Muchos versículos muestran que la gente adoró al Señor Jesucristo. Esto era natural porque la adoración era muy común (es decir, rendir homenaje a) hombres de una categoría superior. Esto es difícil de ver en la traducción de la Biblia. Los traductores usualmente le dan a las palabras en hebreo o griego como "adoración" cuando se refiere a Dios o Jesús, pero en otro modo, como "postrándose", o "rendir homenaje", cuando se refiere a hombres. Sin embargo, "adoración" es claramente usado en los textos hebreos y griegos y así es cómo debería ser entendido. Por ejemplo:
· Lot “postró rostro en tierra” cuando llegaron “los dos ángeles a Sodoma” (Gen 19:1—LBA).
· “Abraham se levantó e hizo una reverencia al pueblo de aquella tierra” donde vivía (Gen 23:7—LBA).
· Jacob “se inclinó hasta el suelo siete veces hasta que llegó cerca de su hermano” cuando se encontraron después de muchos años (Gen 33:3—LBA).
· José relata un sueño donde sus padres y hermanos se inclinaron “hasta el suelo” ante el (Gen 37:10—LBA)
· Los hermanos de José “se postraron ante él en tierra” (Gen 43:26—LBA)
· “Josué se postró en tierra, le hizo reverencia” (LBA) al “Príncipe del ejército de Jehová” (Josué 5:14--RV 1960)
· Rut “bajó su rostro, se postró en tierra” a Boaz (Rut 2:10—LBA)
· David “cayendo rostro en tierra, se postró tres veces” a Jonatán (1 Sam 20:41—LBA)
· Abigail “inclinó su rostro a tierra” a David (1 Sam 25:41—RV 1960)
Esta lista es una pequeña muestra de todos los ejemplos que podemos encontrar en las Escrituras. Hay un tipo, por supuesto, de adoración especial (homenaje, lealtad, amor, devoción) dada sólo a Dios, pero no hay palabra única que represente este tipo de adoración especial. Más bien, es una postura del corazón. Entendiendo que ambos Dios y hombres son adorados en la Biblia nos demanda a nosotros como lectores no sólo ver la palabra específica de "adoración", sino también el corazón del que está haciendo la adoración. Esto explica el porqué Dios rechaza la adoración de aquellos cuyo corazón no están con Él.
Gente se postro y adoro a Jesús mientras el anduvo en la tierra porque amaban y respetaban los grandes milagros que hizo. Es claro el por qué deberíamos de adorarle ahora: se ha ganado nuestro amor y mayormente, nuestra reverencia. Murió para liberarnos y Dios lo ha honrado sentándolo a su diestra y poniéndolo sobre todo poder y autoridad. Jesús fue adorado por sus seguidores antes y después de su resurrección (Mat 28:9, 17; Luc 24:52).
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