miércoles, 29 de abril de 2009

El REINADO DE CRISTO SOBRE LOS HOMBRES



Por Ingª Mario A Olcese (Apologista)

“Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre (Gr. Epi) ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí” (Lucas 19:27).

El prefijo Griego “Epi”

El prefijo “epi” aparece en el NT unas 878 veces, y siempre significa SOBRE o JUNTO A. Así pues tenemos “epis tes gues” significa “sobre la tierra” en Apocalipsis 5:10 con referencia al reinado de los santos. Es decir, Jesús está hablando en la parábola de las Diez Minas, que aquellos que no quisieron que él reinara sobre ellos (desde una posición encumbrada) fuesen decapitados o aniquilados.

Hoy, los creyentes cristianos suponen que Cristo está llamando a la gente para que le permitan entrar en ellos para “reinar en sus corazones”. Sí, estos cristianos suponen que Cristo habló de un reino espiritual que se efectuaría dentro de las personas para poder dirigir o gobernar sus vidas una vez que nacieran de nuevo. Pero esto no es lo que la Biblia promete.

Aunque en cierto sentido Jesús “mora” en los creyentes, esto no quiere decir que él esté reinando sobre ellos, pues no se puede estar en y sobre alguien o algo de manera simultánea.

En el texto de arriba de Lucas 19:27 Jesús está hablando de un reinado literal, de un rey que domina sobre sus súbditos, pero que tiene sus enemigos que deben ser castigados por su rebeldía y oposición a su régimen. En ese sentido, todos aquellos que hoy se resisten a aceptar a Cristo y su evangelio del reino, son sus enemigos, y están en su “death road” o su “camino de muerte”.

Los verdaderos discípulos esperan el Reinado del Mesías

Ciertamente están los amigos de Jesús, aquellos que sí quieren su reinado sobre ellos, y esperan con ansías a que él cumpla su palabra de volver a la tierra para restaurar la dinastía davídica en Jerusalén y reinar como el máximo soberano de la tierra, junto y sobre los hombres. Es decir, NO desde los cielos, sino desde la tierra, junto y sobre la humanidad toda. Es por eso que David predijo que “habrá un justo que gobierne ENTRE los hombres, que gobierne en el temor de Dios” (2 Samuel 23:3). Y también dijo David refiriéndose a este justo: “… porque juzgarás a los pueblos con equidad y pastorearás las naciones EN la tierra” (Salmo 67:4).

Los apóstoles estaban muy conscientes de estas promesas mesiánicas y por eso ellos no dejaron pasar la oportunidad para preguntarle a Jesús: “Señor, ¿restaurarás en el reino a Israel en este tiempo”? (Hechos 1:6), a lo cual Jesús NO les respondió algo así como: “Oigan ustedes, ¡pero si yo ya estoy reinando en vuestros corazones! ¿Para qué quieren ustedes un reinado como el que tuvo vuestro rey David? ¡No, eso no fue lo que les contestó Jesús! El simplemente les dijo que a ellos no les tocaba saber los tiempos o las sazones que Dios puso para su sola potestad (Hechos 1:7). Es decir, Jesús validó sus expectativas por su futuro reinado literal y personal en Israel, aunque tuvo que aclararles que únicamente el Padre sabe cuándo se cristalizarán las promesas de antaño. Desgraciadamente algunos cristianos suponen que ese tipo de reinado es una expectativa sólo para la nación de Israel, pero no para la iglesia, la cual ellos creen que está ya reinando con Cristo desde el siglo primero. Esta es otra manera de no querer el reinado literal y visible de Cristo sobre ellos, lo cual es muy peligroso por cierto.

Buscando y pidiendo el reino de Cristo

Si Cristo ya estaba “reinando” en o entre sus discípulos, parecería extraño que él mismo les enseñara a pedir por la venida de su reino en la oración del “Padre Nuestro”. Sin duda Jesús aún no estaba reinando sobre ellos cuando estuvo entre sus discípulos, y simplemente se dedicó a predicarles su futuro reinado a través de sus parábolas del reino, y en particular, la de las Diez Minas.

La iglesia debe estar aún buscando y pidiendo el reino de Cristo para que se haga la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo. Sin duda en la tierra no se está haciendo la voluntad de Dios, ya que en lugar de paz y justicia y violencia e injusticia. Este simple hecho es suficiente para probar que el reino prometido aún no se ha establecido en la tierra, y que aún Satanás es el dios de este mundo, y que todo el mundo aún yace bajo el poder del maligno (2 Cor. 4.4; 1 Juan 5:19).

Dios los bendiga

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