“El Partido Político y Teocrático que Cristo vino a Edificar”
Por Ing° Mario A Olcese
Un Evangelio Prístino
Hoy escuchamos por todos lados una infinidad de evangelios que en nada se parecen al evangelio que Cristo y sus apóstoles predicaron. Hoy escuchamos entre los Católicos Romanos el llamado “Evangelio social”, y entre los evangélicos, el llamado “evangelio de la prosperidad”. Ninguno de estos evangelios es el evangelio que Cristo predicó, y de hecho, no encontramos esas frases en ninguna parte de las Escrituras. Lo sorprendente del caso es que millones de así llamados “cristianos” han aceptado estos evangelios falsos para olvidarse del verdadero que es el Reino de Dios y la muerte, sepultura y resurrección al tercer día de Jesucristo. El Reino de Dios es poco o casi nada predicado en las iglesias, y lo más grave es que cuando uno le pregunta a un evangélico o a un católico de qué se trata el evangelio, uno recibe una variedad de respuestas que no se ajustan a lo enseñado por Cristo. Estos “cristianos” parecen haberse olvidado de la advertencia Paulina a los Gálatas, y que dice: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gál. 1:6-9). ¡Usted puede ser un anatema (maldito) si predica o enseña un evangelio que no es el genuino!
El Evangelio y el nuevo gobierno mundial divino de Justicia
Cuando nuestro Señor estuvo en nuestro planeta hace dos milenios, él se esmeró en dar a conocer el mensaje de Dios a su pueblo. En Lucas 4:43 él dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios porque para esto he sido enviado”. Aquí Jesús no dijo que fue enviado para bendecir a todos los hombres en la presente edad maligna, sino a “introducirnos” en el reino de Dios (Col. 1:13), y a reclutar a los herederos de dicho reino venidero (Lucas 12:32). Jesús vino a formar su equipo de gobierno (su iglesia), y a escoger a los mejores candidatos, a los más preparados, probos, y dignos, para cargos de mayor responsabilidad dentro de su “gabinete” (Apocalipsis 2:27 “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones”; Apocalipsis 3:21; “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”; Lucas 19:15-19: “Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. ).
Durante estos dos mil años de ausencia, él ha estado guiando e inspirando a los suyos a través de su espíritu para formar su equipo de gobierno (príncipes, ministros, viceministros, etc) a través de la labor esmerada de sus fieles pastores y maestros que él constituyó para el perfeccionamiento de Su iglesia (Efe. 4:11-13). La razón de ser de la venida de Cristo a nuestro mundo no fue sólo la de salvar a los hombres de la condenación debido al pecado, sino también para prometerles una participación activa en su nuevo gobierno mundial, que es su reino milenario venidero de justicia y paz, si resultaran fieles hasta el final (“Yo os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí” para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando (gobernando) a las doce tribus de Israel”, Lucas 22:29,30).
Durante estos dos mil años de ausencia, él ha estado guiando e inspirando a los suyos a través de su espíritu para formar su equipo de gobierno (príncipes, ministros, viceministros, etc) a través de la labor esmerada de sus fieles pastores y maestros que él constituyó para el perfeccionamiento de Su iglesia (Efe. 4:11-13). La razón de ser de la venida de Cristo a nuestro mundo no fue sólo la de salvar a los hombres de la condenación debido al pecado, sino también para prometerles una participación activa en su nuevo gobierno mundial, que es su reino milenario venidero de justicia y paz, si resultaran fieles hasta el final (“Yo os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí” para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando (gobernando) a las doce tribus de Israel”, Lucas 22:29,30).
Jesús y Satanás
El Señor Jesucristo, el futuro Rey Presidente Mundial, es la pesadilla más grande para Satanás. Satanás es el actual Presidente y Líder Mundial que viene rigiendo el presente mundo malo a través de cientos de gobiernos títeres. El Apóstol Pablo llama a Satanás “El dios de este mundo”. El es el verdadero gobernante de las naciones, el líder detrás de todas las naciones gentiles. Juan dijo que todo el mundo yace bajo el poder del maligno (1 Juan 5:19).
Recordemos que la primera cosa que intentó el diablo fue asesinar al bebé Jesús a través de un edicto del rey Herodes, y luego hacerlo caer bajo su influjo cuando estuvo andando en el desierto de Judea por 40 días. El diablo sabía que Cristo no sólo le arrebataría servidores sino que finalmente sería destituido o depuesto de su dominio mundial para que se pudiese restaurar en la tierra un nuevo reino o gobierno mundial presidido por el Mesías, Hijo de Dios. El diablo sabía que Cristo, como simiente de la mujer, pisaría su cabeza y lo destruiría, y por eso lo atacó desde el principio, arremetiendo fieramente contra Él, e intentándolo asesinar desde su infancia, y luego hacerlo caer con sus tentaciones durante todo su ministerio. En el desierto, el diablo le ofreció a Jesús su reino, y su dominio mundial, si sólo le rendía su adoración postrada (Mateo 4:8, 9: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares”) en un intento desesperado de evitar su futura deposición por Él. El quiso astutamente aliarse con su enemigo y hacerlo parte de su dominio maligno en la era presente. Pero Jesús, conocedor de las artimañas del diablo, lo rechazó sin demora. El destino fatal del diablo y de sus ángeles estaba ya determinado desde el mismo principio de su extraordinario ministerio. Nada podría cambiarlo.
Jesús percibió cómo ciertos judíos, sin saberlo, servían a Satanás, y por esto él los llamó ‘hijos del diablo’… ¿Por qué? Porque sencillamente estaban haciendo la voluntad de su padre y jefe (Juan 8:44). No obstante, para estos Judíos ciegos, Jesús era el que estaba endemoniado (v.48). ¡Así engaña el diablo! En distintas ocasiones, tanto Judas, como Pedro, fueron llamados “diablo” y “Satanás” respectivamente por Jesús cuando se dejaron influenciar por el enemigo por ciertos hechos o palabras malignas. El problema con los siervos de Satán es que no se dan cuenta de que están siendo manipulados por él para destruir o a atormentar a los hijos de Dios (2 Cor. 12:7). Se hace necesario, entonces, deponer al diablo de su trono maligno, y establecer un nuevo gobierno justo y perfecto a manos del Hijo de Dios (Rom. 16:20). Si no se depone al diablo, el trabajo de Cristo se verá constantemente obstaculizado con revueltas y conflictos. Por eso en Apocalipsis 20:1-4 se nos revela que el diablo y sus servidores angélicos serán lanzados y atados al abismo por mil años y entonces el gobierno revolucionario y renovador de Cristo se restaurará en la tierra. Los hijos de la luz reemplazarán a los hijos de las tinieblas, y la tierra disfrutará de una era nunca antes vista, donde los animales más feroces y hostiles entre sí vivirán en armonía.
Por fin llegará el día en que las revoluciones sociales, las guerras entre naciones, el terrorismo internacional, los desplazados, y los dictadores malignos, dejarán de existir. La constante lucha entre el bien y el mal habrá terminado finalmente, cuando el bien triunfe sobre el mal, y el diablo, la serpiente antigua, sea removido de nuestro planeta y “encarcelado” en el abismo. La enemistad (predicha en Génesis 3:15) que ha venido coexistiendo entre las dos simientes (la de la mujer y la de la serpiente), habrá finalmente terminado.
Por fin llegará el día en que las revoluciones sociales, las guerras entre naciones, el terrorismo internacional, los desplazados, y los dictadores malignos, dejarán de existir. La constante lucha entre el bien y el mal habrá terminado finalmente, cuando el bien triunfe sobre el mal, y el diablo, la serpiente antigua, sea removido de nuestro planeta y “encarcelado” en el abismo. La enemistad (predicha en Génesis 3:15) que ha venido coexistiendo entre las dos simientes (la de la mujer y la de la serpiente), habrá finalmente terminado.
Vivir en el Cielo no es la Promesa de Cristo
El mensaje de Dios es el evangelio de la paz, del reino, o del gobierno divino venidero en la tierra en la persona de Jesucristo (Hechos 10:36). Un mensaje o “Buena Nueva” (= ‘evangelio’) que tiene que hacer con la política mundial. Nadie que enseñe otra cosa puede estar enseñando el evangelio original, y menos, aquellos que nos predican que esta tierra será destruida y que nosotros partiremos al cielo para vivir con “angelitos alados” tocando un arpa o una lira de oro al lado de los seres celestiales. Hay definitivamente un prejuicio enorme hacia un reino o gobierno teocrático en la tierra por mil años. Para algunos “cristianos” esta enseñanza es muy “Judía”, y para muchos sectarios, clasistas, y racistas, los Judíos no son sino un pueblo paria, maldito, y aborrecible, que perdió todos sus derechos de primogenitura. Hay ciertamente muchos hombres que no quieren que Cristo reine sobre ellos, ni ahora, ni nunca, y rechazan su señorío o autoridad. Éstos serán destruidos por Cristo cuando él regrese en gloria (Lucas 19:27: “Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí”).
Jesús jamás enseñó que partiríamos al cielo para estar para siempre con él. Usted no
encontrará a Jesús ofreciendo a sus seguidores el cielo como el paradero final de la carrera cristiana, sino “el reino de los cielos” lo cual es muy distinto. Desgraciadamente muchos todavía confunden la frase “reino de los cielos” con la locución “reino en los cielos”.
Yo lo reto a usted a que me presente tan solo un texto donde se nos prometa el cielo si somos fieles hasta el final de nuestra carrera cristiana. Sólo uno!
El Reino y San Agustín
La Iglesia Católica por siglos se ha encargado de desdeñar y estigmatizar a los judíos acusándolos de matar a Jesús. Los padres de la Iglesia, y en especial los que se dejaron influenciar por las ideas gnósticas de los primeros siglos de la Era Cristiana, adoptaron la creencia de la supervivencia del alma después de la muerte física (Platonismo-Gnosticismo) y la partida de ésta (el alma) al cielo en el momento de la muerte. Así, el reino milenario “Judío” en la nueva tierra se esfumó y se hizo innecesario, siendo este reino espiritualizado o alegorizado por pura conveniencia de la iglesia Universal. Ahora el reino o gobierno literal de Cristo en la tierra prometida fue reemplazado por la noción Agustiniana de un “reino eclesiástico”. Es decir, para “San Agustín de Hipona” (Padre insigne del romanismo del siglo IV) el reino es la misma Iglesia organizada, la cual reina en la tierra sobre las naciones, ejerciendo su poder y autoridad bajo órdenes del Papado y de la curia romana. Convenientemente la Iglesia Universal se adueñó de las promesas muy judías para justificar su poder temporal, y dominar sobre todos los pueblos de la tierra. Ahora la Iglesia Universal era el reino hecho realidad en todo el mundo, al adjudicarse todas las promesas pertenecientes a la era venidera para la presente era, que es la era maligna, la era de Satanás. Para Agustín, y mil millones de Católicos en todo el mundo, el evangelio original de un reino teocrático Judío se convirtió prácticamente en una esperanza obsoleta, siendo este reino mesiánico futuro reemplazado por un reino que está ya “presente” en la tierra...¡y por espacio de casi dos milenios! Así, de un plumazo, el esperado reino restaurado teocrático Judío para la parusía ya no se hace necesario hoy, y más bien se ha convertido simplemente en una vana ilusión y una vana expectativa de los premilenaristas. El amilenialismo y postmilenialismo reemplazaron al premilenialismo apostólico y el pasaje de Apocalipsis 20 fue reinterpretado y hasta considerado irrelevante.
Si como sostenemos, la iglesia Universal realmente apostató de la fe en muchas de sus prácticas y doctrinas, entonces debemos tener cuidado con su doctrina del "reino eclesiástico", pues ésta muy bien puede ser una de sus más grandes apostasías ideadas por Satanás para desvirtuar el verdadero evangelio del reino tal como Jesús y sus apóstoles lo enseñaron. Esto es serio, porque finalmente podría ser otra causa de perdición para millones de potenciales creyentes y a una infinidad de creyentes ya comprometidos. Jesús enseñó que aquellos que no quieren aceptarlo como Rey y Señor del reino milenario que se restaurará en su segunda venida, no podrán ser salvos. Usted puede decir que Cristo es “el Rey y Señor de su vida”, pero si usted no está dispuesto a aceptarlo a Él como el venidero Rey y Presidente de la nueva sociedad que Él personalmente restaurará en este mundo, y se le hace difícil creer que Él volverá a pisar nuestro mundo para gobernar en persona entre los hombres, entonces usted corre el riesgo de no ser incluido en su partido divino y en su gobierno que por espacio de casi 20 siglos él ha estado construyendo o edificando (Lucas 19:27).
Nuestra Misión, como Iglesia Mesiánica, es anunciar el Partido de Cristo, y convocar a más adherentes
Es evidente que Cristo vino a edificar su iglesia (sus partidarios de su nuevo gobierno mundial). Su misión principal en la tierra fue arrebatar seguidores al diablo y atraerlos a su nuevo partido milenario a fin de restaurar juntos el gobierno o reino de la justicia y paz verdaderos (Col. 1:13). Sus seguidores estaban muy conscientes de la misión de Cristo como el restaurador del gobierno o reino davídico, que le preguntaron poco antes de volver al Padre, lo siguiente: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6). Ellos sabían que Jesús era el Mesías y que restauraría el gobierno davídico en Jerusalén como Líder y Presidente de ese antiguo partido de Dios. Ahora, viendo ellos que Jesús “tardaba” en llevarlo a cabo, le preguntaron si Él lo inauguraría en sus tiempos. Ellos querían gobernar con él, y deseaban deponer el dominio satánico representado por el abusivo e impío Imperio Romano. Pero Jesús no los reprendió por semejante “extraña” pregunta como algunos han querido hacernos creer, como si ésta hubiera sido tonta y fuera de lugar. Al contrario, en el verso 7 Jesús les dice: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Es decir, Jesús no los reprende en ningún momento por su pregunta supuestamente absurda o tonta, sino que más bien la valida, diciéndoles que el tiempo para que se restaure dicho reino en Jerusalén sólo lo sabe Su Padre (v. 7).
Ahora noten ustedes que los discípulos tendrían primero que estar anunciando y dando testimonio de Jesús y de su reino hasta que él volviera a restaurarlo. Ellos tendrían que estar captando adeptos para su causa, y arrebatando a los pecadores de la garras del diablo (Col. 1:13, 2 Timoteo 2:25,26). Su primera venida había sido para anunciar la cercanía de su reino y establecer las condiciones para ingresar en él, como están enunciados en el Sermón del Monte (Mateo 5), y en Gálatas 5:16-26 por Pablo. Sin embargo, muchos cristianos creen que Cristo cumplió todo lo prometido en un periodo muy corto de tiempo, cuando se destruyó el templo Judío en el año 70 DC. Estos son los llamados preteristas extremos o totales, los partidarios de la Escatología Realizada. Estos creen que Cristo estableció su reino en el primer siglo, y que su venida, y la resurrección de los muertos ocurrieron en el año 70 DC. Sin embargo, estos exégetas se encuentran con grandes problemas para explicar ciertos eventos predichos en Mateo 24, como es el caso de la resurrección de los muertos, y la venida física y personal de Cristo a esta misma tierra. De allí que aparecen los llamados “preteristas parciales”, los más moderados en esta corriente escatológica, y que sostienen que la parusía y la resurrección descansan aún en el futuro. Pero los preteristas extremos nos quieren hacer creer que la parusía de Cristo ocurrió en el año 70 DC, cuando en realidad Jesús fue muy claro al detallar la forma de su regreso glorioso, la cual no encaja con la supuesta “parusía” de Cristo expuesta por ellos. Les recomiendo que lean mi artículo sobre “La Señal de la Venida de Cristo” que aparece en mi sitio web: www.elevangeliodelreino.org en el link “el Reino”.
Retomando el tema, Jesús les dijo a sus discípulos que a ellos no les correspondía saber los tiempos o las sazones para la restauración del reino de Dios. Además les dijo que mientras durará su ausencia, ellos debían dar testimonio de él, y de su futuro reino o gobierno mundial (Hechos 1:7; Mateo 24:14). Y así lo hicieron. Vemos a Pablo, por ejemplo, predicando el reino de Dios entre los gentiles. En Roma, él se la pasó dos años enteros preso en una casa rentada (“porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena, dijo él”, Hechos 28:20), y recibía a todos los que le visitaban “a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas… Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.” (Hechos 28:23, 30,31). Fíjense ustedes cómo Pablo hablaba desde la mañana hasta la tarde sobre Jesucristo y de su Reino o gobierno --- “la esperanza de Israel”--- a los que le visitaban. Era su tema central y la razón de ser de su ministerio. Sin embargo, los predicadores de hoy se la pasan predicando desde la mañana hasta la tarde el evangelio de la prosperidad, de la riqueza, de la bendición material y nada en absoluto sobre el Reino o gobierno de Cristo que él implantará en esta tierra decadente y moribunda. Simplemente son evangelios y evangelistas fraudulentos. A éstos no hay que recibirlos ni decirles "Bienvenidos". San Juan dice: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras”. (2 Juan 9-11). ¡Usted no puede perder su tiempo escuchando a esos mensajeros del diablo!
Ahora observemos algo de lo ocurrido en Tesálonica, pues aquí vamos a descubrir qué predicaban los cristianos a los gentiles y a los judíos del lugar. Dice Hechos 17:1-7:
“Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo (es decir, el futuro Gobernante del partido o reino de Dios). Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas. Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo. Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús”. Tomen nota que los cristianos en Tesálonica eran considerados como revoltosos o como predicadores de un nuevo gobierno y de un nuevo rey como lo era César. Su mensaje tenía sabor político, y era una proclama de esperanza para las masas oprimidas por los gobernantes injustos e imperfectos. De modo que afirmar que el mensaje del reino de Dios es un mensaje que nada tiene que ver con la política, o con los gobiernos humanos, es una falacia. Los cristianos auténticos son pregoneros de un nuevo gobierno y de un nuevo Líder justo y poderoso, que cambiará realmente las estructuras decadentes de nuestra sociedad. Estamos llamados a formar el partido de Dios, con Cristo como el futuro
Presidente del Maravilloso Gobierno Davídico Mesiánico Restaurado.
Debemos anunciar al mundo que hay un personaje ideal o idóneo para el cargo de Presidente del Mundo llamado Jesucristo. Tenemos que “trastornar” al mundo con este personaje revolucionario, cuyo mensaje trae la esperanza de la justicia y de la paz permanentes a nuestro mundo, cuando los malvados e injustos reciban el justo pago por sus abusos cometidos contra los más desposeídos de esta tierra, y los pobres sean enriquecidos como príncipes en su reino o gobierno. En ese tiempo los creyentes serán realmente prósperos al lado del hombre más rico y poderoso que existirá… Jesús, el Cristo.
Necesitamos reavivar este mensaje apostólico del reino venidero de justicia, y no desviarnos con prédicas extrañas como: "recibe a Jesús en tu corazón", "Haz de Jesús el Señor y Rey de tu vida", "Acéptalo a Jesús como tu salvador personal", y frases por el estilo. Me pregunto, ¿cómo puede alguno aceptar al Mesías si no entiende nada de lo que este Mesías hará en este mundo malo cuando él regrese, y más bien les estamos enseñando doctrinas católicas?
Para mayor información sobre el Reino, visiten mi sitio web:
Necesitamos reavivar este mensaje apostólico del reino venidero de justicia, y no desviarnos con prédicas extrañas como: "recibe a Jesús en tu corazón", "Haz de Jesús el Señor y Rey de tu vida", "Acéptalo a Jesús como tu salvador personal", y frases por el estilo. Me pregunto, ¿cómo puede alguno aceptar al Mesías si no entiende nada de lo que este Mesías hará en este mundo malo cuando él regrese, y más bien les estamos enseñando doctrinas católicas?
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