miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿QUÉ ES EL HOMBRE Y CUÁL ES SU DESTINO?---¡SÉPALO HOY!

¿QUÉ ES EL HOMBRE Y CUÁL ES SU DESTINO?---¡SÉPALO HOY!

El Propósito de Nuestra Existencia:

Desde que el hombre ha tenido uso de razón se ha preguntado cuál es el sentido de su existencia en este mundo. También ha filosofado de diferentes modos a fin de darle propósito a su vida. No obstante, muchas de estas ideas han sido contradictorias unas con otras y diametralmente opuestas y desconcertantes.

Sin embargo, la Biblia, la Palabra de Dios, sí nos dice qué somos, y hacia dónde vamos finalmente en esta vida. Es decir, la Biblia revela un propósito divino para nuestra existencia, y explica porqué el hombre muere finalmente. Sépalo usted hoy leyendo con atención y meditación este estudio de las Santas Escrituras.

El Hombre Tiene el Deseo de la Inmortalidad:

Todos los seres humanos quisiéramos vivir para siempre con salud y felicidad sin tener que asistir a los entierros de amigos y parientes queridos. La muerte es, definitivamente, el enemigo número uno del ser humano. Tal vez para otros la muerte es una necesidad cuando se está sufriendo de una grave dolencia incurable, pero aún así, nadie quisiera la muerte, sino la salud y la vida plena. Es por eso que Cristo recogió esta necesidad del hombre por la eternidad (ver Eclesiastés 3:11 que dice: “...y ha puesto eternidad en el corazón de los hombres”) , y vino a proclamar que él es el camino, la verdad y la vida eterna (Juan 14:6). Jesús vino a ofrecerle al hombre una vida abundante, gozosa, y eterna, si éste se decidiera por él y su causa (Juan 11:25).

Ningún Hombre posee la Inmortalidad:

La vida eterna abundante y feliz es un regalo muy tentador que nos impele a seguir a Cristo en todo momento de nuestras vidas. Sin esta oferta de Dios a través de Su Hijo, pocos estarían motivados a dejar los intereses mundanos y pasajeros. Dios es un Dios que remunera a sus siervos grandemente, y no que no escatima cuando se trata de premiar. Él quiso que el hombre viviera para siempre, y no que muriera por la enfermedad o la vejez. Él puso al hombre en la tierra para que viviera en ella para siempre. Los hizo del polvo de la tierra, y les sopló aliento de vida (‘Ruáj’ en Hebreo, ‘Pneuma’ en Griego) y Adán y Eva se convirtieron en (no dice que tuvieron) “almas(‘nephesh’) vivientes” (con la posibilidad de ser inmortales) (Génesis 2:7). Él hizo al hombre a Su imagen y semejanza... ¡y Dios no es mortal! Sí, Dios quiso que la primera pareja humana no muriera, pero Adán y Eva pecaron y su almas empezaron a morir (Génesis 2:17). Es claro que Adán y Eva, y su descendencia, no lograron su inmortalidad por la desobediencia. Su alma pudo ser inmortal, pero fracasaron---¡Trágicamente sus almas vinieron a ser mortales! (Ezequiel 18:4,20). Solicite gratis el artículo: “El Pecado---¿Qué es?”.

Sólo Dios tiene Inmortalidad Inherente:

Aunque muchos se sorprendan, sólo Dios el Padre tiene inmortalidad inherente. Todos los Cristianos, como Jesucristo, recibirán su inmortalidad en la resurrección del día postrero. Veamos lo que dice el apóstol Pablo al respecto:

1 Timoteo 6:16:

“El único que posee inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de
los hombres ha visto ni puede ver...”

Aquí Pablo está hablando de Dios el Padre, pues el Hijo sí fue visto. Pues bien, Pablo afirma que sólo Dios el Padre tiene inmortalidad, y nadie más. Ahora bien, ¿tiene Jesús inmortalidad? Sí, pero la ganó en su resurrección (Romanos 6:9). De modo que Jesús nunca tuvo una inmortalidad inherente y eterna, sólo Su Padre y Dios.

La Vida Eterna: El Futuro Regalo de Dios para los Justos:

Lo que la mayoría de cristianos no parece comprender es que la vida eterna es una promesa y una esperanza para el futuro (Romanos 6:23). Esta la recibirán sólo los que son hijos de Dios, los adoptados, los renacidos, los bautizados, los fieles, y santos. Veamos los pasajes que nos llevan a esta conclusión:

Mateo 25:46:

“E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.

Marcos 10:30:

“...y en el siglo venidero la vida eterna”.

Romanos 2:6,7:

“El cual pagará a cada uno conforme a sus obras: Vida eterna a los que, perseverando
el bien hacer, buscan gloria, honra, e inmortalidad”.

1 Timoteo 6:12:

“Pelea la buena de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual fuiste llamado”.

Romanos 6:22:

“...y como fin , la vida eterna”.

Gálatas 6:8:

“...del Espíritu segará vida eterna”.

Tito 1:2:

“En la esperanza de la vida eterna”.

Judas 21:

“Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro
Señor Jesucristo para vida eterna”.

1 Juan 2:25:

“Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna”.

Hechos 13:46:

“...y no os juzgáis dignos de la vida eterna”.

1 Corintios 15:53:

“...Es necesario que esto mortal se vista de inmortalidad”.

El Infierno como Sepulcro o Tumba:

¿Habla la Biblia del infierno? ¡Sí! Pero no en la misma forma como lo presentó Dante en su “Divina Comedia”. El infierno viene de la voz latina “Infer” (= ‘debajo de’), y del Griego “Hades” y del Hebreo “Seol”. En el Antiguo Testamento Hebreo, la palabra ‘Seol’ aparece como el lugar de los muertos, o el sitio donde descienden los que fallecen. Igual sentido tiene su equivalente “Hades” en el Nuevo Testamento Griego. Se sabe que Hades y Seol son equivalentes comparando Hechos 2:27,31 y el Salmo 16:10. Estos dos textos se relacionan con la muerte y sepultura de nuestro Señor Jesucristo, quien fue al Hades (sepulcro) después de morir por tres días. En Oseas 13:14 hay una definición de Seol relacionado con la muerte y el sepulcro. En el Salmo 31:17 el Seol tiene relación con el silencio de los muertos en sus sepulcros. En 1 Samuel 2:6 la muerte está relacionada con la bajada al seol, y la vida con la subida del seol.

Tanto justos como injustos van al infierno al morir. En Isaías 53:9 se dice que se dispuso la tumba de Jesús con los impíos, y también se dice que el fiel Jacob descendió al infierno (tumba, heb. seol), por causa de José, su hijo (Génesis 37:35).

La tradición cristiana dice que Cristo descendió al infierno (Hades), y de allí salió su alma (= ‘Psyché’) resucitada, la cual no vio corrupción. Pero la religión Católica empezó a propagar la doctrina de un infierno en donde sólo las almas impuras “desencarnadas” serían condenadas por la eternidad con tormentos interminables o eternos. No obstante, Jesús enseñó otra cosa muy diferente.

La Simbología del Gehenna:

Pero algunos dirán: ¿No habla Jesús de un “infierno(‘Gehenna’) de fuego” en Mateo 5:22 donde “el gusano de los pecadores no muere?”(¿gusanos mortales?) (Marcos 9:44)? La respuesta es Sí. Jesús usó la palabra ‘Gehenna’ en varias ocasiones como en Mateo 5:22. Este ‘Gehenna’ es otra palabra en arameo que se ha traducido por infierno en el Nuevo Testamento aparte de ‘Hades’. No obstante, esta palabra erradamente ha sido vertida por infierno. Se la debió dejar tal como está escrita (‘Gehenna’), sin traducirla caprichosamente. No obstante, son pocos los que entienden la figura simbólica del “Gehenna de fuego” que viene del hebreo Ge-ben-Hinom, lugar localizado a las afueras de Jerusalén (Josué 5:8). El “Gehenna de Fuego” era un lugar en donde se arrojaban los cadáveres de delincuentes y asesinos ejecutados o asesinados en Jerusalén. Estos eran consumidos por las llamas a fin de hacerlos desaparecer y como una medida profiláctica. Así, Jesús usó como ejemplo un hecho real o histórico para simbolizar la severidad (aspecto cualitativo) del castigo de los impíos incorregibles. No obstante, esto no quiere significar necesariamente que los pecadores van a ser atormentados eternamente, literalmente hablando.

Significado de la palabra “Eterno” en la Biblia:

Jesús usó las frase “castigo eterno” (no, ‘castigamiento eterno’), y también: “fuego eterno”, “juicio eterno” (no, ‘enjuiciamiento eterno’), “perdición eterna”. Y en Judas 7 se dice que Sodoma y Gomorra (dos ciudades impías cerca al mar muerto) están “sufriendo el castigo del fuego eterno”. Obviamente Sodoma y Gomorra fueron castigadas por fuego del cielo, pero ahora ya no existen, ni quedan rastros de ellas. Pero adviértase que ambas están sufriendo (un hecho que continúa) el castigo del “fuego eterno”. ¿Cómo se explica este “fuego eterno” si ya se apagó hace miles de años atrás?

Sí, el “fuego eterno” no significa necesariamente que será cuantitativamente sin fin, pues como vimos, Sodoma y Gomorra están sufriendo el “fuego eterno” de manera cualitativa, y no debe tomarse literalmente. Las ciudades fueron destruidas por el fuego y desaparecieron por completo. Nadie puede revertir ese castigo, ni volverán nuevamente a la existencia esas mismas en la tierra, aunque sí muchas semejantes a ellas en otras partes del mundo. Algo similar encontramos en Jeremías 17:27 donde Dios sentencia a Jerusalén “al fuego que no se apagará” debido al pecado de su pueblo. Pero Dios no estaba hablando literalmente, pues Jerusalén será la capital el futuro reino de Dios nuevamente (Isaías 2:2-4; Salmo 48:2). También leer el caso de Edom en Isaías 34:9-15. En el verso 10 que “su fuego no se apagará ni de día ni de noche”. No obstante, el hecho de que allí sólo habitarán animales y aves (versos 11y 13-15) en medio de sus ruinas, prueba que el lenguaje usado en el verso 10 es simbólico, indicando la severidad del castigo de Dios.

Regresemos al “castigo eterno” de Mateo 25:46. Aquí Jesús habla de un “castigo eterno” y no de un “castigamiento eterno”. El sentido de estas dos frases no son iguales. Jesús no dice que Dios estará castigando a los malos todos los días y por la eternidad. Lo que dice es que el castigo, el único castigo de Dios, será eterno, invariable, inmutable. Su sentencia no variará. El reo no saldrá libre, y no será perdonado. Su pena será eterna, y nadie la mudará. El reo será castigado con la pena capital, es decir, la pena de muerte---¡muerte eterna!. Estará muerto para siempre sin posibilidad de volver a existir.

Algo semejante ocurre con la frase “vida eterna” usada por Jesús en Juan 17:3. ¿Acaso Dios nos ofrece darnos todos los días la vida eterna y por toda la eternidad? Es decir, ¿cada día nos otorgará la vida eterna, y no parará nunca? O ¿es más bien que nos dará la inmortalidad una sola vez en la resurrección, para luego nunca más morir? (Ver 1 Corintios 15:53). La respuesta es que una vez que recibamos nuestra glorificación e inmortalización, los resultados de esa inmortalización serán eternos, inmutables, o invariables.

La Biblia habla también de la “redención eterna” en Hebreos 9:12. ¿Qué se entiende por “redención eterna”?¿Acaso que seremos redimidos por Cristo en la cruz todos los días y por la eternidad? ¡Ello implicaría que Cristo tendría que estar muriendo en la cruz todos los días y por la eternidad! ¿Será eso posible? No, pues Cristo murió una sola vez y para siempre (Hebreos 9:24-26). Concluimos entonces que la “redención eterna” implica que la única redención que hizo Jesús en el Gólgota tiene efectos eternos o para siempre. También existe la frase “salvación eterna” en Hebreos 5:9. Pero esta salvación no se hace todos los días y por la eternidad. Lo que en verdad significa es que los efectos o resultados de la salvación son eternos. Una vez que alcancemos la salvación en el reino, nadie nos la quitará o arrebatará. Una vez salvos dentro del reino, siempre seremos salvos, por la eternidad.

Está claro que la palabra “eterno” no siempre está relacionado con lo cuantitativo, sino también con lo cualitativo. Así, el “reino eterno” de Cristo en 2 Pedro 1:11, durará en verdad mil años, según Apocalipsis 20:5. Aquí hay un “reino eterno de mil años”---¿Extraño no?¿Cómo se explica esto? Creo que la idea es que el reino de Cristo será cualitativamente “eterno”, pues por ser tan bueno, justo, y pacífico, éste se prolongará por diez siglos como ningún otro reino o gobierno lo ha logrado.

Dios es Fuego Consumidor:

Contrario a lo que muchos cristianos creen, el fuego con que Dios castigará a los impíos o incorregibles, ¡consume!. Dice Hebreos 12:29: “Porque nuestro Dios es fuego consumidor”. Si esto es verdad, y no hay porqué dudarlo, los proponentes de un castigo por “fuego eterno” que no se apaga, y no consume, están en serios problemas. Si el infierno es un lugar literalmente de fuego que no se apaga, y que no destruye, sino que atormenta, ¿cómo explicar Hebreos 12:29? ¿Y cómo explicar Hebreos 10:27 que dice: “Sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”? Aquí se habla que el fuego de Dios devorará (no atormentará eternamente) a los adversarios de Dios. Esto quiere decir que Dios consumirá y destruirá a sus enemigos para siempre, y dejarán de ser o existir. Por eso leemos en Isaías 33:14: “...¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor?¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas?”. Aquí Dios es fuego eterno consumidor. Es decir, el fuego de Dios es eterno, pero no lo que consume.

Los Impíos e Incorregibles serán Destruidos Para Siempre:

El cristianismo tradicional ha sostenido que los pecadores irán al castigo del infierno para ser atormentados en el fuego por la eternidad. Según esta hipótesis, los que no se arrepientan serán atormentados con sus almas inmortales en el infierno por los siglos de los siglos. Pero esta teoría tiene sus defectos y contradicciones. Uno de ellos es el siguiente: Si la inmortalidad es un regalo o dádiva de Dios sólo para los “buenos”, según Romanos 6:23, entonces los que no son fieles a Cristo y a Su Padre no recibirán la vida inmortal como premio, sino lo contrario, lo opuesto. ¿Cómo, entonces, podrían los malos ser atormentados por la eternidad si no van a recibir la vida inmortal? He aquí una encrucijada, y un callejón sin salida.

La teoría del alma inmortal inherente en todos los hombres es de origen pagano. Platón, el filósofo Griego, sostenía que el hombre tenía un alma inmortal inherente que trascendía a la muerte física. Esta creencia, a su vez, la sostuvieron los egipcios, los aztecas, mayas, incas, etc. Todas éstas eran culturas paganas panteístas y politeístas.

Como hemos visto al inicio de este estudio, Dios hizo a la primera pareja humana “almas (‘nephesh’) vivientes”. No dice que Adán y Eva “vinieron a tener almas vivientes inmortales”, sino más bien, que “vinieron a ser almas vivientes” (Génesis 2:7 Versión Moderna---sin inmortalidad). Incluso los animales son “almas o seres (‘nephesh’) vivientes” (Génesis 1:20,21). No obstante, Adán y Eva desobedecieron, y como castigo fueron condenados o sentenciados con la muerte. Sus almas vivientes morirían---Serían mortales (Leer Ezequiel 18:4,20). De modo que no encontramos que Dios les haya dado inmortalidad inherente a los hombres, sino sólo el deseo y la posibilidad de tener inmortalidad (Eclesiastés 3:11).

Pero regresemos a los impíos nuevamente, ¿cómo serán castigados? ¡Con la aniquilación total!. ¡Ellos dejarán de existir! Veamos sólo tres textos bíblicos que prueban lo que decimos:

Salmos 37:9,20,22,34,38:

“Porque los malignos serán destruidos...perecerán...como la grasa de los carneros serán
consumidos; se disiparán como el humo...y los malditos de él serán destruidos...cuando
sean destruidos los pecadores, lo verás...mas los transgresores serán todos una destrui-
dos”.

Proverbios 12:7:

“Dios trastornará a los impíos, y no serán más”.

2 Pedro 2:1:

“...y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción
repentina”.

¿Qué Ocurre Cuando Morimos?:

¿Siguen vivos los muertos? Esta es una pregunta que deja perplejos a muchos. Sin embargo, ya hemos visto que el hombre no tiene inmortalidad inherente, por tanto los muertos no pueden estar vivos en otra dimensión. El espiritismo nos ha hecho creer esta falacia de la supervivencia de los muertos en una esfera espiritual. Y es que hay un hecho concreto en la Biblia: “Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:7). La materia o la carne regresa al polvo con la muerte, y el espíritu del hombre (justo o injusto) regresa a Dios quien lo dio. Esto es justamente lo inverso a lo ocurrido en Génesis 2:7. Así finaliza la existencia humana. No hay espíritus de difuntos vagando por allí y asustándonos con sus apariciones nocturnas. Todos los espíritus (Gr. Pneuma, Heb. Ruáj= vida) regresan a la fuente, que es Dios mismo. Pero estos espíritus no son el “yo” (‘Ego’ o la personalidad) de las personas muertas, pues si este fuere el caso, Dios estaría tolerando ante su santa presencia celestial a las personalidades más impías como Nimrod, Hitler, Calígula, Nerón, Herodes, etc., y esto no es posible en un Dios Santo. En Proverbios 15:29 leemos: “Jehová está lejos de los impíos...” lo cual refuerza lo que sostenemos, es decir, que los espíritus no son los “Egos” o las personalidades de los muertos. ¡Dios no tolera cerca de él a los pecadores! El espíritu, por tanto, es sinónimo de VIDA. Esta vida viene de Dios, pues él la sopló en el primer hombre hecho de barro de la tierra. Cuando el hombre pierde el espíritu, pierde su vida y muere. Su destino es en el polvo de la tierra.

Los Muertos están Inconscientes o Durmiendo:

No es de extrañarse de que Jesús hable de la muerte como un sueño profundísimo. Recordemos la historia del amigo de Jesús, Lázaro. Este hombre había muerto estando ausente Jesús. Al llegar a la casa de Lázaro, Marta, la hermana, le increpa a Jesús por haber estado ausente cuando Lázaro agonizaba, y no haber podido salvarlo de su destino fatal. En esa oportunidad Jesús había dicho que “Lázaro duerme”, y que iba a “despertarlo” (Juan 11:11), y además le dice a Marta que su hermano resucitará (Juan 11:23). ¡Y así lo hizo Jesús con Lázaro!

Es curioso que si en verdad los justos parten al cielo para estar con Dios en ocasión de la muerte, Jesús no la haya consolado a Marta diciéndole algo así como: “Mira Marta, no estés desconsolada, Lázaro está con Dios en el cielo gozando de todas las bienaventuranzas. Por fin ya no estará sufriendo en este mundo de lágrimas, de dolor y de pecado”.Pero no la consoló de este modo, pues bien sabía Jesús que nadie subía al cielo al morir (Juan 3:13; Hechos 2:34). Por otro lado, cuán alegre y cuán triste se habrá sentido Lázaro al volver a la tierra después de haber estado gozando---supuestamente--- de la gloria celestial con Dios, los ángeles, y los demás santos difuntos. Pero en la Biblia no hay ningún informe de que Lázaro haya revelado su “grata y hermosa experiencia post-mortem”, la cual hubiera sido digna de contar y de escribir para las sucesivas generaciones de creyentes. O, ¿Es que nunca la tuvo?

Veamos otros textos en donde se habla de la muerte como un sueño:

Lucas 8:52: “...no lloréis, no está muerta, sino que duerme”.

1 Corintios 11:30: “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos
duermen”.

1 Corintios 15:20: “Primicias de los que durmieron es hecho...”

1 Corintios 15:51: “...no todos dormiremos”.

1 Tesalonicenses 4:13: “no ignoréis acerca de los que duermen...”

La Esperanza de la Resurrección:

Jesucristo vino a darnos esperanza de volver a la vida en la resurrección, pues el mismo dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque esté muerto, vivirá”. (Juan 11:25). Y también él dijo: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros (no en el cielo) oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida...” (Juan 5:28,29). Pues bien, aquí tenemos un hecho innegable: ¡Los muertos no están vivos! En realidad tendrán la vida cuando, y sólo cuando, resuciten de sus tumbas. Nótese que dice “resurrección de vida” y no: “resurrección para seguir viviendo”. Es claro que los muertos tendrán vida cuando el espíritu de Dios regrese a sus cuerpos polvorientos. Esta verdad se deja ver en Ezequiel 37:5 que dice: “Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis”. Nuevamente ese espíritu que regresó a Dios en ocasión de la muerte, nuevamente regresará al difunto y vivirá.

La enseñanza católica de que los muertos cristianos están vivos en el cielo con sus almas inmortales es totalmente ajena a la Biblia. Y es que si ya están ahora los difuntos cristianos en la “gloria celestial”, disfrutando de todas las bienaventuranzas divinas, ¿cuál sería la razón de su resurrección en la tierra? Además, si los justos ya están recompensados en el cielo, y los malos en el infierno, ¿para qué serían sus resurrecciones? Pues bien, la Biblia sí contesta para qué seremos resucitados. En 1 Tesalonicenses 4:16,17 Pablo enseña: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta d Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero...para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. Y además dice Jesús a Juan: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. (Apocalipsis 22:12). Entonces seremos resucitados para recibir a Jesús quien trae nuestras recompensas en función a nuestras obras. Nótese, además, que no es Jesús quien nos recibe a nosotros, sino nosotros a él. Claramente entonces los cristianos serán premiados sólo cuando Cristo regrese y no antes de ese magno evento. Los que dicen que los difuntos buenos serán recompensados en la hora de su muerte, y no en la hora de su resurrección, están muy errados y desconocen lo que Cristo enseñó.

Pero ¿qué pasará cuando resucitemos?¿Tendremos este mismo cuerpo envejecido, y con taras? Pues, no. La Biblia enseña que los muertos serán transformados en seres o almas inmortales. Tome nota lo dicho por Pablo en 1 Corintios 15:52,53: “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros (los vivos) seremos transformados. Porque es necesario... que esto mortal se vista de inmortalidad”. Entonces es claro que nadie hoy tiene algo inmortal, salvo el espíritu de Dios en él. Pero ese espíritu inmortal es de Dios, y como vimos, no tiene conciencia, o personalidad. Sólo seremos realmente inmortales cuando nuestro cuerpo sea transformado en incorruptibilidad.

El fiel Job no pensó como piensan los teólogos católicos. Él creyó que volvería a ver a Dios en su carne, y no en su supuesta alma inmortal inherente. He aquí lo dicho por Job: “Yo se que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha mi piel, en mi carne (no en su supuesta alma inmortal inherente) he de ver a Dios, al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro...” (Job 19:25-27). Y a Daniel el profeta, Dios le dice: “Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad en el fin de los días”. (Daniel 12:13). Nótese que Daniel no sería recompensado “en el fin de sus días”, sino más bien, “en el fin de los días”--- que es muy diferente.

Conclusión:

La inmortalidad será un premio de Dios para los justos y fieles en Dios y en Su Hijo Jesucristo (Mateo 25:6). Los pecadores no tendrán dicha inmortalidad, y como consecuencia, no serán atormentados en un supuesto infierno de fuego por toda la eternidad. Si no reciben la inmortalidad, ¿cómo esperar que sean atormentados por la eternidad? Los católicos, y la gran mayoría de protestantes, siguen enseñando que los malos también recibirán la inmortalidad en el infierno, y esto es antiescritural.

El asunto es simple: Si los muertos en Cristo ya están en la gloria; y los malos, en el infierno, ¿para qué creer y enseñar la segunda venida de Cristo y la resurrección de todos los muertos? Y Si los justos serán recompensados cuando Cristo vuelva, pregunto: ¿qué están haciendo éstos en el cielo, suponiendo que estén ahora allá después de haber muerto? Y si están en el cielo, ¿para que Cristo los bajará a la tierra nuevamente?¿Qué harán acá? ¿O acaso los bajará del cielo para resucitarlos, y luego los volverá a llevar al cielo de donde vinieron?¿Tiene sentido eso?

¿Puede un Dios de amor atormentar para siempre a los pecadores en un infierno de fuego literal?¿Es ese Su sentir y voluntad?¿Podría Dios estar feliz Dios oyendo los lamentos, los crujidos, y los llantos de los pecadores en el infierno por una eternidad? Esto Dios no lo podría evitar por ser Él omnipresente y omnisapiente. Él mismo tendría que ver y oír eternamente los gritos desenfrenados de los atormentados en el infierno, los cuales, obviamente no serían nada gratos para un Dios de amor. Pero la verdad es otra, ya que leemos en Apocalipsis 21:3: “...y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron”.

La Biblia habla de que los pecadores incorregibles serán destruidos y dejarán de ser o existir. Y es que contrario a la teología tradicional de un tormento eterno, el fuego de Dios consume, como el fuego de la vela la consume hasta apagarse. Esta enseñanza tiene más fundamento bíblico, y es más razonable. Realmente se ajusta al carácter de Dios, pues un tormento eterno de los malos implica una ira eterna de Dios, lo cual nos parece ilógico en Él. La ira de Dios durará sólo hasta que la memoria de los pecadores sea cortada de la tierra (Salmos 34:16).

El “castigo eterno” no es “castigamiento eterno”. En realidad es un solo castigo que durará para siempre. Cualitativamente hablando, es un castigo severo, radical, irrevocable. Igual ocurre con el “fuego eterno”. No es cuantitativamente sino cualitativamente “eterno”. Por ejemplo: Sodoma y Gomorra ya no existen, han desaparecido por fuego. Pero siguen sufriendo el “fuego eterno”, cualitativamente hablando, indicando la severidad de Dios, la firmeza de su castigo, y su inmutabilidad.

La doctrina del Purgatorio es igualmente antibíblica, y por tanto, falsa. Es falsa porque implicaría que hay almas humanas inmortales atormentándose en un lugar intermedio de donde se puede salir por las misas católicas. Ya hemos visto que ningún hombre tiene inmortalidad, o un alma inmortal inherente.

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