Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)
Pobreza y Riqueza
Por miles de radioemisoras y programas de TV en todo el mundo se escuchan prédicas de pastores y “pastoras” dónde supuestamente enseñan el evangelio de Cristo. Sí, millones de personas creen estar escuchando el evangelio prístino de Jesucristo cuando en realidad lo que están oyendo son doctrinas humanas, evangelios espurios, o en el mejor de los casos, un evangelio mutilado o incompleto. Los famosos predicadores de la prosperidad de América del Norte y de Centro y Sud América, han emprendido una campaña agresiva con el fin de captar más adeptos para sus filas ofreciéndoles o prometiéndoles a sus oyentes una instantánea prosperidad material si es que cumplen con ciertos requisitos, entre los cuales está el ser fieles con el pago de sus diezmos. Pareciera que la religión cristiana es una religión que promete un bienestar material hoy para los buenos cristianos, y la maldición de la pobreza para los malos mayordomos de Dios. Es decir, la prosperidad es vista por estos predicadores “ungidos” como señal de aprobación y de bendición de Dios, en tanto que la pobreza es vista como la maldición de Dios para los cristianos mediocres y carentes del Espíritu Santo.
¿Ha creído Usted realmente en el evangelio original?
Ni Jesús ni sus apóstoles se la pasaron predicando el evangelio de la prosperidad a donde quiera que fueron. Usted jamás encontrará un texto en dónde Jesús, o cualquiera de sus apóstoles, hayan enseñado una prosperidad instantánea si sus oyentes se decidieran por el evangelio. Es más, Jesús nunca habló de las riquezas de una manera positiva o con una connotación bendita. Al contrario, el Señor vio en el dinero y en las riquezas un gran obstáculo para servirlo y serle fiel. Por otro lado, Jesús alentó a abandonar o a repartir las riquezas a favor de los pobres para tener acceso en el reino de Dios. Saqueo fue alabado por Cristo cuando aquel le confesó que daba la mitad de lo que tenía a los pobres. Al Joven rico le dijo que renunciara a todas sus riquezas para así poder entrar en su reino. De modo que sería una cínica afirmación decir que Cristo vino a predicar un evangelio de prosperidad material a corto plazo para los suyos si lo aceptaban por fe. El mismo Jesús se hizo pobre para ganar a pobres y ricos. El no dio ejemplo de prosperidad cuando predicaba su evangelio del reino. El no vivía como el rey Herodes, o cualquiera de los ricos magistrados de Jerusalén. Realmente él no tenía dónde recostar su cabeza, nos cuenta la Escritura. De modo que su evangelio nada tenía que ver con ser bendecidos con abundantes riquezas ahora, y Jesús, obviamente, con su pobreza dio muestra de ello. Imagínense a Jesús predicando el evangelio de la prosperidad para hoy, siendo él el paradigma de la humildad y de la pobreza. ¿Quién le creería?
Siendo que Jesús no predicó jamás el evangelio de la prosperidad, ni consideró a ninguno que tenía riquezas como un bendito del Señor, nos preguntamos, ¿qué evangelio predicó entonces Jesús, y que mensaje continuaron anunciando sus apóstoles? Ciertamente no era el evangelio de la prosperidad, pues esta locución ni siquiera se menciona ni una sola vez en todo el N.T. Así que si usted en su iglesia sólo oye que Dios lo ha llamado a ser rico, y en este tema redundan hasta el cansancio sus pastores, simplemente lo están engañando. Y si usted se decide por Cristo porque quiere ser prosperado al igual que el Pastor Carlos “Cash Money” Luna, Benny “Rico” Hinn, o cualquiera de los falsos cristos (ó “ungidos”) que están de moda en la palestra del evangelismo, ¡usted se está engañando a sí mismo! Usted debe escuchar el prístino evangelio de Cristo para ser salvo (Romanos 1:16), de lo contrario, usted se condenará. Por eso es muy importante que usted averigue cuál fue el verdadero evangelio que predicó Cristo para no creer en vano. Es imperativo que usted tome conciencia y cuidado para informarse del evangelio verdadero, y para eso usted necesita leer la Biblia con mucha oración y sin prejuicios. Tiene que acudir a la Biblia primero y luego usar su mente o entendimiento para percibir o detectar si lo están engañando o no (Rom. 12:2). Desgraciadamente los simples son los más sensibles a ser embaucados por los avispados predicadores sátrapas que son expertos en la manipulación de sentimientos y necesidades que tienen los hombres.
¿Qué evangelio predicó Jesús?
El primer paso que usted debe seguir es preguntarse: ¿Qué evangelio predicó Jesús?, y una vez que usted lo haya descubierto a través de su estudio bíblico personal, proceda inmediatamente a repreguntarse: ¿Es este evangelio que he descubierto el mismo que está predicando mi Pastor? De este modo usted podrá estar seguro de si camina por tierras movedizas o sobre la roca sólida. Es hora de que usted se sincere, y busque realmente agradar a Dios obedeciendo y creyendo en su evangelio verdadero. Su salvación, recuerde, está en juego.
Siendo que ya quedó demostrado que Jesús y los suyos jamás predicaron el evangelio de la prosperidad tal como se enseña hoy, ¿qué evangelio predicó el Señor entonces? ¡Vaya a los evangelios, y lo descubrirá fácilmente! Empiece con Marcos 1:1,14,15. Allí leerá lo siguiente: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. Habiendo leído este pasaje, ¿encuentra usted que Jesús estuvo predicando el evangelio de la prosperidad? ¡Para nada!, él estuvo más bien predicando el Evangelio del Reino de Dios y diciendo que éste se había acercado y que había que creerlo.
Pero Vayamos ahora a Lucas 4:43. Acá Jesús dice algo interesante y muy revelador: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”. Creo que Jesús fue muy claro cuando dijo que Su Padre lo envió al mundo con un propósito bien definido: para predicar el evangelio del reino de Dios.
También vemos que los apóstoles del Señor predicaron el evangelio del reino de Dios tal como su Maestro lo estaba haciendo: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él” (Lucas 8:1). “Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos” (Lucas 9:1,2). Asi que estos pasajes nos demuestran que Jesús y sus apóstoles predicaron el reino de Dios en todas las ciudades y aldeas que visitaron, y les mandó a que fueron sin nada más que lo que tenían puesto, sin mayor ostentación: “No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas. Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid” (Lucas 9:3). ¡Qué diferencia con aquellos predicadores de la prosperidad que viajan en sus jets privados, con trajes caros, relojes finos, y con la billetera llena, y se hospedan en hoteles de $2,000 o $3,000 dólares la noche!
El Evangelio predicado por el Apóstol de los gentiles
El apóstol Pablo fue un predicador itinerante que dijo ser un fiel imitador de Cristo (1 Cor 11:1). Entonces es de suponer que como imitador de Su Maestro, Pablo debió predicar el mismo evangelio que predicó Jesús a los Judíos. ¡Y así es! Si leemos en Hechos sobre sus visitas a las diferencias iglesias, veremos que él predicaba el evangelio del reino de Dios. En Roma, por ejemplo, cuando fue allí llevado en cadenas “por la esperanza de Israel”, él recibía a todos los que le visitaban en su prisión domiciliaria, y les hablaba sobre el Reino de Dios y el nombre de Jesucristo. Dice en Hechos 28:23,30 y 31, lo siguiente: “Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento”. De modo que Pablo predicaba el evangelio Reino de Dios tal como lo hacía su Maestro, y enseñando acerca del Señor Jesucristo. Para nada se menciona que Pablo predicase un evangelio te puede hacer rico y próspero a corto plazo si te conviertes a Jesús y cumples con tus diezmos. Lo que él claramente predicó fue a Jesús y el reino de Dios. Más adelante veremos qué abarcaba la frase “enseñando acerca del Señor Jesús” para Pablo.
Enseñando acerca del Señor Jesucristo
En 1 Corintios encontramos lo que Pablo les había predicado como el evangelio a los Corintios. Veamos 1 Corintios 15:1-8, 13,14, 50-54: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí”... Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe... Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
Ahora bien, Pablo les dice a los Corintios que primeramente (¡ojo con esa palabra!) les había enseñado el evangelio (La Buena Nueva) de que “Cristo murió por nuestros pecados, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras, y que apareció a Cefas, a los doce, y finalmente a él”. ¿Y por qué Pablo comenzó primero predicando a Jesucristo y sobre su muerte, sepultura y resurrección al tercer día antes que el evangelio del reino? La respuesta la da Pablo mismo, al decir: “porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe... Así que Pablo se apoya o se sustenta en la resurrección de Cristo para decirnos que nosotros, los que somos del Señor, igualmente seremos resucitados para heredar el reino de Dios (el evangelio de Cristo). Como vemos, el apóstol Pablo no se olvidó del reino de Dios, el cual es la otra parte de su evangelio. En buena cuenta, el evangelio de Pablo no era distinto al de Cristo, pero él lo divide en dos partes bien definidas: La muerte, sepultura y resurrección de Cristo (lo primero) y el subsiguiente y aún esperado reino de Dios. Todo esto constituye las Buenas Noticias de Dios o “el evangelio de Dios”.
Su evaluación final
Está su pastor predicando este mismo mensaje bíblico (apostólico) en su iglesia, o más uno inventado por hombres que tienen su conciencias cauterizadas por intereses egoístas o personales para obtener ganancias o riquezas materiales? Usted tiene que definir bien este asunto, porque creer en un evangelio falso no lo salvará, pues sólo hay un evangelio salvador, no muchos (Gál. 1:6-9).
Más sobre el Reino en:
www.elevangeliodelreino.org
www.yeshuahamashiaj.org (Inglés y español)
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