH, ellos heredarán la tierra. Pues de aquí á poco no será el malo: Y contemplarás sobre su lugar, y no aparecerá. Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz. (Salmos 37:9-11)
En este pasaje el rey David, quien era también un ungido de Dios y profeta, vislumbra que los mansos y los que esperan con paciencia heredarán la tierra y tendrán paz. Esto es inquietante si tenemos en cuenta el hecho inminente de que moriremos, pues ¿cómo puede un muerto heredar la tierra? Es obvio que ésta promesa solo podría ser cumplida si Dios resucita a los muertos, y esto precisamente es lo que nos promete la Biblia:
Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad. (Mateo 5:5)
Aquí el Mesías está confirmando la misma promesa que dio el salmista David. ¿Como podrían los hombres heredar la tierra si van a morir, o si al morir siguen vivos como fantasmas y van al cielo?
ciertamente Dios vive en el cielo y no ha prometido a los hombres el cielo sino la tierra:
Los cielos son los cielos de YHWH: Y ha dado la tierra á los hijos de los hombres. No alabarán los muertos á JAH, Ni cuantos descienden al silencio. (Salmos 115:16-17)
Una persona muerta no puede alabar a Dios, sino que está sumida en el silencio de la tumba. La resurrección es la verdadera esperanza bíblica, como lo expresa el Mesías Jesús de Nazareth:
la voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da, sino que lo resucite en el día final. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final (Juan 6:38-40)
La promesa de la vida eterna significa ser resucitado en el futuro por el hijo de Dios en el día final, para disfrutar del paraíso o tierra restaurada, en la era venidera o reino de los cielos, por esto la oración de Jesucristo dice:
Venga tu reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo (Mateo 6:10)
Los apóstoles también veían esto así:
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor son venidos; el cual os ha enviado a Jesús el Cristo, que os fue antes anunciado; al cual de cierto es necesario que el cielo tenga hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, del cual habló Dios por boca de todos sus profetas que han sido desde el siglo. (Hechos 3:19-21)
Existe un tiempo llamado el tiempo de restauración de todas las cosas y todos los profetas hablaron de ése tiempo maravilloso, ese tiempo es el mismo llamado “reino de Dios” del que estamos hablando. Pero para poder participar de ése tiempo los creyentes de otros tiempos tendrán que ser resucitados. Por esto el profeta Daniel declara:
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. (Daniel 12:2)
El profeta Daniel concuerda perfectamente con el pensamiento hebreo: los muertos duermen en el polvo de la tierra, han vuelto al polvo, han dejado de existir:
Y tú irás al fin, y reposarás, y te levantarás en tu suerte ( o en tu herencia ) al fin de los días. (Daniel 12:13)
Hemos visto que Jesús el Mesías prometió exactamente lo mismo, que quien creyera en él, sería resucitado el día final:
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final (Juan 6:40)
Claro que para poder resucitar los muertos, Dios tiene que tenerlos en mente, es decir, para Dios (quien ve todo o que no es como si ya fuera) por esto Jesús declara también en otra ocasión:
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el Reino de Dios, y vosotros ser echados fuera. (Lucas 13:28)
Aquí Jesús les estaba diciendo a los fariseos que cuando viniera el reino de Dios serían resucitados Abraham, Isaac, Jacob y los profetas pero que ellos serían echados fuera por su incredulidad. También en otra oportunidad Jesús reprende a los saduceos, quienes fueron una secta judía de los tiempos de Jesucristo, quienes influenciados por el pensamiento pagano, no creían en la resurrección, sino que creían que al morir, viajaban inmediatamente como espíritus a recibir un premio o un castigo:
Pero que los muertos resucitan, incluso lo mostró Moisés en la zarza, cuando llamó al Señor `El Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Porque Él no es Dios de los muertos, sino de los vivos, pues todos están vivos para Él.» (Lucas 20:37-38)
Nótese que es en la mente y en la omnisciencia de Dios es donde todos sus fieles viven, como lo explica el Mesías en éste pasaje. Así para el pensamiento bíblico, la resurrección aún no ha ocurrido, sino que ocurrirá el día final, o el día que regrese el Mesías de los cielos. El único que ha resucitado es precisamente Jesucristo como lo reportan el apóstol Pedro en éste pasaje de Hechos 2, versículos 23 al 36:
Desde el principio, Dios ya había decidido que Jesús sufriera y fuera entregado a sus enemigos. Ustedes lo ataron y lo entregaron a los romanos para que lo mataran. ¡Pero Dios hizo que Jesús volviera a vivir! ¡Y es que la muerte no tenía ningún poder sobre él!
Nótese que el apóstol explica que Dios resucitó al Mesías, y sigue:
Hace mucho tiempo el rey David dijo lo siguiente, refiriéndose a Jesús:
"Veo siempre a Dios delante de mí; con él a mi derecha no tengo nada qué temer. Por eso estoy contento y canto de alegría. Por eso estoy tranquilo: porque siempre confío en Dios. Dios no me dejará en la tumba; Dios no dejará que me muera, pues soy su fiel servidor. Él me ha enseñado a vivir. Con él a mi lado soy verdaderamente feliz".
Ésta parte es un anuncio profético escrito por el rey David, quien está hablando en nombre del Mesías. Así lo explica el apóstol Pedro lleno del Espíritu Santo:
"Amigos israelitas, hablemos claro. Cuando David murió, fue enterrado, y todos sabemos dónde está su tumba. Y como David era profeta, Dios le prometió que un familiar suyo sería rey de Israel. "David sabía que Dios cumpliría su promesa. Por eso dijo que el Mesías no moriría para siempre, sino que volvería a vivir. Y todos nosotros somos testigos de que Dios resucitó a Jesús, y de que luego lo llevó al cielo y lo sentó a su derecha.
El mismo rey David quien escribió que “Dios no me dejará en la tumba” aún está en la tumba, así que lo que escribió fue un anuncio de cómo sería la resurrección de Jesús el Cristo, sigamos:
"Dios le dio a Jesús el Espíritu Santo. Y ahora Jesús nos ha dado ese mismo Espíritu, pues nos lo había prometido. ¡Y esto es lo que ustedes están viendo y oyendo! "Sabemos que quien subió al cielo no fue David, pues él mismo dice:
"Dios le dijo a mi Señor el Mesías:
'Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus enemigos' ". (Salmos 110)
"Israelitas, ustedes tienen que reconocer, de una vez por todas, que a este mismo Jesús, a quien ustedes mataron en una cruz, Dios le ha dado poder y autoridad sobre toda la humanidad". (hechos 2:23-36)
Éste pasaje, aunque largo, revela la calidad de la predicación de los apóstoles llenos del Espíritu Santo, aquí está particularmente el apóstol Pedro diciéndonos que David murió y su tumba aún está en Israel, pero que él creía en el Mesías y en su resurrección y proféticamente escribió acerca de la resurrección de Jesús.
En otra ocasión Jesús dijo:
Nadie ha ascendido al cielo, excepto aquel que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, quien está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre, para que cualquiera que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:13-15)
Aquí el Mesías habla proféticamente de lo que el hijo del hombre tenía que cumplir después de resucitar: ser ascendido al cielo, el Mesías habla en un lenguaje profético, puesto que los profetas habían hablado ya de ésta ascensión del Mesías. Por esto dice que el hijo del hombre está en el cielo… pues proféticamente estaba destinado a estar allí. Podemos ver que todos los escritos bíblicos concuerdan y armonizan con lo que estamos viendo, es decir, que los muertos están dormidos y volviéndose polvo, pero que serán resucitados el día final, así también lo expresa el apóstol de los gentiles (no judíos) Saulo de tarso, llamado también Pablo:
Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. (1 Tesalonicenses 4:16-17)
Es necesario aclarar algunos puntos aquí. ¿Quiénes son los muertos en Cristo? Los muertos en Cristo son todos los creyentes de todos los tiempos que creyeron en la venida del Mesías y vivieron una vida de fe… recordemos que Jesús declaró que Abraham, Isaac y Jacob se sentarían en el reino de Dios junto con todos los profetas, y recordemos que el Ángel Miguel le anunció a Daniel que se levantaría al fin de los tiempos a recibir su herencia. En otro pasaje, en la carta a los hebreos esto es expresado así:
"Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, habitando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aún fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, como la arena innumerable que está a la orilla del mar. En la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria, pues si hubieran estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad" (Heb. 11:8-16).
Éste pasaje revela que los hombres de fe de la antigüedad esperaban la ciudad que viene del cielo, y que murieron sin recibir dicha herencia… ¿cómo pues van a recibirla, a menos que resuciten?
Y yo Juan vi la santa Ciudad, Jerusalén la nueva, que descendía del cielo, aderezada de Dios, como la esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos. (Apocalipsis 21:2-3)
Éste pasaje de Apocalipsis nos revela que ésa ciudad santa bajará del cielo a la tierra.
¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltará contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel, y de los profetas, que por fe ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de los leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de enemigos extraños; las mujeres recibieron sus muertos por resurrección, unos fueron estirados, menospreciando la vida, para ganar mejor resurrección. (Hebreos 11:32-35)
Aquí el escritor de los hebreos aclara que la esperanza de ellos era la resurrección. y continúa:
Y todos éstos, aprobados por testimonio de la fe, no recibieron la promesa, proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, que aquellos no fuesen perfeccionados sin nosotros. (Hebreos 11:39-40)
Todos éstos creyentes de la antigüedad fueron aprobados por su fe, pero no recibieron la herencia. Como hemos visto la herencia es la tierra restaurada (paraíso), o el reino de Dios en la tierra. Ellos no recibieron aún la herencia puesto que Dios quiere que nosotros también alcancemos ésta promesa y nos está llamando a participar de la misma fe en el reino venidero y una conversión de nuestra vida en arrepentimiento para poder ser dignos de la resurrección y el reino. Lamentablemente hoy en día muchos se han desviado de la verdad y predican una esperanza diferente, claro que esto no es nuevo sino que viene desde la mentira que Satanás sembró en la mujer y posiblemente en todos los hombres que no han escuchado a Dios sino al espíritu engañador, llamado también el Dios de éste mundo malo. Las ideas de un alma inmortal y la reencarnación tienen su raíz en el maligno y alejan al hombre de poner su confianza en la verdadera esperanza de la resurrección de entre los muertos. Tristemente hay aún hombres que se empeñan en interpretar las escrituras hebreas desde ése punto de vista pagano, y la verdad es que habría que descartar todo lo que hemos visto hasta ahora para poder encajar dichas creencias en la verdad expresada a lo largo de tantos libros bíblicos que concuerdan y armonizan diciendo exactamente lo mismo. Hay que decir también que de todas las escrituras judeo-cristianas, si existen algunos pocos pasajes que han sido el sustento de muchos estudiosos para defender la idea de que la Biblia presenta evidencia de que existe “vida después de la muerte” en el sentido de que existe “el mas allá” donde viven las almas desencarnadas o los fantasmas, pero la verdad es que éstos pasajes no son totalmente claros en cuanto a esto, como si lo son los pasajes que declaran que el hombre al morir vuelve al polvo. Muchos creyentes podrían decir que estos puntos no son tan relevantes en sí y que Dios no va a juzgarnos por creer lo que queramos creer. Pero la voluntad de Dios es que seamos santos en toda nuestra vida y además que le conozcamos a Él. Si nos empeñamos en seguir con nuestras propias creencias, entonces no estamos realmente conociendo a Dios y tampoco entenderemos nunca sus propósitos. Sería como tener un Dios falso. Nuestras creencias no pueden contradecir las creencias de los profetas, que es la verdad revelada de Dios como estamos viendo, éste punto de vista hebreo concuerda y armoniza en todos los libros bíblicos, y si queremos servir a Dios y llevar el mensaje correcto a la humanidad, nosotros debemos ser coherentes en la interpretación de las escrituras y no solo ver en ellas lo que nos gustaría que dijera, debemos adaptarnos a ellas y no adaptar lo que se nos ha enseñado o lo que creemos, forzando unos cuantos versículos para enseñar error. Por esto vamos a desenmascarar de una vez por todas, las falsas enseñanzas que aún hoy se propagan por todas partes, que hombres que no escudriñan con diligencia, repiten como loros lo que ni siquiera entienden.
Algunos pasajes mal interpretados, descontextualizados o mal traducidos
Muchos pasajes de la Biblia se han tomado para probar que los hombres son llevados al cielo o que al morir una parte del hombre sigue viva y conciente, como hemos visto en este estudio, esto no es bíblicamente posible, puesto que tendríamos que desechar declaraciones proféticas muy claras, tendríamos que descontextualizar dichos pasajes de la revelación general que nos presenta la escritura y que concuerdan y armonizan entre sí. Hay otros versículos que crean confusión y contradicciones porque los traductores añaden palabras que no se encuentran en los manuscritos griegos, los traductores hacen esto básicamente porque ya tienen su propia versión de las cosas y simplemente pasan por alto la verdad revelada por Dios y hacen que la Biblia diga lo que a ellos les gustaría que dijera. Cuando miramos diferentes traducciones nos encontramos con inconsistencias muy sutiles pero que presentan debates y problemas teológicos muy serios, miremos algunos ejemplos de pasajes que se usan para fundamentar las creencias ajenas a la Biblia:
El testimonio de Enóc
Y vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y anduvo Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años; y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Y anduvo Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios (Génesis 5:21-24)
Aún hoy en día se usa ésta forma coloquial para referirse de alguien que ha muerto, se dice que “Dios se lo llevó”. Como hemos visto, en el pensamiento hebreo, un muerto va a la tumba, al polvo. Las personas que piensan que es posible que los hombres sean llevados al cielo, generalmente leen aquí que Enoc fue llevado al cielo, aunque éste texto no dice nada del cielo. En el libro de los hebreos encontramos otra pista que nos puede revelar la verdad detrás de éste misterio:
Por la fe, Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto tuvo testimonio de haber agradado a Dios. (hebreos 11:5)
Muchos traductores de mentalidad contraria a las escrituras leen en estos pasajes que Enoc fue llevado al cielo, por esto es que algunas versiones añaden la palabra cielo en éste versículo, la Biblia católica de las américas lo vierte así:
Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte; Y NO FUE HALLADO PORQUE DIOS LO TRASLADO; porque antes de ser trasladado recibió testimonio de haber agradado a Dios.
Esto es muy interesante, ya que demuestra que los traductores pueden influir mucho, imprimiéndole a un solo versículo lo que a ellos les parece con solo añadir una palabra extra. Al leer la versión católica mas antigua que existe, uno no puede menos que sorprenderse. Ésta es la forma como lo vierte la Vulgata Latina:
Por la fe fue trasladado Enoc de este mundo para que no muriese, y no se le vio más, por cuanto Dios le transportó a otra parte que no se sabe; mas antes de la translación, tuvo el testimonio de haber agradado a Dios. (hebreos 11:5)
A mi personalmente me parece insólito que no concuerden las versiones, incluso cuando ambas son católicas.
¿Cómo pues saber cual versículo es el correcto?
Creo que para hacer honor a la verdad debemos seguir la pista que nos deja el Génesis, pues allí no se nos dice que Enoc fue llevado al cielo, sino que desapareció porque Dios se lo llevó, es decir, que murió. Como Enoc murió “jóven” de acuerdo con la longevidad de su época, se da el testimonio de que agradaba a Dios, así que no murió por desobediente, sino que murió en la voluntad de Dios, esperando la resurrección.
¿Cómo podemos estar seguros de esto?
Pues en el mismo pasaje de Hebreos, el escritor hace una declaración que muy posiblemente los traductores han pasado por alto:
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas; sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas; y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. (Hebreos 11:13)
Después de decir en el versículo 5 que Enoc fue llevado para no ver muerte, en el versículo 13, el mismo escritor de Hebreos nos asegura que murió, puesto que “todos estos” incluye a Enoc. Además ya habíamos visto que el Mesías afirmo:
Nadie ha ascendido al cielo, excepto aquel que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, quien está en el cielo. (Juan 3:13)
Con esta declaración del Mesías, queda claro que Enoc no puede estar en el cielo.
¿qué significa entonces que Enoc fue llevado (trasladado) para no ver muerte?
Para responder a ésta interrogante habría que ir también a las palabras de Jesús el Mesías, quien en una ocasión declaró:
Con seguridad les digo, si una persona sigue mi palabra, nunca verá la muerte. (Juan 8:51)
Tenemos ésta declaración que nos da luces para interpretar el pasaje sobre el patriarca Enoc. Aunque Jesús aseguró que quien siguiera su palabra nunca vería la muerte, vemos en las escrituras que todos los apóstoles que lo siguieron murieron, muchos de ellos asesinados. Y están dormidos en el polvo de la tierra, esperando la resurrección. Tenemos la declaración del apóstol Pablo:
Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. (1 Tesalonicenses 4:13-16)
Éste pasaje del apóstol Pablo basta para mostrar que los que han muerto serán resucitados en la segunda venida del Señor Mesías al mundo. Si Pablo creyera que al morir, seguimos vivos, no habría hablado de la esperanza de la resurrección, sino que les habría escrito a los Tesalonicenses que no se angustiaran por los muertos, pues ellos están en el cielo con el Señor… ¡Pero no! Es claro que Pablo tiene las mismas creencias hebreas en cuanto a la muerte, y es mas que transparente aquí que la verdadera esperanza es la resurrección. Así que cuando Jesús dice que quien guarde su palabra “no verá la muerte” esto quiere decir que no verá la “muerte eterna”, la que la Biblia llama “la segunda muerte” en Apocalipsis 20:6.
Conclusión:
1) Hay creencias ajenas a la revelación bíblica que se han infiltrado en las traducciones a través de traductores descuidados o tercos en cuanto a sus creencias sobre la muerte.
2) El patriarca Enoc murió mucho más temprano que sus contemporáneos pero tuvo una visión del reino y la resurrección y por esto se da testimonio de que agradaba a Dios y fue “transpuesto para no ver muerte”.
3) Nadie ha subido al cielo, sino solo el Mesías. Además el Mesías tuvo que vencer y dar su vida para poderse ganar el lugar a la diestra de Dios.
4) Si nos empeñamos en creer que Enoc no murió y que fue llevado al cielo, se formarían contradicciones doctrinales que desarmonizarían con el mensaje bíblico. La Biblia declara que el pecado entro a todos los hombres y con él la muerte a todos los hombres también. Las escrituras afirman que todos tenemos que morir por causa del pecado:
Por tanto, de la manera que el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres en aquel en quien todos pecaron. (Romanos 5:12)
5) La doctrina bíblica no puede contradecir las mismas declaraciones de Dios. Nuestra predicación no puede incluir falsas esperanzas, porque está en juego la salvación de los hombres.
6) Es curioso que éste singular pasaje se usa mas que todo en las sectas misteriosas y en la “nueva era” como prueba de las abducciones y mentiras semejantes.
¿Fue el profeta Elías llevado al cielo donde está Dios?
Otro pasaje inquietante en las escrituras es el encontrado en 2 Reyes 2:11:
Y aconteció que, yendo ellos hablando, he aquí, un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.
Lo que muchos lectores pasan por alto es que la palabra cielo se usa para el firmamento tanto como para el cielo donde habita Dios. Ya hemos visto que el Mesías declaró que nadie ha subido al cielo sino solo “el hijo del hombre” (el Mesías). Así que éste cielo donde fue llevado Elías es “el firmamento”. Otra prueba contundente que muestra la escritura es que Elías no desaparece de escena en éste momento, sino que fue apartado de su sucesor Eliseo, pero el lector constante se percata de que Elías aparece de nuevo más adelante, como consta en el libro de II Crónicas.
El episodio del torbellino y los carros de fuego fue en los tiempos en que reinaba el rey Josafat, descendiente de David, quien después, años mas tarde murió:
Y durmió Josafat con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Y reinó en su lugar Joram su hijo (II Crónicas 21:1)
Cuando Joram comenzó a reinar, hizo lo que no agradaba al Señor y el profeta Elías aparece en escena enviándole una carta:
Y le llegaron letras del profeta Elías, que decían así: El SEÑOR, el Dios de David tu padre, ha dicho así: Por cuanto no has andado en los caminos de Josafat tu padre, ni en los caminos de Asa, rey de Judá…(II Crónicas 21:12)
Conclusión:
1) El profeta fue llevado a otro lugar de la tierra, para que Elías lo sucediera en su labor, pero no murió ni fue llevado al cielo de Dios en ése episodio.
2) El profeta Elías tuvo que haber muerto después, como todos los hombres, esperando la resurrección en el día final junto con todos los demás creyentes y con el profeta Daniel, el día que regrese el Mesías a reinar, como estamos viendo en el presente estudio, pues todos los hombres, sin excepción, estamos condenados a morir.
La parábola del rico y Lázaro
La parábola del rico y Lázaro encontrada en Lucas 16:19-31 ha sido también una piedra de tropiezo, y es que si la tomamos literalmente y la vemos aislada del contexto bíblico, podría concluirse que al morir, los hombres son inmediatamente juzgados, recompensados o castigados… pero las parábolas no son para ser tomadas literalmente, sino que son historias hipotéticas de donde se pueden desprender principios para la vida cotidiana y que encierran verdades profundas. La Biblia es clara cuando hace declaraciones acerca del juicio, que vendrá el día que venga el Mesías a reinar, miremos:
Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. (Mateo 25:31-32)
Otra declaración del mismo Jesús dice:
Porque el Padre a nadie juzga, mas todo el juicio dio al Hijo. (Juan 5:22)
El apóstol pablo también concuerda con esto en varios versículos:
Requiero yo, pues, delante de Dios, y del Señor Jesús, el Cristo, que ha de juzgar a los vivos y los muertos en su manifestación y en su Reino. (1 Timoteo 4:1)
Para pablo es claro que el juicio será en la manifestación del reino, cuando venga el Mesías, y que éste juicio será hecho por Jesucristo.
Así que la parábola del rico y Lázaro debe ser leída bajo éste punto de vista, y así desaparecen las confusiones que se puedan presentar al respecto:
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y deseando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vio a Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno. (Lucas 16:19-23)
La parte interesante de éste pasaje es ésta que dice que Lázaro fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, pues bien, Jesucristo declara que esto será en el día final, cuando los ángeles recogerán a sus elegidos:
Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con trompeta y gran voz; y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro. (Mateo 24:30-31)
El mensaje bíblico no se contradice, pero cuando pasamos por alto las declaraciones de Jesucristo, se forman inconsistencias. En este pasaje el Mesías habla del tiempo cuando serán recogidos sus elegidos, mas adelante también dice: “Uno será tomado y otro será dejado”, pues bien, la parábola del rico y Lázaro también debe ser vista bajo esta misma lógica que Jesús expone a lo largo de toda su predicación, teniendo en cuenta que en la parábola se puede brincar el tiempo y hablar del futuro como si fuera el pasado, ya que precisamente eso es lo que significa el movimiento parabólico.
La transfiguración
La transfiguración ha causado también gran revuelo puesto que aparecen Moisés y Elías hablando con Jesús, de donde deducen los “lectores ligeros” que Moisés y Elías viven ahora. La clave para entender la transfiguración es tal vez, verla tal como los apóstoles y Jesús mismo la vieron:
Ocurrió como ocho días después de haber dicho esto, que Jesús salió con Pedro, Juan y Santiago, y fue a una montaña a orar. Mientras oraba, la apariencia de su rostro se alteró, y su vestido se hizo blanco y brillante. Dos hombre estaban hablando con Él, ellos eran Moisés y Elías. (Lucas 9:28-30)
La clave para entender éste relato es mirar lo que había dicho Jesús en el versículo 27:
Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el Reino de Dios.
¡Jesús les había dicho que algunos iban a ver el reino de Dios! y en el monte lo que vieron fue precisamente una visión en éxtasis de lo que será el reino de Dios y la gloria que tendrá el Mesías. Por lo menos así lo explica el mismo apóstol Pedro en una de sus cartas:
Porque nosotros no os hemos dado a conocer la potencia y la venida de nuestro Señor Jesús, el Cristo, siguiendo fábulas por arte compuestas; sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Porque él había recibido de Dios el Padre honra y gloria, cuando una tal voz fue a él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos juntamente con él en el Monte Santo. (2 Pedro 1:16-18)
Si leemos todo el capítulo 1 de la carta de Pedro nos damos cuenta que el tema central del que se está hablando es de la segunda venida del Mesías en su reino. Para Pedro la experiencia en el monte servía de prueba de la gloria que tendrá el Mesías en su parousía, además, para Jesucristo la experiencia en el monte había sido una visión, un éxtasis:
Y como descendieron del monte, les mandó Jesús, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos. (Mateo 17:9)
Conclusión:
1) Moisés y Elías están muertos en el polvo de la tierra pero serán resucitados en la segunda venida del Mesías y eso fue precisamente lo que vieron los apóstoles aquí. Por esto Jesús les dijo que “no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios”. Esto quiere decir que solo después de la experiencia ellos estarían dispuestos a morir por el reino, puesto que lo habían visto en una visión o éxtasis.
El ladrón que fue crucificado con Jesús
Otro texto que ha servido para perpetuar la confusión se encuentra en Lucas 23:42-43:
Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu Reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.
Sobre éste tema en particular se han elaborado innumerables teorías, las más importantes, sin embargo, son dos o tres: Dicen los eruditos bíblicos que aquí la coma está puesta en el lugar incorrecto, es decir, ya que en el griego no hay comas, es decisión de los traductores el lugar donde se coloca la coma y el sentido del texto cambiaría totalmente, miremos: De cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso. Vemos que al cambiar la coma de lugar, cambia radicalmente el sentido del texto. Otros comentaristas alegan que ésta forma de hablar de Jesús, no pareciera a su manera cotidiana de expresarse vista en los evangelios sinópticos. Hay otro grupo de creyentes que afirman que éste comentario de Jesús no tiene nada de sobre natural, ya que la palabra paraíso significa literalmente “jardín” y los muertos eran sepultados en jardines, así que Jesús le estaría declarando que estarían juntos en el jardín sepultados. Para hacer honor a la verdad, hay que decir que los evangelios no nos dicen que éste ladrón fue sepultado con Jesús, antes bien, los ladrones y criminales eran echados fuera de la ciudad en un basurero con fuego, llamado gehena. Creo personalmente que para entender bien lo que Jesús quiso decir aquí, muchos estudiantes han seguido la pista equivocada, ya que no toman en cuenta que lo que declaró Jesús, lo hizo como una respuesta a la declaración del ladrón, y ¿qué dijo el ladrón?
“Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu Reino.”
Pocos se han puesto a meditar bien en ésta declaración de fe tan grande que hizo el ladrón. Tomando en cuenta que hasta los mismos apóstoles de Jesús dudaron de él cuando fueron confundidos por su crucifixión, aunque el maestro les había advertido muchas veces que el hijo del hombre tenía que morir, ellos no lo podían entender:
Y comenzó a enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar después de tres días. (Marcos 8:31)
Sí mi amado hermano, nuestro Señor Jesucristo enseñó públicamente que tendría que morir, puesto que estaba escrito en los profetas, que antes de venir a reinar, debía padecer y ser desechado. Pero éste ladrón está le declara la revelación mas grande de todas las que se encuentran en el evangelio, implícitamente está diciéndole a Jesús:
Señor, cuando resucites y vengas en tu reino, acuérdate de mi y resucítame. Es decir, éste hombre estaba haciendo la declaración de fe que el apóstol Pablo dice que salva:
Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, mas con la boca se hace confesión para salvación. (Romanos 10:9-10)
¡Éste ladrón está declarando precisamente que Jesús es el Mesías esperado, el rey de Israel que tiene que morir y que luego resucitará de entre los muertos, ser ascendido al cielo como dijo el profeta Daniel para recibir el reino y luego volver a la tierra a reinar!
Y he aquí, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y le dará el Señor Dios el trono de David su padre: Y reinará sobre la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin. (Lucas 1:31-33)
"Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido"(Daniel 7,13-14)
Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios: Tú eres el Rey de Israel. (Juan 1:49)
Esta declaración de fe que hizo el ladrón es tal vez, la declaración mas grande que hay en la Biblia, y la luz de ésta declaración, la respuesta de Jesús es nítida y diáfana:
“De cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso”
Jesús le está respondiendo que por ésa fe que mostró con su declaración, sería resucitado para vivir en la tierra restaurada o paraíso como hemos estado viendo en éste estudio. En el Génesis vemos que Dios tuvo que expulsar al diablo, el hombre y la mujer de el jardín de Edén, y también en el génesis nos dan una descripción muy clara de el lugar donde estaba ubicado el paraíso o jardín de Dios, en una zona que actualmente es desértica porque Dios tuvo que llevarse ése paraíso para el cielo, pues nos dice que puso unos querubines alrededor para que el hombre no pueda entrar:
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados para guardar el camino del árbol de la vida. (Génesis 3:24)
Luego en Apocalipsis nos dicen que el paraíso bajará a la tierra, aunque también vimos que el Isaías que el desierto se volverá otra vez el paraíso:
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos, y será su Dios. (Apocalipsis 21:2)
Y me mostró un río puro de agua de vida, límpido como el cristal, que provenía del trono de Dios y del Cordero. En el medio de la calle de ella, y de uno y de otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán. (Apocalipsis 22:1-3)
Si mi amado lector, la nueva Jerusalén es la ciudad que viene del cielo y es la misma ciudad que esperaban los patriarcas de la antigüedad. Esa ciudad es el paraíso que vendrá del cielo a la tierra puesto que dice que las hojas de los árboles del árbol de la vida son para la sanidad de las naciones. Isaías 35 describe el futuro del desierto que se convierte de nuevo en un jardín de Edén, y eso ocurrirá queridos lectores, cuando el cielo venga a la tierra, cuando se cumpla la oración de Jesucristo: “Venga tu reino para que se haga tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo…”
Conclusión:
Jesucristo vio la fe de aquel “ladrón justo” que aún viendo morir al rey, creyó que resucitaría y que vendría a gobernar las naciones de la tierra y a restaurar todo como al principio… Esa declaración de fe fue suficiente para hacerse acreedor a la resurrección de entre los muertos y la vida futura en el reino de Dios, gobernado por el Mesías Jesús de Nazaret.
Filipenses y las creencias de Pablo
Uno de los textos más malinterpretados de todos los que hemos visto hasta ahora es el siguiente:
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir, un beneficio. Aunque es evidente que si vivo tendré aún oportunidad de seguir trabajando por el evangelio. En realidad no sé qué es preferible, si vivir o morir. Unas veces quisiera vivir, y otras veces no, pues mi verdadero anhelo es irme para estar con Cristo, lo cual es mucho mejor que quedarme aquí. (Filipenses 1:21-23)
Aquí la mayoría de personas leen que Pablo quiere decir que al morir se iría a estar con Cristo. Lo que interpretan es que al morir, uno sigue vivo como un fantasma y se va donde está Cristo… como hemos visto en este estudio, la muerte en el contexto bíblico es inexistencia, inconsciencia. El mismo Pablo dice en Tesalonicenses:
«Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. 14 ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. 15 Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. 16 El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. 18 Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras.»
Para Pablo, la esperanza era la resurrección en el día final, en la venida del Señor… así que ¿cómo iba a contradecirse? En ninguna parte de la Biblia encontramos a Pablo diciendo que los muertos están con Cristo, sino mas bien dice que estarán, en el futuro reino de Dios, y como hemos visto, esto concuerda con lo que Jesucristo predicó. Así que la frase: “pues mi verdadero anhelo es irme para estar con Cristo, lo cual es mucho mejor que quedarme aquí” Bien podría significar que para Pablo, la muerte es un estado inconsciente, como un sueño donde no hay conciencia de nada, tal como creía Salomón, Isaías, Daniel y todos los escritores bíblicos que anhelan la resurrección y el paraíso en la tierra, antes que anhelar un cielo fuera de este mundo. Pablo era un hebreo y tenía la forma de pensar de los escritores hebreos y los profetas, como hemos visto.
Conclusión final:
Podríamos quedarnos mirando una por una todas las demás malas interpretaciones y malas traducciones hechas por personas que se apegaron a sus creencias antes que rendirlas a la verdad revelada de la palabra de Dios. Espero que este estudio le haga reflexionar sobre que tipo de evangelio está usted creyendo y quiera Dios que le dé curiosidad por leer la Biblia antes que creer a cualquier predicador de mentiras… Como hemos visto, el mensaje bíblico es claro:
-El hombre desobedeció y fue condenado a muerte
-La tierra fue maldita y llena de corrupción
-Dios ideó la redención y la resurrección de entre los muertos para los fieles
-El Mesías esperado vino y enseño sobre el reino de Dios, murió, resucitó y está en el cielo, esperando el día de venir a reinar con poder y vara de hierro.
-Los creyentes en este reino, se bautizan y lo anuncian, Dios les da su Espíritu Santo, los unge.
-Ellos resucitarán cuando venga el Señor a reinar, junto con todos los creyentes de todas las épocas.
-El reino de Dios comenzará con Jesús, pero después Jesús entregará el reino a Dios (1 Corintios 15:24-26)
Hoy en Día se está predicando un mensaje que aparenta ser espiritual pero que es confuso y maligno, se predica que los muertos van al cielo, o que nuestra meta es ganar el cielo. Ésta falsa esperanza no da el fruto correcto, pues es un engaño del diablo, sería como decir que al morir no morimos, lo que es una falsedad, puesto que todos tenemos que morir, ya que está establecido a los hombres, que mueran una vez; y después, el juicio. (Hebreos 9:27) Claro que este juicio no ocurre después del hombre morir, sino como enseña la escritura en la segunda venida del Mesías y al final frente al trono blanco, cuando todos serán juzgados por Dios mismo en persona.
¡Gracia y Bendiciones para Todos!
davidmaciasisaza@gmail.com
Introducción:
La muerte es quizá uno de los temas más recurrentes en la literatura, el arte y en las conversaciones de los pensadores de todas las épocas, también es una de las ideas que mas producen incógnitas, misterio, miedo y terror. Las personas evitamos hablar de ello en general, sobre todo cuando se trata de nuestra propia muerte, y si somos de verdad honestos, a la gran mayoría de personas nos es muy difícil enfrentarnos con la realidad inminente de que vamos a morir algún día. Creo que se puede afirmar que todos los niños llegan en un momento a preguntar a sus padres la razón por la que tenemos que morir, y si no lo hacen a sus padres, seguro que se plantean ésta pregunta en el momento en que comienzan a tener conciencia de ella. Aunque existen muchas respuestas diferentes en cuanto al tema y además muchas creencias, en éste estudio nos ocuparemos de ver que nos dicen las escrituras judeo–cristianas, es decir, que dice la Biblia al respecto.
¿Por qué existe la muerte?
La Biblia ofrece una respuesta muy concreta en cuanto al tema de la muerte, en romanos 5:12 leemos:
Por tanto, de la manera que el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres en aquel en quien todos pecaron.
Para el pensamiento hebreo y cristiano, la muerte fue la consecuencia del pecado del hombre. El primer hombre pecó y heredó a su descendencia la tendencia al pecado y también la muerte inminente, de esto deducimos que Dios no hizo al hombre inmortal, pero tampoco lo hizo para la muerte, podríamos afirmar que lo hizo con la capacidad de elegir su propio camino, es decir, lo hizo con libre albedrío y le dejó ambas opciones abiertas a su decisión. Dios le dijo al primer hombre:
Y mandó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás.
(Génesis 2:16-17)
Dios le dio el mandamiento al hombre de no comer de éste fruto pues moriría, pero el hombre decidió comer, puesto que vio que su mujer había comido… pero la mujer comió porque fue engañada:
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió á la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto comemos; Mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. Entonces la serpiente dijo á la mujer: No moriréis; Mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal. (Génesis 3:1-5)
La serpiente mintió a la mujer diciéndole que no moriría, sino que se haría mas sabia y serían como dioses. Cabe decir que el libro de Apocalipsis nos revela que ésta serpiente antigua es también llamada diablo o Satanás:
Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años; (Apocalipsis 20:2)
Cabe también decir que el Mesías declaró que el diablo es mentiroso y padre de mentira y que no hay verdad en él:
"Ustedes son de vuestro padre, el diablo, y los deseos de vuestro padre quieren hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira." (Juan 8:44)
Así que el maligno ha introducido en la humanidad la mentira de que no morimos, de que somos como dioses porque conocemos el bien y el mal. Pero según la Biblia, la única forma de ser inmortales sería comiendo del árbol de la vida que se encuentra en el paraíso o jardín de Edén, pero Dios expulsó al hombre, su mujer y al diablo de allí:
dijo el SEÑOR Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, para que no meta su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una llama de cuchillo que andaba en derredor para guardar el camino del árbol de la vida. (Génesis 3:22,24)
Aquí vale decir que Dios promete darle a comer del fruto de la vida eterna a todo el que guarde sus mandamientos y sus obras hasta el fin:
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al que venciere, daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios. (Apocalipsis 2:7)
Ésta promesa de Apocalipsis, se hará realidad cuando la tierra vuelva a ser el paraíso, ya que Dios ha prometido que así será:
Ciertamente consolará el SEÑOR a Sion, consolará todas sus soledades, y tornará su desierto como paraíso, y su soledad como huerto del SEÑOR; se hallará en ella alegría y gozo, confesión y voz de cantar. (Isaías 51:3)
Dios ha prometido restaurar la tierra al estado perfecto en que estaba antes de la caída del hombre. Cuando el hombre comió del fruto del bien y el mal, fue condenado a la muerte y la tierra fue maldita, porque el diablo también fue expulsado del edén y comenzó a hacerle guerra a Dios, influenciando a los hombres para rebelarse contra su creador. Ante la realidad inminente de nuestra muerte y descomposición, el diablo ha seguido sembrando su mentira, que aparece con diferentes formas: dice que el alma es inmortal o que después de la muerte sigue la reencarnación, ya que no puede negar que morimos, pues es algo evidente e innegable, el maligno ha inventado que seguimos vivos como espíritus, es decir, como fantasmas, como si fuéramos dioses (Es la misma mentira que dijo a la mujer en Génesis). Vemos que Jesucristo declara que Dios es un Espíritu:
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren (Juan 4:24)
Dios es Espíritu pero los hombres no. Los hombres somos de carne y hueso, pero para Dios somos hechos de la misma materia que fue hecha esta tierra, es decir, para Dios somos de tierra, de polvo:
Formó, pues, YHWH Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente. (Génesis 2:7)
Vivimos porque Dios nos dio aliento de vida y al morir, éste aliento de vida vuelve a Dios, pero nosotros no somos ése aliento de vida, sino que somos almas vivientes por causa de ese hálito de vida en nosotros, si somos perspicaces notaremos que la Biblia no nos enseña que tengamos alma, sino que somos almas. Por esto Dios le dio esta sentencia al primer hombre cuando comió del fruto que no debía comer:
Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste á la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo, No comerás de él; maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; Espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo; En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado. (Génesis 3:17-19)
Ésta declaración del Dios Eterno nos muestra que los hombres somos de polvo y al morir, volvemos a convertirnos en polvo, dejamos de existir como hombres, para existir como polvo. En ese momento muere nuestra alma, pues nuestra alma es nuestra propia vida humana.
Todas las escrituras hebreas concuerdan con La declaración de Dios en el Génesis
Como hemos visto, para Dios somos polvo y al morir volvemos al polvo y dejamos de ser, ésta misma idea se puede ver en todos los libros hebreos, por ejemplo:
Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor, y su odio y su envidia, feneció ya: ni tiene ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol. (Eclesiastés 9:5-6)
Se dice que éste escrito hebreo fue hecho por el ungido rey salomón a quien Dios dotó con sabiduría divina y a quien Dios prometió que sería como un hijo para Él, ciertamente éste escrito refleja que la creencia hebrea es que el hombre muere y vuelve al polvo tal como hemos visto que Dios dice en el Génesis.
Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría. (Eclesiastés 9:10)
Éste pasaje muestra que los muertos van al sepulcro, donde no hay nada que hacer ni mas vida, tampoco se emprende nada. Los profetas no nos hablan de transmigración del alma o reencarnación.
Y el polvo se torne á la tierra, como era, y el espíritu se vuelva á Dios que lo dió. (Eclesiastés 12:7)
En éste pasaje vemos que el aliento de vida, es también llamado Espíritu. Éste espíritu nos infunde vida, pero no somos ése espíritu, somos almas vivientes por causa de ese Espíritu en nosotros.
Los cielos son los cielos de YHWH: Y ha dado la tierra á los hijos de los hombres. No alabarán los muertos á JAH, Ni cuantos descienden al silencio. (Salmos 115:16-17)
En éste pasaje de los salmos, vemos que el pensamiento hebreo sigue siendo el mismo, los muertos no alaban a Dios sino que descienden al silencio de la tumba, además vemos que los cielos son de Dios, pero que la tierra es para los hombres. También los llamados profetas mayores concuerdan con éste mismo pensar:
Porque el sepulcro no te celebrará, ni te alabará la muerte; Ni los que descienden al hoyo esperarán tu verdad. El que vive, el que vive, éste te confesará, como yo hoy: El padre hará notoria tu verdad á los hijos. (Isaías 38:18-19)
Vemos pues que en el pensamiento hebreo, los muertos no saben nada ni pueden hacer nada y además vemos que la tierra es la verdadera herencia que Dios promete para los hombres fieles, los hebreos no esperaban ir al cielo al morir, ni tampoco pensaban que al morir el hombre seguía vivo en estado etéreo en el más allá, sino que su esperanza estaba puesta en la resurrección de entre los muertos, esperanza que fue anunciada por los profetas y después confirmada por el Mesías y por los apóstoles como veremos a continuación.
¿Pero por que morimos?
Porque Dios decidió que su Espíritu no se quedaría en los seres humanos por siempre, puesto que los hombres se volvieron muy carnales:
Entonces el SEÑOR dijo: Mi Espíritu no se quedará para siempre con los hombres, porque ciertamente ellos son carnales. Serán, pues, sus días ciento veinte años. (Génesis 6:3)
Vemos pues que Dios ha tenido que decidir acortar los días del hombre a causa del pecado, pero en su eterno amor y misericordia nos promete una redención, una oportunidad de vivir por siempre en esta tierra, de conocerlo después de resucitar de entre los muertos.
La promesa de la tierra y la resurrección
Antes que el hombre desobedeciera a Dios, estaba lleno del espíritu de Dios y estaba unido a Dios. Cuando el hombre pecó, Dios tuvo que abandonarlo, ya que Dios es un espíritu santo, por ésto la muerte entró en el hombre y en el mundo y con ella el sufrimiento y la maldad. En ese momento el hombre se separó de Dios y sintió miedo, luego tuvo que comenzar a invocarlo. Dios prometió al hombre que restauraría la tierra que fue maldita por el pecado, le prometió a la mujer que su descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente, pero de los dos primeros hijos que tuvieron, el injusto asesinó al justo y luego Dios les permitió tener otro hijo justo que invocaba a Dios llamado Set y de ésta descendencia de Set Dios guardó un linaje de hombres Justos que le creyeron, a quienes les confirmó su promesa de restaurar la tierra y volverla de nuevo un paraíso (mirar Genesis 3 y 4). De ésta descendencia nació Noé el justo y mas tarde Abraham, a quien Dios le comunicó que un descendiente de suyo sería el heredero del mundo y también le comunicó que resucitarían los creyentes para vivir en la tierra restaurada, éste período de tiempo ha sido llamado con muchos nombres, los mas comunes son: “la era venidera”, “el reino de los cielos” o “el reino de Dios”, será un período de justicia y paz, será de nuevo “el paraíso en la tierra”. El pueblo hebreo ha creído siempre en la resurrección y en el reino venidero como se puede ver en las páginas de la Biblia:
Porque los malignos serán talados, Mas los que esperan en YHWH, ellos heredarán la tierra. Pues de aquí á poco no será el malo: Y contemplarás sobre su lugar, y no aparecerá. Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz. (Salmos 37:9-11)
En este pasaje el rey David, quien era también un ungido de Dios y profeta, vislumbra que los mansos y los que esperan con paciencia heredarán la tierra y tendrán paz. Esto es inquietante si tenemos en cuenta el hecho inminente de que moriremos, pues ¿cómo puede un muerto heredar la tierra? Es obvio que ésta promesa solo podría ser cumplida si Dios resucita a los muertos, y esto precisamente es lo que nos promete la Biblia:
Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad. (Mateo 5:5)
Aquí el Mesías está confirmando la misma promesa que dio el salmista David. ¿Como podrían los hombres heredar la tierra si van a morir, o si al morir siguen vivos como fantasmas y van al cielo?
ciertamente Dios vive en el cielo y no ha prometido a los hombres el cielo sino la tierra:
Los cielos son los cielos de YHWH: Y ha dado la tierra á los hijos de los hombres. No alabarán los muertos á JAH, Ni cuantos descienden al silencio. (Salmos 115:16-17)
Una persona muerta no puede alabar a Dios, sino que está sumida en el silencio de la tumba. La resurrección es la verdadera esperanza bíblica, como lo expresa el Mesías Jesús de Nazareth:
la voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da, sino que lo resucite en el día final. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final (Juan 6:38-40)
La promesa de la vida eterna significa ser resucitado en el futuro por el hijo de Dios en el día final, para disfrutar del paraíso o tierra restaurada, en la era venidera o reino de los cielos, por esto la oración de Jesucristo dice:
Venga tu reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo (Mateo 6:10)
Los apóstoles también veían esto así:
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor son venidos; el cual os ha enviado a Jesús el Cristo, que os fue antes anunciado; al cual de cierto es necesario que el cielo tenga hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, del cual habló Dios por boca de todos sus profetas que han sido desde el siglo. (Hechos 3:19-21)
Existe un tiempo llamado el tiempo de restauración de todas las cosas y todos los profetas hablaron de ése tiempo maravilloso, ese tiempo es el mismo llamado “reino de Dios” del que estamos hablando. Pero para poder participar de ése tiempo los creyentes de otros tiempos tendrán que ser resucitados. Por esto el profeta Daniel declara:
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. (Daniel 12:2)
El profeta Daniel concuerda perfectamente con el pensamiento hebreo: los muertos duermen en el polvo de la tierra, han vuelto al polvo, han dejado de existir:
Y tú irás al fin, y reposarás, y te levantarás en tu suerte ( o en tu herencia ) al fin de los días. (Daniel 12:13)
Hemos visto que Jesús el Mesías prometió exactamente lo mismo, que quien creyera en él, sería resucitado el día final:
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final (Juan 6:40)
Claro que para poder resucitar los muertos, Dios tiene que tenerlos en mente, es decir, para Dios (quien ve todo o que no es como si ya fuera) por esto Jesús declara también en otra ocasión:
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el Reino de Dios, y vosotros ser echados fuera. (Lucas 13:28)
Aquí Jesús les estaba diciendo a los fariseos que cuando viniera el reino de Dios serían resucitados Abraham, Isaac, Jacob y los profetas pero que ellos serían echados fuera por su incredulidad. También en otra oportunidad Jesús reprende a los saduceos, quienes fueron una secta judía de los tiempos de Jesucristo, quienes influenciados por el pensamiento pagano, no creían en la resurrección, sino que creían que al morir, viajaban inmediatamente como espíritus a recibir un premio o un castigo:
Pero que los muertos resucitan, incluso lo mostró Moisés en la zarza, cuando llamó al Señor `El Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Porque Él no es Dios de los muertos, sino de los vivos, pues todos están vivos para Él.» (Lucas 20:37-38)
Nótese que es en la mente y en la omnisciencia de Dios es donde todos sus fieles viven, como lo explica el Mesías en éste pasaje. Así para el pensamiento bíblico, la resurrección aún no ha ocurrido, sino que ocurrirá el día final, o el día que regrese el Mesías de los cielos. El único que ha resucitado es precisamente Jesucristo como lo reportan el apóstol Pedro en éste pasaje de Hechos 2, versículos 23 al 36:
Desde el principio, Dios ya había decidido que Jesús sufriera y fuera entregado a sus enemigos. Ustedes lo ataron y lo entregaron a los romanos para que lo mataran. ¡Pero Dios hizo que Jesús volviera a vivir! ¡Y es que la muerte no tenía ningún poder sobre él!
Nótese que el apóstol explica que Dios resucitó al Mesías, y sigue:
Hace mucho tiempo el rey David dijo lo siguiente, refiriéndose a Jesús:
"Veo siempre a Dios delante de mí; con él a mi derecha no tengo nada qué temer. Por eso estoy contento y canto de alegría. Por eso estoy tranquilo: porque siempre confío en Dios. Dios no me dejará en la tumba; Dios no dejará que me muera, pues soy su fiel servidor. Él me ha enseñado a vivir. Con él a mi lado soy verdaderamente feliz".
Ésta parte es un anuncio profético escrito por el rey David, quien está hablando en nombre del Mesías. Así lo explica el apóstol Pedro lleno del Espíritu Santo:
"Amigos israelitas, hablemos claro. Cuando David murió, fue enterrado, y todos sabemos dónde está su tumba. Y como David era profeta, Dios le prometió que un familiar suyo sería rey de Israel. "David sabía que Dios cumpliría su promesa. Por eso dijo que el Mesías no moriría para siempre, sino que volvería a vivir. Y todos nosotros somos testigos de que Dios resucitó a Jesús, y de que luego lo llevó al cielo y lo sentó a su derecha.
El mismo rey David quien escribió que “Dios no me dejará en la tumba” aún está en la tumba, así que lo que escribió fue un anuncio de cómo sería la resurrección de Jesús el Cristo, sigamos:
"Dios le dio a Jesús el Espíritu Santo. Y ahora Jesús nos ha dado ese mismo Espíritu, pues nos lo había prometido. ¡Y esto es lo que ustedes están viendo y oyendo! "Sabemos que quien subió al cielo no fue David, pues él mismo dice:
"Dios le dijo a mi Señor el Mesías:
'Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus enemigos' ". (Salmos 110)
"Israelitas, ustedes tienen que reconocer, de una vez por todas, que a este mismo Jesús, a quien ustedes mataron en una cruz, Dios le ha dado poder y autoridad sobre toda la humanidad". (hechos 2:23-36)
Éste pasaje, aunque largo, revela la calidad de la predicación de los apóstoles llenos del Espíritu Santo, aquí está particularmente el apóstol Pedro diciéndonos que David murió y su tumba aún está en Israel, pero que él creía en el Mesías y en su resurrección y proféticamente escribió acerca de la resurrección de Jesús.
En otra ocasión Jesús dijo:
Nadie ha ascendido al cielo, excepto aquel que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, quien está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre, para que cualquiera que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:13-15)
Aquí el Mesías habla proféticamente de lo que el hijo del hombre tenía que cumplir después de resucitar: ser ascendido al cielo, el Mesías habla en un lenguaje profético, puesto que los profetas habían hablado ya de ésta ascensión del Mesías. Por esto dice que el hijo del hombre está en el cielo… pues proféticamente estaba destinado a estar allí. Podemos ver que todos los escritos bíblicos concuerdan y armonizan con lo que estamos viendo, es decir, que los muertos están dormidos y volviéndose polvo, pero que serán resucitados el día final, así también lo expresa el apóstol de los gentiles (no judíos) Saulo de tarso, llamado también Pablo:
Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. (1 Tesalonicenses 4:16-17)
Es necesario aclarar algunos puntos aquí. ¿Quiénes son los muertos en Cristo? Los muertos en Cristo son todos los creyentes de todos los tiempos que creyeron en la venida del Mesías y vivieron una vida de fe… recordemos que Jesús declaró que Abraham, Isaac y Jacob se sentarían en el reino de Dios junto con todos los profetas, y recordemos que el Ángel Miguel le anunció a Daniel que se levantaría al fin de los tiempos a recibir su herencia. En otro pasaje, en la carta a los hebreos esto es expresado así:
"Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, habitando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aún fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, como la arena innumerable que está a la orilla del mar. En la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria, pues si hubieran estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad" (Heb. 11:8-16).
Éste pasaje revela que los hombres de fe de la antigüedad esperaban la ciudad que viene del cielo, y que murieron sin recibir dicha herencia… ¿cómo pues van a recibirla, a menos que resuciten?
Y yo Juan vi la santa Ciudad, Jerusalén la nueva, que descendía del cielo, aderezada de Dios, como la esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos. (Apocalipsis 21:2-3)
Éste pasaje de Apocalipsis nos revela que ésa ciudad santa bajará del cielo a la tierra.
¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltará contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel, y de los profetas, que por fe ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de los leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de enemigos extraños; las mujeres recibieron sus muertos por resurrección, unos fueron estirados, menospreciando la vida, para ganar mejor resurrección. (Hebreos 11:32-35)
Aquí el escritor de los hebreos aclara que la esperanza de ellos era la resurrección. y continúa:
Y todos éstos, aprobados por testimonio de la fe, no recibieron la promesa, proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, que aquellos no fuesen perfeccionados sin nosotros. (Hebreos 11:39-40)
Todos éstos creyentes de la antigüedad fueron aprobados por su fe, pero no recibieron la herencia. Como hemos visto la herencia es la tierra restaurada (paraíso), o el reino de Dios en la tierra. Ellos no recibieron aún la herencia puesto que Dios quiere que nosotros también alcancemos ésta promesa y nos está llamando a participar de la misma fe en el reino venidero y una conversión de nuestra vida en arrepentimiento para poder ser dignos de la resurrección y el reino. Lamentablemente hoy en día muchos se han desviado de la verdad y predican una esperanza diferente, claro que esto no es nuevo sino que viene desde la mentira que Satanás sembró en la mujer y posiblemente en todos los hombres que no han escuchado a Dios sino al espíritu engañador, llamado también el Dios de éste mundo malo. Las ideas de un alma inmortal y la reencarnación tienen su raíz en el maligno y alejan al hombre de poner su confianza en la verdadera esperanza de la resurrección de entre los muertos. Tristemente hay aún hombres que se empeñan en interpretar las escrituras hebreas desde ése punto de vista pagano, y la verdad es que habría que descartar todo lo que hemos visto hasta ahora para poder encajar dichas creencias en la verdad expresada a lo largo de tantos libros bíblicos que concuerdan y armonizan diciendo exactamente lo mismo. Hay que decir también que de todas las escrituras judeo-cristianas, si existen algunos pocos pasajes que han sido el sustento de muchos estudiosos para defender la idea de que la Biblia presenta evidencia de que existe “vida después de la muerte” en el sentido de que existe “el mas allá” donde viven las almas desencarnadas o los fantasmas, pero la verdad es que éstos pasajes no son totalmente claros en cuanto a esto, como si lo son los pasajes que declaran que el hombre al morir vuelve al polvo. Muchos creyentes podrían decir que estos puntos no son tan relevantes en sí y que Dios no va a juzgarnos por creer lo que queramos creer. Pero la voluntad de Dios es que seamos santos en toda nuestra vida y además que le conozcamos a Él. Si nos empeñamos en seguir con nuestras propias creencias, entonces no estamos realmente conociendo a Dios y tampoco entenderemos nunca sus propósitos. Sería como tener un Dios falso. Nuestras creencias no pueden contradecir las creencias de los profetas, que es la verdad revelada de Dios como estamos viendo, éste punto de vista hebreo concuerda y armoniza en todos los libros bíblicos, y si queremos servir a Dios y llevar el mensaje correcto a la humanidad, nosotros debemos ser coherentes en la interpretación de las escrituras y no solo ver en ellas lo que nos gustaría que dijera, debemos adaptarnos a ellas y no adaptar lo que se nos ha enseñado o lo que creemos, forzando unos cuantos versículos para enseñar error. Por esto vamos a desenmascarar de una vez por todas, las falsas enseñanzas que aún hoy se propagan por todas partes, que hombres que no escudriñan con diligencia, repiten como loros lo que ni siquiera entienden.
Algunos pasajes mal interpretados, descontextualizados o mal traducidos
Muchos pasajes de la Biblia se han tomado para probar que los hombres son llevados al cielo o que al morir una parte del hombre sigue viva y conciente, como hemos visto en este estudio, esto no es bíblicamente posible, puesto que tendríamos que desechar declaraciones proféticas muy claras, tendríamos que descontextualizar dichos pasajes de la revelación general que nos presenta la escritura y que concuerdan y armonizan entre sí. Hay otros versículos que crean confusión y contradicciones porque los traductores añaden palabras que no se encuentran en los manuscritos griegos, los traductores hacen esto básicamente porque ya tienen su propia versión de las cosas y simplemente pasan por alto la verdad revelada por Dios y hacen que la Biblia diga lo que a ellos les gustaría que dijera. Cuando miramos diferentes traducciones nos encontramos con inconsistencias muy sutiles pero que presentan debates y problemas teológicos muy serios, miremos algunos ejemplos de pasajes que se usan para fundamentar las creencias ajenas a la Biblia:
El testimonio de Enóc
Y vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y anduvo Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años; y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Y anduvo Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios (Génesis 5:21-24)
Aún hoy en día se usa ésta forma coloquial para referirse de alguien que ha muerto, se dice que “Dios se lo llevó”. Como hemos visto, en el pensamiento hebreo, un muerto va a la tumba, al polvo. Las personas que piensan que es posible que los hombres sean llevados al cielo, generalmente leen aquí que Enoc fue llevado al cielo, aunque éste texto no dice nada del cielo. En el libro de los hebreos encontramos otra pista que nos puede revelar la verdad detrás de éste misterio:
Por la fe, Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto tuvo testimonio de haber agradado a Dios. (hebreos 11:5)
Muchos traductores de mentalidad contraria a las escrituras leen en estos pasajes que Enoc fue llevado al cielo, por esto es que algunas versiones añaden la palabra cielo en éste versículo, la Biblia católica de las américas lo vierte así:
Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte; Y NO FUE HALLADO PORQUE DIOS LO TRASLADO; porque antes de ser trasladado recibió testimonio de haber agradado a Dios.
Esto es muy interesante, ya que demuestra que los traductores pueden influir mucho, imprimiéndole a un solo versículo lo que a ellos les parece con solo añadir una palabra extra. Al leer la versión católica mas antigua que existe, uno no puede menos que sorprenderse. Ésta es la forma como lo vierte la Vulgata Latina:
Por la fe fue trasladado Enoc de este mundo para que no muriese, y no se le vio más, por cuanto Dios le transportó a otra parte que no se sabe; mas antes de la translación, tuvo el testimonio de haber agradado a Dios. (hebreos 11:5)
A mi personalmente me parece insólito que no concuerden las versiones, incluso cuando ambas son católicas.
¿Cómo pues saber cual versículo es el correcto?
Creo que para hacer honor a la verdad debemos seguir la pista que nos deja el Génesis, pues allí no se nos dice que Enoc fue llevado al cielo, sino que desapareció porque Dios se lo llevó, es decir, que murió. Como Enoc murió “jóven” de acuerdo con la longevidad de su época, se da el testimonio de que agradaba a Dios, así que no murió por desobediente, sino que murió en la voluntad de Dios, esperando la resurrección.
¿Cómo podemos estar seguros de esto?
Pues en el mismo pasaje de Hebreos, el escritor hace una declaración que muy posiblemente los traductores han pasado por alto:
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas; sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas; y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. (Hebreos 11:13)
Después de decir en el versículo 5 que Enoc fue llevado para no ver muerte, en el versículo 13, el mismo escritor de Hebreos nos asegura que murió, puesto que “todos estos” incluye a Enoc. Además ya habíamos visto que el Mesías afirmo:
Nadie ha ascendido al cielo, excepto aquel que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, quien está en el cielo. (Juan 3:13)
Con esta declaración del Mesías, queda claro que Enoc no puede estar en el cielo.
¿qué significa entonces que Enoc fue llevado (trasladado) para no ver muerte?
Para responder a ésta interrogante habría que ir también a las palabras de Jesús el Mesías, quien en una ocasión declaró:
Con seguridad les digo, si una persona sigue mi palabra, nunca verá la muerte. (Juan 8:51)
Tenemos ésta declaración que nos da luces para interpretar el pasaje sobre el patriarca Enoc. Aunque Jesús aseguró que quien siguiera su palabra nunca vería la muerte, vemos en las escrituras que todos los apóstoles que lo siguieron murieron, muchos de ellos asesinados. Y están dormidos en el polvo de la tierra, esperando la resurrección. Tenemos la declaración del apóstol Pablo:
Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. (1 Tesalonicenses 4:13-16)
Éste pasaje del apóstol Pablo basta para mostrar que los que han muerto serán resucitados en la segunda venida del Señor Mesías al mundo. Si Pablo creyera que al morir, seguimos vivos, no habría hablado de la esperanza de la resurrección, sino que les habría escrito a los Tesalonicenses que no se angustiaran por los muertos, pues ellos están en el cielo con el Señor… ¡Pero no! Es claro que Pablo tiene las mismas creencias hebreas en cuanto a la muerte, y es mas que transparente aquí que la verdadera esperanza es la resurrección. Así que cuando Jesús dice que quien guarde su palabra “no verá la muerte” esto quiere decir que no verá la “muerte eterna”, la que la Biblia llama “la segunda muerte” en Apocalipsis 20:6.
Conclusión:
1) Hay creencias ajenas a la revelación bíblica que se han infiltrado en las traducciones a través de traductores descuidados o tercos en cuanto a sus creencias sobre la muerte.
2) El patriarca Enoc murió mucho más temprano que sus contemporáneos pero tuvo una visión del reino y la resurrección y por esto se da testimonio de que agradaba a Dios y fue “transpuesto para no ver muerte”.
3) Nadie ha subido al cielo, sino solo el Mesías. Además el Mesías tuvo que vencer y dar su vida para poderse ganar el lugar a la diestra de Dios.
4) Si nos empeñamos en creer que Enoc no murió y que fue llevado al cielo, se formarían contradicciones doctrinales que desarmonizarían con el mensaje bíblico. La Biblia declara que el pecado entro a todos los hombres y con él la muerte a todos los hombres también. Las escrituras afirman que todos tenemos que morir por causa del pecado:
Por tanto, de la manera que el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres en aquel en quien todos pecaron. (Romanos 5:12)
5) La doctrina bíblica no puede contradecir las mismas declaraciones de Dios. Nuestra predicación no puede incluir falsas esperanzas, porque está en juego la salvación de los hombres.
6) Es curioso que éste singular pasaje se usa mas que todo en las sectas misteriosas y en la “nueva era” como prueba de las abducciones y mentiras semejantes.
¿Fue el profeta Elías llevado al cielo donde está Dios?
Otro pasaje inquietante en las escrituras es el encontrado en 2 Reyes 2:11:
Y aconteció que, yendo ellos hablando, he aquí, un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.
Lo que muchos lectores pasan por alto es que la palabra cielo se usa para el firmamento tanto como para el cielo donde habita Dios. Ya hemos visto que el Mesías declaró que nadie ha subido al cielo sino solo “el hijo del hombre” (el Mesías). Así que éste cielo donde fue llevado Elías es “el firmamento”. Otra prueba contundente que muestra la escritura es que Elías no desaparece de escena en éste momento, sino que fue apartado de su sucesor Eliseo, pero el lector constante se percata de que Elías aparece de nuevo más adelante, como consta en el libro de II Crónicas.
El episodio del torbellino y los carros de fuego fue en los tiempos en que reinaba el rey Josafat, descendiente de David, quien después, años mas tarde murió:
Y durmió Josafat con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Y reinó en su lugar Joram su hijo (II Crónicas 21:1)
Cuando Joram comenzó a reinar, hizo lo que no agradaba al Señor y el profeta Elías aparece en escena enviándole una carta:
Y le llegaron letras del profeta Elías, que decían así: El SEÑOR, el Dios de David tu padre, ha dicho así: Por cuanto no has andado en los caminos de Josafat tu padre, ni en los caminos de Asa, rey de Judá…(II Crónicas 21:12)
Conclusión:
1) El profeta fue llevado a otro lugar de la tierra, para que Elías lo sucediera en su labor, pero no murió ni fue llevado al cielo de Dios en ése episodio.
2) El profeta Elías tuvo que haber muerto después, como todos los hombres, esperando la resurrección en el día final junto con todos los demás creyentes y con el profeta Daniel, el día que regrese el Mesías a reinar, como estamos viendo en el presente estudio, pues todos los hombres, sin excepción, estamos condenados a morir.
La parábola del rico y Lázaro
La parábola del rico y Lázaro encontrada en Lucas 16:19-31 ha sido también una piedra de tropiezo, y es que si la tomamos literalmente y la vemos aislada del contexto bíblico, podría concluirse que al morir, los hombres son inmediatamente juzgados, recompensados o castigados… pero las parábolas no son para ser tomadas literalmente, sino que son historias hipotéticas de donde se pueden desprender principios para la vida cotidiana y que encierran verdades profundas. La Biblia es clara cuando hace declaraciones acerca del juicio, que vendrá el día que venga el Mesías a reinar, miremos:
Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. (Mateo 25:31-32)
Otra declaración del mismo Jesús dice:
Porque el Padre a nadie juzga, mas todo el juicio dio al Hijo. (Juan 5:22)
El apóstol pablo también concuerda con esto en varios versículos:
Requiero yo, pues, delante de Dios, y del Señor Jesús, el Cristo, que ha de juzgar a los vivos y los muertos en su manifestación y en su Reino. (1 Timoteo 4:1)
Para pablo es claro que el juicio será en la manifestación del reino, cuando venga el Mesías, y que éste juicio será hecho por Jesucristo.
Así que la parábola del rico y Lázaro debe ser leída bajo éste punto de vista, y así desaparecen las confusiones que se puedan presentar al respecto:
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y deseando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vio a Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno. (Lucas 16:19-23)
La parte interesante de éste pasaje es ésta que dice que Lázaro fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, pues bien, Jesucristo declara que esto será en el día final, cuando los ángeles recogerán a sus elegidos:
Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con trompeta y gran voz; y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro. (Mateo 24:30-31)
El mensaje bíblico no se contradice, pero cuando pasamos por alto las declaraciones de Jesucristo, se forman inconsistencias. En este pasaje el Mesías habla del tiempo cuando serán recogidos sus elegidos, mas adelante también dice: “Uno será tomado y otro será dejado”, pues bien, la parábola del rico y Lázaro también debe ser vista bajo esta misma lógica que Jesús expone a lo largo de toda su predicación, teniendo en cuenta que en la parábola se puede brincar el tiempo y hablar del futuro como si fuera el pasado, ya que precisamente eso es lo que significa el movimiento parabólico.
La transfiguración
La transfiguración ha causado también gran revuelo puesto que aparecen Moisés y Elías hablando con Jesús, de donde deducen los “lectores ligeros” que Moisés y Elías viven ahora. La clave para entender la transfiguración es tal vez, verla tal como los apóstoles y Jesús mismo la vieron:
Ocurrió como ocho días después de haber dicho esto, que Jesús salió con Pedro, Juan y Santiago, y fue a una montaña a orar. Mientras oraba, la apariencia de su rostro se alteró, y su vestido se hizo blanco y brillante. Dos hombre estaban hablando con Él, ellos eran Moisés y Elías. (Lucas 9:28-30)
La clave para entender éste relato es mirar lo que había dicho Jesús en el versículo 27:
Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el Reino de Dios.
¡Jesús les había dicho que algunos iban a ver el reino de Dios! y en el monte lo que vieron fue precisamente una visión en éxtasis de lo que será el reino de Dios y la gloria que tendrá el Mesías. Por lo menos así lo explica el mismo apóstol Pedro en una de sus cartas:
Porque nosotros no os hemos dado a conocer la potencia y la venida de nuestro Señor Jesús, el Cristo, siguiendo fábulas por arte compuestas; sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Porque él había recibido de Dios el Padre honra y gloria, cuando una tal voz fue a él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos juntamente con él en el Monte Santo. (2 Pedro 1:16-18)
Si leemos todo el capítulo 1 de la carta de Pedro nos damos cuenta que el tema central del que se está hablando es de la segunda venida del Mesías en su reino. Para Pedro la experiencia en el monte servía de prueba de la gloria que tendrá el Mesías en su parousía, además, para Jesucristo la experiencia en el monte había sido una visión, un éxtasis:
Y como descendieron del monte, les mandó Jesús, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos. (Mateo 17:9)
Conclusión:
1) Moisés y Elías están muertos en el polvo de la tierra pero serán resucitados en la segunda venida del Mesías y eso fue precisamente lo que vieron los apóstoles aquí. Por esto Jesús les dijo que “no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios”. Esto quiere decir que solo después de la experiencia ellos estarían dispuestos a morir por el reino, puesto que lo habían visto en una visión o éxtasis.
El ladrón que fue crucificado con Jesús
Otro texto que ha servido para perpetuar la confusión se encuentra en Lucas 23:42-43:
Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu Reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.
Sobre éste tema en particular se han elaborado innumerables teorías, las más importantes, sin embargo, son dos o tres: Dicen los eruditos bíblicos que aquí la coma está puesta en el lugar incorrecto, es decir, ya que en el griego no hay comas, es decisión de los traductores el lugar donde se coloca la coma y el sentido del texto cambiaría totalmente, miremos: De cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso. Vemos que al cambiar la coma de lugar, cambia radicalmente el sentido del texto. Otros comentaristas alegan que ésta forma de hablar de Jesús, no pareciera a su manera cotidiana de expresarse vista en los evangelios sinópticos. Hay otro grupo de creyentes que afirman que éste comentario de Jesús no tiene nada de sobre natural, ya que la palabra paraíso significa literalmente “jardín” y los muertos eran sepultados en jardines, así que Jesús le estaría declarando que estarían juntos en el jardín sepultados. Para hacer honor a la verdad, hay que decir que los evangelios no nos dicen que éste ladrón fue sepultado con Jesús, antes bien, los ladrones y criminales eran echados fuera de la ciudad en un basurero con fuego, llamado gehena. Creo personalmente que para entender bien lo que Jesús quiso decir aquí, muchos estudiantes han seguido la pista equivocada, ya que no toman en cuenta que lo que declaró Jesús, lo hizo como una respuesta a la declaración del ladrón, y ¿qué dijo el ladrón?
“Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu Reino.”
Pocos se han puesto a meditar bien en ésta declaración de fe tan grande que hizo el ladrón. Tomando en cuenta que hasta los mismos apóstoles de Jesús dudaron de él cuando fueron confundidos por su crucifixión, aunque el maestro les había advertido muchas veces que el hijo del hombre tenía que morir, ellos no lo podían entender:
Y comenzó a enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar después de tres días. (Marcos 8:31)
Sí mi amado hermano, nuestro Señor Jesucristo enseñó públicamente que tendría que morir, puesto que estaba escrito en los profetas, que antes de venir a reinar, debía padecer y ser desechado. Pero éste ladrón está le declara la revelación mas grande de todas las que se encuentran en el evangelio, implícitamente está diciéndole a Jesús:
Señor, cuando resucites y vengas en tu reino, acuérdate de mi y resucítame. Es decir, éste hombre estaba haciendo la declaración de fe que el apóstol Pablo dice que salva:
Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, mas con la boca se hace confesión para salvación. (Romanos 10:9-10)
¡Éste ladrón está declarando precisamente que Jesús es el Mesías esperado, el rey de Israel que tiene que morir y que luego resucitará de entre los muertos, ser ascendido al cielo como dijo el profeta Daniel para recibir el reino y luego volver a la tierra a reinar!
Y he aquí, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y le dará el Señor Dios el trono de David su padre: Y reinará sobre la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin. (Lucas 1:31-33)
"Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido"(Daniel 7,13-14)
Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios: Tú eres el Rey de Israel. (Juan 1:49)
Esta declaración de fe que hizo el ladrón es tal vez, la declaración mas grande que hay en la Biblia, y la luz de ésta declaración, la respuesta de Jesús es nítida y diáfana:
“De cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso”
Jesús le está respondiendo que por ésa fe que mostró con su declaración, sería resucitado para vivir en la tierra restaurada o paraíso como hemos estado viendo en éste estudio. En el Génesis vemos que Dios tuvo que expulsar al diablo, el hombre y la mujer de el jardín de Edén, y también en el génesis nos dan una descripción muy clara de el lugar donde estaba ubicado el paraíso o jardín de Dios, en una zona que actualmente es desértica porque Dios tuvo que llevarse ése paraíso para el cielo, pues nos dice que puso unos querubines alrededor para que el hombre no pueda entrar:
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados para guardar el camino del árbol de la vida. (Génesis 3:24)
Luego en Apocalipsis nos dicen que el paraíso bajará a la tierra, aunque también vimos que el Isaías que el desierto se volverá otra vez el paraíso:
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos, y será su Dios. (Apocalipsis 21:2)
Y me mostró un río puro de agua de vida, límpido como el cristal, que provenía del trono de Dios y del Cordero. En el medio de la calle de ella, y de uno y de otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán. (Apocalipsis 22:1-3)
Si mi amado lector, la nueva Jerusalén es la ciudad que viene del cielo y es la misma ciudad que esperaban los patriarcas de la antigüedad. Esa ciudad es el paraíso que vendrá del cielo a la tierra puesto que dice que las hojas de los árboles del árbol de la vida son para la sanidad de las naciones. Isaías 35 describe el futuro del desierto que se convierte de nuevo en un jardín de Edén, y eso ocurrirá queridos lectores, cuando el cielo venga a la tierra, cuando se cumpla la oración de Jesucristo: “Venga tu reino para que se haga tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo…”
Conclusión:
Jesucristo vio la fe de aquel “ladrón justo” que aún viendo morir al rey, creyó que resucitaría y que vendría a gobernar las naciones de la tierra y a restaurar todo como al principio… Esa declaración de fe fue suficiente para hacerse acreedor a la resurrección de entre los muertos y la vida futura en el reino de Dios, gobernado por el Mesías Jesús de Nazaret.
Filipenses y las creencias de Pablo
Uno de los textos más malinterpretados de todos los que hemos visto hasta ahora es el siguiente:
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir, un beneficio. Aunque es evidente que si vivo tendré aún oportunidad de seguir trabajando por el evangelio. En realidad no sé qué es preferible, si vivir o morir. Unas veces quisiera vivir, y otras veces no, pues mi verdadero anhelo es irme para estar con Cristo, lo cual es mucho mejor que quedarme aquí. (Filipenses 1:21-23)
Aquí la mayoría de personas leen que Pablo quiere decir que al morir se iría a estar con Cristo. Lo que interpretan es que al morir, uno sigue vivo como un fantasma y se va donde está Cristo… como hemos visto en este estudio, la muerte en el contexto bíblico es inexistencia, inconsciencia. El mismo Pablo dice en Tesalonicenses:
«Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. 14 ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. 15 Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. 16 El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. 18 Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras.»
Para Pablo, la esperanza era la resurrección en el día final, en la venida del Señor… así que ¿cómo iba a contradecirse? En ninguna parte de la Biblia encontramos a Pablo diciendo que los muertos están con Cristo, sino mas bien dice que estarán, en el futuro reino de Dios, y como hemos visto, esto concuerda con lo que Jesucristo predicó. Así que la frase: “pues mi verdadero anhelo es irme para estar con Cristo, lo cual es mucho mejor que quedarme aquí” Bien podría significar que para Pablo, la muerte es un estado inconsciente, como un sueño donde no hay conciencia de nada, tal como creía Salomón, Isaías, Daniel y todos los escritores bíblicos que anhelan la resurrección y el paraíso en la tierra, antes que anhelar un cielo fuera de este mundo. Pablo era un hebreo y tenía la forma de pensar de los escritores hebreos y los profetas, como hemos visto.
Conclusión final:
Podríamos quedarnos mirando una por una todas las demás malas interpretaciones y malas traducciones hechas por personas que se apegaron a sus creencias antes que rendirlas a la verdad revelada de la palabra de Dios. Espero que este estudio le haga reflexionar sobre que tipo de evangelio está usted creyendo y quiera Dios que le dé curiosidad por leer la Biblia antes que creer a cualquier predicador de mentiras… Como hemos visto, el mensaje bíblico es claro:
-El hombre desobedeció y fue condenado a muerte
-La tierra fue maldita y llena de corrupción
-Dios ideó la redención y la resurrección de entre los muertos para los fieles
-El Mesías esperado vino y enseño sobre el reino de Dios, murió, resucitó y está en el cielo, esperando el día de venir a reinar con poder y vara de hierro.
-Los creyentes en este reino, se bautizan y lo anuncian, Dios les da su Espíritu Santo, los unge.
-Ellos resucitarán cuando venga el Señor a reinar, junto con todos los creyentes de todas las épocas.
-El reino de Dios comenzará con Jesús, pero después Jesús entregará el reino a Dios (1 Corintios 15:24-26)
Hoy en Día se está predicando un mensaje que aparenta ser espiritual pero que es confuso y maligno, se predica que los muertos van al cielo, o que nuestra meta es ganar el cielo. Ésta falsa esperanza no da el fruto correcto, pues es un engaño del diablo, sería como decir que al morir no morimos, lo que es una falsedad, puesto que todos tenemos que morir, ya que está establecido a los hombres, que mueran una vez; y después, el juicio. (Hebreos 9:27) Claro que este juicio no ocurre después del hombre morir, sino como enseña la escritura en la segunda venida del Mesías y al final frente al trono blanco, cuando todos serán juzgados por Dios mismo en persona.
¡Gracia y Bendiciones para Todos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario