Por Sir. Anthony F. Buzzard (Teólogo Unitario)
Hemos buscado el Jesús de la Biblia por medio de reunir las varias hebras de los datos revelados en los registros inspirados. La figura que emerge es diferente de la figura presentada por el Cristianismo tradicional en la que la persona de Cristo que hemos descrito no complica el primer principio de la fe bíblica, a saber, creer en uno quien sólo es verdadera y absolutamente Dios (Juan 17:3; 5:44).
Es fácil ver como el Mesías bíblico vino a ser “Dios el Hijo” de los teólogos post-bíblicos. Eso fue posible solamente cuando el mesianismo esencial de la Biblia fue gradualmente suprimido. El término “Hijo de Dios,” que en la Escritura es un título puramente mesiánico que describe la gloria del hombre en relación íntima con el Padre, fue desde el segundo siglo mal entendido y reaplicado a la parte divina de un eterno Dios / hombre. Al mismo tiempo, la designación ”Hijo del Hombre”, nada menos que un título del Mesías como hombre representante, fue hecha para referirse a su naturaleza humana. De este modo ambos títulos, hijo de Dios e Hijo del Hombre fueron desalojados de su sentido Mesiánico y sus significados bíblicos se perdieron. Mientras que la evidencia del Antiguo Testamento fue ampliamente rechazada- así como la evidencia de los Evangelios Sinópticos, Hechos, Pedro, Santiago, y Juan en el Libro de Revelación—una serie de versículos en el Evangelio de Juan y dos o tres en las Epístolas de Pablo fueron reinterpretados para acomodar la nueva idea de que Jesús era el segundo miembro de una trinidad eterna, co-igual e inherentemente Dios. Ese Jesús, sin embargo, es escasamente el Jesús de los documentos bíblicos. Él es el otro Jesús (2 Corintios 11:4).
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